1 "Lucy"
Con la vista fija en un ciprés, la mano en su mentón, sus ojos azules llorosos, el cabello -que mojado no deja ver lo rubio y claro que es-, Lucy, va viendo por la ventana del tren camino a su primer día de clases en la nueva escuela enojada, angustiada y triste.
-Papá dijo que te dijera esto -dijo Heiko, su hermano mayor, quien aunque está sintiendo lo mismo que su hermana en este momento, parece, aunque sea un poco; algo optimista. La chica miró al que esta sentado frente de ella con los brazos cruzados. La chica levantó las cejas esperando a que hablara-, hay un taller de artes, sabes que es una de las mejores escuelas de la ciudad, los talleres deben ser muy buenos, ya sabes... Podrías inscribirte -dijo Heiko, que vagamente intenta alegrar a su hermana, ella se sentó bien, tiró su cabeza hacia atrás y suspiró, el alto chico que en comparación a su hermana tiene el cabello más bien café claro, se sentó al lado de Lucy, quien aguanta las lágrimas de impotencia y rabia. Enredó su brazo en el de su hermano y dejó caer su cabeza en su hombro.
Él y ella son igual de sensibles, igual de reservados y distantes con las personas. Se aman profundamente, se cuidan el uno al otro. Las únicas dos personas a las que ama Lucy es a Heiko y a su padre, Alfredo. Las únicas dos personas a las que ama Heiko es a Lucy y a su padre.
Llegaron a la estación donde deben bajarse. Lucy miró al cielo y apreció el nublado día, sombrío y helado. Heiko se sacó su bufanda amarilla y se la enrolló a Lucy dejándole a la vista solo esos ojos azules, opacos y aterradores, con ese iris diminuto. Salieron de la estación, caminaron por una calle, Heiko sabe la dirección, Lucy solo lo sigue. Doblaron y vieron, la entrada de su nueva escuela. El último lugar al que esos dos quisieran entrar. Por el estacionamiento, comenzaron a caminar. Tiene lo que cualquier escuela tiene: chicos y chicas. Rápidamente, algunas miradas se posaron en los dos desconocidos que habían llegado. Justo en ese momento la campana sonó.
-Entonces Heiko y Lucy -dice una secretaria desde su escritorio, con los hermanos frente a ella. Escribe sus nombres en una hoja y busca los cupos de los cursos.
Pronto ya los ubicó en los respectivos niveles. Se paró y los guió a sus nuevas salas. Lucy maldice sin parar en su cabeza, deseando estar muerta en vez de esto. Heiko ya lo ha aceptado, ya no siente rabia, solo se siente frustrado. Se separaron en uno de los pasillos. Heiko dobló por uno y la miró por última vez.
"Ve", Lucy leyó los labios de su hermano y esbozó la primera sonrisa del día, la única probablemente, que más bien pareció una mueca.
-Aquí es, si tienes alguna duda o consulta ya sabes dónde encontrarme. Estoy disponible en mi oficina el primer receso -dijo la secretaría amablemente abriendo la puerta de la sala.
-Gracias -dijo Lucy por educación.
La profesora aún no ha llegado, hay una bulla muy fuerte. Lucy se incomodó rápidamente al sentir tantas miradas sobre ella. Solo siguió con su rostro serio y buscó con la mirada algún lugar para sentarse. Cuando finalmente lo diviso, fue. Al medio en la fila de la derecha, al lado de la ventana, sola. Desea que no sea el puesto de alguien más. La bulla sigue, ahora están muchos enfocados en la chica, que parece estar realmente enojada, que simplemente ignoró a todos y entró a esa sala sin mirar a nadie.
-Henry te va a echar -escuchó la rubia atrás de ella, volteó y comprobó que una chica muy blanca la mira, advirtiéndole.
-¿Dónde entonces? -le preguntó Lucy sin poder sonar aunque sea un poquito, amable. La blancucha chica golpeó el lado derecho de la banca donde esta, sonriendo. Lucy se paró, tomó su mochila y la arrojó donde la chica le ha indicado, bruscamente se sentó.
-Lulu -dijo la pálida estirándole la mano.
-¿Lulu? -fue lo único que dijo Lucy, con el ceño fruncido. Lulu asintió risueña.
-Lourdes, Lulu -dijo moviendo su cabeza de lado a lado.
-Lucy -respondió Lucy seca, que no entiende por qué no le ha caído mal a la extraña. Apoyó su cabeza en su mano de nuevo y simplemente miró hacia el frente sin cambiar su expresión de seriedad en ningún momento-. ¿Que toca ahora? -preguntó Lucy, intentando vagamente remediar su actitud de hace un rato.
-Historia -respondió Lulu, la rubia asintió. La miran, ella solo los ignora, ya siente rechazo hacia la gran mayoría, sin siquiera conocer a esas personas.
Por la puerta entró un chico, un chico moreno que, sin poder evitarlo, Lucy miró y pensó en lo adorable de su apariencia. Algo que ama Lucy es eso, las personas que tienen algo, algo a simple vista. Algo único. Algo que por ejemplo con esa secretaria no vió. El pequeño moreno caminó y se sentó delante de ellas al lado del puesto en que Lucy había estado hace solo unos instantes. Se dio vuelta para colgar su mochila con el ceño fruncido.
-¿Henry no ha llegado? Le tengo que devolver esos apuntes -preguntó el chico a Lulu.
-No -respondió Lulu. El chico asintió y luego volteó a ver a Lucy, que inmediatamente posó sus fríos y penetrantes ojos en los de él, brillantes y negros, como dos bolitas de porcelana negra. Luego rápidamente miró a Lulu quedándose un poco asustado ante esa mirada tan oscura, siendo que el color es uno hermoso-. Es Lucy -dijo Lulu al chico, el asintió y sonrió tímido-, él es Mateo -dijo presentándolos. En definitiva la presentación más extraña de todos los tiempos.
-Hola -dijo el chico amablemente.
-Hola -dijo Lucy bajando la vista, volviendo a cerrar su boca. Mateo solo le sonrió a Lulu, estos dos solo se quieren reír de la extraña y tenebrosa actitud de la chica, luego simplemente volteó al sentir la llegada de la profesora. Chicos y chicas aún seguían llegando, ya son muy pocos los que se preguntan por la desconocida.
-Buenas tardes alumnos -saludó la profesora.
-Buenas tardes -respondieron en conjunto todos los de la sala menos Lucy. Que sigue sumergida en sus pensamientos y con la vista perdida en la mesa.
-Buenas tardes señorita -dijo la profesora a Lucy, hubo un silencio y muchos voltearon a ver aquella persona la cual la profesora se dirige. Lucy levantó su vista.
-Buenas tardes -respondió, como siempre seca.
-¿Usted es Lucy Miller? -preguntó amablemente la profesora a Lucy.
-Sí.
-Bienvenida, espero te integres y puedas llevarte bien con todos -dijo finalmente la profesora al notar que no iba a poder interactuar una plática ni presentación más completa con la chica, que solo asintió y sonrió forzosamente.
Lucy paso la clase así, intentando enfocarse en la profesora, escribiendo, se concentró en hacer sus apuntes lo más bonitos que pudo, algo que ama, la estética, los dibujos, dibujar, el arte, la belleza. Le fue prestando lápices a Lulu a medida que esta le iba pidiendo, ella aun no entendía la amabilidad de aquella chica, pero se sentía decepcionada de ella misma al notar lo feo y mala que es su actitud.
Tocaron, la sala se fue desocupando rápidamente, Lulu la llevaría a conocer la escuela. Iban por el pasillo mientras Lucy se preguntaba cómo le abra ido a Heiko. Notó que unos chicos la miraban sonriéndole, ella solo los ignoró. Giró y vio como un chico tomaba de la cintura a Lulu, plantándole un beso en los labios, Lucy dedujo que eran novios.
-¿Dónde está el baño? -preguntó Lucy a Lulu.
-Bajas al primer piso, vas a ver la cafetería y al lado están los baños -respondió como siempre, muy amable Lulu. La rubia asintió y siguió las indicaciones de la pálida.
Llegó, lo primero que notó fue lo iluminado que es, frió y solitario. Se metió a uno, hizo sus debidas necesidades y salió dispuesta a lavarse las manos. Grande fue su sorpresa al notar que de la llave no corre agua, intentó en las otras llaves tres que hay, pero nada. Lucy frustrada y enojada bufó, dio vuelta por un pequeño corredor y llegó a la otra parte del baño.
-¡¿Pero q...?! -exclamó Lucy sin poder terminar por quedar tan perpleja y extrañada ante la escena que se plantó en sus ojos.
Al final del corredor, al lado donde están los cubículos, yace una chica en el piso sentada con la espalda en el muro, la cabeza apoyada en la parte de los lavamanos, las piernas estiradas hacia un lado, los ojos cerrados, la boca semi abierta, su delgado cuerpo cubierto por un vestido blanco con vuelos y sus pies calzados con botas de agua. Al lado de su pequeño cuerpo hay un polerón tirado en el piso.
Lucy, en shock dedujo que está durmiendo y se calmó un poco, ya que su primera impresión había sido a ver encontrado una chica muerta en un baño donde solo estaban ella y la finada.
Lucy sintió calor en sus mejillas y una sensación en el pecho que nunca había experimentado. No podía despegar sus ojos de aquella hermosa criatura, que simple y extrañamente solo estaba dormida profundamente, en calma.
Cuando por fin volvió en sí, logró notar que la había quedado viendo una eternidad. Lucy giró y volvió a la misión de lavarse las manos, abrió la primera llave, nada. Se corrió a la siguiente, nada. La siguiente, nada. Cada vez, se iba acercando más a la criatura. Hasta que finalmente llego a la última, a escasos centímetros de la criatura. Tuvo que separar y esquivar las delgadas y huesudas piernas de la joven a su lado, abrió la llave y... ¡Bingo! Corría agua de esta. Se lavó las manos con aquella agua era fría y sintió escalofríos. Escuchó una queja meliflua que retumbó como un eco en los oídos de Lucy, proveniente de la criatura, que aunque a Lucy le había parecido realmente bella, pensaba en lo tonta, rara y extraña que era, preguntándose: ¿A quién se lo podría ocurrir dormir en un lugar como este? ¿Acaso es retrasada?
La pequeña fue despegando sus ojos lentamente y se quedó mirando al frente sin reaccionar, sin entender nada, parece estar perdida, pero en otro mundo. Le ha caído agua en su mejilla, agua de la tubería rota que esta conectada al lavamanos que estaba utilizando Lucy. Subió su vista y se encontró con la rubia. Su corazón se detuvo por tres segundos y quedó encandilada ante aquella chica preciosa, alta, con el cabello color sol y fría mirada.
-Si serás estúpida -dijo Lucy despectivamente hacia la muchacha, que sigue embobada contemplando aquella belleza turbia, tenebrosa y oscura.
Vio cómo se fue estilando sus manos en el aire. Frotó sus ojos, se paró de la fría cerámica que le había congelado la espalda y el trasero y tomó su polerón. Saliendo esbozo una delicada sonrisa, recordando a la hermosa chica de la cual, aunque la había tratado como escoria, que aunque la había tratado cruel y vilmente...
Ya se sentía profundamente enamorada.
¡Hola bella personita! Soy la autora. (Un dato, esta historia está en el mismo universo de "¡Tú eres mi pendejo!"). La verdad esta historia se me vino a la cabeza de la nada. Amaría saber que te pareció.
Muchas gracias por leer, no olviden votar y comentar.
🌸🌸🌸
-Dolly
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