[31] El Nacimiento
Dedicado a @albamalca por ganar el sorteo en younow <3
MORGAN
SEIS MESES DESPUÉS
Lo siento.
Ese murmullo se repite en mi mente cada vez que vengo a este lugar. La voz que lo susurra es la del decimo Purificador, Ethos. Estoy en las tierras malditas, en ese claro donde pasó todo. Vengo una vez por semana porque ya nos hemos quedado sin caminos que investigar, sin pistas que seguir. He estado entrenando con los Purificadores y aunque no debería confiar, cada día me siento más cómoda con ellos. Hasta Rangahar se ha relajado un poco conmigo. Recordé ese día que peleé con él, el día que mis hijos se manifestaron de alguna forma para ayudarme. Al parecer, nadie más los vio aparte de mí, y les dejé creer que había sido yo la que había derrotado a Rangahar, no quería revelar mucho sobre mis hijos, quería protegerlos y la idea de que los demás Purificadores supieran sobre su poder no me agradaba.
El tiempo ha pasado y más recuerdos o visiones inundan mi mente, y no soy la única, los otros Purificadores también están pasando por lo mismo. Mi mente es un caos constante, recordé las palabras de Lyla y Everild quienes han estado analizando todo:
<<Mientras más avanza tu embarazo, más cosas recordamos>>.
¿Estas visiones tienen algo que ver con mis hijos? Sé que tienen que ver con Ethos y después de presenciar la muerte de Milosh, no me queda duda de que Ethos es peligroso. Y el hecho de que él apareciera en las visiones justo antes de que Shadow desapareciera de la faz de la tierra no es coincidencia.
Todo es tan confuso en estos momentos, es como si estuviéramos frente a un rompecabezas inmenso donde las piezas no encajan, donde las visiones no tienen sentido ni razón, es como si al descubrir el plan de Shadow hubiéramos rasgado la superficie de algo mucho más profundo, mucho más peligroso. Pero ¿qué es? ¿qué es lo que está pasando?
Mi clan y yo hemos intentado todo lo posible por conseguir respuestas sin mucho éxito y la frustración crece con cada día, con la llegada de cada visión sin explicación. La mayoría del clan se está acostumbrando a la vida aquí. Con la excepción de Calum quien se fue hace unos meses, no lo detuve, él necesitaba libertad y no lo culpé. Además, él prometió que volvería cuando pudiera, dijo que intentaría volver antes de que mis hijos nacieran.
Levanto mi mano y observo el brazalete con los colores reales alrededor de mi muñeca. Ser la reina de este lugar no ha sido una tarea fácil, he lidiado con las rebeliones de los pueblos cercanos y con las miradas furtivas e inseguras de muchos habitantes de The Blackness. Suspiro, sintiendo la brisa helada que atraviesa los arboles secos de las tierras malditas. Estoy exhausta, pongo las manos sobre mi barriga, estar embarazada de mellizos me ha dotado de una barriga inmensa así que me siento en un tronco. Observo como no ha crecido nada en el claro, es como si el poder de la liberación de los Purificadores lo hubiera secado por completo, ahora solo queda arena árida. La luz del atardecer le da un toque nostálgico al claro, el cielo se convierte en esa mezcla entre gris y naranja.
Escucho risas infantiles y echo un vistazo por encima de hombro: Nada. Y recuerdo ese humano de la tienda de flores que haces meses me advirtió que los que venían a este lugar se volvían locos. Quizás a esto se refería, ¿qué es lo que tiene este lugar? Es como si estuviera embrujado, como aquellas historias que Milosh solía contarme de pequeña para asustarme y que así yo no me escabullera en la noche. Me acaricio la barriga, cierro los ojos y deseo con todas las ganas entender lo que está pasando.
—¡Ethos!
Abro mis ojos de golpe, una voz infantil femenina grita y yo me pongo de pie al instante. Observo los alrededores y no veo nada hasta que una niña casi transparente asoma su cabeza fuera del tronco de un árbol, mi pecho se calienta, su cabello es negro como la noche, sus ojos rojos... exactamente como los de Shadow, su parecido con él es increíble. La niña sonríe y es la niña más hermosa que he visto en toda mi vida. En su frente hay un símbolo circular casi imperceptible. Su mirada está fijada en algo detrás de mí así que me giro y veo a un niño de su edad, ese cabello cobrizo, esos ojos de colores diferentes: Ethos.
—¿Dónde está tu hermano? —La voz de ese Ethos niño suena tan diferente a su voz de adulto, es suave y juguetona.
—¡Aquí arriba! —Un niño cae desde el aire y casi aterriza sobre Ethos, pero Ethos levanta su mano y lo deja suspendido en el aire encima de él, —¡Eso no es justo!
Yo me cubro la boca porque ese niño en el aire es idéntico a la niña, la única diferencia es el jade de sus ojos. Él también tiene ese símbolo circular en la frente. El niño patalea y gruñe intentando bajar, pero Ethos no lo libera. Los labios de la niña se curvan en una sonrisa determinada.
—¡Suéltalo!
Ethos ladea la cabeza.
—¿O qué?
La niña gruñe y aprieta sus puños a sus costados, sus ojos se enrojecen. Ella levanta un puño en el aire y de la tierra emerge una criatura inmensa hecha de tierra y lodo. Ella abre su puño y la criatura libera un alarido que resuena por todo el lugar y yo la observo maravillada porque, aunque presencié algo así cuando Rangahar lo hizo, jamás me lo esperaría de una niña tan pequeña. Se requiere demasiado poder para crear, mantener y controlar algo así. Y está niña lo ha hecho sin parpadear, con un solo movimiento de su mano y ni siquiera se ve cansada.
Ella mueve su mano hacia adelante y la criatura gruñe y se apresura hacia Ethos quien no se ve para nada preocupado. Ethos extiende sus brazos a sus lados y los cierra de golpe, sus manos uniéndose en un aplauso que desintegra a la criatura de un solo golpe, las partículas de tierra flotan en el aire y Ethos se ve victorioso hasta que una daga es presionada contra su garganta, la niña está detrás de él y lo ha arrinconado.
—Mamá siempre dice que la arrogancia es la peor debilidad en batalla.
Eso me paraliza, casi puedo escucharme a mi misma diciendo eso. Ethos libera al niño, él flota hasta aterrizar con tranquilidad sobre el suelo. La niña suelta a Ethos y da un paso atrás, poniendo su daga en su cinturón.
—Buen monstruo, era más alto que el último. —Ethos desordena el cabello de la niña de manera juguetona. Ella le bofetea la mano.
—Sigue siendo más pequeño que el dragón de agua de mi hermano.
—El agua es más ligera, —el niño le explica como si quisiera hacerla sentir mejor, —el lodo y la tierra son pesados, eso los hace más difíciles de manejar. Apuesto a que podrías hacer un dragón de agua inmenso.
Todos comienzan a caminar en mi dirección, supongo que hacia la salida. Al ver a la niña y al niño juntos no queda duda de que son hermanos, de que son... sostengo mi barriga, eso es imposible. Y no tiene sentido, Ethos no debería tener la edad de mis hijos, los Purificadores nacen cada 300 años y ese tiempo aún no ha pasado y mis hijos están por nacer.
Los que creo que son mis hijos me pasan por un lado y siguen su camino, pero Ethos se detiene a mi lado, gira su rostro y me mira, en el momento en el que sus pequeños ojos de colores diferentes encuentran los míos, una punzada recorre mi vientre.
—Por fin lo entenderás todo —susurra antes de seguir su camino como si nada.
Ellos se disuelven, y otra punzada ataca mi vientre. Sostengo mi barriga y me agarro de un árbol. No puede ser, ¿ha llegado el momento? Es muy pronto, no, solo ha sido la conmoción de lo que acabo de ver. Tomo una respiración profunda y exhalo lentamente, pero la presión en mi bajo vientre crece.
—¡Morgan! —Jericho aparece a unos cuantos metros de mí, por supuesto que sintió este dolor, —¿Estás bien?
—No lo sé...
Los demás Purificadores llegaron detrás de él. Prisca fue la primera en acercarse.
—Vamos, respira, —ella me toma de los hombros con gentileza, —respira, ¿qué ha pasado?
Los ojos de Ethos siguen viniendo a mi mente, sus palabras martillando algo dentro de mí: Por fin lo entenderás todo.
—¡No se queden ahí parados! —Aidan se apresura hacia mí, —Vayan por Lyla.
—¡No! —Harsha interviene, —Cárguenla y llevémosla dentro del castillo. La reina no puede dar a luz aquí.
No me sorprende de Harsha, tiene un sentido de lo que debe ser o no bastante cerrado, pero ahora no tengo tiempo para contradecirla, no cuando un líquido caliente sale de mí y empapa mis muslos. Prisca baja la mirada y la sube de nuevo en pánico.
—No creo que debamos moverla.
La presión crece y la siguiente punzada me hace jadear en dolor. Todos intentan venir para ayudar, sin embargo, una ola de poder los aparta de un solo golpe.
—Pero, ¿qué es esto? —Aidan me ojea con preocupación.
Una línea de fuego se enciende a unos metros de mí y se desliza por la arena, creando un circulo de fuego a mi alrededor, le siguen los demás elementos, como si estuvieran creando un escudo de los cuatros elementos: fuego, agua, tierra y viento. Una barrera elemental me rodea y yo me inclino hacia adelante sosteniendo mi barriga, el dolor cegándome. Milosh y Lyla aparecen al otro lado de la barrera y me siento aislada y desprotegida. No puedo hacer esto sola, no puedo dar a luz así, pero tampoco puedo controlar esa barrera.
—¡Morgan! —Lyla me grita, —Respira, vamos, tú puedes, estamos aquí contigo.
<<Tengo que respirar, vamos, puedo hacerlo>>. Me siento en el suelo adolorida, mi pecho sube y baja con rapidez. No entiendo el poder que me envuelve ni mucho menos las gruesas paredes oscuras que se empiezan a formar de la combinación de los cuatro elementos.
—No... no... —murmullo al ver como el círculo elemental edifica paredes negras que emergen desde el suelo hasta encontrarse lejos por encima de mí, envolviéndome en una oscuridad levemente interrumpida por la luz del fuego. Ya no puedo ver a Lyla, ni a Milosh, ni a nadie de mi clan. Ni siquiera puedo escucharlos y eso incrementa mi miedo. Y no es el dolor lo que me aterra si no la posibilidad de hacer las cosas mal y complicar el nacimiento de mis hijos.
Estoy sola y aún así me armo de valor por mis hijos, tengo que poder con esto. Gruño en agonía y me rasgo los pantalones para quedar desnuda de la cintura hacia abajo. Puedo sentirlos moverse dentro mí, retorcerse, listos para salir. Y me doy cuenta de que cada vez que se mueven, olas de energía me dejan y se estrellan contras las paredes del escudo.
Calor fluye por mis venas y mi piel arde ligeramente, mi cuerpo lucha por ser el conducto de todo el poder que mis hijos están liberando. Ojeo los escudos y cada golpe de energía se vuelve más poderoso y me doy cuenta de que el objetivo de esas paredes no es protegernos durante el parto, sino proteger el mundo exterior del poder de mis hijos.
Con cada punzada y pulsación, algo se agrieta en mi mente, como si algo se quebrara, deseando liberarse y salir. Pequeñas líneas azuladas de poder emergen de mi piel y se anclan al suelo. Mis piernas se abren por si solas y me preparo para pujar, la necesidad de sacarlos, de expulsarlos de mí se vuelve insoportable. Todo mi cuerpo está listo y se ha preparado para eso.
—¡Ahhhhh! —El chillido me desgarra la garganta y me resuena en los oídos mientras pujo, uno de mis hijos ya viene, puedo sentirlo estirando mi cuerpo para salir. Parpadeo y en mi lucha por dar a luz, una visión borrosa y similar a este momento aparece, y no estoy sola, Shadow está a mi lado, su estoico pálido rostro está contraído en seriedad y fortaleza, pero sus labios dibujan una sonrisa reconfortante. Él sostiene mi mano, y a mi alrededor están todos los Purificadores, animándome, cuidándome.
La visión se desvanece y vuelvo a estar sola en medio de estas grandes paredes oscuras, la necesidad de continuar pujando no me deja quedarme a analizar lo que vi y sigo, cierro mis ojos y me esfuerzo con todas las ganas. Sostengo el aire y me agarro de la tierra para darlo todo, me inclino hacia adelante y el primero de mis hijos asoma su cabeza y la sostengo con cuidado hasta que sale por completo de mí. Mi cuerpo se estremece porque no he sentido un amor tan instantáneo, tan hermoso en mi larga existencia. Su pequeña carita está contraída, sus ojos cerrados. Un rayo aterriza a unos cuantos pasos de nosotros, y aunque la piel de mi hijo está manchada con sangre y restos de placenta, resplandece con poder. Lo pongo con cuidado en la tierra frente a mí porque aún no he terminado y pujo con la misma fuerza para expulsar y recibir a mi hija. Ella es aún más pequeña que su hermano, y su rostro no está contraído, su expresión es pacifica. Corto sus cordones umbilicales con una línea de energía y ambos lloran abiertamente. Los levanto para sostenerlos contra mi pecho y se calman de inmediato. Estoy exhausta, lagrimas sangrientas de felicidad ruedan por mis mejillas porque son perfectos, hay sangre debajo de mí, mi cuerpo se sacude en espasmos y mi piel aún arde un poco, pero nada importa porque estas dos bebés se han convertido en mi todo en tan solo un instante, lo demás es irrelevante.
La piel del niño resplandece con más intensidad y su hermana le imita. Su poder traspasa mi cuerpo y percibo como están reparando todo lo que se ha rasgado y sangrado en mí durante el parto. Me recupero con una velocidad increíble e incluso, el cansancio se desvanece, es como si no acabara de dar a luz. Las paredes oscuras comienzan a desintegrarse hasta que los Purificadores y mi clan quedan visibles al otro lado. Y entonces pasa.
Por fin lo entenderás todo.
Mis hijos lloran de nuevo y los observo confundida. Las marcas sobre su frente comienzan a brillar y de ellos, se extiende líneas gruesas de energía azulada que buscan a los Purificadores y a mi clan. Todos están tan sorprendidos y tratan de esquivarlos, sin embargo, las líneas son veloces y los traspasan uno a uno. No le están haciendo daño, los están... ¿conectando?
Mi cabeza palpita de un golpe, como si algo se agrietara en mi mente. Y lo primero que escucho es mi propia voz, como si viniera de un recuerdo lejano.
Sus nombres...
Mis hijos se llaman Nea y Shade.
Y son la clave para entenderlo todo, y ese instante, Nea y Shade desbloquearon la mente de todos los presentes y nos sumieron en un interminable bucle de recuerdos y de verdad. Y el primer recuerdo que arrasa mi mente es aquel donde presencio como Ethos asesina a Milosh, sin embargo, esta vez el recuerdo no termina cuando estoy a punto de mirar el rostro de Ethos, continua y lo que veo frente a mí me desconcierta.
Ethos está llorando.
Sus mejillas manchadas de sangre, sus hombros se sacuden con cada sollozo, su expresión se contrae en dolor puro mientras levanta su mano para atacarme a mí, como si fuera una marioneta obligada a hacer esto.
— Jaie senne, makter —'Lo siento, madre.' su voz es un susurro de agonía.
Él no quería matarnos, él no quería hacernos daño porque él creció con nosotros, porque él nos quería, porque éramos su familia. En mis recuerdos que aún no entiendo, yo crié a Ethos junto a Nea y a Shade, y aunque no fuera mi hijo biológico, era de crianza y le quería mucho. Ethos nació el mismo día que nacieron mis hijos, no pasaron 300 años porque, aunque Ethos lucía como un Purificador, él no era como nosotros, él no había nacido para Purificar el mundo y por eso no tenía Protector. Y así como Shadow había sido el comienzo de nuestra especie, Ethos había sido el final.
Él había nacido para eliminarnos a nosotros: Purificadores y Protectores. Él no era un Purificador, Ethos era un exterminador.
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Nota de la autora: ¡Holis! <3 ¡Ha pasado un tiempo! Sé que todo parece aún bastante confuso pero ya el próximo capítulo son los recuerdos importantes y la explicación de todo. Y si, llegará el momento en el que sabrán donde está Shadow. Ya sabemos quien es Ethos y cual es su misión, también sabemos que él no parece ser el malo en todo esto como pensamos.
Also, enamorada de los nombres de los hijos de Morgan T_T Shade y Nea <3
Fanart de Shadow por si no lo vieron en mis redes:
¿Saben que los quiero mucho, verdad? Claro que sí <3
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