T R E I N T A Y U N O
LUKA
—¡Buenos días!
Fulmino a Denny con la mirada cuando se digna a despertarse tan contento. Estira sus brazos para quitarse la pereza completamente y luego voltea a mirar hacia mí que estoy arrinconado en el borde de la cama que me dejó libre.
—Te detesto.
—¿Qué haces tan en la orilla? —pregunta sorprendido y omito las ganas de darle un puño—. Te puedes caer.
—Eres una porquería de compañero, no me dejaste más cama que este pedacito.
—¿En serio? —Pule un gesto sorprendido—. Nunca me muevo tanto. Debe ser mi subconsciente que sabe que no eres Gabriel y te repele. Todo yo soy fidelidad, ¿ves?
Ríe animadamente y yo me limito a mirarlo tan mal como mis facciones permiten. Me muevo un poco hasta el centro de la cama ya sabiendo que el idiota no me va a golpear pero siento un dolor en mi cuello que me obliga a gruñir por lo bajo y a sentarme. Renuncio a intentar descansar algo. Puto Denny.
—Te detesto —repito.
—Vamos, no seas gruñón, así no vas a enamorar a Cinthya.
Agarro la almohada más cercana y se la lanzo con toda la fuerza que puedo; al tomarlo desprevenido le he dado en toda la cara y se tambalea.
—Sigue diciendo esas estupideces y así ella me sacará de acá a patadas.
—No eres una persona amante de las mañanas, ¿eh?
Sin cambiar su buen humor se levanta casi bailando de la cama. Busca un suéter porque ha dormido con una camiseta sin mangas y en este momento el ambiente es gélido. Me levanto también y como si fuera sincronizado empezamos los dos a tender la cama lo más decente posible. Mi teléfono, que está sobre la mesita de noche junto a Denny suena y él por reflejo lo toma.
—Chismoso.
Mira la pantalla y entrecierra sus ojos a mí mientras me lo tiende.
—Es un mensaje de Denisse —dice con desdén—. Luka Greisnar, si me dices en este momento que sigues saliendo con ella te lanzo por la ventana ya mismo.
Hago un gesto de asco y niego con la cabeza mientras ignoro deliberadamente el mensaje que ha llegado.
—Estoy a un par de mensajes de una orden de restricción.
—Estás demorado para la orden de restricción.
Junta sus cejas al medio y eleva un poco su labio superior.
—Así que ese es tu gesto de odio —digo, mirándolo con exageración—. Quién diría que Denny sí es capaz de sentir odio.
—Esa bicha se lo merece. Bloquéala, demándala, dile que pinta un bosque y se pierda.
—Qué maduro, gracias por el consejo.
—No sé qué diantres le viste a esa. Vale, que tu expediente de mujeres es largo pero Denisse es tu peor decisión y elección. ¿En qué pensabas?
Me encojo de hombros, sin siquiera saber realmente qué pensaba al salir con esa loca.
—No sé. En mi defensa, al comienzo no lucía demente.
—Quizás te hizo un amarre.
—Pues se le dañó rápido.
—Es que ni con amarre esa loca es deseable... internamente porque externamente la demente sí enamora.
Suelto una carcajada y dejo de nuevo mi teléfono sobre una mesita, no me apetece responderle a Denisse, ni siquiera mirar su mensaje que lo más probable es que sea otra petición para vernos o para volver, cosas que no sucederán ni con magia negra.
—Bien, ¿cuál es el plan de hoy entonces? —Cambio de tema.
La sonrisa de Denny es malvada y pícara, a veces me aterra un poco esa mente que tiene y la capacidad de esconderla en una sonrisa infantil con mirada inocente.
—Me iré y tú deberás mirar qué hacer a solas con Cinthya.
—Si le dices que te irás, se irá contigo, genio. —Lo observo y me sonríe de lado—. No le dirás, ¿verdad?
—Verdad.
—Esto no me gusta. Esto de haber venido... no sé, como que me arrepiento un poco. Caro es demasiado gentil para decirme de frente que no me quiere acá, pero su... actitud, quizás es de que no me quiere acá... en absoluto. ¿Has pensado en eso? Tú solo insistes e insistes pero con todo respeto, esto no te incumbe y puede que la estés fastidiando.
Mi voz ha sonado baja, confidencial, con toda la intención de que nadie más que él escuche; no sé si Caro ya se levantó pero el apartamento no es enorme como para poder tener una super privacidad al conversar. Es cierto que vine con optimismo luego del estúpido plan de Denny pero por el gesto que puso cuando me aparecí en el restaurante deduje que no era una grata sorpresa. No estaba esperando brazos abiertos tampoco, pero no creí que me sentiría mal de esta pseudo emboscada.
Anoche fue lindo hablar con ella y no lucía ni recelosa ni con ganas de mandarme a mi casa por siempre pero sigue pensando que Denny estará con nosotros, creo que solo a eso se ha atenido para seguirme dejando quedar incluso en su apartamento. A este punto, prefiero mil veces que Denny se quede a hacerla sentir incómoda.
—Yo no soy un ser humano sin corazón ni consideración, me ofendes. Así como he hablado contigo, he hablado con ella...
—Sí, convenciéndola de que nos debemos algo, me lo dijo. ¿De dónde sacas tanta basura?
—¿Cuándo te lo dijo?
—Anoche. Alguien me pateó en la cama así que salí y ella tampoco podía dormir y charlamos un rato.
Denny blanquea los ojos.
—Bien, no preguntaré de qué hablaron. El punto es que he hablado con ella de muchas cosas, entre esas cosas, tú, y sé que no le molesta que estés acá.
—¿Qué te dijo de mí?
—Soy un buen amigo y no revelo secretos.
Levanta del suelo la almohada que le había lanzado y la pone en su lugar, dando por terminado el arreglo de la cama. Sale de la habitación y camino tras él, al cruzar el diminuto pasillo escuchamos el sonido de trastes en la cocina. Llegamos hasta Carolina que aparte de tener un par de ojeras pequeñas y el cabello desordenado, luce preciosa con su pijama plagada de huellas de perro.
Denny se acerca y le da un confianzudo abrazo; dadas las circunstancias, me limito a apoyarme en el mesón y saludar con la mano.
—Buenos días. ¿Qué tal amanecieron? —pregunta Caro. Denny le sonríe y la suelta para tomar una taza del estante de la pared—. Me dijo un pajarito que duermes como un demente bailando break dance.
—El pajarito exageró.
—Al pajarito le duele el cuello y la espalda, no exageró —espeto.
Ambos ríen y Caro me ofrece una taza humeante que no dudo en recibir.
—Pues yo tampoco dormí muy bien —admite.
—Parece que el único que durmió como la princesa del cuento fue Denny.
—Y me siento super con eso, gracias. —Salimos todos de la cocina y nos acomodamos en el comedor. A esta hora le da el sol de lleno al lugar por lo que hay un calor agradable—. ¿Qué hora es?
—Pasadas las nueve —dice ella—. ¿Qué hacemos entonces? Yo iré al cementerio primero, pero si no me quieren acompañar, está bien, podemos vernos más tarde.
—Por ahora terminaré mi café —evade Denny—. Cuando ya estemos bañados y vestidos veremos qué hacer.
La televisión está encendida a un volumen muy bajo pero se alcanza a escuchar levemente el noticiero. Denny y Caro se quedan mirando la pantalla mientras beben de sus tazas, ambos tranquilos y sin aparentes preocupaciones en la cabeza; por mi parte me quedo mirando —sin darme cuenta— fijamente a Carolina. Tiene un gancho en la parte central de la cabeza que ya no le sujeta casi cabello; sus uñas tienen un esmalte verde descascarillado y lleva una cadena plateada que se pierde en su camisa de la pijama. Me encuentro sonriendo como un tonto de solo mirarla porque su imagen me encanta, esa sencillez que la caracteriza y esos ojos chocolate que solo pueden transmitir cosas lindas.
Caro se percata de mi mirada y gira abruptamente a verme con una ceja enarcada, atajo la risa nerviosa apretando los labios y le sostengo la mirada hasta que se sonroja un poco y desvía el rostro. Noto que Denny nos mira el uno al otro por varios segundos pero opta por no decir nada al respecto.
—Me bañaré yo primero —manifiesta—. No tardo mucho. No hagan males mientras están solos.
Con su sonrisa pseudo amenazante nos deja en el comedor; igual que esta madrugada, ella está en un extremo y yo en el otro. Carolina deja su taza audiblemente sobre la mesa y se reclina en su silla hacia atrás.
—Entonces, Luka... —dice de repente—. Ya que no tengo el peso del cansancio, el insomnio o el fastidio en la cabeza, te voy a preguntar algo.
—Bien.
—Tú trabajas en una empresa, ¿correcto? —asiento—. ¿Estás de vacaciones o te dieron permiso por hoy?
—Me dieron permiso.
Eso es casi cierto aunque realmente me tomé el permiso por la derecha y llamé a decir que moría de fiebre. Tendré que pagarle a un amigo que conozco para que me haga una incapacidad médica, pero ya me ocuparé de eso mañana.
Caro asiente para sí misma, con unos ojos medio cerrados, como si estuviera organizando su siguiente pregunta.
—De acuerdo, ¿por qué un arquitecto pediría permiso y se iría un fin de semana a darle una emboscada a una vieja amiga? Son preguntas que me planteo. Amo a Denny pero no creo que tenga el poder de convencimiento total para obligar a alguien como tú a venir... ¿sin motivo? ¿qué haces acá?
Otra de las cosas que me han sorprendido de esta versión 2.0 de Carolina es lo directa que puede llegar a ser; se ha vuelto confiada y sabe que sus preguntas, importantes o no, tienen el derecho de decirse en voz alta y de recibir respuesta.
—Creí que anoche ya lo habíamos hablado.
—Creí lo mismo, pero lo estuve pensando y la verdad es que no. ¿Un helado? Vamos, dime tu verdadera razón. Denny tanteó la posibilidad de que quisieras sacar a tema el pasado y hablarlo, pero ¿crees que es realmente necesario?
—Amaneciste bastante directa —bromeo.
—Me evita incomodidades a futuro —responde con media sonrisa—. Responde.
—¿No crees tú que muchas cosas quedaron inconclusas?
—No, no, no. No me voltees la pregunta. Responde, eres un adulto.
Caro se inclina hacia adelante y aguarda con sus cejas enarcadas y determinación en las pupilas. Bajo la vista a sus labios y la devuelvo de inmediato a sus ojos al sentir que estoy viendo cosas que no debo.
—A ver... sí creo que hay cosas que quedaron inconclusas. No considero que sea cien por ciento sin lugar a dudas indispensable hablarlas, pero mucha de la percepción que tienes de mí o que pudiste tener de mí depende de esas cosas inconclusas. —Dejo mi taza también sobre la mesa y la miro fijamente—. Ahora sí, tu turno, ¿qué crees?
—Tuve tiempo de pensarlo anoche y sí, hay varias cosas que me quedaron en duda con tu manera de actuar. No digo que yo no me equivoqué, porque lo hice también, pero me quedaron muchos porqués atorados en la mente.
—Tenemos todo el día, quizás eso es lo que te debo: respuestas.
—Bien. Admito que me tomaron por sorpresa cuando llegaste y también admito que por un segundo quise irme para no ver a ninguno de los dos.
—¿Pero?
—Pero siento que de evadirte ahora, de algún modo nos volveremos a encontrar y bueno, ¿para qué posponerlo más? Si la vida nos puso juntos a miles de kilómetros de acá, hallará la manera de estrellarnos nuevamente ahora que sabemos que estamos a solo un par de horas de distancia. —Sonrío al escuchar tal firmeza en su voz. Puede que no haya sido mala idea después de todo haber venido—. Solo una aclaración, regla, punto o norma, como quieras llamarlo.
—Escucho.
—Sin importar los rumbos que toma la conversación, las cosas entre tú y yo siguen exactamente iguales. Hoy somos amigos y saldremos todos como amigos pero al final del día, bueno, tú volverás a tu casa, yo a la mía y no tendremos mucho más de qué hablar, excepto cuando hablamos de nada por mensajes, eso no cuenta. En resumen, todo lo que tenga que ver con nuestro pasado se cierra hoy definitivamente, vamos a abrir temas y a sellarlos luego para siempre y eso incluye que hables con Gabriel y lo obligues a no volver a sacar el tema cuando yo vaya a su fiesta de compromiso y todo eso. No hay una persona más indiscreta e inoportuna que él y quiero amarlo y ponerme feliz por su vida pero que no hable más de nosotros. —Me sonríe de lado; ella está con el rostro hacia el sol y sus ojos se han tornado amielados, preciosos—. ¿Estamos?
Mentiría si digo que no me afecta en absoluto esa manera de decir las cosas. Está dejando más que claro que ni con un milagro voy a tener la más mínima oportunidad de ni siquiera una amistad cercana con ella; está dispuesta a escuchar y a hablar pero eso es todo... eso es lo más lógico, idiota, ella ahora te ve con ojos diferentes.
Eso lo veremos. No vine a arruinarle nada, pero sí a luchar por ella o al menos para tantear un espacio en su corazón para mí. Casi puedo escuchar en mi mente la voz de Denny diciendo si ella estuviera cerrada al cien por ciento de las posibilidades, no estaría acá contigo y eso basta para que mi ánimo no decaiga.
También escucho la voz de Gabriel con su vas a dañarle el matrimonio por un capricho, no seas una porquería, pero la ignoro.
—Estamos.
Hoy se cierra todo lo que tenga que ver con nuestro pasado, lo que significa que tengo quince horas para que se acuerde de que me quiso.
—Podemos intentar ese juego de niños de veinte preguntas para llenar esa conversación que me debes. ¿Qué te parece?
—Me parece bien. Empieza.
—¿Por qué no te gusta el tomate en tu hamburguesa?
Su sonrisa burlona estalla en una risa completa cuando termina de decirlo. Me río de igual forma recordando que gracias a ese detalle es que crucé palabras con ella por primera vez.
—¿Esa en serio es tu primera pregunta?
—Mi percepción de ti cambió cuando supe que no te gusta el tomate —explica, con una seriedad y trascendencia tan firme como fingida.
Nuestros ojos se encuentran en el punto medio y se quedan allí por varios segundos hasta que yo sonrío y asiento, dispuesto a darle su respuesta.
—El olor del tomate me da náuseas —confieso—. Cuando era niño a mi abuela le regalaron un costal insano de tomates, una vecina había ido a una finca y trajo un montón, en fin... el punto es que por esa época mi abuela hizo tomates de todas las maneras y preparaciones posibles, eso duró casi tres semanas y llegó el día en que le tomé asco al tomate puro, el solo olor... eeuugg.
Un estremecimiento me recorre erizándome los vellos de los brazos de solo recordarlo; miro a Carolina que se está burlando a sus anchas a mi costa.
—Bien, uno de los huecos de mi pasado ha sido llenado —bromea.
Denny llega por el pasillo con solo la toalla envuelta en su cintura y su cabello escurriendo.
—Tú te tomas muy a pecho lo de "siéntete como en tu casa" —le digo.
—Sí, tienes razón. En este apartamento no andamos semidesnudos, qué falta de respeto —apoya Carolina en tono socarrón.
—Deberían, se siente una libertad genial. —Carolina y yo blanqueamos los ojos al tiempo—. ¿Podemos comer algo de la cocina?
—Claro, lo que quieran. Ahí sí siéntanse como en su casa. —Ella se levanta de su silla y deja la taza vacía dentro de la cocina—. Iré a bañarme yo.
—Te haré desayuno, corazón —le dice Denny.
—Que quede sabroso, por fa, no como huevos quemados.
—Pobre y exigente —murmura Denny por lo bajo. Caro al pasar le da un manotazo—. Veré qué puedo hacer con tu esquelética despensa.
—Invitado y exigente —digo yo—. Fastidioso.
Denny espera a que Carolina vaya a su habitación, tome sus cosas de aseo y luego se pierda en el baño para caminar casi corriendo hasta mí y empieza a hablar en voz baja.
—Es ahora. Me voy a vestir y me voy mientras ella se ducha, luego le dices que tuve una emergencia.
—O que huiste, ella lo creerá más, ya se hizo a la idea de que le mientes.
—Lo que te valga más, no me importa. Ah, y hazle desayuno.
—Qué estafa, dijiste que tú lo harías.
—Es tu momento de demostrar que sirves para algo más que ser atractivo y apuesto.
—¿Me estás echando un piropo?
—Los rubios no me van, gracias, pero hay que admitir que no eres feo.
Río negando con la cabeza; Denny sigue siendo un adolescente bromista en su interior.
Estando en modo conspirativo se aleja corriendo a la habitación a vestirse. Me quedo en el comedor terminándome el café y en menos de diez minutos Denny vuelve, vestido a la rapidez y con solo su mochila de mano.
—Eso fue veloz.
—Mi maleta queda en la habitación. Tú tienes auto y la puedes llevar, me la entregas cuando nos veamos de nuevo, no importa. —Me hace un ademán para que camine hacia él y así lo hago, blanqueando los ojos ante su actitud dramatizada de super agente secreto huyendo. Abre la puerta con todo el silencio que puede pese a que se escucha el correr de la ducha, es decir que Carolina debe estar ajena a todo—. Has sido un imbécil con las mujeres los últimos quince años pero por favor, date un respiro hoy y sé inteligente.
—Gracias, yo también creo que eres buena persona.
Denny pone su mano en mi hombro ahora con seriedad y en sus ojos realmente se ve preocupación; de verdad teme que vaya a meter la pata. En otro momento me reiría de su actitud pero recuerdo las palabras de Caro "es como si él supiera algo que nosotros no y quiere que lo descubramos" y como que tiene un poco de sentido ese temor que tiene.
—Sé que las cosas están complicadas por muchos motivos —empieza, serio, mostrando por primera vez en muchas horas que es un adulto maduro—, pero no vayas a dañar esto, Luka. Cinthya lo vale... y tú también lo vales. Imagina que el mundo se va a acabar mañana, lucha por ella hoy.
—¿Cuál es tu insistencia, Denny? Estás demasiado obsesionado con esto... —Denny muerde su labio dándole todavía más sentido a la teoría de Caro—. ¿Hay algo que sepas que nosotros no?
—No... solo... —Denny resopla para sí mismo—. Ustedes dos merecen más del otro de lo que tienen ahora.
—¿Eso qué significa?
—Adiós, Luka. —Retira su mano de mi hombro y con mirada evasiva cruza el umbral de la puerta—. Haz el desayuno y no quemes nada.
Me deja con la palabra en la boca y lo veo voltear por la esquina para tomar el elevador.
Cierro la puerta y respiro hondo, por primera vez tengo un presentimiento extraño de todo eso. ¿"Ustedes dos merecen más"? ¿a qué se refiere? ¿qué sabe él de lo que merecemos o no? No es como que haya sido íntimo amigo de ella o mío; con ella tuvo mejor relación pero de todas maneras hace años no la veía... esto es muy raro.
Sacudo la cabeza, sacando esa mala espina de mis pensamientos. Tengo las siguientes horas para compartir con ella y por ahora es eso lo que importa, ya luego hablaré más tranquilamente con el loco de ojos azules.
Camino a la cocina y busco lo necesario para hacer el desayuno aunque dada la cantidad de opciones, como dijo Denny, lo único que queda disponible es hacer huevos con tocino y café. Mejor que nada.
Pongo todo en el mesón y me dispongo a encender la estufa cuando un chillido aterrado que viene desde el baño me sobresalta.
—¡¡¡DENNY, AUXILIO!!!
Dejo todo como está y camino hasta allí pero no considero prudente solo entrar así que toco con fuerza.
—¿Qué pasa?
—LLAMA A DENNY —grita de nuevo con ese terror en su voz.
—Denny no está.
—¿Cómo que...? SE MOVIÓ.
—¿Qué se movió?
—HAY UNA ARAÑA DEL TAMAÑO DE UNA MANZANA Y... ¡SE ACERCA! ¡ENTRA, LUKA...! —Evito reírme del motivo de su histeria y pongo una mano en el pomo para entrar, mas antes de siquiera girarlo, grita de nuevo—. ¡NO, NO ENTRES!
Escucho un jadeo fuerte de su parte, como si le doliera muchísimo algo y luego un estruendo metálico que por el eco del baño me llega amplificado. Mi gesto burlón se borra al imaginarme que se cayó y algo malo pudo pasar.
—¡Caro!
—¡ENTRA QUE SE ESTÄ MOVIENDO! —chilla—. ¡PERO CON LOS OJOS CERRADOS!
Arrugo la frente pero hago lo que me dice, abriendo la puerta y entrando con los ojos cerrados. Me llega de lleno a la cara la calidez del vapor del agua caliente. No sé qué hacer ahora.
—¿Y?
—Tantea la pared, ahí está mi toalla. —Cuando toco la dichosa toalla, habla de nuevo—. Lánzamela.
La tiro hacia donde escucho su voz y espero unos segundos para luego abrir los ojos. De verdad que no quisiera que la situación me causara gracia pero ver a Carolina con el pelo mojado y un par de manchas blancas de shampoo, sentada en la esquina de la ducha con la cortina sobre ella y ahora la toalla, es algo que no pensé ver en la vida. Aprieto los labios para no reírme porque pese a la situación la pobre luce pálida y mira aterrada el espacio al otro lado de la ducha, ni siquiera repara en mí.
—¿Dónde está?
—¡Se está acercando!
Camino hasta ella y en la otra esquina sí hay una araña aunque lo de que es del tamaño de una manzana lo dejo en duda.
—¿En tu mente las manzanas tienen el tamaño de las uvas? —digo sin poder evitarlo.
—SACA A ESE BICHO DE ACÁ.
—Cálmate, no te está haciendo nada.
—ME ESTÁ MIRANDO MAL. Ella huele el miedo.
No me mira para nada por tener sus ojos en la araña —posiblemente ahogada—, pero gira bruscamente el cuello a mí cuando me escucha riéndome. El espacio es pequeño; la ducha queda solo a quince centímetros del inodoro, luego está el lavamanos y la puerta. Me inclino desde donde está Carolina y con una mano hago que la araña se me suba en la otra; Caro se aprieta más contra la pared y me observa mientras pongo al bicho en el lavamanos y se va por el desagüe.
El baño se inunda de un repentino silencio y me giro a mirar a Carolina cuyos colores ya le han vuelto a la cara y con intensidad: está más que colorada.
—Ya se fue —comento—. ¿Estás bien? ¿te mordió o te quito el alma?
Reparo en este momento en que lo que sonó hace unos minutos fue la barra que sostenía la cortina pues debió halarla para cubrirse hasta que la arrancó. Sigue arrinconada en el suelo, apenas se ven sus pies y sus manos que aferran con fuerza la toalla que tiene encima.
—No es gracioso.
—No me estoy riendo. —Me saldría más honesto si no estuviera apretando los labios en una sonrisa. Carolina jadea en un lamento.
—No debo lucir muy bien desde tu punto de vista.
—Admito que jamás se me hubiera cruzado por la mente verte en la ducha... así, en estas circunstancias.
—Dios mío... —murmura por lo bajo y veo con satisfacción que se sonroja aún más—. Creo que esa araña no se fue sola.
—¿Por qué lo dices?
—Se llevó mi dignidad consigo.
Suelto una carcajada contenida que se le contagia a ella, lo que hace que el ambiente se aligere un poco. Tomo asiento sobre el inodoro y la observo con una risa burlona en mi cara.
—No fue para tanto.
—¿Luka?
—Dime.
—Te has sentado.
—Sí.
—Sigo acá en la ducha, desnuda y en el suelo.
Enarca ambas cejas, como si quisiera que yo lo notara, como si no fuera obvio.
—Sí, ¿y?
—Vete. Ahora.
—Ah, sí, perdón.
Me levanto sacudiendo la cabeza y salgo sonriendo; hoy será un día interesante.
Muchas gracias por leer ♥
No tengo ánimos de nada, pero ¡Feliz Halloween! Ojalá les den muchísimos dulces ♥
Nos leemos c:
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