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La gloria del imperio otomano se puede apreciar aún en sus paredes, la de sus palacios, esas paredes que fueron testigos de mil historias, mis victorias y derrotas, con colores brillantes, complejos y ricos tanto en cultura como en joyas.
Todos los palacios seguían erguidos, llenos de orgullo y sin bajar la cabeza, no lo harían mientras el sultán esté en el trono y continúe demostrando la fuerza que los ha caracterizado a lo largo de siglos.
—El presidente de Polonia desea una audiencia con usted, Sultán, tiene que ver con su futuro matrimonio.
En su escritorio, dónde varios sultanes estuvieron antes que él, el hombre de cabellera negra indicó a su asistente que siguiera hablando mientras él terminaba de firmar los últimos papeles que le había traído.
—Valide sultán le pidió total libertad de buscar a hatun sultán en el país a cambio de algo —continuó—, tal parece que desea que haya una imagen amigable entre el país y el reino; como "si fuera una unión de dos reinos a la antigua" fue lo que dijo.
Una vez firmados los papeles, el sultán se los extendió a la mujer y se apoyó en el respaldo de la silla- Creí que pediría entrega de tierras para hacer su país más grande.
Fize, su asistente, asintió y sonrió un poco— Tal parece que está más preocupado de su imagen con sus ciudadanos; no están feliz de su reelección después de serle infiel a su esposa
YoonGi asintió, entendió por dónde iba el asunto— Ya que Valide lo ha prometido no hay más nada que se pueda hacer, avisa que cuando los detalles de mi matrimonio estén más claros se coordinará nuestra "amistad" y el cómo son mis audiencias en cuanto a la privacidad.
Y con eso claro, la mujer salió de su oficina dejándolo solo. El hombre miró el reloj en la pared de enfrente, aún había tiempo.
Las puertas se abrieron, el gran visir había entrado— Sultán —se inclinó el hombre.
—Continua.
—Su majestad, los pashás se han enterado de su matrimonio —avisó—, desean hablar de esto con usted.
YoonGi suspiró, ya estaba un poco harto sobre este tema, específicamente qué era lo único en lo que su alrededor se enfocaba- Que pasen.
En unos segundos tuvo frente a su escritorio a los pashás del reino, algunos muy mayores y otros algo jóvenes, una combinación del viejo y antiguo reino.
—Su majestad —saludaron al unísono.
—Pashás ¿Qué desean decirme?
La duda se mostró en los ojos de los hombres, no querían ser el primero en hablar sobre el tema con el temor de ofender y hacer enojar al sultán, solo un pashá, el más viejo de todos, decidió que el miedo a esa edad ya no era parte de él- Su alteza ¿En serio se va a casar? Escuchamos eso y que será con un joven doncel de Polonia.
—Sí —YoonGi no dudó ni un segundo en su respuesta, cosa que hasta los pashás, que ya acostumbrados a las decisiones del hombre, los sorprendió un poco—, la noticia aún no ha sido revelada al público así que tengan discreción hasta que todo esté listo.
—Pero sultán —habló uno de los más jóvenes, que se arrepintió un poco pero prosiguió—, no sabíamos que estaba en una relación, la protección del hatun no se nos ha sido informada.
—No estoy en ninguna relación —los pashás cada vez se veían más confundidos. YoonGi ya no estaba teniendo paciencia, miró el reloj y decidió que era momento de terminar esa conversación.
Cuando uno intentó hablar, él indicó, con un movimiento de mano, que guardara silencio—. Este es un matrimonio arreglado por Valide Sultan, lo he aceptado y todos lo harán, una vez hatun esté en tierras turcas sus mundos deben girar alrededor de él ¿entendido? Es alguien ajeno al reino, blanco de nuestros enemigos y la nueva devoción del pueblo; si algo le sucede, ustedes pagarán, que no se pierdan las costumbres otomanas en eso.
Los hombres se quedaron sin palabras, sabían que el tema del matrimonio del sultán estaba fuera de sus poder. Todos se inclinaron y se mantuvieron así hasta que el sultán salió del lugar, seguido por el gran visir, SeokJin.
—¿Dónde se encuentra mi madre?
—Valide se encuentra terminando los últimos detalles de la habitación de nuestro hatun, su majestad —ambos se dirigieron hasta la habitación que el sultán tenía designada en ese palacio, siendo recibido por una de las mucamas que rápido fue a buscar su ropa de calle— ¿Saldrá al pueblo?
El sultán asintió, poniéndose la ropa que lo ayuda a pasar desapercibido cada vez que entre su gente que no conoce su rostro— Preparen el helicóptero, debo ir por algo antes.
SeokJin hizo una reverencia antes de salir por la puerta y acatar la orden del hombre. Avisó a los guardias que este saldría, siempre habían personas vigilando en las sombras cada vez que salía.
Una vez que su apariencia dejó atrás la de un imponente sultán, que ya no había ninguna llamativa gema en sus dedos y cuello, pareció una persona normal, no alguien que cargaba con siglos de historia en sus hombros.
—El helicóptero estará listo para salir apenas lo disponga, sultán.
Con un movimiento de mano, la mucama salió del lugar dejando a los viejos amigos solos.
—SeokJin —comenzó YoonGi, viendo su reflejo en el espejo— ¿Hice bien en aceptar?
El mayor miró a su alrededor para verificar por última vez que nadie espiaba, se sentó en uno de los sofás y miró a su mejor amigo, las etiquetas se habían caído en ese momento— Creí que no tenías tantas dudas sobre esto.
—Honestamente no me importa mucho desposar de esta manera, pero el hecho de que Valide haya insistido tanto con esto me resulta extraño —miró a su amigo, que se acercó— ¿Por qué él?
SeokJin colocó una mano en el hombro del sultán, mirando el reflejo de ambos en el espejo— Querido sultán, eso es algo que usted tendrá que averiguar, solo le pido que sea un buen esposo.
—En este matrimonio esas dos cosas son mis misiones y cumpliré ambas.
Mirar por la ventana ya no funcionaba como distracción, JiMin maldijo su miedo a las alturas por no poder tomar el helicóptero y tener que ir en un largo viaje en carretera. Ya no aguantaba estar sentado más tiempo, su trasero dolía y no quería verse como alguien confianzudo poniéndose en una posición dónde abarcaría mucho espacio.
Suspiró resignado a seguir sintiendo ese dolor, trató de volver a enfocarse en el exterior, para no ser un lugar extremadamente lejano a Polonia, el panorama en verdad había cambiado lo suficiente para notarlo. Hace poco habían pasado la frontera, ya se encontraba en Turquía y con ello ya se consideraba que el nuevo hatun del reino estaba pronto regente.
Seguía en el mismo auto, con las mismas personas, que comentaban cosas curiosas del exterior para que no se sintiera ese silencio incómodo del inicio, pero ahora sentía un peso gigante en sus hombros, como si ya portara las coronas que le van a pertenecer y todo el imperio que le pertenece a su futuro esposo.
Esas últimas palabras en verdad parecían cosas de un loco delirante, así se sentía pensando en su nueva vida.
—¿Cuánto falta para llegar a la capital?
—No falta mucho hatun sultán —respondió una de las hatuns que los acompañaban—, en una media hora estaremos en Estambul.
En verdad que ya estar en tierras turcas cambiaba todo, antes del viaje la palabra "sultán" no estaba agregada cada vez que se referían a él.
Suspiró y siguió viendo por la ventana, por el camino que iban se podía apreciar la belleza del mar negro que se mostraba muy azul, refrescante con una brisa que JiMin deseaba inhalar.
Al estar en esto, no notó los susurros que uno de los guardias le dió al resto, en especial al chofer.
—Hatun sultán —le llamó la joven—, haremos una parada para estirar un poco las piernas, apuesto que está un poco entumecido.
JiMin sonrió un poco tímido, en verdad escuchar eso le sumaba un gran alivio— La verdad si me gustaría descansar un poco.
La joven asintió y mencionó algo en turco hacía el conductor que no entendió— Pronto pararemos en un parque cercano.
Su vista se mantuvo en el bello mar hasta que el auto se detuvo en un lugar tan colorido que lamentaba que su ropa no combinara con el lugar. Niños jugaban a lo lejos con sus padres y un perro, algunos hacían burbujas que la brisa marítima se llevaba y otros comían dulces postres; siempre tuvo curiosidad sobre el helado turco.
Estiró un poco su cuerpo y se mantuvo apreciando la vista con una suave sonrisa, tal vez por el miedo a este cambio repentino y las viejas historias de un imperio sangriento se imaginó que todo sería gris, sombrío y sin calidez, pero esa primera vista a la normalidad de Turquía hizo calmar un poco a su corazón.
—Hatun sultán —dió un pequeño respingo a la voz que se posicionó a su lado. Cuando miró quien le habló dedujo que probablemente era el guardia que iba junto al conductor-, disculpe mi intromisión pero me preguntaba si deseaba probar algo del lugar.
—¿Tengo permiso? —el doncel miró a la hatun que se mantenía cerca del auto, no prestaba atención a ellos, o los otros guardias.
Por otro lado, el hombre junto a él quiso ocultar la pequeña sonrisa que su pregunta provocó— Hatun sultán, usted es quien da los permisos aquí.
Ese concepto era demasiado nuevo para JiMin, venía de un hogar normal, ahí los de los permisos eran sus padres en ciertas cosas, de resto él tomaba las decisiones en su vida, como su carrera en literatura o sacarse con el sultán; aunque esta última fue muy impuesta si es sincero.
En conclusión, no estaba con la idea de ordenar en la vida de los demás.
—Un helado estaría bien.
El guardia se adelantó un poco en dirección al heladero, lo siguió y este hablaba con el vendedor, ya lo comenzaba a frustrar no hablar turco— Tiene Maraş dondurması.
Sabía que su rostro estaba un poco sonrojado pues no pudo ocultar la confusión y la pena que le causaba no saber esto, incluso el heladero sonrió un poco al ver su reacción— ¿Eso es?
El pelinegro asintió al notar su confusión— Es el helado tradicional del imperio, no sé si ha visto vídeos donde turistas pelean con el heladero para poder obtenerlo.
En ese momento JiMin comprendió- Sí, me encantaría probarlo.
—¿Desea pelear por su helado o pasará de esta ocasión?
No necesitó mucho para decidir que quería intentarlo, siempre pensó que no debía ser tan difícil de conseguirlo como se mostraba en los vídeos— Quiero intentarlo.
El guardia asintió y miró al heladero— ona iyi davran (sea amable con él) —le dijo antes de alejarse para que la pequeña diversión iniciara.
Con una sonrisa confiada en su rostro, el heladero sirvió el cono y cuando estiró su brazo para entregárselo al doncel comenzó el juego, movimientos confiados y rápidos evitaban que el joven tomara su objetivo, JiMin, a diferencia, se estaba esforzando mucho en poder atraparlo, pero debía admitir que el hombre ya era todo un experto en esto.
Unos pocos minutos más y el heladero decidió que ya era suficiente tiempo molestando al joven, además de que el guardia le hizo una seña para que ya se detuviera. Tuvo piedad y cuando JiMin se detuvo unos segundos pensando, este solo le extendió el helado para que por fin lo tomara.
—Estoy seguro que a la próxima lo conseguirá, hatun sultán.
A JiMin no le quedó más que asentir y agradecerle al heladero. Otro de los guardias se acercó y pagó el helado mientras el doncel probaba por primera vez el sabor, nada mal, además la consistencia era interesante en un buen modo.
—Cuándo termine con su helado nos pondremos en marcha de nuevo.
En ese momento recordó el porque estaba en ese lugar, no era para pasear o probar ese helado, sino para "pertenecer" a una nueva familia que no pidió. Su cambio de ánimo debió ser notado por el pelinegro, quien miró la hora en su reloj.
—Si desea podemos permanecer aquí más tiempo.
Negó, la verdad es que retrasar todo solo haría que toda su ansiedad solo aumentara- No, no es buena educación hacerlos esperar, además estoy un poco cansado por el viaje.
Y así se hizo, una vez admiró de nuevo esa hermosa vista y el helado desapareció, JiMin volvió al auto y se preguntó en cuál de los autos iría ese guardia. Le agradó que fue el único que no lo tratara como una extraña reliquia que no podía ser tocada, pero en parte seguía agradeciendo en silencio del resto, más cuando a lo lejos pudo ver el palacio.
Imponente, poderoso y completamente cautivante, el palacio Topkapi fue considerado por muchos años como el centro del mundo, no porque en verdad lo fuera, sino porque en ese lugar vivieron los hombres más poderosos de su tiempo, el imperio más grande y las riquezas que no se podían contar.
Tal vez eso último había cambiado un poco, pero lo primero seguía siendo igual. JiMin no podía apartar sus ojos de su nuevo hogar, si es que podría llamarlo así con sinceridad alguna vez, era simplemente hermoso.
—Hatun sultán —habló una de las damas—, por favor utilice esto en su cabeza —le extendió un velo de encaje con varios colores, negro, verde y azul—. No tiene que ver con nuestra religión en sí, sino más bien una tradición, al entrar al palacio el sultán debe ser el primero en ver su rostro.
—¿El resto no puede verme? —Aún con la pregunta tomó el velo y lo colocó en su cabeza, sin tapar su rostro aún.
—Antes, las esposas o esposa del sultán sólo podían ser vistas por las personas que viven en el palacio, gente exterior tenía prohibido verlas —comenzó a explicar—. Es de esperar que eso haya cambiado pues es casi imposible ocultar eso, a no ser que sea el sultán, por lo que se cambió y cuando la pareja del sultán llega al palacio él debe ser el primero en verla; el honor de ser el primero a ver a hatun sultán.
Si era honesto, ese cambio de tradición le pareció una mejora y una muy romántica, si es que hay un vínculo entre ambos. Él no conoce al sultán, su rostro es escondido hasta tener a su primer primogénito por lo que ni siquiera conoce el rostro de su futuro esposo, por lo que tal vez si tenga un poco de impacto en el cuando lo del vel suceda, no sabe si romántico, pero sería el inicio de todo.
El auto se detuvo, habían llegado a los alrededores del palacio, una muralla protegía el alrededor del lugar. La joven le indicó que era tiempo de cubrirse el rostro, habían entrado al terreno y era oficial, ahora más que nunca, que era el nuevo hatun sultán.
En el poco trayecto ya no se fijó más en la belleza del exterior, sus nervios volvieron y trataba de estar lo más sereno posible. El auto se detuvo, esta vez frente a la gran entrada del palacio.
—Bajaremos todos, hatun sultán, usted debe ser el último.
Asintió y pronto se quedó solo en el auto, miró cómo las personas bajaban de los otros, además de dejar su auto como el único, el centro, el más importante.
Cuándo ya se sintió listo bajó, todos estaban alineados, con la cabeza inclinada, nadie se atrevía a verlo y le dejaban el paso libre, menos alguien. El mismo guardia que lo acompañó con el helado estaba subiendo las mismas gradas, solo unos pasos delante de él antes de detenerse.
JiMin caminó los pasos que los separaban— Dis-disculpe ¿podría entrar usted antes que yo? —pidió, en algo absurdo pues lo más seguro sería una falta de respeto.
El guardia solo lo miró sobre su hombro, sin verle el rostro como el resto.
—Lo que hatun sultán desee.
Cuando la vista del pelinegro volvió a la puerta, en unos segundos se abrieron y una voz se escuchó.
-—Destur! Sultan YoonGi han hazretleri!
(¡Orden! ¡Sultán YoonGi, su majestad!)
Su vista miró al hombre frente a él, todos bajaron un poco más su cabeza y no fueron testigos cuando este volteó para ver al doncel que apenas lograba entender que el sultán había estado junto a él. Aún entre el velo ambos miraban los ojos del otro, de manera oficial estando comprometidos.
Después de ese encanto de una vida que aún no llega, el sultán le hizo una seña para que se acercara.
Era una escena extraña, casi fantasiosa, JiMin no podía creer que ese lugar, esa gente y ese hombre serían su vida ahora, pero así sería y estaba listo, o casi, para aceptarlo.
Aún tomándose un poco su tiempo, comenzó a avanzar y otra vez esa voz se escuchó.
-—Destur! Hatun JiMin sultán!
(¡Orden! ¡JiMin hatun sultan!)
Se acostumbrarla a esa voz, a ese lugar, a las costumbres, comida y religión, lo sabía, pero en todo este tiempo se preguntó si se acostumbraría a estar junto a un hombre que no ama, que no sabe cómo es y ese fue uno de sus mayores temores.
Una vez frente al sultán sabía que debía hacer, unos sirvientes se acercaron para poner un caftán en el sultán el cuál decidió no cerrar pues era meramente protocolo en ese momento. Una vez volvieron a estar ambos en medio del lugar, JiMin se inclinó, tomó la punta del caftán y besó la tela, para continuar con la mano del hombre, besarla y colocarla en su frente.
En ese momento el sultán tenía que haberle quitado el velo, pero antes, sin que nadie viera pues las vistas seguían estrictamente en el suelo, tomó la manó del doncel, la besó y la llevó a su frente, JiMin se preguntó si había olvidado ese paso o se confundió, pero no lo hizo.
Esta vez, YoonGi si quitó el velo de su cabeza, ambos ya habían visto el rostro del contrario, pero esa mirada era muy diferente a la del pequeño parque, la cercanía también era diferente.
El ritual ya debía terminar, el sultán tomó la cabeza de su doncel y besó su frente, culminando con el ritual de compromiso.
Sin dudas el palacio Topkapi ha visto a parejas poderosas, llenas de amor, poder, belleza y ambición, esta no sería la excepción.
Lamento la tardanza, me enfermé (sigo un poco enferma) y hasta ahora pude terminarlo, como recompensa fue capítulo largo uwu
Espero les haya gustado, mos leemos luego~♡
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