S I E T E
—Sí, hola, amigo de mi vida, ¿cómo has estado? Yo también te he pensado —respondo, fastidiada.
—Nada de amigo de mi vida y zalamerías, Cinthya. ¿Qué haces con ese tipo allá? ¿Por eso querías irte sola? ¿en qué demonios estás pensando? ¿una última aventura antes del matrimonio? ¿qué te dije de...?
—¡Cállate! —bramo—. Primero que todo, no me grites así que no soy una niña. Segundo, llamé para contarte cosas porque eres mi amigo, si quisiera mierda por el teléfono, habría llamado a mi madre. Y tercero, eres un estúpido de pensar que de algún modo yo he planeado verme acá con Luka. Así que dime de una vez si me vas a escuchar o si solo me vas a putear, y de ser así, cuelgo y hablamos en unos días cuando llegue a la ciudad.
Durante ese breve discurso, me he quitado las sandalias y he caminado de acá a allá en los pocos metros de la habitación. Me enoja que me trate de esa manera, bien que yo sé que a eso me atengo siempre que quiera contarle algo pero tampoco es justo que me culpe por algo que no hice yo. Aceptaría el reclamo si fuera verdad que planeé algo, pero no, esto solo es una broma de la vida que me repite que yo existo para atraer los inconvenientes.
Del otro lado solo resuena un eco lejano e ininterrumpido, supongo que voces de un televisor. Siento las manos temblorosas por gritarle así al teléfono, igual que siempre que discuto con alguien. La voz de Theo tarda varios segundos en revivir:
—Bien, lo lamento. Dime, ¿qué ha pasado?
—Cuando iba subiendo ayer en el elevador, me enteré de que Luka se hospeda en este mismo hotel. Venía cansadísima y no había comido en horas y me sorprendió mucho verlo. Me dijo que si nos podíamos ver hoy.
—Y le dijiste que no porque es un idiota, ¿cierto?
—No precisamente —admito—. Sí lo vi hoy un rato. —Escucho que Theo resopla—. Nada pasó, es decir, nada iba a pasar. Vamos, Theo, han pasado cinco años, ¿qué piensas? ¿que me iba a lanzar a sus brazos y a decirle que lo amo? No.
—Prefiero no especular, dime cómo te fue con él entonces.
—Estuvimos en un bar cerquita del hotel, nos tomamos un par de cervezas, le pregunté por su hermano, por su abuela, él hizo lo mismo, me preguntó por mi carrera y cosas así. Nada raro.
—Bien, entonces si nada raro pasó, ¿por qué me cuentas con esa evidente alteración?
Detesto que Theo me conozca tan bien; se me complica siempre mentirle y no es que lo haga muy seguido pero a veces siento que solo con verme en la distancia puede saber si estoy alterada. O en este caso solo con escucharme. Me muerdo la lengua, no del todo segura de qué decir a continuación, por lo que lo único que me sale son medio susurros, como si temiera que las paredes me escucharan.
—Estaba charlando con él y todo bien, pero entonces me tocó la mejilla y... aggg, es que le hubieras visto la mirada, Theo, lucía tan cariñoso que me incomodó, así que me fui y le dije que gracias por el ratico pero que ya no quería verlo más.
—¿Gracias por el ratico y no quiero verte más? —Suelta una carcajada—. ¿Le pagaste por su servicio con billetes pequeños y luego fuiste a fumarte un cigarrillo?
—Eres un imbécil —bufo.
—Vamos, fue irresistible. —Suelta una última risa y luego se enseria—. Cinthya, sé sincera. Algo te removió ese tipo o si no ya estarías solo durmiendo, tranquila y feliz.
—Yo no siento nada por él.
—No dije que lo hicieras. Al menos hablando del ámbito romántico. Sé que ya no sientes nada de eso por él, pero quizás aún le guardas un poquito de rencor y por eso te molestó su actitud de confianza como si nada hubiera pasado.
—Fue hace tanto, Theo, y fue en sí una tontería todo lo que pasó... o no pasó con él. Tener algún tipo de resentimiento sería inmaduro y absurdo; además, dentro de mí, yo ya lo perdoné hace mucho. Avancé. Tú lo sabes.
—Tuviste que perdonarlo porque no volviste a verlo, no te quedaba de otra. Tu mente se hizo a la idea de un perdón porque creíste que no volverías a enfrentar su presencia, pero si ahora que lo has visto te sientes así, no está mal.
—Sí está mal. ¿Por qué le guardaría rencor? Es ilógico.
—¿Por qué no se lo guardarías? Técnicamente nunca recibiste una disculpa formal.
—Él sí se disculpó en ese entonces.
—No lo hizo. Te pidió que te quedaras, te pidió una oportunidad diciendo que no podía estar sin ti. Sus pseudo disculpas fueron asentadas en lo que él quería de ti, no en cómo te sentiste tú. Nunca escuchaste un "lamento haberte herido de esa manera". Recuerdo que me dijiste que él dijo algo así como que te quería a su lado porque para él era algo bueno, porque lo hacías mejor persona y toda esa basura, pero él nunca pensó en tu bienestar como tal. No te buscó más adelante, ni nada.
—Él sí se disculpó —rebato con terquedad, aunque rebuscando con rapidez en los archivos de mi mente, no logro hallar la disculpa que intento defender—. En todo caso, yo también dije cosas muy hirientes entonces y tampoco me disculpé.
—Tú dijiste cosas horribles, él hizo cosas horribles —Hace énfasis en el "hizo"—. Hay una gran diferencia, Cinthya. Si tus palabras lo hirieron o no, no se compara con el daño de sus actos.
—No imaginas las ganas que tengo de empacar todo e irme mañana temprano. —Me recuesto en la cama, sintiéndome rendida. Cierro los ojos sin despegar el teléfono de mi oreja.
—¿Por qué? Son tus vacaciones. No vas a huir de él como si temieras faltarle a tus principios o traicionar tus emociones.
—No es huir, Theo, es que es raro tenerlo cerca.
—Si no te importara en lo más mínimo, no sería relevante ni siquiera si estuviera en la misma cama en la que duermes.
La sola idea de tener a Luka acá al lado me pone los pelos de punta y no me agrada esa sensación.
—No sería relevante.
—Entonces no hay razón para huir. ¿Realmente crees que no le tienes algún tipo de rencor? Quédate y pruébatelo. Mira si eres capaz de charlar con él sin que desees sacar el pasado en la conversación.
—Hoy hablé con él mucho rato y no saqué el tema —presumo—. Ni siquiera pensé en eso. —Hago una pausa. Lo poco que tenía en la cabeza con respecto al pasado, era pensar en lo cambiado que estaba físicamente pero no se me ocurrió hacerle ningún reclamo porque sería patético e innecesario. ¿De qué me serviría su arrepentimiento o mi rencor hoy en día? Es caso perdido—. Y acabas de regañarme por haberlo encontrado y ahora me dices que me quede, ¿estás bipolar hoy por la luna llena? —resoplo.
—Si de mí dependiera, no estarías allí con él porque sabes que no me agrada. Pero tampoco quiero que huyas de él, y eso es por ti, Cinthya. Te has vuelto una mujer muy diferente a la que se fue conmigo luego de que él se acostó con mi hermana, te has vuelto más fuerte y más valiente. Si huyeras así, ¿no crees que todo lo que ha pasado en estos años sería en vano? Has tomado valor y espero que sea el suficiente para enfrentar el pasado con madurez. Nos guste o no, él hace parte de tu historia pero debes aprender a dejar eso donde pertenece.
—¿O sea que si decido irme seré una completa cobarde según tú?
—Eso es algo que debes preguntarte a ti misma. Mi opinión no debe influir, solo la tuya.
—Me confundes. No sé ni para qué te llamo.
—Bien, última pregunta, ¿ya le dijiste que estás a unos meses de casarte? Si la respuesta es no, pregúntate por qué.
—Me voy a descansar, Theo —respondo, frustrada.
—Engáñate a ti, pero no me engañes a mí. Descansa, Cinthya.
Cuando la llamada se corta lo único que puedo debatir para mí misma es su última pregunta. Tuve la oportunidad perfecta para contarle de mi compromiso y aún así no lo hice; se supone que "adelantamos cuaderno" sobre nuestras vidas y si mencionamos cosas tan nimias como que a su abuela le pusieron por primera vez una caja de dientes, el mencionar mi futura boda debió salir en algún momento.
Así como no se lo conté al tener la insinuación presente, tampoco le pregunté a él por su situación actual, porque no quiero saberlo, porque no me interesa, porque en caso de que esté casado o algo similar, no me va a importar en lo más mínimo saber sobre su novia.
Me pregunto si de haberle dicho desde el comienzo que no estoy soltera, él habría actuado igual, si habría dicho las mismas frases camufladas en flirteo o si al menos me hubiera invitado a salir con tanta insistencia.
Ya llevando mi buen par de horas meditando sin poder dormir, recapitulando muchas cosas y juntando algunos trozos, solo puedo tener suposiciones de lo que me pasa. Estoy segura en este momento que no me interesa un algo con Luka, ni siquiera una disculpa como Theo sugirió, ni siquiera una amistad; lo que me atormenta es que no sé lo que él piensa, no sé lo que pasó por su cabeza cuando me encontró, no sé ni siquiera si considera que el tenerle rencor es una posibilidad o su interés en verme radica en su necesidad de soltar culpas que ha cargado, si es que alguna vez se siente culpable.
Con este último pensamiento, resoplo con incredulidad.
—Qué ridícula —digo para mí misma—. Lo he visto unas horas luego de cinco años, si yo no siento ni aprecio por él, es evidente que él no siente nada por mí, ni remordimiento o similares.
Vamos, que de los dos es él quien tiene su corazón sociable y de seguro que se ha enamorado cien veces en estos años. Dudo mucho que su forma de ser haya cambiado realmente; incluso la idea de que tenga esposa me resulta absurda en este momento.
No. Luka es un mujeriego y lo más probable es que ese corto capítulo que me incluyó a mí haya sido insignificante para él; a mí me tomó meses dejar de pensarlo cada día porque fue mi primer amor real pero lo más posible es que él hubiera hallado unas piernas largas y una cara bonita en unas horas para superarme a mí, un simple nombre más en su lista.
Me coloco mi pijama y me recuesto, decidida a no empacar e irme como una maldita cobarde. Debo de mantener en la cabeza que Luka sigue siendo Luka. Que esa sonrisa hermosa que tiene es la misma con la que me mintió en el pasado y que ya estoy bastante grandecita como para tropezarme con el mismo bache dos veces.
Mi segundo amanecer en Allington me resulta más cómodo que el primero. Me he despertado temprano, hace una media hora, pero ya estoy duchada y lista para el día. Me he colocado una falda verde con una blusa de tirantes blanca; para evitar el sofoco de ayer, opto por recogerme todo el cabello, asegurándome de no tener mechones que osen atravesarse cuando el viento los sacuda.
Le envío a Santi el mensaje de buenos días y me devuelve una foto de Rose en el comedor ya con su uniforme puesto; me coloco la cadena de la que cuelga mi anillo que se pierde en mi escote y salgo con todo el optimismo del que puedo alardear. Nada más salir del elevador en el primer piso, me encuentro con Francis que al verme me sonríe.
—Buenos días, señorita.
—Hola, Francis. Hoy hace un día precioso, ¿no te parece?
—Afortunadamente, sí. ¿Desea desayunar acá?
—De hecho, sí.
—Bueno, en la caja puede dictar el número de su habitación y no le cobrarán.
—Muchas gracias. Oye, Francis, dime qué lugares por acá cerca puedo visitar hoy.
Sé que tengo un libro que me puede decir todo eso, pero usualmente esos libros solo incluyen los lugares oficiales de turismo, y lo que un habitante de acá me pueda recomendar, sé que puede ser mejor.
—Hoy es miércoles, así que hay mercado de pulgas en la colina. Puede tomar un taxi y le dice que va a Tabracá. Hay cosas muy económicas, usadas, antigüedades y nuevas. Y si le gusta, en Toska están en ferias. Es una vereda que queda solo a veinte minutos una vez sale del pueblo; un taxi puede llevarla también y le recomiendo ir de noche. No hay peligro allí, así que puede irse hasta la madrugada y volver sin problemas. Ahí en recepción tenemos folletos, puede tomar uno.
—Lo haré, gracias.
Francis asiente y sigue su camino a la vez que yo ando hasta el restaurante que a diferencia de la primera vez que lo vi, está lleno de gente. Con el olor penetrante de café que percibo nada más entrar, las tripas me crujen y camino hasta la barra de comida. Tomo una bandeja y luego de una corta fila elijo huevos con tomate, café, torta de banana y jugo de naranja. No me han cobrado cuando dije el número de mi habitación, y eso me alegra porque nada augura tan bien un excelente día como la comida gratis en la mañana.
Busco con la mirada una mesa disponible, mas hay pocas. Localizo una cerca de la entrada y me dispongo a caminar hasta allí, pero al dar dos pasos, veo a Luka desayunando y mirando su celular tres mesas más atrás de la que vi.
Me quedo unos segundos solo mirándolo; no me ha visto y bien podría seguir de largo y ya, pero anoche me comprometí conmigo misma a actuar con madurez y creo que aplicar la ley del hielo es lo más infantil del mundo, además puede que solo tal vez haya exagerado con mi reacción de anoche. Solo quizás. Sonrío con toda la gentileza que puedo y llego hasta él que al percatarse de mi presencia, sube la mirada, dejando el teléfono sobre la mesa.
—¿Te importa si te acompaño? —pregunto.
—No, siéntate.
Me recibe la bandeja sin que yo se lo pida y la ubica frente a él. Cuelgo mi bolso en el respaldo de mi silla y me siento. Recuerda, fingir que nada pasó porque nada pasó, me repito.
—¿Cómo amaneces?
—Bien, ¿y tú?
—Emocionada —respondo sincera, a la vez que tomo un sorbo de mi café—. Hay tanto por conocer en Allington. ¿Sí has hecho turismo?
Cuando como un pedazo de la torta, levanto la vista para mirarlo a los ojos; los tiene entrecerrados, casi con sospecha en ellos, casi veo en sus pupilas la pregunta de "¿estás demente?" o algo similar. Finjo que no noto esa mirada y espero su respuesta.
—No mucho. No he tenido tiempo por montones. Aunque sí fui a conocer un par de plazas pero por poco rato. No me gusta mucho turistear solo.
—Te pierdes de mucho —objeto—. No hay nada como turistear solo.
Luka se encoge de hombros. Aguarda unos segundos antes de preguntar de sopetón:
—¿No estás enojada conmigo?
Sin mucha emoción en mis palabras, respondo:
—No. ¿Lo estás tú?
—No. Pero pensé que...
—No pasa nada. Estoy de vacaciones y lo último que quiero es amargarme. Fuiste un buen amigo, Luka y hay que admitir que encontrarnos así no es cosa de todos los días, así que no ganamos nada estando enojados.
—"Fuiste" es la palabra clave.
El tinte melancólico que le pone a la palabra rasga un poquito el aire entre nosotros. Pero es la verdad; siendo prácticos, somos como dos desconocidos. No sé gran cosa de él más que lo que pudimos hablar ayer y viceversa. Somos solo dos extraños con unos meses en el pasado en común. Prefiero no ahondar en ese tema, así que hablo de otra cosa.
—Y quedaste de contarme sobre Denny y Gabriel.
Suspira, luego dibuja una linda sonrisa en su rostro y asiente.
—No les he dicho que te vi —admite—. Pensé que no me ibas a hablar hoy, así que no les conté porque me dije "si dicen que quieren hablar ella, no podré ir a decirle que pase al teléfono, no es conveniente".
Río sin pizca de incomodidad.
—Bueno, pues te equivocaste. ¿Qué es de ellos en la vida?
—Viven juntos, obviamente. Se fueron a un pueblo cerca de Hudrey, casi como este de grande pero más frío. Denny sigue teniendo una empresa de eventos con su hermano y Gabriel ha empezado recientemente a estudiar ingeniería mecánica.
—¿Empezando apenas?
—Sí. Ha estudiado desde que salimos del colegio y ya es contador de profesión y tiene estudios técnicos en enfermería. Pero dice que no es lo suyo, así que le está apostando a la ingeniería.
—¿Y eso sí es lo suyo?
—Siempre dice que lo que está estudiando es lo suyo —dice risueño—, pero ya ves, ya va para el tercer intento. Ayuda con la empresa de Denny en la contabilidad, tiene un local de tecnología en su pueblo y les va bien, así que no tiene que preocuparse demasiado ni por dinero para estudiar ni por tiempo. Hace lo que quiera.
—El sueño de todo el mundo.
—La vida les ha sonreído —murmura, con un deje de ternura en su voz, como si hablar de ellos le resultara placentero—. Son felices.
—Me alegro por ellos. Se lo merecen.
Una sonrisa me nace al recordar su relación y en lo mucho que sentía envidia de ellos, de ese amor tan puro que se tienen. Es bonito saber que hay historias de amor adolescente que florecen por muchos años.
—Nadie se lo merece más que ellos.
Entre charla y charla, los dos terminamos el desayuno y cerca de las nueve Luka se excusa de que tiene una reunión a las nueve y media y que debe irse. Salimos juntos hasta la recepción donde hay una mujer atendiendo y no Francis; tomo uno de los folletos que reposan cerca de una planta al lado de la recepcionista. Cuando llegamos a la calle, nos detenemos.
—¿A dónde irás hoy? —pregunta. Antes de que conteste, se apura en añadir—: No pediré ir contigo, solo es curiosidad.
—No te preocupes, no pensaba eso. —Me río—. Pues Francis me recomendó un mercado de pulgas, así que tomaré un taxi y que me lleven.
—¿Por dónde es?
—Ni idea, pero preguntando, de que llego, llego.
Luka niega con la cabeza mientras suelta una corta carcajada. Se mira las puntas de sus pies y luego al suelo, como si no supiera hacia dónde mirar. Mi vista hace lo mismo, entre el folleto, sus manos y luego las mías.
—Bueno, que te vaya bien entonces.
—Igualmente. Suerte en la reunión.
—Gracias.
En este momento noto que desde que nos encontramos no hemos compartido ni siquiera un apretón de manos amistoso (cuando me tocó la mejilla anoche no cuenta), pero siento que sería muy raro estrecharle la mano como si estuviéramos haciendo un negocio, pero más raro aún darle un abrazo como si fuéramos amigos de toda la vida. Puede que por su mente pase lo mismo, pero él se limita a levantar la mano para ondearla, nada que implique contacto físico conmigo.
Cuando nuestros ojos chocan ambos soltamos una risita incómoda. Reacomodo la correa de mi bolso y retuerzo una de sus cremalleras con mi mano derecha.
—Entonces adiós —dice.
Da media vuelta y echa a caminar luego de mirarme una vez más. Leo por encima el folleto que tengo en la mano.
—Luka... —Como si mi cerebro se gobernase solo, doy medio paso en frente y lo llamo de nuevo, para proponerle la peor de las estupideces mientras ondeo el folleto entre ambos—: Iré a una feria en la noche, ¿quieres ir?
Expone una sonrisa amplia que sé que intenta ocultar porque aprieta los labios. En este momento sí me he sonrojado y me muerdo la lengua por decir eso sin pensarlo antes. Di que no. Di que no. Por favor, di que tienes dolor de estómago y que no puedes ir. Di que eres alérgico a las ferias.
—Sí, me encantaría.
Caracoles.
Me imagino a Caro así en su mente cuando no piensa antes de hablar:
LLEGAMOS A 7000 SEGUIDORES ACÁ EN WATTPAD, así que estoy actualizando todo lo que tengo en proceso jaja. Lamento si he abrumado a los que me leen en todas las novelas, los amo musho
Mucho lof para todos y todas las Mazorquitas de la familia ¡Muchas gracias por todo! <3
♥ N o s L e e m o s ♥
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