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Capitulo Cinco.

-Stiles-

Desperté con mi cabeza palpitando como si fuese a abrirse al medio y salir un enanito verde de allí. Eso hubiese sido cool, lo acepto, pero el dolor no lo era. Intenté abrir los ojos pero las cegantes luces blancas me obligaron a volver a cerrarlos, quejandome en voz baja. Sentí movimiento a mi derecha antes de que alguien me tocara el rostro con suaves dedos.

—¿Stiles? —la voz de Lydia penetró mi nebulosa de dolor—. ¿Estas bien?

—Luz —gemi—. Demasiada luz.

La intensidad sobre mis parpados cerrados menguo, permitiendome al fin abrir los ojos un poco. El rostro palido de Lydia fue lo primero que vi, sus ojos eran enormes en su rostro mientras más me miraba. Fruncí el ceño ante su expresión sorprendida pero antes de que pudiese preguntarle algo, se alejo siendo reemplazada por el rostro de Deaton.

—Hey, Stiles —saludó—. ¿Como te sientes?

—Me duele todo —gemi—. ¿Alguien anoto la matricula del camión que me atropello?

—Sip, su placa era FTPE —Derek apareció a mi lado—. ¡Fue tu propia estupidez!

—Auhh —aullé de dolor cuando su voz/gruñido hizo latir mi cabeza. Estiré la mano en su dirección y palmee su boca—. Shh, lobito, shh. Haces que me duela la cabeza.

—Quita la mano o te arranco los dedos a mordiscos. —amenazó.

—Ugh, alguien se despertó de mal humor —me queje, tomando su labio inferior entre mis dedos lo jale suavemente antes de soltarlo—. Pop.

—Stiles —gruño, palmeando mi mano lejos de él.

—¿Siiii? —pregunté, subiendo la mano para tocar su cabello.

Se aparto, volviendo a alejar mi mano—. Quedate quieto.

—No. —jale uno de sus mechones, logrando que se inclinara más cerca.

Reí entre dientes cuando el lobo amargado gruño, sus ojos cambiaron a rojo antes de volver a su verde natural. Volví a jalar, esta vez su rostro quedo a centimetros del mío—. Stiles —advirtio.

Sonriendo, subi la cabeza y le plante un pequeño beso en los labios, escuchando los jadeos colectivos de las personas que ocupaban la habitación en ese momento. Derek me frunció el ceño por lo que sonreí aún más.

—Okey, ya es un caso perdido, su ultima neurona se suicido cuando empezó la fiebre —la voz de Erika hizo eco en el lugar—. Encierrenlo en una jaula y vamonos a casa.

—Ehm, Doc —musitó Derek, mirandome con el ceño fruncido—. Creo que debe ver esto.

—¿Que suce...? —Deaton se detuvo bruscamente cuando lo miré, sus ojos se abrieron el doble de lo normal—. ¿Que jodidos?

—¿Que sucede? —pregunté, extrañado de escuchar al doc jurar.

—Se te hizo croqueta el cerebro por la fiebre —informó Erika, tan caritativa como siempre—. Ahora, si nos haces un favor, metete a una jaula que esta por empezar la novela y me la estoy perdiendo.

—¿Desde cuando miras novelas? —interrogó Isaac.

—Desde que no pasa nada interesante en este lugar —se acerco a mi, mirandome de forma extraña cuando la mire—. Wow, Stiles, el violeta te va.

—¿De que hablas? —gruñí.

La observé revisar sus bolsillos por unos minutos antes de sacar un pequeño espejito con tapa y abrirlo, colocandolo frente a mi rostro—. ¿A que te quedan bonitos? —dijo.

—¿¡Que jodidos!? —grité—. ¿Por que mis ojos son violetas?

Miré a Deaton que se encogio de hombros—. Ni idea, se suponia que eran grises.

—¡No! Se supone que eran marrones, ¡Marrones! Como mi maldito cabe... —me detuve, tomando el espejo de Erika y cerciorandome—. ¡Marrones como mi cabello! —dije cuando estuve seguro de que no era el teletubie violeta.

—Stiles, calmate. —pidio suavemente.

—¡Y una mierda me calmo! —grité—. ¡Me voy a convertir en Barnie, maldita sea! Y lo peor es que ni siquiera me gusta cantar, ¡no me sé las canciones! ¿Como voy a hacer? Oh dios, seré un desempleado. Un dinosaurio violeta desempleado.

—Okey —Scott dio un paso al frente, mirandome—. ¿A nadie más le preocupa el hecho de que haya besado a Derek? Porque a mi si.

—¡Mis malditos ojos son violetas, Scott! —me senté de golpe, sintiendo mi mundo girar por un momento. Cuando pude enfocar a mi mejor amigo nuevamente, seguí con mi desvario—. ¡Violetas! Ni siquiera verdes como los de Derek o celestes como los de Isaac. No, tenia que ser el color más extraño de la gama de colores de ojos. Pero claro, como soy Stiles Stilinski me dieron el puto violeta de Barnie.

—Stiles, ¿por que no vuelves a recostarte y dejas que Deaton te revise? —Allison levanto las manos hacia mi, como si estuviese intentando tranquilizar a una bestia.

—¡Tu no me vengas con tu bondad, morena! —chille, apuntandola—. No estoy para eso ahora, ¡Quiero que alguien me diga porque mis ojos son violetas!

—Hey, doc —Erika llamó desde el otro lado, con varios frascos con cosas de colores en sus manos—. ¿Con cual de estos lo duermo?

—Nadie lo va a dormir —gruñó Derek, tomandome de los hombros me obligo a acostarme nuevamente y puso su rostro a centimetros del mío con una mirada peligrosa en él—. Y tu te quedas aquí, quietito y dejas que te revisen.

Toda la inquietud de hacia un segundo desaparecio como magia de mi cuerpo y avance hacia él, plantando otro beso en sus labios antes de que pudiese separarse para evitarlo. Escuché el "¡Joder!" de Scott por algun lugar a mi izquierda pero no le preste atención.

—Si, señor. —hice un sonido militar hacia Derek mientras Deaton se acercaba con sus guantes ya puestos.

Deaton me apachurro el abdomen por varios minutos, esculcandome antes de revisar mis ojos, oidos y boca. Tambien me tomó la temperatura y reviso mis brazos, abdomen, espalda y cuello por alguna marca. Luego de que parecio satisfecho de manosearme, se alejo y miró hacia los demás, encogiendose de hombros.

—No tiene nada —dijo—. Solo la pequeña marca en su cuello, pero nada más.

—¿Como es eso posible? —Scott interrogo—. Se supone que si la Droxgea le dio un obsequio tendria que haberlo recibido ya, ¿verdad?

—Depende —Deaton me miró—. ¿Stiles, que fue lo que le pediste a la Droxgea?

—¿A la dro... qué? —lo miró confundido.

Suspiró—. A la muchacha bonita que ayudaste en el bosque.

—Oh, hablas de Gea. —dije, recordando el nombre de la chica—. ¿Por que quieres saberlo?

—Creemos que esta vinculado con lo que te sucedio —me informó—. ¿Recuerdas que fue lo que le pediste?

Asentí a medias—. Sip —miré a mis dedos mientras jugaba con el cabello de Derek, quien extrañamente estaba tranquilo mientras yo lo tocaba. Eso era raro—. Le dije que queria encontrar mi lugar.

—¿Tu lugar? —Scott me miró confundido.

—Si —lo miré antes de volver a mirar mis dedos—. Yo no pertenezco a la manada, no soy fuerte como ninguno de ustedes —aparte la mano—. Derek siempre lo dice, soy debil. No pertenezco a su mundo. Así que le pedi que me ayudase a encontrar mi lugar en el mundo.

—Stiles, tu perteneces a la manada —aseguró Scott, recibiendo la confirmación de todos los que estaban allí.

—Y tu no eres debil —señalo Isaac—. Eres una de las personas más fuertes que conozco. Joder, si fuese tu hubiese corrido a un rincón lejano cuando descubriste lo de Scott pero tu fuiste fuerte por él y lo ayudaste a entender lo que le sucedia. Eso te hace una persona valiente.

—Y si lo que te molesta es Derek —siguió Erika—. Podemos correrlo, ¿despues de todo quien lo necesita, al agrio este?

—Erika —gruño Derek en advertencia.

—¿Que? —se quejo la rubia—. Solo intento levantarle el animo.

—Gracias —sonreí debilmente hacia ellos—. Pero de igual manera, ya se lo pedi. Ella se veia muy convencida de lo que hacia.

—Si, y tu deseo deja un mar de probabilidades —se quejo Deaton—. Vamos a tener que vigilarte hasta que sepamos que fue lo que te obsequio.

—Cool —ironice—. Tendré niñera. ¿Quien de ustedes sabe cocinar, perritos?

Escuché un gruñido colectivo mientras reia entre dientes. Oh esto iba a ser divertido. 

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