Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO 27: Flores de plata y arcoiris saltarines

Un poco aturdida sí que estaba. Es decir, ¿cuánto tiempo había pasado sin tiempo? (sé que suena a paradoja, pero no me desdigo; después de todo, había hablado con Isabela y las demás Lamicury en una dimensión en la que literalmente no existían las horas).

Devora no me dio el lujo de calcularlo. Nada más verme incorporada, se fundió en las sombras (fue como ver un helado de nata, vainilla y chocolate derretirse y fusionarse en un sólo charco nada apetitoso a cámara rápida; lo siento, llevo sin comer en condiciones desde ayer y tengo hambre). Volvió a solidificarse detrás mío, lo cual no supe hasta que sentí sus tacones de aguja clavándose entre mis vértebras, justo debajo de mi mochila, de una fuerte patada. Por poco no me rompo la espalda.

Total, que me había levantado para nada; volvía a estar en el suelo. Intenté hacer algún hechizo, pero el dolor de la columna me impedía pensar.

Suerte que no había venido sola; si no, sería puré de Annabeth con salsa de sangre de Lamicury (sigo insistiendo en que tengo hambre; mi mente no deja de pensar en el tema). Antes de que una esfera de lo-que-sea oscuro (no he estudiado magia monocroma, no me culpen por no saber el nombre del hechizo; además, en ese momento estaba más concentrada en ignorar al dolor y al rugido de mis entrañas vacías para conseguir centrarme en un conjuro cualquiera), Ocaso creó un escudo de protección mientras Aiden y Drake bloqueaban el hechizo con sus respectivas espadas (el elfo tenía una extensible en uno de sus muchos bolsillos; ese chico tiene un problema o, simplemente, es muy descuidado con el tema de vaciarlos). Después, Poppy se metió en mi cabeza para evitar que el dolor de la espalda pasase a mi mente y, de esa forma, poder concentrarme lo suficiente para pronunciar Sanecuysa. Sí; sin ellos estaría muerta, tengo suerte de tenerlos cerca.

El caso es que conseguí curar mis vértebras desencajadas y me levanté a duras penas (la curación que tiene que ver con huesos suele tardar bastante más que las heridas superficiales que había tratado anteriormente; es irónico que la chica más superficial que conozco sea la única que no me cause heridas superficiales). Me agarré a Ocaso, que seguía con el campo de fuerza activado, para evitar derrumbarme de nuevo; ya tengo suficiente polvo del suelo en los pulmones para un año entero.

-Vaya, me sorprende que te hayas podido levantar; hace unas semanas no tenías ni fuerza para levantar una mochila en condiciones-dijo la arpía de Devora en tono de burla cuando fue inmovilizada por los chicos.

-Y tú hace unas semanas parecías de este siglo; ahora no tienes ni eso-respondí yo en el mismo tono (sé que no es propio de mí; pero, hablando con total sinceridad, me estaba hartando de aquellos comentarios; preferiría recibir puñetazos a tener que oírla hablar otra vez).

A ella no pareció importarle mi respuesta, ya que símplemente rió y se disolvió en las sombras.

Tuve que contenerme para no soltar un par de palabrotas que, sin lugar a dudas, se merecía oír. En ese momento podía salir por cualquier parte, siempre que estuviese a oscuras. Supongo que saldría por donde menos lo esperamos e intentará rompernos las espaldas uno a uno.

Un segundo...necesita oscuridad...

-A la de tres un hechizo de luz-le susurré en el oído a Ocaso, en la cuál seguía apoyada. Ella asintió, captando lo que iba a hacer (o quizá fingiendo que lo había entendido; nunca la comprenderé del todo)-:una...dos...¡tres!

Un nanosegundo después de terminar la cuenta, murmuré Soluemit (luz). Acto seguido, la habitación negra se iluminó completamente (gracias a Ocaso por hacerme caso; sin ella la luz mágica no hubiera sido tan potente y no hubiese abarcado toda la zona).

Devora apareció unos segundos después, deslumbrada por la repentina luminosidad. Mi "plan" (entre comillas porque, realmente, no había planificado nada) había funcionado; sin sombras, no puede esconderse en ellas. Ella estaba totalmente desprotegida.

Aún así se levantó y me lanzó una especie de llamarada oscura; creo que lo llamó incendio de medianoche (esto me suena de algo; no es la primera vez que veo fuego negro). Quebró (o, más bien, fundió) el escudo de mi guardiana y me acertó en la tripa (casualidades de la vida; estoy intentándola ignorar desde hace un rato), lanzándome por los aires. Por suerte, esta vez no hubo desmayos ni viajes a realidades alternativas, sólo un dolor brutal (honestamente, no sé que opción es mejor). Mi espalda se quejó del impacto, ya que seguía sensible del taconazo; había aterrizado encima de mi mochila.

Ya dije antes que tenía el cerebro en modo hibernación, completamente tonto; por eso no sé me había ocurrido utilizar el arma ultrapoderosa que tenía en el bolsillo delantero de la pesada mochila que llevo puesta sobre los hombros (ya lo sé, soy una idiota; que ahora tenga más autoestima no cambia que a veces sea una auténtica imbécil).

Intenté abrir la cremallera, mas no había manera (esas cosas siempre se atascan en el peor momento; como ese truquillo que normalmente te sale bien pero se te olvida justo cuando te están mirando todos). Al ver que...bueno, que seguía respirando, Devora Sombras lanzó un puñetazo al aire, que inmediatamente se expandió y se dirigió hacia mí. Poppy se interpuso para recibir ella el golpe, pero éste simplemente le atravesó; volví a darme tan fuerte contra las rocas que me extraño no dejar un agujero con mi forma allí (después de este día, me da que no podré incorporarme en mucho tiempo).

-Parece que volvemos a quinto de primaria, ¿no?-comentó Poppy, distrayéndome del dolor de mis vértebras (cosa que agradezco ENORMEMENTE)- la abusona tiene otro nombre; pero es la misma situación, al fin y al cabo.

Recuerdo a que se refiere, es una de las imágenes que me hicieron daño cuando casi muero por destrucción cerebral; Hearthless dándome una paliza mientras Poppy intentaba, sin éxito, interponerse entre ella y yo, ya que sus puños la trataban como si fuera aire.

Me obligo a mantener la mente en el presente y pensar en el ahora. El lado bueno es que el golpe ha aflojado la cremallera, por lo que puedo coger las láminas.

Las tenía más o menos en orden salvo, obviamente, el hueco que había entre la del fénix y la del palacio, el lugar que pertenecía a la de los castores; no sé si las tenía así ordenadas de antes, quizá Isabela las hubiera ordenado mientras yo dormía en esa dimensión sin tiempo. Sea lo que sea, di gracias por no tener que reorganizarlas yo.

En el momento que iba a intentar levantarme (en esta "gran batalla final" estoy pasando más tiempo en el suelo que de pie), Aiden me lanzó al suelo.

-¡Agáchate!-me gritó, creo que un pelín demasiado tarde; ya estaba en el suelo.

-Si me agacho más voy a tragarme las piedras-murmuré (me pongo borde si estoy hambrienta, creo que ni hacía falta que lo comentara).

Un orbe de luz con nubes de tormenta flotando alrededor explotaron a mis espaldas, evitando que el híbrido oyera mi comentario.

-La luz y la oscuridad son muy volátiles juntas-dijo como en trance.

-Pues esperemos que tú no explotes también-dije yo, con un tono irónico. Me mordí el labio inferior, un poco arrepentida de haberlo dicho; podía interpretarlo mal. Por suerte, se lo tomó a broma.

-Espero; no quiero volar por los aires-corroboró él, sacándome una sonrisa.

"Mal Annabeth, mal; primero la misión, después los dramas", me dije a mi misma, "¿es que acaso es tan complicado dejar los sentimientos para otro momento? Preferiblemente, uno en el que no estemos en peligro mortal". Si tan sólo mis mejillas, ahora coloreadas de escarlata, hicieran caso a mi cerebro...Sacudí la cabeza y aparté el brazo de Aiden de mi espalda, donde el rubio lo tenía desde que me hizo agacharme.

Me levanté (ésta sí; la definitiva), respiré hondo y empecé a entonar la canción de la Lamicury:

Vuelo sin alas,
utilizo mi habilidad;
sigo mi corazón
y mi motor es creatividad.

Poco a poco, mis pies dejaron de tocar el suelo. Las láminas de plata brillaban como si tuvieran luz propia. "No te entretengas", me recriminé. Y continué.

Cuando estoy a contracorriente,
la encaro frente a frente;
yo escucho al corazón
cuando se silencia la razón.

Dicho esto, un pedazo de metal (probablemente la lámina robada a los Beaver) salió volando de un cofre del fondo del salón. Al estar las cuatro juntas, se pegaron entre si formando una flor: una preciosa rosa de plata. Yo, mientras tanto, seguía ascendiendo (menos mal que no tengo vértigo).

He estado tiempo dormida,
ahora entró en acción;
devolveré al mundo la vida
con el poder de la imaginación.

La rosa tocó el suelo y yo, simultáneamente, me quedé suspendida en el aire. La flor cambió de color un millón de veces (adoptó todos los colores existentes y, de paso, creo otros nuevos) en un lapso de tiempo cortísimo. Mientras alternaba entre tonalidades, un círculo multicolor se formaba en el perímetro del lugar.

Aunque el mal se alza,
aunque se inclina la balanza,
aún siendo demasiada la verdad;
cuando cierre los ojos, no será realidad.

Cerré los ojos a la vez que decía las últimas tres palabras, como dándole realismo al verso. Levanté el cetro inconscientemente.

Lo siguiente que pasó, al abrir los ojos, fue bastante inverosímil; y lo dice la chica que de la noche a la mañana se convirtió en el ser mágico más poderoso de estos lares (eso último no lo digo yo, si no las historias sobre las Lamicury del pasado). Del cetro brotó un rayo de luz, que descendió a la flor plateada, donde se multiplicó por cuatro; estos cuatro haces de luz aterrizaron en los puntos cardinales del círculo multicolor. Al atravesarlo, los rayos tomaron los siete colores del arcoiris y se pusieron a rebotar de un lado a otro de la habitación como cuatro potrillos encabritados. Uno a uno, los arcoiris salieron por las rendijas de las paredes. Mi vista se expandió. Si pestañeaba, podía vez donde estaba cada uno de los haces de luz multicolor saltarines (será mejor llamarlos arcoiris; sí, arcoiris saltarines); saltaban por todo el Ocaso de la Realidad, deshaciendo la Nada y deszombificando (se dice así, ¿verdad?) a sus habitantes. Sonreí ampliamente cuando vi a Beni Beaver sacudir la cabeza, dándose cuenta, por primera vez en días, donde estaba y que hacía. También pude vislumbrar a Natalie, la madre de Aiden, luchando a las puertas del castillo para que los refuerzos de Devora no entraran.

Antes de irse, uno de los arcoiris saltarines golpeó a Devora. Ante el golpe, la Reina se empezó a desintegrar ante mis ojos (si te parece raro, es porque es raro; a ver, ¡la gente no se desintegra!) Humo de distintas tonalidades grisáceas brotaba de sus ahora difusas extremidades; los rasgos de su cara eran apenas reconocibles. Aún así, una parte de mi mente (seguramente fuera Isa) sabía que la canción de la Lamicury no la mataría; yo tenía que dar el último paso.

-Aleria difusyak-dije, intentando imbuir la acción de "esparce los restos en el viento para evitar que se regenere" en las palabras.

Pues mira, funcionó; ráfagas de aire dispersaron la humareda de tal forma que ni una voluta quedó en el mismo kilómetro cuadrado que la más cercana.

No había sangre, ni ningún cadáver; sólo humo. Como si nunca hubiese existido.

¡Hola! Estoy bastante contenta con como ha quedado la "gran batalla final". Juro que todo tiene una explicación lógica; es ilógicamente lógico, la verdad.

Bueno, el maratón empieza aquí. Hasta dentro de unos segundos.

Mireia

1/2

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro