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O C H O

Lo que yo supongo que es una enorme plaza el resto de días, hoy está convertido en un mercadillo. Hay tres hileras de mesas que se internan una calle entera y que atienden por ambos lados, todas con carpas de colores oscuros y un sin fin de objetos a la venta. Al pasar, se escuchan las voces de cada vendedor ofreciendo sus productos y ventilando a los cuatro vientos sus buenos precios.

Hay mesas de joyería artesanal, de ropa usada y ropa nueva, de artículos de madera, de dulces locales y hay un par de puestos con todo tipo de plantas y sahumerios.

Luego de caminar un poco, entro en un puesto de ropa de niños porque colgando del soporte de la carpa hay un vestido rojo precioso que pude ver puesto en Rose. Francis al menos tenía razón con lo de los precios bajos y ese vestido que es nuevo me sale más económico que el mío de ayer. Dudo que sea de mucha calidad, pero está divino y al menos le servirá para varias posturas.

Más adelante encuentro una mesa atendida por un joven que tiene más tatuajes que piel, el cabello hecho de rastas y varias cosas sueltan humo en su local —nada ilegal, solo inciensos—. Mis ojos se estancan en un atrapasueños que tiene en la parte de atrás que tiene tres terminaciones, dos con plumas normales y la otra con una figurita animal hecha de hilos de colores. El joven parece notar mi interés y se levanta de su silla alta para atenderme.

—¿Quieres verlo, bella? —el acento sureño se le marca, sumado a su amabilidad propia de los vendedores. Asiento y él lo baja de su ganchito para mostrarlo de cerca. El animalito en la terminación de la mitad es un colibrí—. Es un atrapasueños especial porque tiene de guardián al mágico colibrí.

—¿Qué tiene de mágico?

—Los colibríes se encargan de llevar el alma de un muerto al cielo —dice con solemnidad—. Cuando alguien muere, su espíritu vuela fuera del cuerpo y se posa en una flor que con el paso de los días, la purifica conectándola con la naturaleza. Cuando el colibrí llega, observa y si el alma ya está totalmente pura, la toma y vuela a toda velocidad al cielo para entregarla en el paraíso.

Su tono de voz es fluido, tranquilo, relajado, como si nada más le importara en el mundo, como si pudiera morir ya y estaría bien con eso. Me pregunto si está influenciado por algún estupefaciente o si simplemente es así de elevado en la vida diaria.

Suelto una risita entre dientes, mitad fascinación y mitad incredulidad.

—¿Y por qué es buen guardián de un atrapasueños?

—Los peores sueños muchas veces tienen que ver con la muerte —responde—. Este atrapasueños, aparte de alejar esas pesadillas, da la seguridad de que el colibrí protege el alma del que duerme, para que aún si sueña lo peor, sepa que está en buenas manos. Trae tranquilidad.

Acaricio los hilos entretejidos del aro ante su mirada. Hay que admitir que mágico o no, es un amuleto hermoso, multicolor, suave y grande, y ya que estoy en proceso de mudanza y que el atrapasueños que Kevin me dio hace demasiados años está viejo y deshilachado, no estaría mal comprar uno y este se ve único, como algo que no hallaría en la ciudad con facilidad. El tipo de amuletos mágicos que solo se hallan en pueblos mágicos.

El joven habla de nuevo al verme un poco pensativa:

—Y es un atrapasueños real. —Arrugo la frente. Él se apresura a explicar—: Fue hecho por un chamán de la tribu de Katka Mekin y ha pasado por el debido proceso de energización. No es solo un adorno. No está personalizado, obviamente, pero sí puede protegerte, bella.

A este punto luego de haberlo hecho hablar tanto, ya me da como vergüenza decirle que no, así que lo compro. La verdad creo que es más un adorno que nada, pero él no lo debe saber.

Santiago ya me ha dicho antes que dejarme en un mercado de pulgas con dinero y tiempo es una idea terrible y eso se reafirma cuando vuelvo al hotel con seis bolsas llenas de recuerdos, cajas de dulces, ropa para Rose, dos camisetas para Santi, una para Theo, dos blusas para mí, un reloj de pared y uno de arena, el atrapasueños, dos pares de sandalias y un montón de cosas más que se unen a mi colección de "cosas que compré por baratas/bonitas y que no necesitaré jamás, viva el consumismo".

He almorzado antes de bajar de la colina y ya sabiendo que de doce a dos o tres de la tarde el sol quema con intensidad, prefiero quedarme en mi habitación aprovechando que tiene aire acondicionado hasta más tarde.

Al quitarme las sandalias y descargar todo sobre la cama, miro con preocupación que es demasiado y que tendré que pagar por un equipaje extra en el aeropuerto a la de vuelta... y comprar una maleta en algún lado. Saco mi teléfono y le marco a Santi, consciente de que quizás siga en hora de almuerzo. Nuestro desfase horario es apenas de una hora, pero puede que esté disponible.

Hola, Carito. Me alegra escucharte.

Se oye agotado, como si mi llamada lo hubiera interrumpido de un problema tenaz o de una post-charla con su madre por teléfono y se alegrara de la distracción.

—¿Todo bien?

Pues más o menos. Solo estoy teniendo inconvenientes con un par de clientes, nada que no pueda solucionar. No importa, ¿cómo estás tú?

¿Seguro que estás bien?

Sí, Carito, te lo juro. Solo es estrés, sabes cómo soy con esos temas.

Su manera quisquillosa y perfeccionista de querer que todo funcione a veces le juega en contra, porque es matemáticamente imposible que todo en la vida salga como uno quiere y más si eso involucra al resto de personas y sus vidas. Es una de las cualidades de sí mismo que más lo atormentan; no lo considero un defecto, aunque él difiere.

—Bueno, te creo. Y en cuanto a mí, estuve hoy en un mercado de pulgas.

Ay, no, ¿cuántas cosas inútiles compraste? —Su tono burlón me hace reír. Lo imagino recostándose sobre el espaldar de la silla de su pequeña oficina alejando las manos del computador. Esté en hora de almuerzo o no, tiene la ventaja de ser su propio dueño y jefe, así que nadie lo regañará por estar al teléfono—. Aprovechas que estás lejos para hacer desastres.

—Solo compré un par de cositas —admito. Miro una vez más sobre mi cama al "par de cositas" y muerdo mi labio—... para cada uno... tal vez algunos adornos innecesarios, pero divinos. Y solo tal vez...

Solo dilo, ya te conozco.

—Bien, llegué con seis bolsas al hotel, peeeeero escucha, todo son cosas que te gustarán.

¿Algún otro llavero, quizás? Igual que los otros veinte que me has dado...

Desagradecido —interrumpo.

y que amo con todo mi corazón y que espero que me traigas uno nuevo —matiza.

—Pues estás de suerte porque llevo seis. —Omito su sarcasmo y él suelta una carcajada—. Podrás escoger dos.  Vamos, el mercado de pulgas era enorme y te sorprendería si vieras todo lo que compré con tan poco dinero.

Pues te oyes super animada y eso me gusta. Compra lo que quieras, Carito, si te hace feliz. Y tráeme todos los llaveros que quieras.

Por eso te adoro tanto. Estoy segura de que si le cuento a Theo, me regañaría por no ahorrar mi dinero; él es amargado.

Bueno, no es él quien se va a casar contigo.

¿O sea que aceptas mi descarado consumismo solo para asegurarte de que nos casemos?

Por supuesto —ironiza—. Si rechazo tu llavero, puedes rechazar mi boda y eso no me conviene. Ya hicimos los depósitos para el salón.

—Me alegra que tengamos claros los puntos de nuestro compromiso.

Siempre, cariño mío.

Sonrío y suspiro. Sobre la cama, además de las bolsas, está mi bolsito y al lado, el folleto de Toska. La imagen de Luka se me planta en la cabeza y me siento incapaz de seguirle ocultando a Santi que lo he visto. Como dijo Theo, si realmente es algo insignificante, no debería alterarme para nada la situación.

—Oye, se me había olvidado contarte algo —comienzo, cautelosa—. Imagínate que me he encontrado con un viejo amigo acá en el hotel.

¿Trabaja allí?

No, o sea, no en el hotel. Solo se hospeda acá por trabajo, otro trabajo, me refiero. Es una coincidencia super extraña ya que estoy a miles de kilómetros de casa.

Necesito con urgencia darme una explicación de por qué me siento nerviosa de decírselo, como si le estuviera comentando que he matado a alguien y busco darle mis buenísimos motivos para justificar el crimen.

¿Lo conozco?

No en persona —vacilo. Mis palabras salen muy inseguras porque sé que Santi tiene claro quién es Luka, pero hallo razonable fingir una indiferencia sospechosa. Que tonta—. Creo que alguna vez te conté de él. Se llama Luka.

Se hace un silencio en la línea ante mi fingida naturalidad. Respiro hondo, con toda la calma que tengo y espero con paciencia la respuesta. En el mejor de los casos ni se acuerda de quién le hablo.

¿Luka tu ex?

O sí se acuerda. Rayos.

—No es mi ex —replico—. Ni siquiera llegamos a salir juntos.

Sabes a lo que me refiero cuando digo ex.

Claro que lo sé. Debo respirar profundo y cerrar los ojos con fuerza para poder soltar tres míseras palabras:

—Sí, es él.

Me muerdo la lengua evitando dar más explicaciones porque las explicaciones se dan al cometer un error y no hay error en existir y que Luka exista y menos que existamos acá cerca por mera casualidad.

Sí, tengo razón.

De acuerdo. ¿Estás bien?

—Sí. Solo lo vi dos veces por ahí. Hablamos un poco y ya...

Bueno. Si algo te sucede, sabes que puedes contarme, ¿cierto?

—Claro que sí.

Cuando la lengua se me traba al querer decir "iremos a una feria hoy" me doy cuenta de que algo está mal conmigo y con mi manera de ver la situación.

Te quiero muchísimo, Caro.

Yo a ti. Y a Rose. Ustedes son todo para mí.

Rose te manda un abrazo. Lo mandó desde esta mañana, se me había olvidado.

Dale un besote de mi parte. 

—Claro. —Escucho que suspira y luego al exhalar, habla—: Debo colgar, Carito. —Aunque intente ocultarlo, su tono ha bajado en animosidad y temo que lo he dejado más estresado de lo que estaba cuando lo llamé—. Si me necesitas, llámame, sin importar la hora. Me tienes acá para lo que sea.  

—Lo sé, gracias.

No hay que ser muy inteligente para saber que le ha afectado. Santi nunca ha sido de los que cuestionan mis decisiones o mi manera de actuar; esté o no esté de acuerdo siempre me ha brindado su apoyo desde las cosas más nimias hasta las mayores locuras. No obstante, soy consciente de cómo sonó el "me he encontrado con Luka" y todas las implicaciones que para alguien del lado de Santi puede tener.

Creo que todos en la vida tenemos esos instantes en que se hace necesario el mentir a alguien, sin embargo, no hay peor mentira que la que uno se dice a sí mismo y cuando lo hago, cuando me miento, resulto con un dolor vacío en el estómago, como ácido que corroe mis entrañas, siento vértigo y duda de cada paso que doy, una sensación muy similar a la que me ha invadido desde que le conté anoche a Theo de lo que no-sucede.

Pero en este momento, en cama, con el sol pintando el suelo y en el silencio arrullador del pueblo solo acompañado con el amortiguado zumbido del aire acondicionado, no encuentro mentiras válidas para decirme y las pocas que nadan en ese mar de confusión se me antojan descabelladas.

No tengo sentimiento alguno por Luka pero aún así tengo la necesidad de verlo; estoy segura de que no espero una amistad con él, así que recortando posibilidades solo queda la de Theo del rencor que puede que aún le guarde. Mi mente se ha convencido de que ya no me interesa nada que tenga que ver con él, mas una espinita por dentro me sigue diciendo que tenemos una conversación incómoda pendiente.

Si lo pongo como opción en mi cabeza, no se me antoja para nada sacar el tema en su presencia porque es vergonzoso, es más, de tener un deseo, sería no haberlo encontrado acá y sin embargo, siento que es una deuda que de algún modo debo saldar; quizás salir con él esta noche es la manera de hacerlo, de probarme a mí misma que puedo liberar ese recelo sin necesidad de que él ofrezca una disculpa. Una prueba de que sí maduré. De todas maneras, en tres días me iré y seguiré mi vida sin verlo jamás, como si nada hubiera pasado.

Quiero convencerme de que esa es la única explicación lógica para invitarlo y para estar ansiosa —y no en un sentido positivo— de verlo, pero una parte diminuta de mi corazón no está de acuerdo y susurra muy lejanamente, casi inentendiblemente, que solo quiero exigirle de vuelta el trozo de mi alma que le dejé al irme.

Una ovación por los que compran recuerdos en los viajes y vuelven con más cachivaches que ropita en las maletas.

¿Les ha gustado el capítulo? ♥

Se vienen cosas lindas 7u7 y no solo Luka bb (?)


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