💓Prólogo: Oto.💓
Narradora:
Era una tarde muy pacífica y sofisticada, el tono anaranjado del atardecer tomaba indicio de hacerse después la noche. Había gente haciendo sus cosas habituales en sus casas, otros encargándose de sus puestos y vender lo que les tocaba, y algunas familias disfrutando de su compañía amena. Todos carecían de muy buen ánimo y felicidad, todo normal.
Sin embargo, para un pelinegro, no la tenía fácil esa misma tarde.
—¡Repite lo que nos dijste en la clase de física!
Exclamaba con enojo el niño, sin dejar de patearle a otro de su misma edad, golpeándole en su estomago con su puntapié derecho, haciendo que el pelinegro se retorciera de dolor quejándose sonoramente.
Aproximadamente tenían 12 años, un grupo de cuatro chicos de la misma edad, más uno tumbado en el suelo tratando de resistir el dolor promorcionado por un pelicastaño de ojos azules, el que recibía esos actos de violencia era un pelinegro de ojos marrones casi oscuros.
Uno jovencito del grupo le habló colérico y molesto, formulando igual una pregunta, sacándole por poco una vena en la sien.
—¡¿Tienes algún problema con nosotros, eh!? ¡A ver si aprendes la lección de no meterte con nosotros!
—¡SÍ!
Concordaron lo dicho del pecoso quien le dijo esas palabras, el ojimarrón se reincorporaba como pudo para mantenerse de pie, pero cayó otra vez débil, causando risas burlonas y altaneras por parte de los cuatro chicos restantes.
Los chicos, satisfechos de haberle dado una lección al pobre muchacho sin que él se resistiera, pararon en seco, al voltear con el ceño fruncido en semblante de enojo, mirando como el pelinegro de aspecto desaliñado y todo raspado del uniforme, lor miró seriamente y sin rechistar dijo.
—Dije... *Cof* que son... unos idiotas que sólo piensan en sí mismos *Cof*.— Eso fue golpe bajo para los otros, gratamente el otro ya de golpeado no se sentía arrepentido, sintió la necesidad de provocarlos al decirles la mínima y fría verdad.
—¡Eres un...!
Iba lanzarse contra el otro niño aún debilitado por los golpes, sintió su mano empuñada como la sostenían con fuerza deteniendo el golpe, el pelicastaño miró sorprendido y entre consternado quien había parado su golpe.
—¡Oi, ¡¿quién eres para...!?
Calló su pregunta exclamativa, sintiendo como agarraban de su muñeco poniéndola en su espalda hasta tirarlo al suelo, inmovilizándolo por completo.
Los restantes de bravucones vieron la escena asustados, que posiblemente el otro chico les haría lo mismo que a su “líder”, con temor, retrocedieron apenas dos pasos, hasta que uno de ellos pisara una rama rompiéndola, quitando la presencia.
—¡Chicos! ¡No se queden ahí mirándome y ayudenme!
—Pe-Pero Jun-kun...
—¡No sean cobardes!
El pelicastaño llamado “Jun”, trataba de forcejear desde su posición estando de cara al suelo, moviéndose como un gusano que trataba de salir a la luz.
—Si dejan al pelinegro en paz, te dejaré ir.— Habló con voz apagada el pelinaranja de ojos marrones, apretando más las muñecas yase cruzadas por la espalda, ocasionando que Jun gritara de dolor.
—¡Tú no puedes decirme... que hacer!
Gritó entrecortadamente, al aguantarse del agarre que le proponía, vaya que dolía.
—Bien...— El pelinaranja de semblante inexpresivo presiona más que de costumbre, escuchando como sus muñecas estaban a punto de romperse.
—¡¡AHH~!! ¡¡Está bien, está bien!! ¡Me rindo! ¡Ahora suéltame!
Sin dudarlo, se levantó de a poco dejando libre al pelicastaño que le hacía Bullying al otro. Jun se sentó adolorido al sentir su diafragma casi quebrarse, acarició con suavidad sus muñecas al verlas tan rojas por la presión de fuerza que tuvo el muchacho.
Después de que se recuperara, se fue con su grupo sin objetar nada. El pelimarrón suspiró aliviado, relajando los hombros. No recordó que faltaba una presencia allí.
—Oye...— Se acerca al pelinegro, quien él mantenía la vista gacha sin hacer contacto visual, eso sacó un suspiro por parte del pelinaranja. Se sentó frente al lastimado chico. El otro solamente bufó molesto.
—No necesitaba tu ayuda.
Volteó la cabeza con el ceño fruncido, casi en forma de puchero. Ocasionando una sonrisa nerviosa por parte del ojimarrón, mirando al chico no muy seguro de seguirle, su mirada se desvió a su rostro todo machucado, con algunos raspones en su rostro. Rápidamente cambió de faceta a una preocupada.
—¿Estás bien? Esas heridas se ven muy graves.— Decía aún preocupado, acercándose con cautela al prójimo, pero él se detuvo por la mirada seria del otro ojimarrón.
—Dejame solo.— Se dio media vuelta sin pararse, dándole la espalda a su “salvador”.
—Ahh.— Suspiró cansado el ojimarrón de cabello anaranjado, viendo que no obtendría nada de empatía con ese... Cambió una faceta decidida. —¿Puedo saber tu nombre?
—Eso a ti qué...— Responde seriamente, sin voltearlo a ver aún.
—Ohh, que lástima. Pues te diré el mío.— Sonríe con suficiencia, acomodándose mejor en sentarse y darle también la espalda al pelinegro. —Me llamo Oto.
El pelinegro se extrañó ante la “presentación” que dijo el pelinaranja, lo miró por encima de su hombro derecho. Cuestionando lo mismo que dijo:
—“Oto.”— Soltó una risa amarga cerrando sus ojos, cruzándose de brazos para desviar la mirada hacia el frente. —Que nombre tan extraño.— Decía mirando el cielo con nostalgia.
—¡Jajah!—. Ríe divertido ante el comentario seco del ojimarrón, ignorando eso; responde con simpleza. —Me lo dicen a diario. Aparentemente tenía padres que no eran muy “ilustrados”.— Hace ademanes entre comillas con sus dedos índice y de el medio, desviando la mirada desinteresado con el tema.
Por inercia de Oto, levantó la vista hacia el cielo, mirando el tono anaranjado del atardecer que se hacía más opaco, hasta volverse un azul fuerte índigo, para que las estrellas tomaran de a poco su aparición en el cielo, llamándose constelaciones desde el infinito.
—Vaya... es.. es...
—Lindo.— Complementa Oto, hipnotizado por la fría y hermosa noche. Se quedó mirándola por un buen rato, hasta que vio una silueta posarse en frente suyo. —¿Ah?
—Saitama...
—¿Nani?
—¡Qué me llamo Saitama!
—¡Está bien, gomen'!
Levanta los brazos en son de paz, quitándole por accidente la tolerancia que tenía. El de nombre "Saitama" se rascaba la cabeza con pena, teniendo un mini sonrojo en sus mejillas al igual que desviaba la mirada.
—Yo.. etto..— Soltó un suspiro frustrante, frunciendo el ceño. —Gra-Gracias por haberme ayudado con esos patanes. Aún así no debiste...
—Descuida, es lo que un héroe haría. Ayudar a las personas indefensas.— Sonrió amablemente hacia Saitama, quien se sorprendió por lo que dijo, pero también sonrió sincero.
—Claro, indirectamente me estás diciendo debilucho.— Le dice ofendido a Oto, éste se limitó a ponerse nervioso y a mover las manos con lo mismo.
—¡N-No quise decir eso! ¡E-Es que te veía en problemas así que actué sin pensar!
—¡¡Jajajajah!! Sólo es una broma. No te lo tomes en serio.— Inconscientemente le golpea levemente con el dorso de su mano a la frente de Oto, quien éste se quejó un poco.
—Ow.
—En serio. Me salvaste.— Ahora Saitama ríe nerviosamente, sin saber que más decir. El pelinaranja quiso cambiar de tema.
—Bu-Bueno, Saitama-kun. No quisiera incomodarte ni nada. Pero podemos atender tus heridas en mi “casa”, queda como a unas cuantas cuadras de aquí.— Le propuso apenado, pero se sorprendió por la respuesta de él.
—Muy bien, sino en casa me darán un buen sermón mis padres. Creo que están preocupados.
—Hay un teléfono público por ahí, les dirás que te quedarás conmigo y de seguro te dejarán.
—¡Qué inteligente, Oto!
—A-Ah.. arigatō.— Bajó la mirada avergonzado, sintiendo un calor en sus mejillas, ya que nunca lo habían alagado por ser así de analista a las consecuencias.
(...)
—¿Para mí?
Oto le tendió una paleta de menta al muchacho ya curado, con su zurda agarraba su paleta de galleta.
—¡Claro! ¿O es que no te gusta el sabor menta-?
—¡Hai!—. Respondió Saitama con un brillo en los ojos sonriendo de igual modo, sonrojando a un Uke.
Se lo dio con la mano que temblaba muchísimo por los nervios, el pelinegro ignoró el nerviosismo de Oto, para después lamer con gusto la paleta.
—¡Mmh! Hace tres meses que no como esta delicia.— Dijo Saitama con voz algo melancólica y tierna, notando como se le formaba una aura de luz con rosas y flores a su alrededor.
—Me alegra que te guste, Saitama.— Le decía feliz al pelinegro, no teniendo la oportunidad de ver esa adorable faceta suya.
El pelinaranja también lamía su paleta que casi se estaba derritiendo, con rapidez lo lamía todo por las gotas dulces que caían en el piso de tatami.
No notaba la mirada expectante de Saitama, pues Oto, tenía los ojos cerrados. Tampoco el pelinegro se daba cuenta que su paleta se estaba derritiendo, puesto que estaba distraído con una vista tan recordatoria para sus ojos.
Oto lamía con lentitud su paleta haciendo sonidos extraños, como si estuviera jadeando o gimiendo al comer partes de la galletas frías y tibias. Inconscientemente eso ponía a Saitama un poco excitado y a la vez avergonzado de sí mismo. El pelinegro sacudió su cabeza de un lado a otro para seguir comiendo su paleta, paró al sentir algo caliente y duro en su parte íntima, sin saber el porqué se puso su hombría así.
—¿Qué es eso, Saitama?
Preguntó con timidez Oto, apuntando al pequeño bulto en los pantalones negros de su escuela. Saitama responde confundido.
—No lo sé, ah~. Pero de repente mi hombría se puso caliente...
—¡Por Kami!—. Exclamó preocupado al ver el pequeño bulto sacando algo que mojaba los pantalones de Saitama. —¡Quítate los pantalones! ¡Se está humedeciendo tu miembro!
—¡¿Qué!? ¡Ayudame!—. Sin dudar, fue a ayudarlo. —¡No quiero ensuciarlo, es el único pantalón de la escuela que tengo!
Rápidamente Oto le quitó los pantalones, los boxers azules de Saitama ya estaban húmedos, cuando el pelinaranja tocó con curiosidad “eso”, bastó con un sólo roce para que Saitama soltase un pequeño pero sonoro gemido.
El departamento se llenó de puro silencio después de ese extraño sonido, Oto se sonrojó a lo full, para quedarse como un tomate recién cosechado.
—Ngh~. Oto~.— Gimió el nombre del pelinaranja quien éste acariciaba aquél bulto, recibiendo más gemidos y suspiros por parte del pelinegro.
—¡P-Perdón, Saitama!
Apartó su mano bruscamente con nervios, Saitama gruñó al ya no sentir la mano cálida de Oto, hací que con su mano derecha sostuvo firmemente con la zurda de Oto, sintiendo su mano otra vez.
—Y-Yo creo que... debes seguir. Ah~.— Jadea, soltando un pequeño hilo de saliva por la comisura. Miró a Oto con ojos suplicantes a que prosiguiera con lo que estaba haciendo, y el pelinaranja, simplemente obedeció.
Si ese era el método de quitarle lo duro que puso su miembro, entonces se arriesgaría.
Los padres de Saitama lo matarían, claro, si es que le cuentan.
—¿E-Estás seguro que siga? Pareces incómodo.— Le dijo preocupado Oto a Saitama.
—Estoy... seguro~.— Gimió lo último arrastrando la palabra.
Oto era consciente de lo que hacía y se sentía hostigado en ese momento, se preocupó más al ver a Saitama temblar por culpa de las leves caricias que le daba a su miembro por encima de su ropa interior. Cerró los ojos pensando en decirle que él no lo haría sudando fríamente. Pero se sorprendió al sentir una caricia en su mejilla derecha, sintiendo también una respiración cerca suyo, abrió los ojos lentamente, encontrándose con unos ojos brillantes y de color marrón oscuro. Se sorprendió por ver el rostro de Saitama tan cerca suyo, sin embargo, se le notaba muy serio en ese entonces.
—Oto.— El nombrado tiembla un poco por la voz seria y poco profunda que puso Saitama.
—¿S-Sí, Saitama?
E inesperadamente, lo besó de pico con suavidad, dejando a Oto muy sonrojado hasta las orejas, que inclusive sintió una corriente eléctrica pasar por su cuerpo.
¡BIIIIP!
—¡¡AHHH!! ¡YO NO FUI QUIEN DIBUJÓ LA CARA DE SAITAMA, LO JURO!
Al ver que no había nadie en su departamento y que gritó a la nada revelando su secreto, se quedó en blanco por unos segundos. Tirándose después a su fūton despreocupado, soltando por último un suspiro de relajación.
—Ah~, sólo fue un sueño.— Puso ambos brazos y manos por detrás de su nuca, mirando el techo pensativo e inexpresivo. Musitando a lo último melancólico. —Después de ese día nos volvimos mejores amigos. Pero...
Llevó su mano izquierda a su cara, evitando recordar lo avergonzado que estaba por hacer “eso” cuando estaban apenas en la pre-adolescencia. Se sentía resentido todavía.. ¡Pero no! Saitama era el que quería más, juraría Oto que en ese tiempo se comportaba muy sumiso cuando invadían espacios personales, o cuando él le sonreía su actitud era la de todo un Tsundere.
Días después de que sucedió eso, ya no se dirigieron la palabra. Incluyendo en la Academia donde ambos iban, pero en diferentes salones, cosa que aliviaban a cierto ojimarrones. Saitama evadía a cualquier costo a Oto, ya que el contario siempre quería aclarar las cosas, y cuando él y Saitama estaban solos, el pelinegro lo ignoraba o simplemente le hablaba con (ya) típica indiferencia. Poniendo a un Oto muy angustiado y triste, hasta que un día se rindió en seguir a Saitama, cansándose de los mismo resultados cuando llegaba de la escuela, todo lo que había intentado hacer, se hizo en vano.
Hasta cuatro años después, cuando los ya adolescentes iban a la Preparatoria. Saitama tenía 16 y Oto todavía 15.
La vida para ambos seguía siendo cotidiana, gratamente un día no fue así.
Saitama había aclarado sus dudas ahora sí, teniendo la mente abierta en que decirle. Le dijo absolutamente toda la verdad. Oto lo escuchaba atentamente, cuando se incomodó un poco porque Saitama tocó el tema de lo que pasó en su departamento, aún seguía hostigado y arrepentido por eso. Pero... Saitama aclaró que desde ese día, no había dejado de pensar en él.
Oto sabía a primera vista que Saitama, es cierto que cuando una vez ellos cruzaron palabras por tercera vez, el pelinegro del enojo, le gritó que no le interesaban los hombres y que era completamente heterosexual, aunque él sabía que aún eran muy jóvenes como para tener en claro lo de comprobar sus gustos.
Pero ahí no acaba...
—“Recuerdo perfectamente... como se me declaró.”— Pensó con un sonrojo en sus mejillas, sonriendo enamoradizo poniendo su vista en las puertas que conducían al balcón.
—Es cierto que ese día, dije cosas al azar que simplemente quiero olvidar. Lo dije porque estaba enojado, confundido, triste, y sobretodo melancólico y hostil. Se me hacía dificultoso entender que pasó ese día. ¿Por qué en ese instante... me pareciste jodidamente lindo? Qué por cierto, fue tu culpa el que me haya excitado con sólo verte lamer esa estúpida paleta. Ah~, francamente después de ese día traté de olvidarlo, tenía la complejidad de no sacarte de mi cabeza. Cada vez que te miraba de reojo por los pasillos de la escuela, me preguntaba siempre si, ¿habría otra vez esa conexión que tuvimos cuando dimos nuestro primer beso?. Hmph, al parecer no. No dejaba de sentir ese dolor en mi pecho cada vez que te veía triste por evitarte, no dejaba de pensar en ti desde “ese” día en que me salvaste, no dejaba de suprimir mis sentimientos cada vez más. Mis padres me habían dicho de que estaba enamorado, pero quise negarlo. Es cierto que nunca me han interesado los chicos, pero sólo me he interesado en ti; Oto. Sé que he sido un ignorante y un bueno para nada por estos últimos años. Y me arrepiento en verdad... Oto, ¿me perdonarías por ser tan idiota y aceptar ser mi pareja desde un principio? ¡Entiendo si ya no sientes lo mismo por mí! Podríamos comenzar desde cero y...
Antes de que él terminara, Oto lo besó, pero está vez con suavidad sintiendo sus lágrimas recorrer por sus mejillas.
—¿Eso es un...?
—¡Si, Saitama! Quiero ser tu pareja...
—¡Jajah!—. Sorpresivamente lo abraza por los hombros, sin darse cuenta que calleron al suelo, por suerte era el césped ambientado en el patio de la escuela. —Eh.. Gomen' Oto.
Quedó confundido a lo Poker Face por la estrepitosa risa de Oto, sin mucho éxito de taparse la boca. Saitama se sonrojó al oír las risas de su ahora pareja. Sonrió inconscientemente, mirándolo con amor.
*Hablando con la Cuarta Pared*. Les sorprenderá cuando diría simplemente dos palabras.
—Te amo.
—¡Hm! Y yo a ti. Saitama.
Para finalizar esas palabras que se dijeron con mucho cariño, se besaron, cerrando sus ojos para disfrutar lo que siempre han estado sintiendo desde hace mucho.
Palabras: 2772.
Sé que Saitama actúa diferente, pero son las hormonas. :D
Bueno, espero de que les haya gustado el prólogo de esta nueva historia.
También sé que estarán pensando y preguntándose. ¡¿Saitama tiene novio!?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro