[6] El Dolor
VI
MILOSH
Necesito alimentarme otra vez.
Al darle toda mi sangre y energía a Morgan, he quedado muy débil. Después de dejarla con Lyla, me dirijo en la misma dirección que fui cuando desperté. Cruzo el camino de un pequeño pueblo desértico donde me alimenté hace un rato al descubrir un clan que vivía al otro lado del mismo y ahí encontré mi afortunada convertida para alimentarme. Esperaba encontrarla de nuevo.
Me detengo en la oscuridad que me rodea al dejar el pueblo detrás. Extiendo mi mano frente a mi y cierro mis ojos.
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...
11 vampiros convertidos.
La mayoría está a una distancia prudente, probablemente ignorantes al hecho de que el depredador encima de ellos en la cadena alimenticia está de vuelta. Reconozco la esencia de la vampira convertida que mordí hace un rato, está rodeada de tres convertidos más.
Ah, no quiero problemas.
Lo menos que quiero ahora es una pelea. Mi hermana acaba de purificar el mundo, tengo que honrar eso, ¿o no? Sin embargo, ella, su bienestar depende de mi como su alimentador principal. No sabemos cuando nos costara encontrar otro Purasangre y que esté dispuesto a dejarla alimentarse. Así que si tengo que ensuciarme un poco las manos para asegurar que ella esté bien, no tengo problema.
Además, no mataré a nadie, unos convertidos pueden superar unos moretones y un poco de debilidad.
Me adentro aún más en la oscuridad, pasando en medio de dos colinas arenosas inmensas, este desierto es extenso. Las luces de una fogata iluminan detrás de dichas colinas y pego mi espalda a un lado para echar un vistazo.
La convertida de largo cabello café está frente a la fogata, una cura alrededor de su cuello. No fui el más gentil cuando la mordí, en mi defensa, llevaba mucho tiempo enterrado en la arena sin ningún tipo de alimento, me estaba muriendo de hambre cuando me alimenté de ella. Sería más cuidadoso esta vez, quizás debería alimentarme de otro, descarto esa idea cuando olfateo y descubro que la esencia de los dos vampiros sentados a su lado no me apetece para nada.
Bien, haré esto de la manera menos sangrienta. Me preparo para salir de la oscuridad.
—No te muevas.
Muy tarde siento el filo de una daga contra mi cuello y giro mi rostro para enfrentarme a una chica, una convertida, de piel oscura y cabello ondulado que cae alrededor de su rostro. Sus ojos negros brillan con amenaza, y me le quedo viendo por dos razones: la primera siendo que no me lo esperaba, ¿cómo pudo acercarse a mi tan sigilosamente? Y la segunda, que es preciosa.
—Fuiste tu, ¿no es así? El Purasangre que atacó a Jenny.
Jenny debe ser la convertida que ataqué temprano, la chica enfrentando a la fogata. Mi silencio parece darle su respuesta y ella presiona la daga aún más contra mi cuello, una línea de sangre rodando por el mismo.
—No vamos a convertirnos en el juguete de un Purasangre así que dame una razón por la que no debería arrancarte la cabeza ya mismo.
Eso suena doloroso.
Una parte de mi admira su valentía, ella no duda, ni tiembla, no hay miedo en sus ojos, solo determinación. Los convertidos suelen temerle a los Purasangres por la gran diferencia entre sus poderes pero al parecer no es el caso de esta chica.
—No planeo convertir a nadie en mi juguete.
—Oh, ¿de verdad?— sus labios forman una sonrisa falsa, no me cree en lo absoluto, —entonces, ¿por qué has vuelto? No dejaré que vuelvas a herirla.
Sé que se refiere a la convertida.
—Necesito alimentarme.
—Encuentra otro clan.
—No sé si lo has notado pero las opciones no son muchas en este desierto.
—No me importa, no volveras a tocar a Jenny.
Mis ojos bajan de sus lindos labios hasta su cuello, su aroma es delicioso y el hecho de imaginarla en mis brazos, retorciéndose mientras me alimento de ella me emociona más de lo que querría admitir. Mierda, que hambre tengo.
—Prometo no tocarla, te doy mi palabra,— ella arruga sus cejas, —si me das tu sangre en su lugar.
—Esto no es una negociación, Purasangre.— me aclara, —yo soy la que tiene la daga contra tu cuello en este momento.
Sonrío abiertamente.
En un movimiento rápido, agarro su muñeca bajando la daga y la giro estampándola contra la colina rocosa, usando mi otra mano para cubrir su boca. Ella intenta liberarse pero la miro directamente a los ojos.
—Quédate quieta.— mi orden mental la obliga a obedecer y deja de luchar. La rabia e impotencia en sus ojos es hipnotizante, —Vamos a hablar tranquilamente, no gritarás, ni pedirás ayuda, ni dirás el nombre de tu clan, ni los alertarás.— le ordené antes de liberar su boca.
—Cobarde.— escupe a un lado, —solo los Purasangres cobardes usan sus poderes mentales.
—No, solo aquellos que no quieren causar un pelea innecesaria.
Ella no dice nada.
—¿Cuál es tu nombre?
Silencio.
Envuelvo mi mano alrededor de su cuello.
—¿Tendré que usar mis poderes mentales para ordenarte que me respondas cada vez? No tengo problema pero te dejará con un dolor de cabeza muy desagradable.
Ella aprieta sus labios en molestia.
—Tori.— me dice de mala gana.
—Bien, escucha, Tori, soy un Purasangre que se alimenta de convertidas como tu,— era mucho más fácil explicarle eso que decirle que soy un Protector, —es como funcionan las cosas en este mundo. Desearía no tener que hacerlo, pero no puedo ir en contra de lo que soy. En especial porque necesito ayudar a alguien muy especial para mi. Así como tu arriesgas tu vida por Jenny, yo haría lo que fuera por esa persona. Así que, ¿me darías tu sangre?
—Como si no fueras a tomarla de todas formas.
—Puedo hacer eso o puedo pedírtelo y si me dejas lo haré lo menos doloroso posible y me iré.
—¿Y no volverás cuando tengas hambre de nuevo?
Dudo porque no puedo prometerle que ese sea el caso. No sé cuando tiempo nos quedaremos en esa cueva del desierto.
Ella bufa.
—Solo quieres tener un banco de sangre disponible.
Lo intenté por las buenas.
Subo mi mano de su cuello y tomo su mandíbula, mirándola a los ojos.
—Ofréceme tu sangre voluntariamente.
Ella luce decepcionada por un segundo antes de que la orden se registre en su mente y eche su cabello a un lado ofrenciéndome su cuello. Las venas palpitan y me llaman, incitando al depredador en mi. Entierro mi cara en su cuello, lamiéndolo de abajo hacia arriba, ella se estremece.
—Por favor.— su suplica me toma por sorpresa pero ya no hay nada que pueda detenerme, —nunca he sido mordida, es mi mayor orgullo, alardear de que he sido fuerte, de que nunca me he doblegado ante nadie. Por favor, no me quites eso.
Quisiera decir que eso me hace sentir mal, pero lo único que logra es hacerme desear su sangre aún más. El hecho de que nadie haya hundido sus colmillos en su piel, de ser el primero en probarla me incita aún más a hacerlo.
Abro mi boca, extendiendo mis colmillos para morderla cuando algo atraviesa mi pecho desde atrás. Escupo sangre, bajando la mirada para ver un trozo inmenso de madera atravesando mi pecho y casi hiriendo a Tori y la veo sonreír.
—Y no me lo quitarás, bastardo.
Un golpe seco en la cabeza le sigue y es lo último de escucho antes de perder el conocimiento.
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El dolor es algo a lo que me he acostumbrado con el pasar de los años, mi resistencia comenzó con los duros entrenamientos que tuve con mi padre cuando era niño. Morgan la pasó mucho peor que yo pero eso no quiere decir que mi padre no me hacía enfrentarlo una y otra vez, luchando, obligándome a seguir a través del dolor.
Brorian Von Buzten siempre se aseguró en su propia forma retorcida de que sus hijos fueran luchadores, que no se rindieran, que siguieran levantándose después de ser derrotados, golpeados, desangrados. Puedo recordar con facilidad, levantándome, el dolor cruzando cada parte de mi cuerpo y mi padre de pie frente a mi con sus frías palabras.
El dolor es necesario, puede endurecer el más puro de los corazones.
Suelo ser calmado, pero hay algo con el dolor que despierta mi lado primitivo, mi lado oscuro. La crueldad que atesoro dentro de mi no siempre está presente pero sigue estando ahí, palpitando, esperando que algo la destape, la libere.
Abro mis ojos, y toso sangre, el trozo de madera cruzando mi pecho se agita estirando su daño, rompiendo costillas, tórax, el sonido que produce es desagradable. Mis manos están atadas detrás de mi, mi sangre goteando de multiples cortes hechos en los lugares exactos para desangrarme. Estoy extremadamente débil, esto es vergonzoso, ni siquiera puedo liberarme de las ataduras de mis muñecas. Este clan sabe lo que hace. Una sonrisa se forma en mis labios ensangrentados.
—Yo no me reiría si fuera tu.— esa voz llena de autosuficiencia. Levanto mi mirada para verla: Tori. Estoy sentado en el suelo, una roca detrás de mi. Ella se ve superior de pie frente a mi y segura de si misma, —¿Quién eres? ¿Hay otros contigo?
¿Me está interrogando?
Al no obtener respuesta, ella se inclina sobre mi y retuerce el pedazo de madera en mi pecho. La observo sin tan siquiera hacer una mueca de dolor.
El dolor es mi compañero ahora, padre. No me detiene, no me paraliza, no me afecta, ¿debería darte las gracias, viejo retorcido?
Ella luce sorprendida y da un paso atrás.
—¿Es que no sientes nada?
Verás, Tori, mi padre era un retorcido que me crió para ser extremadamente resistente al dolor, a torturas, supongo que era su manera de prepararme si alguien alguna vez me capturaba e intentaba llegar a mi hermana por mi.
—Eres buena,— admito, luchando por tomar una respiración profunda y fallando por el pedazo de madera bloqueando todo, —todo el acto de que nunca habías sido mordida, estabas ganando tiempo, distrayéndome para que tu clan me atacara por las espalda. Te subestimé.
—¿Qué esperabas? ¿Qué sería otra convertida débil que te rogaría de esa forma porque es lo único que puedo hacer? Eres demasiado arrogante, Purasangre, pero bueno, ¿no suelen serlo los de tu especie? Créyendose que pueden pisotear a los demás solo porque están al top de la cadena alimenticia.
—No estamos al top.— le sonrío de nuevo. Ella me da una mirada extrañada, —aunque bueno, técnicamente estoy más cerca del top que los Purasangres.
—¿De qué estás hablando? Creo que el golpe en la cabeza te ha jodido.
—¡Tori!— dos convertidos se acercan a ella desde atrás, —te dijimos que nos avisaras cuando despertara.— Ellos me ojean con desprecio y cuidado, pero también con un atisbo de miedo en sus expresiones.
—No quiero problemas.— les digo con honestidad porque puedo sentir mi lado oscuro quebrantándose, agrietándose, —resolvamos esto de una forma pacifica.
—Lo único pacifico que experimentaras hoy será tu muerte.— me dice Tori con una gran sonrisa.
Su fortaleza y seguridad me recuerdan a Lyla. Su rostro viene a mi mente, su lindo cabello violeta alrededor de su rostro, aunque se ve tan joven, luce sabia, con mucha experiencia. Eso me recuerda que debo volver a ella y a mi hermana antes de que se preocupen.
Comienzo a luchar con mis ataduras, y Tori me mira alarmada.
—¡Quédate quieto!— ella extiende su mano a un lado, una bola de fuego en la misma, —o te encenderé en llamas antes de que puedas parpadear.
—No lo harás.
Ella entrecierra los ojos.
—No estés tan seguro.
—Estarás muy ocupada peleando con ellos.— le digo, mirando detrás de ella y los dos convertidos a su lado. Cuatro Cruentus inmensos vienen hacia nosotros.
—¡Tori!— Jenny le grita, saliendo de un lado como si corriera. Otro Cruentus persiguiéndola.
Siempre se puede confiar en esas bestias apestosas para salir de situaciones así.
—¡Pero qué mierda...! No hay luna llena, ¿Por qué...— Tori me mira completamente sorprendida, —Tú...
Alzo una ceja.
—¿Por qué te ves tan tranquilo? Atado así te devoraran.
No, no lo harán, Tori.
Pero claro, ella no tiene ni idea de que puedo controlarlos. Los Purasangres no tienen esa habilidad. Ella duda como si no supiera si desatarme o no, y la culpa invade su expresión al apartar la mirada y prepararse para luchar, dejándome aquí tirado.
Oh, pero que cruel, pequeña Tori. Si mi corazón ya no estuviera astillado por el trozo de madera atravesando mi pecho, me lo romperías en este instante.
Los Cruentus hacen su trabajo y los atacan, cansandolos, debilitándolos mientras yo me quito las ataduras con una velocidad mediocre. Pongo ambas manos sobre el tronco de madera y lo saco de mi pecho, lanzándolo a un lado. Mis hombros suben y bajan con mi acelerada respiración. Estoy sanando lentamente porque necesito sangre así solo me recuesto contra la roca a esperar. Observo el clan luchar con todas las ganas.
Tori sostiene espadas cortas en ambas manos, corriendo alrededor de un Cruentus para luego saltar sobre el y cruzar sus brazos cortando con ambas espadas a la vez. Es buena.
Pero todos están muy cansados. Los Cruentus son criaturas letales para los convertidos. Con mi mano sobre la roca, me pongo de pie. Tori parece notarme y sus ojos se agrandan, por supuesto que no me dejara en paz, su orgullo no se lo permitiría. Ella corre hacia mi, atrayendo el Cruentus en mi dirección, y cuando está a punto de llegar a mi, se desvía a un lado dejándome frente a la asquerosa bestia.
El Cruentus baja su cabeza ante mi y se gira para seguirla.
Buen chico.
Tori está tan sorprendida que apenas lo esquiva cuando la ataca. Estoy a punto de calmar a los Cruentus, creo que los convertidos ya están demasiado agotados, cuando pasa.
Fuertes llamas de un lado de la oscuridad rostizan a uno de los Cruentus en un segundo, la arena se levanta y endurece atravesando otro Cruentus por completo. Viento crea remolinos arenosos a nuestro alrededor que me obligan a levantar mi brazo para cubrir mis ojos. Puedo sentir las presencias a mi alrededor, usando los elementos, son tres convertidos, y un...
Espera...
Cuando la tormenta de arena pasa, puedo ver los cuerpos destruidos de todos los Cruentus por todos lados. Esto no es bueno, estoy muy débil, necesito alimentarme ya si voy a enfrentarme a ellos, mis ojos buscan a Tori quien está de rodillas en el suelo, débil pero luciendo aliviada. Supongo que esperaba el refuerzo de su clan.
Me apresuro hacia ella, ha intentado matarme suficientes veces para justificar que tome su sangre aprovechando su debilitado estado. Ella me ve, e intenta levantarse pero falla.
Un poco más y tendré su sangre. Estoy a punto de alcanzarla cuando un lobo inmenso aterriza frente a mi, protegiéndola. Su pelaje blanco resplandece en la oscuridad, sus ojos grises a la defensiva mientras me gruñe mostrando sus colmillos.
Abro la boca de manera exagerada.
—¿Calum?
El lobo ladea su cabeza confundido. Pero que...
—No te muevas.— esa voz... no puede ser. Siento algo presionando la parte de atrás de mi cabeza, que no sea otro pedazo de madera, por favor. Con las manos en el aire, me giro para enfrentar al dueño de esa voz que conozco, —este es el territorio del clan Almas Silenciosas.
Ian me informa, apuntando una daga contra mi pecho. Luke y Drake permanecen a su lado, observándome con cautela. El alivio que me recorre me hace caer sobre mis rodillas, y reír como un idiota. Ellos solo me observan sin saber que hacer, por supuesto que no me recuerdan, porque eso significaría recordar lo que soy realmente.
Estos idiotas están vivos. No sabía lo mucho que me importaban hasta este momento, este alivio que siento solo quiere decir que sin querer, me encariñé con el clan de Morgan. Y han estado tan cerca de nosotros todo este tiempo.
—¿Dónde está Aidan?— les pregunto, porque aunque no me recuerden, pueden responder eso. Ellos comparten una mirada confundida.
—¿Aidan? ¿Quién es Aidan?— Ian me responde.
Oh no.
—El líder tu clan, Aidan, el convertido más antiguo.— por favor, por favor, recuérdalo, no me digas que Aidan...
—No conocemos ningún Aidan.— Ian continua, —yo soy el líder de este clan.
Mierda.
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Nota de la autora: ¡Oh no! ¡Pero... pero y ¡¿AIDAN? Where are youuu! Confusión, mi gente, confusión total. Estará muertico el Aidan o nah, ¿quién sabe? Disfruté escribir este capítulo, Milosh es uno de mis personajes favoritos, y su mente es muy divertida en una forma no graciosa pero entretenida, no sé si me explico.
No empiecen con sus ships porque los conozco. TorixMilosh ship, STOP! I see you, people, I see you.
Aquí dejen sus apuestas, ¿dónde está Aidan?
#SeLesConfundió
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