[30] El Combate
Fue doble capítulo así asegúrate de leer el anterior antes de venir a este para que no te pierdas, sé que wattpad a veces los trae al último. MUAKATELA.
MORGAN
—Se llama Creakia.
Prisca me explica, Jericho y yo hemos tomado un descanso del entrenamiento físico y ella se me ha acercado para explicarme algunas cosas.
—Concentras tu energía en los cuatros elementos, los dejas fluir y creas un escudo a tu alrededor que repele cualquier ataque. Es parecido a los escudos Gulch que protegen los territorios humanos.
—Lo dices muy simple, pero ¿cómo lo hago?
Ella toma mis manos y brinco instintivamente para soltarme, dando dos pasos lejos de ella.
—No voy a hacerte daño, Morgan, no lo hice cuando nos encontramos en los Durmientes, ¿por qué lo haría ahora? —No me muevo, y ella suspira, —bien, escucha bien, cierra tus ojos, invoca los cuatro elementos en la forma más reducida que puedas: Petvye, Erye, Fekmye, Ajye. Polvo, Aire, Fuego, Agua.
Cierro mis ojos.
— Petvye, Erye, Fekmye, Ajye. —murmuro y una oleada fuerte de viento nos sacude. Polvo se eleva de la tierra rodeándome.
—¡Para! —Prisca me detiene y yo abro mis ojos para detenerlo todo, —dije de la manera más reducida que puedas, Morgan.
—Esa es la manera más reducida que ella puede lograr, —Kace interviene a unos cuantos pasos de nosotros, una expresión aburrida en su rostro, —porque no tiene ningún control sobre sus poderes.
—Nadie te ha pedido tu opinión, Kace. —Le digo de mala gana.
—Él tiene razón. —Anthea, la octava Purificadora dice al lado de Kace, por supuesto que defendería a su Braktar, —¿Qué hiciste durante los 99 años antes de que hicieras la Purificación? Es como si no hubieras tenido ningún entrenamiento, ninguna experiencia con tus poderes.
Porque no lo tuve.
—Ella pasó todo ese tiempo pensando que era una convertida, sin acceso a sus poderes. —Kace le explica. Por tu culpa, casi lo digo, pero no me sirve de mucho recordar lo involucrado que estuvo Kace en el plan de Shadow. Ya no quiero sentir esa rabia absoluta.
—Eso explica muchas cosas. —Anthea camina hacia mí, ella es alta de cabello negro trenzado y piel oscura, y me vuelvo consciente de que ella es la Purificadora que nació antes de mí, —comencemos desde el principio, ¿cómo está tu dominio de elementos?
—No les he pedido su ayuda.
—Lo sé, —Anthea responde, —para bien o para mal, estamos aquí y somos tus súbditos como los demás. Además, el entrenamiento para que puedas controlar tus poderes se puede poner... desastroso si no tienes a Purificadores a tu lado que puedan controlarlo.
—Prisca y Jericho están a mi lado.
Kace bufa.
—¡Ey! ¡No empieces! —Prisca le gruñe.
Parpadeo y de pronto todos han desaparecido, justo como esa visión, y en su lugar me pasa por el frente un sonriente Kace adulto y transparente cargando a una Prisca niña sobre sus hombros. Prisca le jala el cabello de forma juguetona, bajo la mirada a mis manos y no son las mías, ¿de quién es este recuerdo?
—¡Jericho! —Alguien me llama y miro hacia arriba, y en uno de los ventanales del castillo está Shadow. Me congelo porque no es el rey insurgente, no porta esa expresión fría, ni esa aura vacía. Es... su mirada es cálida, su sonrisa enaltece e ilumina sus facciones. Se ve como él, como el Purasangre. Eso no es posible.
Doy un paso atrás y la visión se desvanece en millones de partículas frente a mí.
—¿Morgan? —Prisca se me acerca mientras me tambaleo, —Ey, ey. —Ella me sostiene de mis antebrazos, —¿qué pasa?
Puedo sentir la presión en mi nariz, la sangre rodando por mis labios. Kace me gira hacia él y levanta su mano para ponerla frente a mi nariz, sanándola con sus poderes. Y eso desata otra visión.
—Puedo derrotarte. —Una versión infantil de mí le gruñe a Kace mientras él está inclinando sobre mí, sanando una herida en mi cabeza, —puedo derrotarlos a todos, —digo señalando a Jericho, Rangahar y Shadow.
Kace se ríe.
—Bien, niña salvaje, déjame sanarte para que podamos seguir con el entrenamiento.
Me suelto del agarre de Kace de un manotazo, la confusión reina en mi cabeza y me tambaleo de nuevo. Brazos cálidos me reciben y esa voz me calma.
— Hat pertia,— todo está bien, Jericho me sostiene con firmeza, —Nektre, Morgan, — respira, Morgan.
—¿Visiones? —Anthea me da una mirada triste, —son... ¿confusas, no?
Jericho me suelta y me paso la mano por la cara.
—¿Ustedes... también tienen estas visiones?
Todos asienten.
—Es como... —Harsha habla por primera vez, la que solía ser la guardiana de los Durmientes, —si cada día que pasa... se desbloqueara otra visión, como una cuenta regresiva a algo. Cada día recordamos o tenemos más visiones, ya no sé como decirlo.
—Tú deberías tener las respuestas, —le replico, —tú fuiste la que los durmió a todos. Por cierto, ¿todos están aquí tranquilos entrenando con la responsable de resguardar que ustedes estuvieran dormidos todo este tiempo?
—Morgan... —Aidan comienza, levanto mi mano.
—Kace planeó todo con Shadow para embarazarme y engañarme, Harsha casi me duerme sabiendo que estaba embarazada, Shadow y ella los mantuvieron dormidos por siglos a su antojo y, ¿aquí están junto a ella como si nada? —la rabia circula por mis venas porque recuerdo lo mucho que sangré por culpa de Harsha y el peligro que eso pudo ser para mis hijos, —¿han perdido la cabeza o la capacidad de razonar?
Rangahar se materializa frente a mí y me gruñe, es un Purificador de mi misma estatura, pero increíblemente musculoso, no lleva puesta la camisa del uniforme solo los pantalones negros y las venas son notables en sus músculos al tensar sus manos. Él arruga la boca y la nariz con rabia enfrentándome, sin embargo, yo no retrocedo ni un centímetro.
—He enfrentado monstruos en luna llena con tan solo una daga sin apoyo alguno, sin respaldo de los dichosos poderes que ustedes crecieron cultivando, —Le digo entre dientes, —Nan tis frere, Calte Purifier. —Tú no me asustas, cuarto Purificador.
Sus ojos son de un extraño azul que luce casi transparente y resalta mucho en su bronceada piel. Él ladea la cabeza.
— Rangahar. —Aidan lo toma del brazo, —suficiente.
Rangahar acerca su rostro al mío y yo lo ojeo con superioridad. Si cree que su salvajismo y aire de violencia van a intimidarme le espera una sorpresa. Su voz es tosca, incómoda y para nada amable.
—Tis nan savi nepte, —dice en mi cara, tú no sabes nada, —meppte rayne.
Reina títere.
Sin pensarlo, cierro mis puños y lo golpeo en la cara una, dos y hasta una tercera vez. Rangahar da tres pasos atrás y Aidan trata de meterse.
—No. —Le ordeno, —nadie se mete.
Rangahar se limpia la sangre de la herida en su labio con la parte de atrás de su mano y sonríe. Él corre hacia mí, levanta sus manos en el aire para golpearme y yo me protejo con mis antebrazos. En el momento en el que su puño conecta con mi antebrazo, el golpe emite una ola de poder que obliga a todos los demás a alejarse. La fuerza de su golpe me arrastra hacia atrás, mis pies enterrándose en la tierra ligeramente. Abro mis brazos, susurro Erye y soplo, usando el viento para quitarlo de mí.
La guerrera en mí está emocionada, hambrienta de pelea, de acción. Estar sentada en un trono todo el día, tener reuniones y comportarme son cosas que he tenido que hacer, pero esa no soy yo. Sigo siendo una convertida criada en el bosque que se alimentaba de la adrenalina de no saber si sobreviviría el día siguiente, de saber que su daga, su clan y sus habilidades eran lo único que tenía para sobrevivir. Por lo bajo, murmuro palabras de protección para que un escudo interno proteja a mis hijos de los golpes.
Los Purificadores se alejan, y noto como empiezan a crear escudos a nuestro alrededor, tan iguales a los escudos Gulch, ellos se quedan dentro del escudo con nosotros, como si quisieran asegurarse de que esto no se salga de control. Rangahar y yo nos movemos en círculos, observándonos con cuidado.
—Dea raspekt cel giane, —el respeto se gana, él escupe a un lado, —Jaie nan cerve minorke.
Yo no sirvo a débiles.
Eso me hace sonreír y moverme hacia él con todas mis fuerzas. Él esquiva mi primer golpe, y se gira en el aire para darme una patada en la cara que me hace retroceder, ajusto mi mandíbula y vuelvo a él con rapidez. Nos golpeamos, esquivamos y pateamos a una velocidad increíble hasta que él eleva la mano en el aire y una red de tierra me levanta, enroscándose en mis piernas, inmovilizándome. Rangahar forma una bola de fuego en su mano, luego pone su otra mano sobre ella y jala, estirando la bola de fuego en una especie de látigo que estira hacia mí y enrolla alrededor de mi cuello. Jadeo ante el contacto contra mi piel y como me quema.
Siseo en dolor al agarrar el látigo de fuego para despegarlo de mi piel. Susurro Ajye, agua apaga el látigo y gruño al arrancar mis piernas de la tierra y saltar fuera de esa trampa. Sin embargo, debí mantener mis ojos sobre Rangahar porque apenas me libero, él me ataca con viento, lo lanza con tanta fuerza que hace pequeños cortes en mi piel con tanta rapidez que a mi cuerpo no le da tiempo de sanarse. Su uso de elementos es superior, y ni siquiera se ve cansado. Y recuerdo que todos estos Purificadores entrenaron toda su vida, perfeccionando sus habilidades, sus usos de elementos mientras todo lo que yo tenía era mi corto entrenamiento con Calum y Shadow y nunca me había especializado en elementos, me queda mucho por aprender, pero no me voy a rendir sin pelear.
—¡Morgan! —La voz de Milosh al otro lado del escudo me alerta de su presencia y no está solo, Lyla e Ian llegan con él, sus miradas analizando la situación, —¿Qué está pasando?
—¡Es solo una pelea! —Les informo porque la alarma en sus expresiones es obvia, —estaré bien.
Intento crear ese escudo que Prisca me acaba de enseñar, pero fallo así que corro contra el viento, sintiendo cada cortada en mi piel y estiro mi pierna hacia adelante para patear a Rangahar en el estomago, enviándolo hacia atrás, acabando con el viento. No pierdo tiempo y vuelvo atacarlo físicamente porque ya sé que, en cuestión de elementos, él tiene ventaja. Él recibe cada golpe sin parecer afectado y me los devuelve con la misma fuerza. Y en ese segundo me doy cuenta de que las probabilidades de que pueda ganarle son muy pocas. Si tan solo no estuviera debilitada por el embarazo, estoy segura de que podría darle más pelea. Aunque estoy en contra de las probabilidades, no me rendiré tan rápido. Concentro fuego en mis manos para asentarle unos puñetazos que queman al hacer contacto con su piel. Rangahar sisea y retrocede, las quemaduras sanando en su rostro y en su pecho desnudo. Y eso parece hacerle enojar porque gruñe y levanta su mano, una ola de poder me obliga a retroceder, Rangahar eleva sus brazos, sus ojos se enrojecen y murmura algo.
La tierra tiembla y a los lados de Rangahar emergen dos bloques de tierras inmensos que desprenden arena hasta tomar la figura de dos monstruos con brazos y piernas, sus ojos son dos llamas encendidas y sus bocas se abren exageradamente cuando gruñen, mostrando dientes y colmillos hechos de rocas afiladas. Me quedo sin palabras porque nunca he visto algo así, ¿acaba de crear vida de un elemento? Rangahar parece notar mi sorpresa.
—Recindo. —Me dice de mala gana, ríndete.
Levanto mis puños en posición de pelea y le sonrío porque sé que me va a derrotar, pero daré lo mejor de mí hasta el final. Rangahar cierra sus puños y los monstruos se apresuran a mí, usando sus manos para impulsarse y correr. Son mucho más grandes que los Cruentus y mucho más rápidos. El primero me lanza un golpe y me agacho para escabullirme debajo de él, pero al emerger al otro lado me espera el segundo y su puño es tan grande que, al pegarme, golpea la mitad de mi cuerpo y este cruje al impacto y nunca he sentido un dolor tan absoluto. Mis oídos chillan en un pitido, y aterrizo a unos cuantos metros de ellos. Mi vista es borrosa y el aire ha dejado mi cuerpo, puedo sentir mis costillas rotas comenzando a repararse, intentar respirar es agonía pura.
Esto es suficiente.
Rangahar se para a mi lado, las bestias de tierra sumisas detrás de él y me agarra de la parte frontal de mi ropa, obligándome a levantarme. La victoria clara en su expresión, puedo sentir la mirada de todos los Purificadores, de mi clan preocupado al otro lado de los escudos. Una guerrera también puede aceptar una derrota con honor. Toso un poco de sangre y me preparo para rendirme.
Abro mi boca, pero las palabras no alcanzan a salir porque una mano azul transparente se enrosca alrededor de la muñeca de Rangahar. Él arruga sus cejas confundido y la mano le quiebra la muñeca en un movimiento rápido, Rangahar chilla en dolor y retrocede, yo caigo al suelo, mis hombros subiendo y bajando al recuperar mi respiración de nuevo y cuando levanto la mirada, hay dos figuras transparentes de un color azulado sin facciones frente a mí, como si me protegieran, solo lucen como figuras hechas de energía. Rangahar brama una maldición y envía a los dos monstruos, pero las figuras ni siquiera se inmutan ni siquiera se mueven y los desintegran en un parpadeo. Las piedras y tierras aterrizan sobre el suelo como si nada.
Rangahar intenta atacar, pero se detiene el aire como si lo hubieran congelado. Puedo escuchar el crujir de cada hueso, él grita en agonía y cae de rodillas, sangre comienza a evaporarse de sus poros y solo puedo imaginar lo doloroso que eso se debe sentir. Una de las figuras se echa a un lado y eleva su mano para arrastrar a Rangahar hasta dejarlo frente a mí, desangrado, roto y apenas respirando.
—Jaie senne, rayne. —Lo siento, reina. Él ruega entre gemidos de dolor.
Yo observo las figuras y no puedo creer que sean lo que estoy pensando, la confirmación no tarda en llegar. Una de ellas se gira hacia mí, su susurro gentil y llevado por la suave brisa antes de que ambas figuras desaparezcan:
—Makter.
Madre...
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Nota de la autora: ¡Makter! Creo que un par de gemelos se han enojado desde la barriga porque hirieron a mami. Espero que hayan disfrutado de este capítulo tanto como yo, me encanta la acción, me encanta el despeluque, el desorden.
¿Cómo estamos con las teorías? A ver, libérenlas.
Les debo el meme time porque es el cumpleaños de mi chico y mi tiempo es limitado. Voten por este capítulo y manden sus felicitaciones, que estamos celebrándolo solitos en esta cuarentena.
Muakatela,
Ariana G.
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