[36] Epílogo
ALERTA: HORMIGAS ASESINAS, no, mentira. Hay un capítulo antes de este, ya saben por si wattpad los trae a este, chuuu vaya a leer el anterior.
EPÍLOGO
El Rey Insurgente no había nacido para reinar. No había rastro de liderazgo ni voluntad en su alma para cargar con semejante responsabilidad. Aun así, reinó, aun así sacrificó y sobretodo, fue un buen rey.
Shadow no recordaba mucho de su infancia, solo un leve recuerdo de su madre humana y que falleció al envejecer, nada más. Sin embargo, al estar inconsciente en el corazón The Blackness, él lo recordó todo, incluso aquello que le había sido ocultado, aquello que le habían borrado de la memoria: toda memoria de su infancia y sus primeras décadas de vida.
Shadow nació en una aldea desolada a las afueras de una gran ciudad de humanos, no existían muros, no había barreras separando las especies. La primera disputa sobrenatural ya había dejado su huella sangrienta y de odio en los corazones de todas las criaturas en la faz de la tierra. La muerte de una sola criatura desencadenaba toda una cadena de odio. Porque esa criatura tenía alguien que le amaba, y la venganza se apoderaba del corazón de esa criatura en duelo.
Odio genera más odio.
La venganza solo mancha el destino de aquellos que alguna vez pudieron tener una esperanza en esta vida.
El día que Shadow nació, su pequeña aldea sucumbió ante un pequeño terremoto, no de gran magnitud, pero si la suficiente para socavar las bases de aquellas casas hechas de palos y tierra. La superstición de todos los habitantes se activó, era de muy mala suerte que con el nacimiento de ese chico cuyo padre era desconocido hubiera destruido lo que años les tocó construir.
La aldea trabajó duro para reconstruir, para emerger de nuevo. Sin embargo, las miradas cautelosas sobre Shadow nunca pararon, su madre, una humana trabajadora y humilde soportó todo: las miradas, el rechazo y hasta la discriminación. Ella siempre portaba una sonrisa. Shadow nunca la vio llorar o parecer afligida.
Y cuando Shadow cumplió cuatro años, y caminaba de la mano con su mamá por los arboles secos un invierno, la primera manifestación de su poder apareció de repente. Shadow tenía hambre, su hermano y su madre también. Ese había sido uno de los inviernos más duros para la aldea. Shadow no lo había pensado, solo deseó... una manzana... naranjas... algo. Su pequeña mano rozó uno de los árboles y como si hubiera susurrado magia en sus raíces, los arboles comenzaron a florecer y dar frutos a su alrededor. Shadow solo pudo observar sorprendido, su madre de expresión aliviaba comenzó a susurrar que era un milagro.
Ella no había visto a su hijo tocar el árbol, apenas notó la sangre que goteó de la nariz del pequeño. Su cuerpo aún no estaba preparado para lidiar con su poder. Su madre asustada al ver la sangre pensó que era por hambre y tomó un fruto para partirlo rápidamente con su cuchillo de caza y alimentarlo. Shadow masticó y observó a su madre, preocupada pero aún así sonreía mientras recogía más fruta, murmurando que llevarían suficiente para que durara todo el invierno en casa.
La aldea hizo un festín esa noche. Le llamaron el día del milagro, atribuyeron esa recompensa al trabajo duro de los aldeanos.
Cuando Shadow cumplió 18 años, su aldea lo aclamaba como un Dios. Era aquel que florecía sus campos, que encendía fuegos de la nada y calmaba las más fuertes de tormentas. Shadow no usaba sus poderes para ninguna otra cosa, con la excepción de alguna u otra pelea amistosa con Kain. Shadow estaba consciente de que era un sobrenatural, pero no era un vampiro o un Purasangre porque nunca se había alimentado de sangre en su vida.
Buscando respuestas, interrogó a su madre muchas veces.
<<Madre, ¿quién es nuestro padre?>>. Con la esperanza de que eso les diera una pista de que eran él y su hermano. La respuesta de su madre siempre era la misma: Un viajero que pasó una noche por la aldea y su madre lo recibió. Shadow y Kain sabían que mentía.
En el cumpleaños número 22 de Shadow, toda la aldea celebró por lo alto, una gran fogata se extendió en el medio de la aldea: risas, danzas y algunos animales cazados que se rostizaban en el fuego era el centro de la noche. Shadow solo observó y bebió junto a su hermano. Todo parecía que terminaría como siempre hasta que la fogata de pronto se apagó, un relámpago iluminó el cielo, los murmullos de todos hacían eco en la oscuridad.
Shadow se puso de pie y usó sus poderes para encender la fogata de nuevo. Y cuando lo hizo había una figura de pie frente al fuego. Una mujer alta de ropas oscuras que se ondeaban con la brisa y una túnica que apenas dejaba ver su rostro. No era de la aldea y Shadow sabía que no traía nada bueno así que dio unos cuantos pasos hacia ella.
—¿En esto es lo que te has convertido? —La voz de la mujer era terciopelo puro—. ¿El Dios de una aldea miserable?
—¿Quién eres? —Shadow demandó con seriedad.
Ella no dijo nada, en vez de eso, suspiró y lo miró a los ojos por unos segundos que se sintieron como una eternidad.
—Ni un rastro de odio en tu corazón —bufó ella—. Supongo que subestimé esta aldea mediocre.
Shadow creó llamas en la palma de su mano.
—Por última vez, ¿quién eres?
En un segundo, ella desapareció y apareció frente a él. Shadow no tuvo tiempo de golpearla porque ella le apuñaló y atravesó el estomago con su mano, enterrándola hasta su antebrazo. Shadow escupió sangre. Una sonrisa se extendió por los labios de la mujer.
—Tu madre.
Ella sacó la mano y Shadow cayó de rodillas, aunque estaba sanando, ella le había hecho algo porque no podía moverse. Kain la atacó, pero ella solo sacudió su mano y lo envió lejos.
—¿Sabes que es curioso? El amor es el primer paso para la creación del odio más profundo.
La mujer dio un paso atrás y estiró la mano, como si fuera un imán, la madre de Shadow fue atraía hacia la mujer hasta que ella enroscó su mano alrededor de su cuello.
—¡No! —Shadow gritó.
—¿La amas? —La mujer sonrío y clavó su mano en el frágil pecho de la madre de Shadow. Él gritó con todas las ganas e intentó moverse sin resultado. Shadow observó en horror como le arrancaba el corazón a su madre frente a él.
—Madre...
La mujer lanzó a la madre de Shadow a un lado y él solo pudo ver como se desangraba sobre la arena, esa arena donde había bailado hace unos minutos. La mujer se inclinó sobre Shadow.
—¿Me odias? —dijo en un tono de satisfacción—. ¿Ves? Tu amor por ella se ha transformado en odio puro hacia mí. No hay odio sin amor.
Shadow casi ni la escuchaba, sus ojos sobre el cuerpo agonizante de su madre, el recuerdo de su sonrisa aquel día del milagro de las frutas le apretaba el pecho y dolía más que la herida en su estómago.
—Madre...
La mujer lo agarró del pelo y siseó entre dientes.
—Ella no es tu madre, yo lo soy. ¿Crees que una humana insignificante como ella podría engendrar a un ser perfecto como tú? Tú eres mi creación perfecta, ¿por qué tenías que obligarme a hacer esto? ¡Mírame! —Shadow lo hizo porque quería recordar bien el rostro de la mujer de la que se vengaría. Ella tenía ojos de color rojo profundo.
Los ojos negros de Shadow comenzaron a tintarse de rojo.
—Eso —susurró ella—. Deja que odio llene tu alma, eres mi hijo después de todo.
Ella procedió a asesinar a todos los de la aldea, obligando a Shadow y a Kain a verlo todo. Llenando sus almas de rencor, dejándolos con nada, ni siquiera el recuerdo de lo había pasado. Ella se encargó de borrarles la memoria, que nunca supieran de donde venía esa rabia que sentían, que nunca supieran que fueron amados por una aldea insignificante como esa. Los ojos de Shadow se volvieron rojos completamente desde ese día como un recordatorio doloroso de toda la sangre que manchó la arena, incluyendo la de su propia madre, cuyo asesinato no pudo recordar hasta ese día, hasta que durmió por años como el corazón de The Blackness.
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Su nombre era Natur, Diosa de la naturaleza, creadora de los Purificadores. Natur sacrificó a su primer hijo para la creación de esta nueva especie. Ella pensó que su primer hijo compartiría el odio y desprecio por todas las criaturas impuras sobre este planeta. Natur estaba cansada, estaba agotada, sus riquezas explotadas, sus ríos llevados a la sequia y a nadie le importaba. Así que una noche enfrentó al Dios de la oscuridad, lo opuesto a ella.
—¿Qué puedo hacer? —ella dijo en un susurro.
—Limpiar el mundo.
—No puedo hacer eso.
—Lo sé —él sonrió—. Pero puedes engendrar a alguien que sí pueda.
—Soy una Diosa, pero no creo que mi poder sea suficiente para crear una criatura de semejante poder.
—Puedes si la engendras con un Dios —él se ofreció.
—¿Qué ganas tú en todo esto?
Él suspiró.
—Divertirme un poco.
Y así fue, Shadow fue el primer y único Purificador engendrado de la Diosa de la naturaleza y el Dios de la oscuridad, al igual que Kain el primer protector. Los demás fueron engendrados para adquirir energía de la naturaleza, pero no eran hijos de Natur.
Por eso, Natur solo se manifestó frente a Shadow, porque era su único hijo, la única descendencia de su grandeza. Después de la destrucción de la aldea, Natur se debilitó en su soledad y se sintió incapaz de lidiar con la destrucción que las especies ejercían sobre sus tierras, sus mares, no pudo más y durmió, por mas de un milenio. En su ausencia, el Dios de la oscuridad hizo de las suyas y observando las Purificaciones defectuosas, decidió acabar con el problema el mismo ante la indiferencia de la durmiente Diosa de la naturaleza.
Y creó a Ethos.
Y se divirtió viéndolo crecer para destruir a los suyos.
Y se divirtió aún más cuando observó el plan de su creación funcionar. Ethos lo había dejado orgulloso. El Dios de la oscuridad pensó en dejarlos tranquilos, los Purificadores ya habían pasado suficiente y Ethos se había sacrificado así que lo consideraba un final trágico como esos que le gustaban.
Sin embargo...
Natur era una Diosa que alguna vez fue cálida. Las circunstancias la habían vuelto indiferente, fría y desalmada, pero si había una cosa que podría perturbarla era dejar de sentir a su único hijo. Así que en el momento en el que Shadow fue absorbido por The Blackness, que Natur dejó de sentir la presencia en el mundo de su único hijo, la Diosa abrió los ojos de golpe y la tierra se estremeció.
[FIN]
-
Nota de la autora: Y aquí nos encontramos de nuevo, almitas perdidas, en el final del segundo libro. Siempre supe que el segundo libro iba a ser el más triste, siento que este quedó marcado con una melancolía y una tristeza que el primero no tuvo. El final del primero fue una combinación de rabia y tristeza porque nos sentimos traicionados. Este fue más tristeza porque aunque todos vivieron, todos quedaron felices, sabemos los sacrificios que se llevaron a cabo para que eso se lograra y creo que eso no nos deja disfrutar por completo de lo que se considera un final 'feliz'
Quiero agradecerles por su amor, por su dedicación a estos libros. Por creer en el universo de Almas perdidas, por sus votos, por sus comentarios, porque juntos le hemos dado el amor necesario para que crezca y sobretodo, porque creyeron en mí, a pesar de que debí morir en la Purificación.
Y sé que preguntarán sobre el tercer libro y ustedes ya saben que es una trilogía y el tercer libro se llama 'La guerra' y bueno como han visto en el epílogo, ya los Dioses del universo de Almas perdidas se involucrarán en el asunto.
Este espacio es solo para Shadow, desahóguense.
¿Cómo nos sentimos con el final? Compartamos nuestras emociones.
LOS QUIERO MUCHO, RECUERDEN. TIS HATEM (ESTÁN EN CASA)
TIS SEK DEA BRAKTAR, TANRI TYA FERPE (USTEDES SON MIS BRAKTARS, HOY Y SIEMPRE)
Ariana Godoy.
Disfruta de Almas Perdidas II: El nuevo mundo, como libro publicado aquí:https://w.tt/3Nc1kgH
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