XXXI
Delilah.
Diría que, en ese momento de efusividad, Jack me besó y vivimos felices para siempre, pero no. Sus sentimientos menguaron, con el tiempo se perdieron y sólo quedé yo con el dolor del rechazo y la sensación de un error, de haber tenido la culpa.
Porque había pedido un deseo, porque había pagado un precio por un deseo que ya había sido concedido. Eso, con el tiempo, lo comprendí.
***
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