10// Atrevido... Me encanta.
Sábado por la noche, escojo un vestido negro con transparencias y piedras incrustadas en el cuello. Me coloco unas sandalias bajas para no cansarme si nos toca caminar o algo. Suelto mi cabello y mis rizos caen rebeldes en mis hombros, me aplico crema y me lo acomodo. Me aplico una capa de maquillaje y perfume. En menos de una hora salgo a la sala al encuentro de Elián. Sigue sentado en el sofá, está entretenido en la pantalla de su celular, relajado. El olor de su perfume no tarda en alcanzar mis fosas nasales y el entorno... El momento completo resulta excitante. Su aire de superioridad, de seguridad y sobre todo, de perversión...
Aparto esos pensamiento de mi mente, debo estar calmada y no comportarme como perra en celo.
Aunque debo admitir que después de lo que pasó en la playa este chico encendió mis ganas hacia él. Algo muy peligroso para una virgen.
Levanta la mirada al notar mi presencia y sus ojos me recorren de pies a cabeza, no se molesta en disimular, sus ojos se posan en mis partes prohibidas y su mirada me da una idea se lo que pasa por su mente en estos momentos.
—¿Nos vamos o seguirás botando baba por mis senos? —suelto, directo.
—Estás... —balbucea.—Te ves divina, Kiara. —se levanta y se dirije hacia mi y me toma de la cintura con una mano y con la otra me sujeta del cuello obligándome a besarlo. Es eso, ese atrevimiento que tiene hacía mi, ese aire de chico malo y ese descaro. Eso es lo que me encanta de él.
Me toma de la mano y me invita a salir de la casa, tomo mi cartera y cierro con llave la casa. Mamá y papá tienen sus llaves así que no me preocupo, y como es sábado deben saber que salí a divertirme.
La moto de Elián nos espera afuera, subimos a ella y Elián conduce hasta una discoteca situada en el centro de la ciudad. Es lujosa pero no tanto, es cómoda y para nada engreída, las personas se divierten y nadie se preocupa en mirar con desprecio a los demás. Es tranquilo pero divertido.
Nos sentamos en unos sofás a la esquina, un lugar oscuro y relajante sin muchas personas que molesten. Elián está pensando en todo.
Elián pide una botella de ron y un par de cervezas. Una vez se marcha el mesero con nuestra orden aprovecha y acorta el espacio entre los dos metiendo sus manos por el dobladillo de mi vestido y las posa en mi muslo.
—Que bien te ves. —canta la canción que empezó a sonar, "Propuesta indecente" de Romeo santos. —¿Quieres Bailar? —me propone
—Claro —acepto su mano y me lleva hasta la pista, coloca sus manos en mi cintura y yo en sus hombros y bailamos la bachata.
Muevo mis caderas al ritmo de la música, no está de más mencionar que adoro bailar, y la bachata me encanta.
—Y si te invito una copa y me acerco a tu boca, si te doy un besito, a ver ¿te enojas conmigo? —Canta y con una mano sujeta mi cuello acercando nuestros labios y me besa con autoridad. —¿Qué dirías si esta noche te seduzco en mi coche? Que se empañen los vidrios y la regla es que goces.
Hay que mencionar que Elián baila muy bien, y la forma en que se mueve, como sujeta mi cintura y como me toma del cuello, cuando susurra la letra de la canción con su voz ronca. Hace perder la cordura
»Si levanto tu falda ¿Me darías el derecho a medir tu sensatez? —Continúa y mete sus manos bajo la falda de mi vestido disimuladamente y arrastra un poco el dobladillo de mi short.
Esto es mucho, parezco una adolescente hormonal. Y quien quita que lo sea, estoy en mis tiempos. Pero Elián es un peligro total, si sigue así me va a llevar a la perdición.
—Elián... —mi susurro es débil, nada parecido a la advertencia que quise lanzar.
Esboza una sonrisa pícara.
—¿Qué? ¿Quieres que devore tu coño ahora mismo? —sus manos acarician mi abdomen. —¿No te resulta tan excitante hacer cocinadas en este lugar? O... ¿Prefieres que te lleve a uno mejor? Puedo llevarte al cielo si me lo pides. —susurra en mi oído mientras sus manos dan un paseo turístico por mi cuerpo.
Agradezco que sigamos en lo oscuro y no haya mucha gente alrededor.
Todo esto me resulta mas excitante aún.
—Ven, voy a calmar el fuego que arde en coño. —me toma de la mano y me guía de nuevo a los sofás donde estábamos, no hay nadie cerca, y es casi imposible ver desde lejos lo que pasa aquí.
Esto no es sensato...
Me arrincona en la esquina del sofá y baja mis shorts junto con mis panties solo hasta mis rodillas.
—Elián, no. —trato de negarme antes de que sus dedos me penetren.
—Vamos, nena, se que quieres aquí y ahora. —susurra y se prende de mi boca, devorándola sin compasión, mordiendo y chupando mis labios mientras su lengua entra sin permiso y explora cada parte de mi boca.
Los choques de electricidad que manda cada vez que sus dedos entran y salen con fiereza de mi húmedas son demasiado para mi. Con la otra mano magrea mis pechos y su boca hace de la suya en mi cuello, lamiento y besando hasta llevarme al clímax.
Jadeo, gimo y chillo su nombre cuándo siento que tocaré el cielo y la ola de placer me inunda, clavo mis uñas en sus brazos y chupo su cuello dejando una marca morada muy notoria. El orgasmo llega a mi llenándome de placer y gimo su nombre cuántas veces pueda, mojando sus dedos de mis fluidos.
—¿A esto te querías rehusar? Ja —se infla de ego al ver el placer que me causó.
Pongo los ojos en blanco.
—La cagas, Elián, arruinas el momento. —subo mis panties y shorts y me acomodo el cabello.
—Cómo me gustaría jalarlo mientras te embisto sin compasión. —comenta.
—¡Elián! —le regaño mientras pongo los ojos como platos.
Suelta unas carcajadas y sirve dos tragos de ron ofreciéndome uno.
Decidimos salir a comer cuando se acaba la botella y ya me siento mareada, un poco ebria, luego de varias cervezas y ron.
Compramos pizza y nos sentamos a comerla.
—Quisiera saber el día en el que me vas a complacer a mi. —comenta serio mientras me embuto una porción de pizza en la boca.
Me atoro con ella y empiezo a toser, botando un poco de ella en la mesa y tomo gaseosa para pasarla.
¿¡QUÉ!?
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