Aunque Mikaela no quería se vio obligada a salir del escondite, de volver al exterior y afrontar la realidad. Se secó sus lágrimas con esmero y suspiró para seguido reírse con pena y a la vez felicidad. Abrió la puerta y se encontró con el sol vivo, que la hizo apretar los ojos con fuerza por la incomodidad. Llegó al baño abandonado y se encontró con Lulu fumando mientras mira por la ventana. Fue al otro extremo y se dirigió al único lavamanos que funciona. Tomó agua y se mojó la carita, en general: se refrescó.

-Te expulsaran -escuchó decir una voz a su lado, apretó los labios y miró a Lulu, quien vota ceniza del cigarro.

-Lo es -sollozó Mikaela mientras vuelve a aguantar las lágrimas. Lulu suspiró y simplemente la abrazó, esperó un poco a que la vulnerabilidad de Mikaela hiciera efecto y esta aceptara su abrazo. Por la espalda sonrió maldadosamente.

-Tranquila... No pillaron a Lucy -susurró Lulu y le acarició el cabello a Mikaela.

-¿Por qué eres amable conmigo? Tú... Tú siempre has sido mala -suspiró Mikaela entrecortadamente.

-Te diré por que -susurró Lulu y Mikaela la miró fijamente-. Lucy ahora es muy popular. Y no quiero que tenga buena suerte... Tú le gustas y a ti te gusta, ¿verdad? -dijo y en ese momento Mikaela abrió los ojos con inmensa impresión.

-¿Y-Yo...? ¿Yo le gusto? -preguntó Mikaela con desesperación, sus ojos se llenaron de lágrimas de felicidad y Lulu la miró con asco.

-Ella me lo dijo... Se que es difícil de creer siendo... Bueno, tú -dijo Lulu con desprecio, pero fue como si Mikaela no escuchara esto, simplemente no le importó, siguió llorando de felicidad-, pero sí, le gustas... Y pues... entre ella y tú no pasará nada, no dejaré que sea feliz, me cae mal y es desagradable -dijo y Mikaela no procesó, simplemente no entiende como alguien puede ser tan cruel y envidiosa.

-No puedes hacer nada... Aparte ella se da cuenta de la máscara que llevas puesta, de la clase de amiga, si es que así te puedes llamar... que eres.... Ya no engañas a nadie Lourdes... Al único que engañas es al pobre de Mateo -dijo Mikaela y por primera vez intimidó a alguien, pero fue por poco, al contrario, logró enojar más a Lulu, quien le jaló el cabello con fuerza y se acercó por completo a ella. Mikaela se quejó y suplicó.

-¿El negro de la clase? ¿Sabes lo que me vale? -dijo Lulu burlona y se rió en su cara, Mikaela deseó taparse los oídos y ya no escuchar ni ver a ese despreciable humano que la tiene totalmente inmovilizada.

-Él es morenito... Y es un ángel... ¿Qué pasaría si le digo como lo has tratado? ¿Qué pasaría si le digo a Pool que lo engañaste con su mejor amigo? ¿Qué pasaría si le digo a los profesores que te robaste los resultados de dos exámenes?... ¿Qué pasaría si le digo al director que te acostaste con el coordinador Carlos?

-¿Le van a creer a la huérfana enfermita que se duerme, escapa en las clases y que tiene un hermano drogadicto? -rugió Lulu mientras Mikaela llora y se va debilitando cada vez más.

-Isaac... no es ningún drogadicto... Y es mi medio hermano... Ser huérfana y tener una enfermedad no es un defecto... y para tu información me escapo de clases para ir a besarme con Lucy, perra -susurró Mikaela antes de desfallecer bajo los golpes de Lulu.

Fue un suicidio, pero vaya que se desahogó. Por un momento sintió que tuvo el mundo a los pies.

El segundo receso terminó, Lulu volvió a la sala tranquilamente y fue a su puesto con Lucy.

-¿Dónde estabas? -le preguntó Lucy inquiridoramente.

-Mi bebé me quería ver -mintió Lulu.

-¿Volvieron... otra vez? -preguntó Lucy y negó con la cabeza.

...

Inquietud, curiosidad, miedo, duda. Miles de emociones parecidas siente Lucy en este momento, no ve a su pequeña por ningún lado, teme que su princesa se haya quedado dormida en esa bodega. Ha estado más de diez minutos esperándola afuera de la escuela, mordiéndose las uñas y temblando por el incierto que le produce no saber si Mikaela se encuentra bien... En donde se encuentra.

Volvió a la sala, la escuela ya no tiene rastro de estudiantes salvo los que van a talleres, las aulas están vacías y empieza a atardecer. Las sillas están subidas arriba de las mesas, la conserje barre rápidamente, Lucy se iba a ir, pero justo alcanzó a divisar debajo de la banca de Mikaela un diario... un cuaderno... Un libro...

«No, es su croquera», dedujo Lucy, rápida y sigilosamente fue a sacarla y se fue con esta bajo el brazo. Suspiró y sin más abandonó la escuela.

Mientras... Mikaela espera a que su hermana la venga a buscar, después de haberla llamado llorando y haberle dicho un "recógeme por favor". Lucy ya va en el tren rumbo a su casa, suspira y recuerda lo de la bodega, los gemidos de la princesa, la suavidad de sus caderas, los movimientos de serpiente, las pieles sudadas y los ojos fuera de órbita.

-Tonta -susurró Lucy a sí misma y se llevó la mano a la cabeza mientras niega con esta misma. Suspiró y miró la croquera de Mikaela, que no había soltado desde que la recogió del banco. La abrió y se encontró con una clara advertencia en la primera hoja.

PROHIBIDO LEER

«Okey, okey... Solo le echaré una miradita», se dijo Lucy decidida. Tragó saliva y abrió rápidamente cualquier página.

Cúmulos: Sencillamente algodón en el cielo. Es el tipo de nube en el que te puedes pasar horas viendo formas de todo tipo.

Y lo que siguió y maravilló a Lucy fue el dibujo abajo de la descripción de Mikaela. Con ese boceto Lucy se convenció del talento de Mikaela. De lo único que es su estilo, de lo maravillosa que es.

Es realismo mezclado con la más pura fantasía. Son trazos perfectos y prolijos pero disparatados. Combina todos los colores sin dejar ninguno de lado, pero todos se ven pálidos. Es la anti poesía hecha un estilo de dibujo.

«¿Dónde estabas metida princesa?... Donde...»

Muchas gracias por leer.

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-Dolly