Capítulo 43:Nuevos miembros
Ebony Maw, un nombre que muchos planetas detestaban y repudiaban, era un miembro destacado de la Orden Negra al servicio de Thanos, el general de más confianza del Titán Loco. Su fama se extendía por todo el universo, y su día comenzó de la manera habitual, con el ruido de los entrenamientos de los otros miembros de la Orden. Se dirigió a la sala de mando con el objetivo de planear la próxima campaña de "salvación" de Thanos. En el camino, un soldado se chocó con él y siguió corriendo sin disculparse.
Maw, enfurecido por tal falta de respeto, estaba a punto de enseñarle una lección. Sin embargo, al darse cuenta de que el soldado se dirigía a la sala de su "padre", decidió dejarlo pasar.
Al llegar a la sala de control, notó una nave con la insignia de los Devastadores. Inicialmente pensó que el grupo había ofendido a Thanos, pero al ver una "X" sobre el símbolo, dedujo que los ocupantes de la nave podrían estar ofreciendo información a su "padre". Sin embargo, esta teoría resultó ser errónea cuando llegó su "hermana mayor", Supergigante. Ella era una de las dos únicas personas a las que Maw admiraba. Con un tono serio, le informó que toda la Orden debía recibir a unos invitados traídos por el mismo Thanos.
Cuando llegaron a la bahía de aterrizaje, todos se colocaron en posición. Thanos fue el primero en presentarse, seguido por todos los miembros de la Orden, excepto Supergigante, que se situó junto a la puerta. Maw se desconcertó por su elección; quizás le había pedido que leyera la mente del invitado, pensó.
Al ver quiénes bajaban de la nave, frunció el ceño y se tensó. No conocía al ser que acompañaba a Coloso Flora, supuso que era un animal. Su verdadero miedo no provenía de ellos, sino de la imagen de Zecro parado frente a Thanos, sin siquiera pestañear.
La ira reemplazó su miedo cuando el falso dios le ordenó que se callara. ¿Cómo se atrevía? Pensó con furia. Sin embargo, no actuó; Thanos estaba presente.
Cuando Zecro mató a su hermana, Maw atacó sin pensar, guiado únicamente por la rabia que lo invadía. Pero en lugar de dirigirse a Zecro, su furia se desató contra Coloso Flora.
Thanos levantó su mano derecha, señalando que no debía atacar. Maw se cuestionó por qué había hecho eso. Esta acción disminuyó ligeramente el respeto que le tenía al Titán.
—¿Hay algo que te molesta? —preguntó Zecro, mirándolo con desdén.
—Mataste a mi hermana, maldito —pensó Maw, aunque no lo expresó en voz alta; solo miró a Zecro con furia contenida.
—Maw —la voz del Titán resonó en la sala, dirigiendo su mirada hacia su general más leal—. Cálmate.
Thanos enfocó su atención en su adversario—: ¿Cómo me compensarás por la muerte de mi "hija"? —exigió.
Zecro soltó una leve risa antes de adoptar una expresión seria. Con un movimiento circular de su dedo índice, todas las sombras presentes se apretaron en el cuello del propio creador de Maw.
—Todos en esta sala están vivos porque existe un pacto entre Odín y yo; no creas que lo hago por bondad —Zecro miró a Thanos con desprecio.
El Titán Loco había previsto la muerte de Supergigante y sabía que Zecro accedería a su trato para no poner en peligro a la Tierra. Observó a sus subordinados, todos luchando inútilmente por liberarse de las sombras que oprimían sus cuellos.
Thanos negó con la cabeza mientras sus soldados lo miraban con asombro e incredulidad. Finalmente cedió: —Suéltalos y vete; te dejaré en paz.
—Muy bien —asintió Zecro y todas las sombras volvieron a su posición original, excepto aquella que atravesó a Supergigante. —Y por las molestias, me las llevaré —añadió mientras señalaba una pared con un dedo. Una sombra avanzó hacia el lugar indicado y se dividió al atravesar la pared. Unos segundos después, un grito de horror resonó seguido del sonido del metal chocando contra metal. Cuando todo quedó en silencio, Thanos reaccionó y se abalanzó sobre Zecro. Pero Groot, Rocket y el dios ya habían anticipado este desenlace desde el momento en que escucharon el grito.
Una pared de ramas se erigió frente a Thanos, quien las rompía con furia, solo para ver cómo volvían a crecer. Luego, sombras cubrieron las ramas, endureciéndolas aún más. Rocket comenzó a disparar dardos tranquilizantes que había traído de la Contra-Tierra; eran bastante potentes.
Cuando las tropas reaccionaron, se dieron cuenta de que no podían moverse; sus sombras habían atrapado sus extremidades.
De repente, aparecieron dos niñas: una de piel verde y cabello rojo, y la otra de piel azul y cabello amarillo, ambas vestidas con ropa de entrenamiento. Rocket, al ver que los dardos no lograban atravesar la dura piel de su oponente, dejó de disparar y miró a las niñas envueltas en sombras.
—¿Te gustan las niñas? —preguntó, asqueado.
Zecro lo miró con indiferencia.
—Nunca he probado la carne de mapache, pero tal vez sepa mejor de lo que imagino. ¿Quieres ayudarme a probarlo? —gruñó.
—No —respondió Rocket, negando con furia—. Y no soy un mapache.
—Aja —Zecro soltó una risa burlona.
Las niñas no emitieron sonido alguno, pero observaron a Zecro: la rubia con esperanza y la verde con precaución y nerviosismo.
—¡SUÉLTALA! —gritó Thanos con furia.
—¿Quieren venir? —dijo Zecro mientras soltaba a las niñas y las miraba con pena,ignorando al Titán.
La chica azul se adelantó y lo abrazó entre lágrimas. La otra lo miró con incertidumbre.
—¿Nos harás daño? —preguntó con duda la pelirroja
Zecro negó con la cabeza mientras acariciaba la espalda de la niña azul en un intento de reconfortarla.
—Mira a esos dos —señaló a Groot y Rocket.
—Soy Gamora —dijo la chica mientras se dirigía hacia la nave.
—No —Thanos murmuró, tan bajo como un susurro—. Por favor.—Pero solo Zecro y Rocket lo escucharon; el último se rió a carcajadas mientras el primero le miraba con desprecio.
—Nos vamos —declaró el dios, con la chica todavía abrazada a él—. Tenemos dos nuevos miembros en la tripulación.
—
—Yo soy Groot —dijo Groot, mirando a Zecro con ojos brillantes mientras estaba sentado en su hombro.
El dios se rió con diversión. —Hay gente mucho más extraordinaria en toda la creación —bromeó.
—¿La creación? —Rocket cuestionó, confundido—. Querrás decir la galaxia o el universo —corrigió.
—Sí, eso... mi error —se rascó la mejilla nerviosamente. Todos lo miraron con curiosidad, incluso la pequeña azul que estaba sentada en su regazo. —Por cierto, ¿cómo te llamas? —preguntó, fijando su mirada en ella con genuina curiosidad.
—Nebula —respondió la niña con alegría.
—Bonito nombre —sonrió Zecro—.
Pobre chica, sus padres deben haber muerto. —Volteó a ver a Gamora—. Los suyos también. —Miró a los primeros que había rescatado—. Ellos también están solos. —Observó hacia el frente, contemplando el vasto universo a través del cristal—. No tienen a dónde ir... ¿debo llevarlos a la Tierra? No, allá no tendrán una buena infancia.
Zecro se encontraba en un profundo dilema cuando una voz femenina resonó en su mente. —No importa dónde estén, nunca tendrán una buena infancia; solo recuerda sus historias. —Era la voz de Lady Death, irritante pero acertada.
—No te pongas así ; el niño no murió y la explosión fue gracias a Beyonder, además te protegí de la lectura mental —replicó la muerte.
—No sé quién sea ese Beyonder, pero que se joda. No me protegiste tú; lo hizo tu subconsciente, que está sellado en mi propia mente. Como es más grande que el mío, ella trató de entrar en ese y falló, alertándome en el proceso. No fuiste tú; y si vamos por lo técnico, lo hiciste... subconscientemente.
El desprecio que Zecro había guardado hacia Lady Death se desvaneció al escuchar sus palabras. Le creía porque su subconsciente estaba en su mente.
—Entrenalos y enséñales tú mismo; es lo mejor que puedes hacer. La mayoría no quiere separarse de ti.
Ante las palabras de Lady Death, Zecro miró a cada miembro de la tripulación. Su vista se posó en Groot, quien lo miraba con admiración, como un niño pequeño mira a su padre. Zecro sonrió y acarició a Groot, quien rió feliz.
—Ya que... —dejó de mirar a Groot y enfocó su vista hacia el frente.
—¿Adónde vamos? —preguntó Rocket, jugueteando con un arma.
—No falta mucho —respondió de manera vaga mientras se inclinaba y trataba de dormir.
—No vamos a rescatar a otros mocosos, ¿verdad? —No obtuvo respuesta de Zecro—. ¿Verdad?
—...como mínimo, uno más. —Se rasca la mejilla con nerviosismo—. Si adonde vamos hay alguno, también nos lo llevamos. —Se rió levemente al ver las caras de los demás.
—¿Te gustan los niños? —preguntó Gamora, lista para atacar.
—No. —Negó rotundamente—. Solo no quiero que los niños sean maltratados. —Respondió con seriedad, aunque sin abrir los ojos.
—Un clásico ejemplo de héroe desinteresado. —Rocket murmuró, con un tono sarcástico.
—Llegamos. —Comentó al escuchar un pitido.
—¿En serio? —Cuestionó con duda—. ¿Un planeta...? ¿¡Está vivo!?
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