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•°|Capítulo 4|°•

Ya habían pasado dos semanas después, en que Saitama y Oto lo hicieran, declarándose (otra vez) que tenían algo más que solamente amigos, volvieron a convertirse en pareja. A veces Oto lo visitaba en su departamento para hacerle compañía al calvito poderoso, nomas que Saitama no sabía la ubicación del pelinaranja por si un día él fuera a visitarlo, Oto le sugirió que estaría mejor así, que no tenía problema.

Dejando de lado todo eso, ahora el ojimarrón de menor estatura, ya que él medía 1.70 centímetros y su pareja medía cinco centímetros más que él, por eso, estaba en su departamento lavando los trastes, al igual que estaba calentando agua para su sopa ramen. Como le encantaba, especialmente la de carne.

Terminando su deber y apagar la pequeña estufa que tenía, agarró la tetera con el agua para después hervirlo en el vaso donde estaba el contenido, ya servido lo tapó. Después, a esperar.

Pasando cuatro minutos de espera, el pelinaranja de ojos marrones agradeció por la comida, agarró sus palillos tradicionales y comenzó a comer.

En otra parte, específicamente en algunos edificios un poco alejados en donde se encontraba Oto, un pelirrubio con iris del mismo color, solamente que traía esclerótica en sus ojos. Analizaba con detenimiento los movimientos del pelinaranja, viéndolo cómo comía su sopa ramen con soda. Dejó de verlo, para después apuntar en su cuardeno de los regímenes del día que tenían Saitama y Oto. Cerró su libreta azul, para después ponerle atención en sus siguientes movimientos de su segundo "Sensei".

Después de presenciar dicho poder destructivo de ambos adultos ojimarrones, comenzó a seguirlos por días hasta pasando las dos semanas en estudiarlos para aprender como obtener la súper fuerza, un día iba para el departamento de Saitama, y al día siguiente, para la de Oto.

Aun si ellos hacían cosas habituales o echar la flojera en casa, Genos seguía apuntando todo lo que hacían sus Senseis.
Y cuando decía todo con detalle, es TODO.

Por supuesto, Saitama fue el primero en enterarse sobre sentirse acusado por alguien, aunque no le tomaba importancia, seguía con la guardia alta. Oto también fue enterándose de esa mirada que ni él puede averiguar de quien rayos era, pero simplemente le dio igual, siguiendo con su vida, pero también siendo persistente.

-Oto-Sensei hace las mismas rutinas diarias, excepto salir casi todos los días e ir a la casa de Saitama-Sensei. ¿Será que ellos dos estén ideando un plan para acabar con todos los monstruos?

Seguía murmurando e ideando sin dejar de escribir lo que hacía el pelinaranja en su libreta, comenzando a hacerse una nueva hipótesis sobre ambos adultos.

-Hm, quizás entrenan en fuerza y mentalidad...

*Cof*Cof*Izukudos*Cof*Cof*

Perdón, un problema con la tos. :D

(...)

Al día siguiente, Oto tenía pensado en visitar nuevamente a Saitama, haciéndole una sorpresa: papas fritas. Ya tenía la comida lista, sólo faltaría ir al departamento del ojimarrón mayor y ya, según todo planeado.

Salió de su departamento, para después salir con un bentō, emprendiendo camino hacia la casa de Saitama, por el pueblo fantasma.

Mientras el pelinaranja iba para allá, sintió la mirada acusadora que sintió desde hace mucho, suspiró pesadamente, frunciendo un poco el ceño cambiando su expresión.

-"Si que no me deja de seguir."

Pero como todo un adulto paciente y calmado que era, ignoró eso a lo olímpico y siguió caminando, quitándose la sensación de sentirse observado.

Si se llegase a enterar quien era, lo golpearía. Y bien duro, claro, se lo merecía.

(...)

-¡Saitama! ¿Estás ahí?

El pelinaranja ya había llegado al departamento del pelón súper fuerte, pero había tocado como unas diez veces sin recibir respuesta del de mayor estatura. Suspiró resignado.

-Bueno, ya comprobé que no está en casa.- Giró talones disponiéndose a retirarse, pero apenas giró su cuerpo y se encontró a un calvito puesto con su traje de héroe que le había enseñado.

Apenas Oto lo vio, caminó hacia él, con algo de preocupación al ver la expresión molesta de Saitama con el entrecejo fruncido.

-O-Ohayō, Saitama. ¿Qué pasó?

-Tch, el maldito se había comido mis papas fritas, especialmente se comió una de mis favoritas.- Al estilo anime se le ponían los ojos en blanco echando rabia por la boca.

-¿La... larga?

Cuestiona dudativo, sacándole una gota en la sien por la razón que mantenía molesto a Saitama.

-¡Sí, esa! Por suerte le di una lección de no comerse las papa fritas de los demás.

-Vaya, se oye que la pasaste "fatal".- Hizo énfasis con la última palabra, mirando al calvo ojimarrón con incredulidad. Rodó sus ojos marrones tendiéndole el bentō a Saitama, quien curioso lo observó, claro; sin quitar su cara de Poker Face. (xD)

-¿Y esto?-. Lo agarra con sus manos enguantadas rojas, para abrirlo. Se sorprendió lo que contenía en el interior.

-Pues, casualmente pensé en visitarte pero sin tener la manos vacías, así que preparé unas papas fritas, especialmente haciéndolas largas.- Sonrió, mirando como la expresión del otro ojimarrón cambiaba de a poco. -Justo como te gustan.- Rió con algo de nostalgia. -¡Jajah! Recuerdo que íbamos a un restaurante familiar y siempre pedías lo más barato, que eran las papas...

No dio por término su narración del pasado, cuando sintió otros labios sobre su boca, encajándose a la perfección. Se quedó milisegundos en un estado de shock, ya que lo tomó de imprevisto.

Saitama movió sus labios cuando ya fue correspondido por el pelinaranja, ambos se separaron del pequeño contacto de sus labios, mirándose con un extraño brillo en los ojos.

-¿Por qué me besas de repente?

Preguntó sonrojado, sin dejar de mirar a Saitama fijamente, frunciendo ligeramente el ceño.

-Tuve qué.- Se separó un poco de Oto, para abrir el Bentō y agarrar una papa y comérsela, dedicándole una sonrisa traviesa a Oto, quien se puso como tomate. El calvo sonrió levemente. -Gracias por tu bentō, Oto.

-No.. No hay de qué...- No lograba ocultar su gran sonrojo, por lo que tuvo que girarse para darle la espalda a Saitama.

-Jeh, ¿ahora quién es el Tsundere?

-¡Cá-Cállate!💧

El pelinaranja iba a encarar al ojimarrón de mayor estatura, pero siente como lo toman por la cintura, para luego sentir como era puesto en el hombro de Saitama como costal de papas.

-¡O-Oe, Saitama! ¡¿Qué demo-!?

-Calla, será rápido.- Decía con doble sentido el calvito poderoso. Haciendo que el segundo hombre más fuerte se pusiera azul.

-¡No estarás diciendo que...!

-Síp.

-¡Nooo! ¡QUE ALGUIEN ME AYUDE!

(...)

Adentro del departamento de Saitama, un toque en la puerta paró las acciones del ojimarrón, apenas le iba a quitar la playera a Oto; quien por primera vez el pelinaranja se sintió que fue salvado.

Ambos se miraron confundidos, preguntándose quien era el que tocaba con (ahora) insistencia la puerta.

-Pensé que nadie más que yo pasaba por las calles desoladas de Ciudad Z.- Más bien la pregunta que formuló Oto de sí mismo era para Saitama.

-De hecho, nadie más que tú sabe que vivo aquí.

Los ojimarrones se reincorporaron, para dirigirse ambos a la entrada del departamento. Saitama era el que iba abrir la puerta, mientras que el pelinaranja estaba detrás de él.
Otro toque en la puerta, junto con una voz que pensó Oto volver a escuchar.

-¡Senseis!

-"¿No será...?"

El calvito entreabría la puerta, para sacar solamente su rostro y ver quien era el que tocaba, interrumpiendo lo que hacía Saitama.

Y los lectores ya saben el porqué Saitama tenía su faceta molesta con el ceño fruncido, mirando al cyborg pelirrubio.

-En verdad eres tú.- Habló con neutralidad hacia el de ojos escleróticos. -Amh...

No pudo terminar su frase, olvidándose por completo el nombre del adolescente parado frente a la entrada de su departamento. Saitama abrió más la puerta de su depa, dejando ver al pelinaranja quien vio al androide con curiosidad. El pelirrubio se puso serio al instante, tener a los dos hombres más fuertes frente a él, era un privilegio, así que lo consideraba un honor. Debía comportarse con educación.

-Soy Genos, Senseis.

-¿Podrías dejar de llamarnos "Senseis"?

-Es un poco incómodo.- Concordó Oto con Saitama, bajándole una gota por la sien.

-¡Shishō!

-¡Así tampoco!

(...)

Los tres restantes individuos se quedaron en el apartamento de Saitama, estaban sentados en la pequeña mesa con tres tazas de té, Oto estaba sentado a la diestra de Saitama, y el androide estaba sentado en la otra diestra del pelinaranja.

-Tómate eso y vete.- Inquirió Saitama, estando incómodo por el androide que lo miraba fijamente, y mirando de reojo a Oto, quien bebía su té con desinterés, importándole de menos la presencia del pelirrubio. -No estamos buscando discípulos.

-Espera, ¿no te habían destruido? Hasta ahora me doy cuenta.- Comentó (preguntó) el pelinaranja mirando con curiosidad a Genos.

El antes mencionado lo miró con seriedad, respondiéndole con educación. -Sí, la mayor parte de mi cuerpo es mecánica. Repararla es fácil si se tienen los repuestos.

-Eres increíble.- Ahora respondió el calvo con Poker Face.

-¿Qué tipos de partes usan ustedes, Maestros?

-No usamos partes.- Contestó por los dos el ojimarrón mayor.

Genos señala indiscretamente. -¿Qué hay de la armadura color piel sobre su cabeza?

-Es mi piel.

El joven cyborg agachó la mirada pensativo, tomándose del mentón creando su hipótesis crítica; murmurando.

-Pero, eso significaría que es calvo a pesar de ser muy joven.

Era el punto bajo de Saitama, quien rápidamente cambió su expresión a una fruncida con los ojos en blanco.

-¡Sí, estoy algo calvo! ¡¿Cuál es el problema!?

-¿El mío? ¿Quieren escuchar mi problema?

-Oe, no nos interesa el tema. Así que, está bien que no...- Es interrumpido.

-Hace cuatro años...

-"¡Ignoró por completo lo que dije!"- Dejó que relate mejor la historia el joven androide. Suspiró resignado.

(...)

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