«¿Volver? Estoy secuestrada.»
Antes que nada quisiera
Aclarar que esta historia antes del
[Época Moderna] es un cuento
Que Kagome o también Sesshomaru le narra a su hija.
Espero que nadie se confunda al leer.
•.~✿~.•
Sintió su cuerno descansar en una superficie suave y cálida. Recién había despertado de su sueño de una mediana cantidad de horas. Abrió sus ojos y lo primero que vio fue el gran candelabro negro con velas y perlas doradas colgando de las puntas, las sábanas de la cama eran también negras. Casi toda la habitación era oscura. Miró al frente y notó una figura desconocida para ella: cabellos largos hasta más abajo de la cadera plateados, piel pálida, alto, de espalda ancha y ojos como el oro fundido.
Se quedó con la boca abierta. ¿Acaso existía tanta belleza en el mundo?. Se incorporó y lo miró directamente, el hombre sonrió y se levantó de la silla que estaba frente a la cama. Dirigió sus pasos a una pequeña mesa circular en donde estaba colocada una jarra con agua y una copa. Sirvió un poco y se lo acercó a ella.
La joven levantó una de sus manos y casi al momento de rozar el cristal de la copa, el peliplateado la dejó caer al suelo. Miles de pedazos se exparcieron por todo el suelo de la habitación.
- ( Pero si era sólo una pequeña copa...) - pensó la joven viendo el suelo del cuarto oscuro. - (¿Cómo es que toda la alcoba terminó llena de cristal roto?). - se preguntó. El hombre que estaba parado frente a ella sonrió divertido.
- ¿Tienes sed? ¿Hambre? ¿Deseas caminar?. - preguntó con voz ronca. La muchacha asintió con los ojos llenos de diminutas lágrimas. Estaba asustada, ese hombre la asustaba. - Que pena... Nada de eso podrás conseguir aquí, Kagome. ¿Acaso sabes donde estás?. - Kagome negó y miró en dirección a una ventana. El paisaje era negro, lleno de demonios y habían muros gigantes de color negro con pequeñas bolas de fuego rodeándolo. Se asustó aún más. ¿En donde estaba?. - Estás en el Mundo de los Muertos. Yo soy Hades, Dios y Rey del Inframundo, de los muertos y de la riquezas materiales y tú, Perséfone, serás mi esposa.
- ¡Estás loco!. - gritó levantado una mano y golpeando en una mejilla al Señor del Infierno. Sesshomaru al incorporase de nuevo la miró con furia y le dio la espalda. Abrió la puerta y le dio una última mirada a la joven, esta estaba aún llorando.
- Sólo te salvarás de dos maneras, Kagome. Una es si tú padre logra salvarte y la otra... - hizo una pausa y sonrió con gracia. Kagome se estremeció. - Si te enamoras y aprendes a amarme a mí. - y después de hacer una fuerte carcajada cerró la puerta con llave.
Kagome corrió hasta la puerta sin importarle los pedazos de cristal en el suelo. La sacudió, golpeó y gritó detrás de ella cuanto pudo tratando de salir de ese lugar. Sus esfuerzos de salvarse fueron en vano. ¿Qué ganó? Varias cortadas en sus pies descalzos.
Volvió a la cama y se sentó abrazando sus piernas y llorar mientras se cubría el rostro con ellas. Seguramente ese sería su fin, moriría en manos de un dios cruel.
~•~
- ¿¡Cómo que la perdieron!? ¡Se suponía que ustedes la cuidaban ¿¡Cómo diablos dejaron que Hades se la llevara!?. - gritaba el rey de los Dioses. Las cuatro ninfas lloraban arrodilladas ante su señor. La madre de Kagome lloraba en su trono. - Deméter no puedes llorar, el mundo humano sufrirá consecuencias graves si estás triste. - dijo más calmado. La diosa cubrió su rostro y lloró con más fuerza. Si no la detenía comenzarían los estragos en el mundo mortal.
- Mí señor, déjenos buscarla. Yo le ofreceré mi vida al despreciable Hades a cambio de que la ama Perséfone sea liberada. - dijo con lágrimas corriendo por sus ojos la ninfa más joven del cuarteto. Naraku volvió a dirigir su mirada a las mujeres arrodilladas frente a él. Enfureció más y se dirigió a una de las ventanas del gran ventanal que daban vista al templo del Dios de los mares.
- ¡Poseidón, ven a mí!. - llamó a su hermano. Un gran retumbo se sintió y en instante el dios de los mares se encontraba subiendo las escaleras que conectaban el templo marítimo con el del cielo.
- ¿Qué sucede, Naraku?. - sonrió e hizo una pequeña reverencia.
- InuNo, hacía mucho que no te veía. - dirigió sus manos a donde estaban las ninfas arrodilladas. Pequeños relámpagos salieron de sus dedos y después de que las cuatro mujeres gritaran con agonía, sus piernas habían sido cambiadas por un par de alestas. InuNo sonrió. - Te las regalo, has lo que quieras con ellas. - las mujeres se veían aterradas ante su nuevo cambio de apariencia. Sus cuerpos compenzaron a brillas y en instantes ya no estaban el gran castillo del trueno.
- Te lo agradezco. Me voy si ya no me necesitas aquí. - y desapareció de la misma manera que habían desaparecido las sirenas.
Se había vengado de las cuatro incompetentes que no habían hecho bien su trabajo, pero, su hija aún continuaba en manos de Sesshomaru... Su hermano menor.
- ¡Byakuya!. - llamó Zeus. Byakuya era el dios mensajero, también conocido como Hermes.
El joven atractivo apareció arrodillado frente a señor y padre. Lo miró con una pequeña sonrisa dibujada en el rostro y habló:
- Dígame, padre. ¿Qué desea?.
- Ve al Inframundo y busca a Sesshomaru. Trata de convencerlo para que suelte a tú hermana, Kagome. - ordenó dio la media vuelta hasta quedar sentado en su trono.
- ¡Sí, Dios Zeus!. - rápidamente el joven de cabellos negros salió volando en dirección a la grieta que dividía el mundo divino con el de los muertos.
[Época Moderna]
- Perséfone no murió, papá. - señaló con el dedo a su padre. El de ojos ámbar sonrió y cerró el libro para luego colocarlo sobre la mesa de noche.
- Así es, princesa mía. No murió. - sonrió y besó la frente de su pequeña.
- Papá, ¿Crees que Perséfone ame a Hades? Es que el es un dios muy cruel y malo. Trata muy mal a la dulce Perséfone. - frunció el ceño la niña e hizo un puchero. Sesshomaru ladeó su cabeza a un costado y sonrió.
- Puede que ella aprenda a amarlo o tal vez él aprenda a amarla de una manera menos... Tosca.
- ¿Tú que crees, mamá?. - la pequeña miró a su madre con los ojos cerrados acariciando el vientre que se notaba un poco más abultado. La pequeña sonrió al escuchar un pequeño sonido de su madre. La azabache mayor abrió los ojos y miró a su hija, sonrió y le acarició el cabello.
- Yo creo que ya es hora de dormir para usted, señorita Hitomi. Venga, a dormir. - recostó el diminuto cuerpo de su hija a la cama y la cubrió con las sábanas rosas con unircorios y gatos dibujados en ellas. La infante bostezó y tocó el vientre de su madre.
- Mami, ¿Cuándo sabré si es hermanito o hermanita?. Papá no me lo quiere decir y él sabe algo. - Sesshomaru y Kagome rieron suave y se miraron. Estuvieron de acuerdo en dejar como sorpresa el género del bebé que ambos esperaban. - No se rían, yo quiero saber. - exigió la dulce niña haciendo un puchero.
- Te lo diremos cuando sea tú cumpleaños número seis. - dijo con voz suave el peliplata. Acarició la cabeza de su hija y le depositó un suave beso en su mejilla derecha. Kagome hizo lo mismo en su mejilla izquierda. - Descansa, Hitomi.
- Dulces sueños, princesa de mami. - deseó Kagome a su pequeña con su mano en el pomo de la puerta blanca.
- Adiós, papis. Dulces sueños y cuiden mucho a mi hermanito o hermanita. - susurró antes de quedarse dormida profundamente. Ambos padres sonrieron al cerrar la puerta.
- ¡Oh! Parece que alguien nos desea dulces sueños también. - sonrió Kagome.
- ¿Se está moviendo otra vez?. - Sesshomaru se apresuró en colocar su mano en el vientre de su esposa. Su bebé comenzaba a moverse en su primer día después descrubrir que podía hacerlo. - Lo está haciendo.
- Lo ha hecho muchas veces hoy. Hitomi se sorprendió mucho cuando lo sintió. Cuando comenzaste a contarle el cuento a Hitomi se estaba moviendo mucho. Es como si dijera: mí papá está diciendo algo. ¡Quiero salir y escucharlo mejor!. - sonrieron ambos. Sesshomaru bostezó seguido por Kagome.
- Es hora de dormir también para nosotros dos. - sonrió tomando con delicadeza la mano de su mujer.
- Querrás decir tres. - señaló su vientre y sonrió.
- ¿Se calmó?.
- Sip.
- Tal vez duermas mejor hoy. Ayer ambos pasamos una mala noche en la sala. - se colocó detrás de ella y besó su cuello. Caminaron hasta estar acostados en la cama. Sesshomaru la abrazó a su pecho con cuidado de no aplastar el vientre de su esposa.
- Tan sólo deseo que nazca muy fuerte y saludable como lo hizo Hitomi. No me importa que me dé malas noches o los demás problemas que suelo tener. - cerró sus ojos y colocó su mano sobre su vientre. Sesshomaru hizo lo mismo.
- Yo también deseo eso, mí amor. Buenas noches. - besó su frente y la miró con los ojos cansados debido al sueño.
- Buenas noches para ti también. - deseó a su esposo y ambos cayeron en brazos de Morfeo.
[Continuará]
1546 palabras.
Alguien que me lea un cuento porfa
😢😢
By: Mary__🌸
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