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T R E I N T A Y C U A T R O

Coloco abruptamente la copa sobre la mesa de cristal y el contacto produce un sonido hueco que hace reír a Luka. Le lleno la copa hasta la mitad y la empujo un poco en su dirección.

—Yo decía lo de "embriágame" como algo metafórico, ¿sabes?

Me encojo de hombros y elevo el mentón, retándolo con la mirada para que lo beba. Sin dejar de mirarme, el líquido de la copa desaparece y hace un esfuerzo muy grande por no arrugar la frente ante el picor.

—Yo me tomo las cosas literales, ahí te informo.

Un trueno suena a lo lejos y Luka se reacomoda en la silla. Nuestros planes de ir a algún bar se fueron por el caño cuando empezó el super aguacero afuera; me estaba terminando de arreglar cuando comenzó y no ha parado por más de una hora, incluso hay granizada y así no tengo intención alguna de dar un paso fuera del apartamento, así que no quedó de otra que estar acá; destapé una botella de tequila viejísima que tenía en la nevera —la trajimos en algún momento con Santi y quedó casi llena desde entonces porque no bebimos más esa noche— y ya le he dado tres tragos a Luka. No se ve apenas afectado pero me gusta tener en mente que tengo ventaja en todo al no estar bebiendo con él.

—Y cuando ya me encuentre con menos de tres sentidos vigentes, ¿qué me vas a preguntar?

—No te lo diré.

—¿Es una pregunta indecente?

—Muy indecente, por supuesto —replico. Luka tuerce de nuevo su sonrisa y aprovecho para llenarle la copa—. Tampoco abuses, no tan rápido.

—Del uno al diez, ¿cómo vas hasta ahora en mareo?

—Uno.

—Necesitaremos más tiempo —murmuro por lo bajo—. O más tequila.

—Tenemos toda la noche.

—Pero no hay más tequila.

—¿No vas a tomarte ni uno solo?

Al resignarme a quedarnos acá en el apartamento le dije medio en chiste que eso de sacarle la verdad a punta de licor me parecía buena idea, le causó gracia pero luego le aseguré que no lo decía tan en broma. Intentó convencerme de que sin beber nada él me diría la verdad de absolutamente todo lo que yo preguntase pero me negué riendo, sin atreverme a decirle que el licor no era para que él me diera respuestas sino para que yo tomara valor de hacer las preguntas al verlo medio ido. Ya pensaré mañana en lo malvado e inmaduro que es eso.

—No. Necesito mis cinco sentidos.

—Por un trago no vas a perder ninguno —objeta. Empuja suavemente con sus nudillos la copa que acabo de servirle y hace un ademán con la palma de su mano—. A tu salud.

Miro la copa y luego a él y luego la copa de nuevo; su mirada es desafiante, ese tipo de gestos que hacen que el orgullo por dentro no se niegue a nada así que tomo la copa y la elevo en su dirección.

—A la tuya, Luka Greisnar.

Bebo el tequila y no logro disimular el ardor en la garganta que se me refleja en el rostro pero me recompongo rápidamente y lleno la copa, alejándola de mí. Luka se queda mirando el trago y alarga la mano hacia él pero no lo bebe sino que pasa su índice sobre la marca roja de labial que he dejado yo en la copa —porque ya estaba casi lista para salir y eso incluye maquillaje ya hecho—. Observa la mancha que le ha quedado en el dedo y la disipa con la ayuda de su pulgar.

—El rojo es mi color favorito, ¿lo sabías?

—Por supuesto. Si me hubiera puesto labial verde con puntos morados también sería tu combinación favorita, ¿verdad? —Blanqueo los ojos y Luka sonríe.

—No me crees ni los buenos días, ¿eh? —Me encojo de hombros—. No miento. El rojo sí es mi color favorito. Aunque admito que si te hubieras puesto verde con puntos morados, la combinación empezaría a ser mi favorita solo porque estuvo sobre tus labios.

Al terminar de decirlo se bebe la copa ya servida y aunque estoy sonriendo, en mi mente se ha escuchado un enorme bufido de incredulidad. Tengo que reconocer que puede que no esté siendo justa con el Luka actual por tener en la mente el Luka del pasado, pero no lo puedo evitar, cada palabra que él dice, una más coqueta que la otra, me entra por un oído, hace parada en mi cerebro, mi cerebro se ríe y me dice "no le creas, jaja" y luego sale por el otro oído.

—¿Por cuánto tiempo crees que puedas mantener una conversación sin sacar tus líneas de conquista?

—¿Crees que mis palabras son para conquistar?

—¿Le dirías eso de los labios a un hombre?

—Claro que no.

—Entonces sí, son coqueteo puro, profesional y posiblemente disco rayado.

Luka ríe y pone sus dos manos sobre la mesa; se había colocado una camisa de manga larga negra para salir pero estando acá se ha desabotonado los puños y remangó la tela hasta el codo, lo que le deja los antebrazos a la vista. Muerde su labio inferior y asiente para sí mismo.

—Podría llegar a aceptar algunos cargos, menos el de disco rayado.

—Me dirás ahora que nunca le has dicho eso antes a una chica.

—Sí, te lo digo y es cierto. —Niego con la cabeza y me inclino para servirle otro trago; la botella aún está más de la mitad llena y aunque sí estoy tentada de tomarme unos cuantos tragos, me abstengo—. Ya voy en dos de embriaguez.

—Aún muy poco. Toma, bebe este.

—¿Y si por cada cinco míos te tomas uno tú? Para que no sea tan injusto.

Lo pienso unos segundos mientras mantengo la mirada en la botella. Con esas cuentas yo me estaría tomando máximo cinco por veinticinco de él y no suena mal.

—Bien, pero contando desde ahora.

—Acepto.

Cuando termina de beber ese lo veo parpadear un par de veces y reacomodarse nuevamente en la silla del comedor, único espacio disponible en el apartamento a falta de una sala o mueble.

—Bien, con un dos te puedo hacer otra pregunta. Y además es relacionada con el tema que llevamos.

—Te escucho.

—¿A cuántas las llamaste Colibrí a lo largo de tu vida?

Un quiebre de un par de segundos se denota en su mirada como si esperase cualquier pregunta menos esa o como si esa le ofendiera. No es una respuesta muy trascendental la que espero y sinceramente creo que va a mentirme pero quiero escucharlo.

—¿De qué hablas? Solo a ti.

—Claro —asiento sin pizca de convencimiento, desviando la mirada al televisor que se mantiene prendido solo porque sí aunque no le estamos prestando atención.

—No me crees. —No es una pregunta.

—Bueno, a medias... puede ser que yo haya sido la única colibrí pero dentro de tu zoológico eso no es muy importante.

Luka suelta una carcajada y se levanta de la silla frente a mí para ubicarse en la de mi lado derecho, dándole la espalda al televisor. Cruzo mis brazos sobre mi pecho y le sostengo la mirada.

—No tengo ningún zoológico. Y tú sí eres muy importante.

La pregunta principal que tengo que hacerle empieza a revolotearme en la mente; tengo en mi mente varias maneras de hacerla, "¿quisiste ilusionarme a propósito o fue un afortunado accidente?", "¿siquiera sentiste algo por mí aparte del cariño de amigos?", "¿eres así de puto con todos?" y un sinfín de opciones más, unas más ofensivas que otras, pero por ahora no quiero ni insinuarlo, no estoy lo suficientemente aventajada aún para eso, esperaré a que él esté un poco más mareado y lo soltaré esperando que se ponga sincero, luego de saberlo podré borrar eso de mi cabeza y avanzar, como dijo Michi.

—Fui —le corrijo—. Tiempo pasado.

Luka se inclina un poco hacia mí sin pasar la raya imaginaria de la prudencia y no demuestra ni pizca de vergüenza al mirarme los labios y relamerse los suyos. Cuando sube hasta mis ojos, no tengo lo que se dice una sonrisa amable, de hecho me imagino con las cejas rectas y el recelo en la mirada. Omite ese gesto y me sonríe de lado.

—No. Eres. Tiempo presente.

El descaro con que esas palabras llegan a mi cabeza me impulsan a querer jugar un poquito con él ya que es evidente que con el paso de los tragos empieza a ser más confianzudo con su forma de tratarme y no precisamente en un trato como amigos.

—Hay algo que admiro de ti, ¿sabes?

—¿Ah, sí? ¿Me dirás qué?

Esta vez soy yo la que me pongo de pie y ubico mis manos sobre la mesa, me inclino hacia él hasta que mi mejilla toca la suya y mis labios rozan un segundo efímero el lóbulo de su oreja. No se mueve en absoluto y le digo en un susurro:

—La forma tan seductora en que sabes decir mentiras.

Vuelvo rápidamente a mi lugar guardando espacio entre ambos y le empujo la siguiente copa llena. Por primera vez en el día Luka me mira con algo muy diferente a amabilidad, está molesto y se deja en evidencia al cerrar los puños sobre la mesa al tiempo que frunce sus cejas. Suelta un bufido y respira hondo al beberse el trago y luego hablar:

—Mi turno de preguntar, ¿te divierte esto?

—¿El qué? ¿verte bebiendo? La verdad, sí.

—Provocarme —matiza. No puedo evitar la sonrisa de satisfacción que me adorna la cara—. Lo haces a propósito.

—¿Te estoy provocando? —murmuro, retándolo con la mirada—. No lo sabía, mil disculpas. ¿Y cómo exactamente te estoy provocando? Porque hasta donde a mí concierne, solo estoy acá hablando con un viejo amigo.

Luka me mira ceñudo y con el paso de los segundos va destensando la frente, soltando los puños y relajando la espalda quedando nuevamente relajado, lo imagino contando desde diez hasta uno en su mente. Respira hondo y concluye con una sonrisa tranquila mientras niega con la cabeza.

—No aún. Necesito estar en un seis para decirte por qué me provocas.

—¿Y en cuánto vas?

—Tres.

—¿Ya me dirás cuántas veces te has enamorado?

—Cuando esté en siete. Tú... —Se muerde el labio exhibiendo de nuevo ese gesto de querer decir algo pero arrepentirse; sirve él esta vez el trago—. Bebe.

—No llevas cinco.

—En mis cuentas sí.

—Tus cuentas están mal.

—Uno tú y dos yo ahora mismo, última oferta.

El humor coqueto se le ha ido un poco de las maneras luego de que le dije ese par de palabras al oído; su gesto ahora es amable pero se le nota en la voz que está inquieto y algo enfadado.

Michi tenía razón en un par de cosas de las que me dijo, especialmente en eso de que algo dentro de mí quiere restregarle en la cara que estoy bien y feliz sin él y sí, reconozco que me sentí genial de ver que un simple susurro lo ponía en alerta. Voy a dejar de negármelo, es evidente que Luka se siente atraído por mí y mi subconsciente quiere tomar eso a favor pese a que una parte bondadosa de mi ser sabe que la revancha por grande o pequeña que se tome, no es buena.

Asiento mirando a Luka a los ojos que ya están un poco bizqueantes y bebo el trago, sirviendo de inmediato otro para él y uno más después de que bebe ese. Esta vez el picor del licor en la garganta se le refleja sin nada de disimulo en el apretar de los párpados y el gruñido que se le escapa. Está a solo un par de tragos de quedar donde lo quiero.

—¿Nivel?

—Cuatro... y medio

—Pregunta sencilla, ¿cuál era realmente tu objetivo al venir acá cuando Denny te lo dijo? Una charla, ¿para qué? ¿qué esperas lograr con esto? No creo que haya que ser muy listo para saber que lo que se dice "mejores amigos" no vamos a ser.

Se lo piensa varios instantes con la vista fija en los puños de su camisa y al final suelta una risa entre dientes bajando aún más la mirada, no es una risa con humor, es más una que se saca cuando un pensamiento causa una lúgubre gracia.

—Uno de los motivos, no el principal pero sí el que te diré, era confirmar si eras tan maravillosa como te idealicé después de verte en Allington. Tú misma dijiste que la imaginación era exagerada y cuando te pensé al volver a casa llegué a preguntarme si lo hermosa y carismática que eras en mi mente había sido solo imaginación mía.

—¿Y hubo decepción?

—Todo lo opuesto. Cada vez que te veo eres una mejor versión de la última que tengo en mente.

Miro dramáticamente el reloj de mi muñeca izquierda.

—¡Vaya, eso fueron como... veinte minutos sin decir tus líneas conquistadoras! Felicidades, en mi mente te había puesto menos.

La risa que suelta esta vez viene teñida de dolor y murmura bajito:

—¿Qué tengo qué hacer para que me creas lo que te digo?

Mi mente responde "borrarme de la memoria que me hiciste sentir ingenua y estúpida" pero me lo guardo porque no le quiero dar a Luka el lujo de saber que en cierta medida me siguen doliendo sus decisiones. Esta vez tomo yo misma la copa y bebo un trago para quemar con el alcohol ese resentimiento líquido que me venía subiendo por la garganta.

—Responder a mi única pregunta principal, pero aún no.

—¿Cómo estás del uno al diez? —pregunta.

—Uno o uno y medio, solo he bebido tres tragos. ¿Tú?

—Casi cinco. Mi turno de preguntar. —Su vista baja a mi mano y se concentra en el anillo de mi dedo anular. Me he empeñado en dejar la mano siempre sobre la mesa para que de algún modo no se pierda la realidad... ni para él ni para mí—. ¿Qué hizo el hombre que te dio el anillo para que quisieras casarte?

Aprieto los dientes ante su tono filoso y casi ofensivo; enderezo la espalda perdiendo también el excelente humor que tenía.

—Estar para mí, apoyarme, ponerme como prioridad, no mentirme —farfullo—. Hay muchas cosas que no sabía que se brindaban en una relación hasta que él me las dio y me inspiró a dárselas también. Y me ha enseñado mucho, por ejemplo me enseñó que no debo dejar nunca que alguien a quien no le importo ni un poco me rompa el corazón.

Retrae su labio con fastidio a sabiendas de que estoy hablando de él; borracho o no, no es estúpido y si él mismo sacó el tema, se tendrá que aguantar lo que le responda.

—¿Estás enamorada de él?

—Eso no es asunto tuyo.

—No respondiste.

—Tú necesitas tu siete para decirme algunas cosas y yo necesito el mío.

La respuesta de Luka llega rápidamente y sé que viene influenciada ya por el alcohol y en parte por el rencor.

—¿Me amaste a mí?

—Más de lo que hubiera querido —siseo con un tinte de furia en la voz.

—¿Lo amas a él como me amaste a mí?

—Te faltó una pregunta, Luka.

—¿Cuál?

—"¿Te rompí el corazón?" —espeto; su gesto furioso se disuelve para pasar a uno adolorido—. Y la respuesta es la misma: sí, más de lo que hubiera querido.

Un silencio tenso nos engulle luego de que lo digo pero no diluyo mi gesto acorde a mi ánimo: enojado, rencoroso, resentido y todos sus sinónimos. Luka sirve él mismo una copa pero antes de que la tome, estiro la mano y la bebo yo sintiendo placer en el calor que me da. El silencio continúa, es un silencio de dos abrazado por ruido: el del televisor, el del crepitar de la ventana al moverse con el viento, el de las gotas de lluvia fuerte en el cristal y el de algunos gruñidos del cielo encapotado, pero silencio tenso entre ambos al fin y al cabo.

La falta de conversación se extiende por dos tragos más en que no cruzamos miradas, ambos concentrados sin ver realmente el televisor. Mi corazón está más acelerado de lo normal pero lo ataño más al licor y al calor propio que trae, que a la charla.

—No sé cómo expresarte lo mucho que lo siento —murmura tras un rato—. Me he arrepentido mucho desde entonces.

—Sí... Luka, ahórrate tus disculpas, no me sirven de nada.

—Te equivocas, sí sirven. Debes saberlo... —Su mano se ubica en la mía sobre la superficie de la mesa, haciendo que levante los ojos a él—. He cometido mil errores en mi vida pero el que me costó tu ausencia ha sido el peor y más ahora que te he reencontrado, ahora es cuando más me quema pensar en eso.

—En cambio yo ya estaba bien con todo hasta que te volví a ver —espeto—. Creo que es una broma pesada de la vida eso de traerme de vuelta los dolores, pero acá estás y acá estoy. Y si ya estamos en esta oportunidad que no se volverá a dar, pues a sacar todo. ¿Siquiera me quisiste, Luka? ¿O tu arrepentimiento es mero deber moral porque sabes que me hiciste sufrir?

—Decir que te quise es poco, Colibrí.

Escuchar el sobrenombre me rompe algo por dentro y con esas grietas se me va la compostura y las ganas de verme como la persona super feliz que ya lo superó. Me suelto de su mano y enderezo la espalda

—¿Colibrí...? —siseo—. No, no, no. Deja de mentirme. Solo... —Un gruñido sale de mis labios al no encontrar rápidamente las palabras correctas y como no las hallo, suelto lo primero que se me ocurre—. Dime que no me quisiste. Dime que me viste como presa fácil porque era ingenua... Dime... —Tomo aire y mi voz baja dos décimas— dime que no te importé, que fui una más. Dímelo, Luka, para que me dejes avanzar en paz sin seguir pensando en el pasado.

No quiero que me diga si me amó, eso era lo que yo creía que quería escuchar pero teniéndolo en frente, la verdad es que no. No quiero que me diga que me quiso en absoluto porque eso solo me hará pensar que si él o yo hubiéramos tomado una diminuta decisión diferente, hoy en día mi boda no sería con Santiago. Estoy cansada de pensar en esos escenarios hipotéticos y si él me confirma que no fui nada para él, mi mente seguirá adelante con paz, como quiero, como debe ser.

Luka se levanta y arrima su silla —con un poco de dificultad— para quedar a mi lado, se acerca tanto como el espacio lo permite e inclina la cabeza para hablarme a escasos centímetros; ladeo mi cuerpo para tenerlo bien de frente y en mi mente mi gesto es duro e inexpresivo pero solo Luka sabe si luce así o si más bien doy lástima. Toma de nuevo mis manos y con sus ojos enfoca directamente los míos.

—No voy a decirte nada de eso, no te voy a mentir.

La cercanía de Luka me revuelve todo por dentro pero no es del todo algo bueno, a la vez que siento que me despierta ese deseo que le tuve en el pasado, también me remueve los malos sentimientos y afortunadamente, por ahora esos son más fuertes.

—Te haré mi pregunta ahora —digo cuando empiezo a sentir el cosquilleo en la garganta con pronóstico de llanto; de tantas maneras que tenía planeadas para plantear mi duda, me sale la más sencilla, la más dolorosa, las dos sílabas más importantes que he dicho en la noche—: ¿Por qué?

Luka pule un gesto confundido.

—¿Por qué, qué?

—¿Por qué todo, Luka? —Comienzo a verlo borroso por las lágrimas que se me acumulan en el borde del ojo y ya ni siento vergüenza de que me vea llorando. Él se mantiene ahí, a menos de veinte centímetros de mí y con mis manos en las suyas—. ¿Por qué me besaste bajo la bandera del Orgullo? ¿por qué fuiste a la iglesia para encontrarte conmigo y luego besarme bajo ese árbol? —Intento soltarme de sus manos pero él las aferra con fuerza; mi voz sale más ronca y difusa—. ¿Por qué me abrazabas en tu apartamento cada vez que iba? ¿por qué me presentaste a tus amigos, a tu hermano? ¿por qué me incluiste en tu vida tan fácilmente, por qué me hiciste sentir parte importante de tu vida tan rápido? ¿por qué me dijiste tantas cosas hermosas si no querías nada conmigo? —Un sollozo se escapa de mis labios y las dos lágrimas finalmente caen, acompañadas por una sola que él ha botado al escucharme. La última pregunta me sale rota—. ¿Por qué me enamoraste, Luka, si sabías que yo no llenaba tus expectativas?

Luka suelta una exhalación pesada, bajando la vista y negando con la cabeza aunque parece que es más para sí mismo. Me mantengo estática en mi lugar con una parte de mi mente aún preguntando si es real estar acá con él y soltando lo que tanto tiempo retuve; si cierro mis ojos por más de dos segundos incluso puedo pensar que solo es una pesadilla.

—Yo... perdóname... Colibrí, yo no supe actuar, lo sé y merezco todo el desprecio que quieras darme pero te juro que lo lamento.

—Solo dime por qué, Luka. Necesito el motivo, lo necesito. ¿Fue tan fácil para ti jugar conmigo?

—No... —Niega efusivamente—. No, no, no. No pienses eso. Yo no quería jugar contigo. Al principio solo te veía como amiga y me gustabas pero no más, luego pasó el tiempo y empecé a quererte tanto que no supe cómo actuar... herirte es lo más estúpido que...

—¿Y tu primera opción fue hacerme sentir miserable? —interrumpo. Me suelto de sus manos y le doy un empujón que lo deja lo suficiente lejos de mí aunque su silla sigue lo más unida a la mía—. ¿No sabes "actuar" y tu primer reflejo es cagarla de todas las maneras posibles? Pudiste rechazarme en un comienzo, decirme que no era tu tipo antes de besarme la primera vez o incluso después pero no seguirme enamorando como si nada, pudiste decir que no era suficiente para ti, cualquier cosa, pero antes, Luka, antes de enamorarme. Me habrías evitado tanto dolor... Hubiera podido vivir con tu rechazo directo porque prácticamente lo esperaba desde que te conocí pero lo que hiciste fue hacerme sentir especial, querida, que importaba y luego... solo fui menos que la chica linda que llevaste a la cama cuando decías que me querías a mí, cuando yo ya estaba enamorada de ti.

Luka suelta dos gruesas lágrimas y sigue negando con la cabeza.

—No. Perdóname, Colibrí. Tú no eras ni eres menos que nadie, eres perfecta y maravillosa en cada uno de los aspectos...

—Hoy en día lo sé, Luka, pero en aquel entonces no y me pasaste por encima sin pensar en mis sentimientos o al menos en mi dignidad. Ni siquiera a una amiga se le hace eso.

Luka se inclina de nuevo a tomar mis manos pero esta vez se deshace de su silla y termina arrodillado frente a mí; como sigo sentada quedamos casi a la misma altura, solo le saco un par de centímetros.

—Lo lamento, lo lamento. Perdóname. Perderte ha sido lo más estúpido que he cometido. Lo siento. Nunca te merecí, Colibrí, pero te quise tanto, te amé tanto como no tienes idea. Duda de todo pero nunca de eso, te lo suplico.

Me reacomodo un poco y Luka queda en medio de mis dos rodillas. Verlo así con el evidente arrepentimiento en la mirada no me complace ni me deja más tranquila ni me deja sin dudas como esperé que fuera. Verlo así solo me rompe un poco más y lo odio y me odio por eso. Mis manos se separan y las coloco sobre sus hombros, las suyas pasan lánguidas a mis muslos y me mira a los ojos con ese gesto dolido y lloroso. Con el interior de nuevo quebrado, le susurro:

—Te creo.

—Me crees —murmura para sí mismo—. Me crees. Te juro que es verdad. Todo lo que he dicho hoy y desde que te vi en Allington es verdad.

—Si tan solo me lo hubieras dicho hace cinco años. —Otra lágrima desciende por mi mejilla—. Yo te amé tanto, Luka, que hubiera hecho lo que fuera por ti. Te amé por mucho tiempo luego de dejarte pero con el paso de los meses dejé de pensar en ello y me convencí de que yo no había sido nadie para ti.

—Fuiste mucho, Colibrí. Me hiciste querer cambiar y lo hice. No cambié por ti sino por mí, porque quería poder merecerte, pero cuando sentí que ya podía aspirar a algo contigo, me di cuenta de que ya era tarde.

Pienso con ironía que incluso si hubiera llegado hace un año, aún no sería tarde. Si hubiera llegado en ese lapso en el que Santi y yo no estábamos juntos, posiblemente las cosas hubieran fluido con el tiempo, pero no ahora. Ya no.

—Las cosas siempre pasan por algo. Tú y yo no estábamos hechos para estar juntos.

Luka niega con la cabeza y aun arrodillado se acerca un poco, dejando casi nada de distancia entre nosotros. Eleva la mirada vidriosa y muerde su labio inferior. El lugar está casi a oscuras totalmente, solo está el reflejo cambiante del televisor detrás de él y cuando siento que va a volver a hablar, empuño mi mano que aún está en su hombro.

—Denny sí me dijo lo mismo que a ti sobre el destino y otras cosas, pero no fue precisamente él quien me convenció de venir. Después de verte en Norgiliam y de que me dijeras que aún no era tarde para nada me decidí a buscarte, Colibrí.

Suelto una risa sin gracia alguna, es más una triste.

—¿A buscarme? Pero si ya sabes dónde estoy... No tiene caso. Lamento lo que dije, pero...

—No, shhh, no lo lamentes. Sé que tienes todo el derecho de sentir recelo y rencor, pero creo que también sientes algo bueno aún por mí y así ese sentimiento sea diminuto, quiero sacarlo y recuperarte. Déjame hacerlo, déjame intentarlo porque aún eres tan importante para mí como antes, quizás más y ahora sí siento que puedo amarte como antes no supe. Eso es lo que busco: el nosotros que perdí.

Sus palabras han salido firmes pero en susurros. En este momento tengo la ventaja que había querido desde el comienzo; Luka está ebrio y sincero y yo estoy receptiva y en mis cinco sentidos aún, esa ventaja me ha dejado hablarle con honestidad y sentir que desato los nudos de dudas y odio que tenía atorados en el alma desde hace años. Puede ser porque estoy segura de que ya no está ni pizca de sobrio pero le creo cada cosa que dice, incluyendo lo último, eso de que está listo para amarme, no obstante mantengo que ya de nada sirve.

—Creo que siempre habrá algo que me atraiga a ti, Luka, pero esto no es un cuento de hadas y ya no estoy para dejarme llevar por atracciones pasajeras.

—Sí sientes algo por mí.

—Siempre lo haré —confieso—. Fuiste mi primer amor y aún con todo no puedo ni podré odiarte. De todas maneras "sentir algo por ti" quizás es demasiado, o al menos a como tú lo escuchas. No agrandes un cariño fantasma creyendo que te puedo amar ahora. Las cosas cambiaron. Yo cambié y tú lo hiciste.

Destenso mi puño y paso mi mano afectuosamente por su cuello, él cierra los ojos dos segundos ante el contacto y luego responde:

—Sí puedes. Déjame intentar recuperarte —repite—. Déjame enamorarte de nuevo.

La combinación de palabras que ha escogido me dejan de nuevo con una mezcla de sensaciones buenas y malas por dentro, solo que en esta ocasión luego de suspirar, la balanza me inclina más a las buenas, a las placenteras, a las de añoranza. Mis manos viajan solas hacia sus mejillas, siento en mis palmas unas suaves cosquillas hechas por los vellos de su barba y dejo de mirar sus ojos para intentar enfocar sus labios entreabiertos.

Tenerlo tan cerca me hace despertar un deseo grande de todo lo que él representa, hablar del pasado me trae a la mente la imagen de él besándome tantas veces pero ya no recuerdo la sensación y quiero recordarla, quiero guardarla y saber si después de tantas bocas que he besado luego de él, sus labios siguen sabiendo igual.

La física actúa sola y como si se tratara de un imán inclino mi rostro hasta que logro besarlo.

El primer contacto es de un par de segundos, es estático y sorpresivo porque no lo tenía planeado, solo pasó. Sus labios están más fríos que cálidos y se siente el regusto del tequila, que debo admitir, no me desagrada en absoluto. El sonido del choque de labios me retumba en los oídos durante el segundo que tarda él en responderme el beso acercándose de nuevo y atrayéndome a él subiendo sus manos a mi cuello.

Suspiro con su boca adherida a la mía con esa satisfacción de probar un sabor favorito luego de años de creer que jamás lo volvería a saborear. Sus labios siguen siendo expertos, atrevidos, sin nada de timidez o recato y funcionan en mí como un chispazo que me enciende todo el cuerpo. Enredo mis manos en sus cabellos y lo atraigo más a mí como si fuera necesario. No tardamos nada en encontrar un ritmo que nos envuelve a ambos con igual de intensidad porque con él nunca fue complicado buscarnos el punto medio de satisfacción.

Antes pensaba que sus besos eran maravillosos y que los de cualquier persona serían iguales en cierta medida pero luego de besar a otros me di cuenta de que no, de que la conexión, química y facilidad con que besaba a Luka se debía a que era él específicamente y no a una habilidad mundial que se disfruta con cualquier boca. La intensidad empieza a subir junto con la temperatura de mi cuerpo y solo por unos momentos pierdo la noción de la realidad queriendo tener a Luka ya, a no soltarlo y a dejarme llevar del cosquilleo y placer que me provoca, a cometer locuras sin pensar en el mañana pero antes de tocar el punto de no retorno, algo cambia: enredando mis dos manos en su nuca, palpo con un dedo el anillo que cargo en el anular y eso sirve como botón de vuelta a lo que pasa, a lo que estoy haciendo y a lo malo que es.

Me separo unos milímetros a la vez que empujo suavemente sus hombros para que entienda que es suficiente. No abro mis ojos de inmediato sintiendo ya el peso de la culpa en los hombros. Mi respiración está alborotada al igual que la suya y debo tomarme varios segundos para recuperar el habla; sus dedos siguen crispados en mi cuello. Sin abrir los ojos del todo, susurro:

—No.

—¿No, qué?

Me pongo de pie de un tirón, dejando a Luka arrodillado y confundido en el suelo. Se levanta en menos de nada pero al verse mareado, mejor se sienta.

—La respuesta es no, no me enamores de nuevo. No necesito esto, estoy bien y una vez más lo digo y esta vez con firmeza: es tarde, Luka. Nunca dudes de que te amé tanto como una mujer puede amar a un hombre, pero eso es pasado y ya no está.

Me encamino por el cortísimo pasillo a mi habitación, creo que necesito llorar un rato y luego dormir. Dejarme llevar no me resultó nada bien y detesto la sensación de estar traicionado a Santi; él no lo merece y yo tampoco me siento cómoda con eso. Michi no tenía razón en eso, no puedo solo dejarme llevar con la mentalidad de que a Santi lo tendré para toda la vida, caí en la tentación y no hay tranquilidad alguna, pero de momento prefiero sentirme complacida de que me detuve a tiempo.

Al llegar, por reflejo lanzo la puerta para cerrarla pero antes de que suene el portazo, Luka la detiene y entra. Lo observo con una ceja levantada, interrogante.

—¿Qué? ¿Me dices eso y te vas?

—¿Ibas a decir algo más? —inquiero.

Luka suelta un bufido y le sale tan fastidiado que me produce enojo y empuño las manos a mis costados.

—¿Me besas así para luego decirme que no sientes nada por mí?

—Sí, más o menos. Lo entendiste.

—No me lo creo. Me besaste —repite, incrédulo.

Una risa irónica sale de mis labios y noto cómo Luka luce ofendido con eso. Doy dos pasos a él y quedamos a menos de medio metro de distancia.

—¿Y precisamente tú me vienes a decir que un beso significa mucho?

El filo de mis palabras me sabe a metal en la lengua pero no lo he podido evitar. Guarda silencio por varios segundos.

—¿Es esto una especie de revancha, Carolina? Sé que me la merezco, pero...

—No es una revancha. No es nada. Fue un error besarte pero tampoco me voy a disculpar por ello. Solo te digo que fue eso: un beso, nada más.

—Lo que te dije es en serio, me importas y te quiero recuperar.

De repente comprendo lo que me dice, lo que insinúa, lo que piensa, lo que esperaba y esa nueva certeza me hace hervir la sangre y explotar en indignación.

—¿Y qué esperabas? ¿decirme un par de palabras bonitas, un beso y que corriera a tus brazos a decirte que te amo? —Noto que Luka aprieta los dientes y desvía la mirada—. ¿Crees que voy a caer por ti así no más como en el pasado cuando me dijiste estupideces sobre que yo era un desastre que te gustaba?

—No pretendía...

—Si dices con orgullo que has cambiado, métete en la cabeza que yo también cambié, Luka. Ya no soy la ingenua de antes, ya no puedes pretender que con un beso que compartimos yo quede rendida a tus pies. No peques de ingenuo que ese papel no te queda por ningún lado.

—Tú y yo...

—Estoy a poco de casarme, Luka —interrumpo. Muerdo mi labio y mis siguientes palabras me salen tanto del rencor conmigo misma como del corazón—. Y hubo una pregunta que no te respondí, así que aquí va: sí, sí amo a Santiago tanto como te amé a ti, e incluso más porque a él no solo le he dado todo sino que él me lo ha dado todo a mí.

Luka se queda en silencio, sorprendido, dolido, quizás furioso o decepcionado, no lo sé. Mirarme fijamente le toma varios segundos de tensión y entonces da media vuelta dispuesto a salir, pero cuando va en el marco de la puerta se detiene y sin girarse, me habla.

—¿Aún quieres saber cuántas veces me he enamorado?

—Si una de esas veces me incluye, no.

Mi voz se rompe en las últimas palabras, me sale temblorosa y dudosa pero determinada. Luka no dice nada, lo que me da de por sí una respuesta clara; luego de dos segundos sigue su camino y sale, dejando un portazo que me desencadena el llanto.

 ***

Mil gracias por leer. Mazorquitas  ♥

A partir de ahora no tengo más capítulos de respaldo así que puede tardar *aún más* un capítulo. Me excusaré diciendo que ya llegó diciembre y ese mes es pa descansar (?) pero en todo caso, NO se va a abandonar la historia, lo juro por mi cabello ♥

¿Qué les pareció el capítulo? 

Es de los larguitos y espero que sepan que lo hice con amor :'v Nos leemos ♥

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