Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO 16: El Infernal (Drake)

"¿Pero qué se supone que hacías allí tirado, envenenado y noqueado?", se preguntarán algunos. Y, la verdad, no los culpo; realmente resulta sospechoso.

Antes de nada NO estaba espiando a Annabeth, no soy una especie de pirado acosador.

Bueno, para explicar bien el porque de mi lamentable estado, por llamarlo así, tenemos que volver unos días atrás, cuando nos separamos en el claro.

Esta chica no es como me la habían descrito durante mi infancia, eso estaba claro. Mi padre, Derek el gran líder de los Infernales (ni siquiera a mí, su único hijo, me permite llamarle de otro modo), me ha insistido siempre en que la Lamicury es un ser horrible, egocéntrico y cruel, un auténtico monstruo. Pero cuando miro a esa quinceañera de cabellos blancos plagados de chispitas multicolor a sus extrañamente bellos ojos, que en un instante son verdes con puntitos dorados danzantes y al siguiente son anaranjados con manchas azules (he de admitir que me marean un pelín; esa, y no otra, fue la razón por la que aparté la vista aquel día), sé que no es así.

Recuerdo el día en el que la conocí. Estaba en minoría, luchando contra dos de mis cazadores (sé que llevaba un hada, me refería a que no tenía ningún verdadero refuerzo; perdón por la ofensa, pero es la realidad), peleando para salvar a una criatura inocente. Sé que debería haberme enfadado o algo así, pero su valentía y sus ganas de ayudar ma dejaron positivamente impresionado. Decidí intervenir; si no, alguien iba salir herido y tenía la ligera sospecha de que sería uno de los míos. Paré la pelea y (lo juro) quería liberar al dragón por sacarle una sonrisa y/o un gracias a aquella chica, pero sentí las miradas de mis compañeros en mi nuca y supe que no podría. Aún así, hice un trato con ella; uno sencillito, eso pensaba por lo menos. Me equivoqué.

Ahora, ella estaba aquí, después de haber desafiado a la muerte misma, para cumplir su parte del trato. Me siento fatal por haber cedido a la presión de grupo. Soy un completo idiota.

Por lo menos he sacado algo bueno de aquello. Sé su nombre: Annabeth. Y claro, sé que sonará cursi, pero me parece el nombre más bonito del mundo. Y ella también sabe más de mí, gracias a mi disculpa plagada de deslices.

Termino de soltar las cuerdas y me voy: me estoy poniendo demasiado sentimental; y ella, aunque no es como me la describieron, sigue siendo la Lamicury. Mi enemiga.

Cuando estoy ya lo suficientemente lejos, abro un portal a casa (es algo que sabemos hacer todos los elfos y doy las gracias por ello; no sería capaz de encontrar mi casa a pie).

Llego al poblado donde los Infernales se asentaron hacía uno o dos años. Antes vivíamos en la Montaña de los Miedos Ocultos, pero hace unos años alguien, una chica vestida de gala y con una corona de telarañas de cristal sobre un alto moño negro según mi compañero Adam (no es muy fiable, así que no le hago mucho caso), nos sacó de allí no sé como.

Me dirigí al edificio que había en el centro de la aldea, sin duda el más grande de todos. Mi "hogar", por así decirlo.

Mi padre estaba sentado en el centro de la estancia, en su "trono de rey del mundo"; demonios, como odio su prepotencia.

- Pa...padre, estoy de vuelta- dije titubeante. En estos momentos me aborrezco; me da miedo mi padre.

- El gran Derek Demons para ti, hijo.

- Y, sin embargo, tú me puedes llamar hijo- mascullé.

- ¿Qué?

- No he dicho nada pa...Gran Derek- mentí.

- Ya te castigaré después. Dime que me has traído- le tendí la pluma que Annabeth me había "entregado delicadamente" (me la lanzó, pero eso es lo de menos)- ¿ESTO ES TODO?-gritó, luego bajó la voz- Pero hijo, ¿no habías atrapado un dragón?

- Lo liberé a cambio de la pluma de Fénix, padre- dije, con toda la seguridad que pude imprimir en mis palabras.

- ¡QUÉ LO LIBERASTE! NIÑO INSENSATO, ¡ESE DRAGÓN VALÍA UN PASTIZAL Y TÚ VAS Y LO CAMBIAS POR UN PLUMERO!

Ya está, esta vez no me voy a quedar callado, escuchando a mi padre gritar.

- Una vida, eso es lo que cuesta el dragón, no dinero; si me hubieras escuchado, sabrías que ese precio ha sido pagado con creces- le respondí.

- Perdona, ¿qué has dicho?

Ya estaba harto de que me ningunease, me hiciese sentir inferior. Exploté, soltando de golpe todo el dolor y toda la rabia que había ido amontonando durante toda mi vida.

- ¡QUE ERES UN REY DE PEGA, UN ESTÚPIDO SORDO EGOCÉNTRICO CUYA CRUELDAD LO VUELVE DESPRECIABLE! ¡DICES QUE LA LAMICURY ES UN MONSTRUO CUANDO EL MONSTRUO ERES TÚ!

Después de aquello, dejé la "sala del trono", me dirigí a la cocina a por algunas provisiones. Allí me encontré a Peter la pesadilla (tenía muchas cabezas para alimentar, tres exactamente; por lo tanto, no era de extrañar verlo allí). Últimamente le ha cogido cierto apego a los alimentos fríos. Quizá es porque lo calcinaron hace unos días.

- Hola Pete, ¿no deberías estar en la enfermería?- le comenté, recordándole las quemaduras de tercer grado que aún tenía en su negra piel.

- Está maldita Lamicury...¡me asesinó una principiante, Drake, una principiante! ¡No sabía ni lanzar un hechizo! ¡Y consigue derrotarme con una única bola de fuego! ¡Doy pena!- deliraban las tres cabezas a la vez (en serio, oír eso da un terrible dolor de cabeza) y la de la izquierda parecía estar llorando.

Lo dejé así, gritándole al vacío, preguntándose el porqué de su desgracia. Por lo menos, con tres cabezas tendrá conversación para rato.

Pasé lista:
*Yo: presente
*Arco y flechas: presentes
*Provisiones: presentes
*Un plan: ?

Necesitaba un plan. No podía huir sin saber a donde (sobretodo si no sé donde está mi punto de partida).

Ya sé que hacer: iré a ver a mi "amiga" Annabeth. Porque el enemigo de tu enemigo es tu amigo y todo eso, no por que atesore cada segundo que paso con ella.

Abrí un portal y susurré el nombre de Annabeth.

Aterricé entre la maleza. Ella estaba sentada, vigilando. Se giró un momento y yo, como acto reflejo, me escondí. Decidí pasear un poco y encontrármela "casualmente" por la mañana.

Fue entonces cuando sentí un dolor lacerante en el brazo y caí al suelo.

"Esto me pasa por descuidado" pensé antes de desmayarme.

Y así, y por esas razones estoy aquí. Claro que no es exactamente lo que dije al despertarme en la tienda de Annabeth.

- ¿Qué demonios haces aquí?- fue lo primero que escuché al abrir los ojos.

- Lamicury...tan dulce como siempre- respondí yo con una sonrisa torcida en mi adormilado rostro.

- ¡No me vengas con esas, Drake!

- Tranquila... he discutido con mi padre y he decidido escaparme. Y, casualmente, me he encontré contigo.- vi que la chica de cabellos negros reía. Reconocía lo que era, me había cruzado con varias imanis durante mi vida, así que también sabía de sus dones. Estaba acabado.

- Poppy, ¿qué opinas?- le preguntó Annabeth a la imani. Sí; estaba perdido.

- No miente- respondió para mi sorpresa-, y además, creo que sería de ayuda.

Menos mal que esa tal Poppy es maja.

- Está bien...pero si nos manda directos a una emboscada será culpa tuya- aceptó, con un matiz divertido en su voz. Creo que la idea no le desagrada del todo.

Marchamos hacia donde, como Annabeth me mencionó después, la última lámina de un hechizo antiguo estaba guardada.

Yo me mantuve un poco al margen, dejando a las chicas espacio, por eso me sorprendió oír la voz de Poppy en mi oreja:

- Tranquilo, tus secretos están a salvo conmigo.

- Sabes que ahora tienes mucho poder sobre mí, ¿verdad?

- Ok, pero tú sabes que no lo voy a utilizar, ¿verdad? No soy de esas personas que utilizan los secretos de los demás en su contra.

"Menos mal" pensé.

Aunque no te librarás de mí ni en tus pensamientos, rió en mi mente.

"Te das cuenta de que eres una pesada, ¿verdad?"

Dice Mister Secretos Sentimentales.

"Cállate"

No.

Seguíamos así, discutiendo en broma, cuando oímos a Annabeth gritar.

- ¡NO PUEDE SER! ¡ESTO NO ES POSIBLE!

Corrimos para alcanzarla (no habíamos alejado más de lo esperado) y, en unos segundos, vimos lo que ella estaba viendo.

El antiguo palacio estaba en ruinas.

Hola!!!
Quiero decir dos cosas.
Una: ¡ya somos más de 300! Me puse super feliz al saberlo.
Dos: ¡Felicidades, Maitezubi! te lo dedico, cumpleañera.
Muchas gracias a todos, este libro no sería más que otra loca idea de las mías.
Se despide,
Mireia

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro