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D I E C I S I E T E

Usualmente cuando cocino, lavo, me pinto las uñas o hago cualquier cosa sola, tengo música sonando tan alto como pueda. Sin embargo, como ahora la señora Eliana está en casa y no quiero importunar tan temprano con el ruido, debo recurrir a los audífonos mientras hago el desayuno para nosotros.

Nuestro día inicia cuando el sol no ha aparecido aún pues Rose debe estar lista antes de las seis y cuarto para que la ruta escolar la recoja y Santi debe ir a abrir a las seis el gimnasio, pero la única que desayuna a esa hora es Rose; nosotros lo hacemos luego de las ocho, Santi se escapa una hora para venir y usualmente me encuentra con el estéreo encendido. Desde que estamos juntos, he vivido en su casa un par de días cada algunas semanas y en vacaciones, pero ahora que estaré a diario, tendrá que acostumbrarse más que antes.

La señora Eliana no sale de la habitación de huéspedes —en realidad es un cuarto pequeño con una cama y sin armario en el segundo piso— porque sabe que solo estamos nosotras, pero sé que cuando Santi llegue, bajará.

La cocina es larga, aunque angosta; contiene un mesón a cada lado de la pared y al fondo está la nevera; no puede decirse que puedo bailar en ella mientras cocino, pero sí cantar y aún con mis audífonos, no omito mi canto. Cerré la puerta para que al menos a mi suegra no le resulte tan ruidoso. En este momento suena Living on a Prayer mientras la entono horriblemente a la vez que exprimo unas naranjas.

We're half way there, wooooow, living on a... —Mi terrible coro se corta cuando siento unos brazos en la espalda que me asustan y me sacan un grito. Me quito rápidamente los audífonos—. ¡No me asustes así!

Santi ríe fuertemente y me mira. Mis manos quedan extendidas a los lados medio temblorosas, una con una naranja y la otra con el audífono cuando me besa.

—Deberías usar los audífonos siempre. A capella luces mucho más tierna.

—Te gusta verme y escucharme haciendo el ridículo —manifiesto. Santi ríe más—. Y solo los uso porque estoy segura de que a tu madre no le gusta el rock.

—Estás en lo correcto. Quizás si te pones a cantar una de Ana Gabriel, le agrades más.

—Supongo que mi voz tampoco es que la apasione, así que le será indiferente así cante sus temas favoritos, en resumen, solo se tendrá que aguantar.

Santi me suelta y le doy la espalda de nuevo para terminar de exprimir las dos naranjas que ya tengo cortadas en mitades. De nuevo llega a abrazarme y deja un suave beso en mi cuello, un contacto tierno y adorable.

—¿Podrías dejarme hacer el jugo? —reclamo, aunque mi voz sale más bien cálida, como si le pidiera que no me soltase nunca.

—Yo lo veo hecho.

—Falta una naranja.

—Una más, una menos.

Luego de anoche he concluído que el mudarme con Santi ha sido el cambio que más ha marcado; de repente nuestro compromiso toma otro rumbo al original y en definitiva estoy bien con eso aunque no lo hayamos hablado aún. En poco menos de una semana que llevo viviendo acá he podido probar lo que la vida en pareja con Santi puede llegar a ser y no hay en la actualidad algo que me apetezca más.

Aún con él abrazándome, termino de exprimir la fruta y lavo mis manos. Le salpico agua en la cara y me suelta; aprovecho eso para voltearme de nuevo y quedar de frente a él. Como si buscara venganza, se acerca y me pincha la cintura, haciéndome cosquillas que sabe que odio.

—¡No, Santi! —Mi carcajada se hace oír en toda la casa y termino contra el mesón opuesto en el que estaba—. ¡Ya basta!

Un carraspeo desde el marco de la puerta, lo detiene, aunque ambos tenemos la risa impresa en la cara.

—Buenos días. —La señora Eliana lleva su espalda recta y una sonrisa forzada en los labios.

—Hola, ma.

— Buenos días, señora Eliana.

—¿Cómo amanecieron?

Santiago, de la forma más indisimulada posible, me mira con picardía. Agacho la mirada cuando siento las mejillas calientes y me suelto de su brazo para volver al mesón.

—De maravilla —dice él—. ¿Café, ma?

—Sí, gracias.

—Ya te lo llevo.

Eso suena a "mamá, ve al comedor y déjanos solos" y al parecer ella lo entiende y sale; cuando se escucha la puertica cerrarse, Santi busca la taza para el café de su madre.

—¿Por qué se pone colorada, hoy señorita pero futura señora Haydee?

Le doy un manotazo en el pecho.

—Porque sí. Tu madre debe pensar que soy una descarada o algo.

—¿Y por qué? —replica con inocencia.

—Ay, sí, como ella es una nena pequeña que no entiende esas miradas que me das, tonto.

—¿Qué miradas?

—¡Esas...! —siseo. Cuando lo miro de reojo, tiene una mueca fingida de que no sabe de qué le hablo. Enarca sus cejas—. Esa miradita pícara tuya, sabes de cuál hablo.

—No, ni idea.

—Pareces un adolescente inmaduro de quince con su primera novia —acuso—. Seguro que tu madre debe estar pensando "con Mónica no sería tan descarado" como ayer cuando...

Cuando me muerdo la lengua ya es tarde y ya lo he dicho. Mi mente debería coordinar un poco lo que dice antes de soltarlo, ¿a quién engaño? Eso no es posible. Santiago se envara en su lugar y pone una de sus manos en la cintura; al enderezarse se evidencia más su altura o puede ser que me encogí un poco en mi lugar y lo veo más grande.

—¿Ayer cuando qué?

—¿Yo dije ayer? No... —balbuceo—. Nada...

—Carolina. ¿Qué dijo mi madre ayer?

Habla en susurros, a sabiendas de que mi suegra está en la habitación de al lado.

—No fue nada realmente —anticipo—. Cuando me estaba probando vestidos, me puse uno con escote y ella dijo que lucía un poquito vulgar, pero no mucho. Luego mencionó sin ánimos de ofender que Mónica no usaría un vestido así nunca.

Cuando termino, subo la mirada intentando medir su reacción. Luce calmado, callado, no enojado ni feliz... solo respira. Luego de una pausa, me dedica su atención, me da un cortísimo beso y termina de servir el café para luego salir de la cocina sin decir nada más.

Sé que por lo menos en este tipo de casos, Santi no sería capaz de hacerle un reclamo directo a su madre o ahondar en el tema de forma bochornosa. Ojalá hubiera buscado una mejor manera de decirle eso sabiendo lo mucho que le incomoda que la señora Eliana me compare con Mónica, pero ya qué, imprudente soy, imprudente moriré.

Al quinto día de la visita de la señora Eliana, ya tengo ganas de que se vaya y estoy a nada de poner una escoba detrás de la puerta para ahuyentarla sutilmente.

Siento como si estuviera en casa de mi madre y necesitase pensar dos veces antes de decir, hacer o insinuar cualquier cosa; desde hace dos días que le conté a Santiago lo que su madre había dicho, ella no ha hecho ningún comentario adicional que se relacione; yo estoy casi segura de que a solas hablaron —más bien Santi habló— pero como no quiero saber, no he preguntado nada.

Ya solo quedan dos días y la señora se va... por ahora, porque dijo que en un mes y medio o dos meses volvía para seguir con los preparativos de mi boda, especialmente con los que se necesitan con más cercanía al evento como la compra del licor y de la comida.

Ya que mi búsqueda de empleo empezará el próximo año, no tengo que preocuparme por mucho más que la casa, Rose y yo misma. Y en la sección de "yo misma" entra el hecho de que he hablado por mensajes con Luka estos días, en distintos momentos, a veces más y a veces menos. Es una manera de ocuparme en ratos en los que el aburrimiento me gana y no tengo nada más qué hacer.

Me ha contado que apenas este año se mudaron a su ciudad actual porque es ahora cuando ya ha logrado estar estable económicamente, lo suficiente para poder vivir con su hermano y su abuela juntos, no como antes, que ella vivía en un hogar de abuelitos, Mateo en un internado y él en en un pequeño apartamento en la ciudad donde nos conocimos. No ha vivido con Gabriel desde hace casi tres años y lo ve solamente por videollamadas desde que viven tan lejos; me alegra pensar que si ellos han logrado mantener esa amistad de ese modo distante, yo no tendré problemas con Theo —con quien hablo a diario, omitiendo con culpa muchas cosas—.

En general nuestras conversaciones han sido triviales y sobre los acontecimientos de estos años; le conté de mi mala tintura de pelo verde y él me contó de la navidad pasada en la que Mateo había bebido cerveza a escondidas y se embriagó con unas pocas, luego amaneció con resaca y dijo que odiaba su vida.

En este momento un nudo extraño se aloja en mi estómago al leer su último mensaje:

Iré a Norgiliam la otra semana por un negocio, ¿crees que podamos vernos?

En mi mente ni siquiera se aparece de lejos una negativa, así que respondo rápidamente:

Claro.
Me avisas cuándo estarás acá y arreglamos.

—¡Caro! —escucho que me llama Santi desde la sala.

Son cerca de las dos de la tarde y está acá porque vino a almorzar. Yo decidí quedarme en la habitación porque la señora Eliana empezó a contarle a Santi sobre alguna tía que está de "alegre" con un treintañero luego de enviudar, tema super escandaloso que no me interesa.

—¡Dime! —grito de vuelta.

—¡Llego algo para ti!

Me levanto pronto dejando el teléfono tirado en la cama. Salgo descalza de la habitación, sintiendo el frío de las baldosas. Espero que sea un libro que pedí por internet a una página que advirtió que tardaría un mes en llegar; de eso hace cinco semanas y no llega.

Cuando arribo a la sala, mi sonrisa se expande al ver que el "algo" que me llegó, es un "alguien" y cuando Theo me sonríe de vuelta, acelero el paso para abrazarlo.

—Dijimos que mensual nos veríamos —murmura en mi oído—, pero estoy aprovechando que tengo que hacer acá una diligencia para verte.

—Me hubieras avisado que venías.

—Si aviso, no llego. Cuando no planeo las cosas me salen mejor.

Santiago llega a nosotros y me besa en los labios rápidamente:

—Debo irme ya.

Theo nos observa suspicaz, entrecerrando sus ojos. Conecta luego su mirada con la de Santi y él baja un poco el mentón; ellos dos también han aprendido a leerse las expresiones y tanto Santi como yo sabemos que Theo está barajando en su mente los motivos de que algo raro suceda.

—Sacaré a Cinthya un rato —anuncia.

—Gracias por tratarme como un perro.

—De nada —dice sin arrepentimiento—. ¿Dónde está Luna a propósito?

—Con Dante en la casa de al lado —responde Santi—. Mi mamá es alérgica. El muchacho de ahí nos cuida a los dos perros por estos días. De todas maneras Caro o yo los sacamos a pasear en las tardes.

—De hecho es más o menos a esta hora —explico. Miro a Theo—. ¿Los recogemos y me ayudas con Dante?

—Sí, vamos.

Santi hace un ademán y se va. Tomo las llaves unos segundos después y nos dirigimos a la puerta con Theo, dejando a la señora Eliana en algún lugar del segundo piso y sola; mientras cruzamos la salida, Theo me agarra del codo y se inclina para hablarme al oído.

—Creo que alguien tiene un par de cositas que contarme.

Blanqueo los ojos por su dramatismo exagerado pero a la vez ya estoy ordenando ideas en mi cabeza para contarle ese par de cositas.

Luego de tener a los perros —felices de ver a Theo, por cierto—, caminamos hasta el parque a dos calles de la casa. Les soltamos la correa a ambos para que anden por el amplio césped sin descuidarlos; siempre se quedan cerca y saltan de acá a allá. Mi Luna tiene un pelaje oscuro, corto y brillante que contrasta con el amarillo, sedoso y largo de Dante, pero son igual de grandes —aunque Dante luce más grande por el pelo— y casi de la misma edad. Santi también encontró a Dante en la calle, abandonado por alguna familia y casi adulto; no dudó en recogerlo y en darle una mejor vida. Veo a los dos perros corretearse el uno al otro y luego escucho a Theo:

—No te atosigaré de preguntas aún —manifiesta—. Así que por ahora cuéntame cómo vas con la suegra.

Un resoplido se me escapa de los labios junto con una sonrisa lastimera. Theo pone su mano en mi rodilla, dando un consuelo por algo que no le he contado aún.

—Ahí la llevo, aunque preferiría llevarla fuera de la casa. Solo se queda un par de días más pero estoy un poco estresada.

—¿Sigue comparándote con Mónica?

—No, de hecho no. Al menos no directamente; creo que en su mente nunca dejará de hacerlo. Le guarda luto mucho más que Santi o que Rose. Yo respeto lo que ella pueda sentir así que procuro que no me moleste, sé que ella tiene buenas intenciones, pero un duelo no es sencillo para todos.

—No te ofendas, pero estás medio tonta. Alguien que no quiera ofender, simplemente no lo hace y ella sí lo hace, sabiendo que lo que dice te lastima.

—Ella no sabe que me lastima.

—Pues es muy bruta si no lo sabe. Es muy básico: si un familiar tiene una relación, nadie educado sacará en cara sus antiguas parejas, independientemente de las circunstancias.

—Es una señora y...

—Y te recuerda a tu madre, sí, me lo has dicho. Pero si lograste aceptar que tu madre es un ser malvado, o que al menos lo fue, date cuenta de que debes ponerte firme con la suegra.

—¿Firme, Theo? ¿quieres que regañe a una viejita?

—Si hace falta...

—Pues no. Prefiero ser tonta y educada. Además, ella ya se va a ir y volverá todo a la normalidad.

—Hablando de normalidad... —insinúa.

Antes de que le cuente lo que quiere saber, mi celular suena en mi bolsillo. Lo saco de inmediato y le sonrío a la pantalla por reflejo; Theo blanquea los ojos.

—Acabamos de salir hace quince minutos, ¿es que Santiago no puede vivir sin ti? —bromea.

—No es Santiago, es... —Se me congela la voz antes de que salga. Me es tan natural contarle todo a Theo que el secreto de que charlo con Luka me sabe ácido... en mi defensa, es más sencillo mentirle u omitirle cosas a Theo si no tengo que mirarlo a los ojos o tenerlo cerca físicamente.

—¿Es...?

—Un...un amigo.

—Un amigo —repite—. Bien, entiendo. ¿Por qué la actitud?

—¿Cuál actitud?

—Esa de no mirarme a los ojos, encorvar la espalda y proteger celosamente el celular. Esa actitud... ya sabes, la de las mentiras. Yo la llamo "la actitud de la Cinthya mala mentirosa".

—Detesto que me conozcas tan bien.

—¿Por qué me lo ocultas? Y ojo, no te estoy pidiendo que me cuentes, porque es tu decisión, pero quiero saber por qué me lo ocultas.

—Porque me vas a juzgar.

—Es irónico que odies que yo te conozca tanto y que a veces parezca que tú no me conoces a mí. ¿Cuántas veces he cuestionado tus actos?

—Pues...

—De forma grosera —añade, a sabiendas de que muchas veces me ha regañado—. De forma extrema, como para dejar de hablarte por siempre.

—Nunca. —Suspiro y me rindo, qué más da—. Bien, te diré: estoy charlando con Luka desde hace unos días.

Inspira hondo, recibiendo lentamente mis palabras por sus oídos. Me enderezo en mi lugar, como si fuera a ser necesario alegar si acaso pretende regañarme.

—De acuerdo. ¿De qué charlan?

—Nada importante. Su vida, la mía. Los años de universidad, su alergia a los camarones...

—Como dos amigos de toda la vida —tantea.

—Sí, más o menos.

—Así no más —sigue picando.

—Así no más.

—Bien. Supongo que ya sabe...

—¿Que me voy a casar? Sí, lo sabe.

Parece que suspira de alivio y entonces recapacito en que en su mente debió suponer que ya estaba traicionando muchas confianzas con Luka. Tiene sentido que pensara así, afortunadamente, nada que ver eso con la realidad, así que tengo paz.

—¿Y qué te acaba de escribir?

Miro la pantalla y leo rápidamente.

—Vendrá la otra semana y nos veremos. Vive a un par de horas. Me está escribiendo los días que estará... solo dos al parecer. Solo nos saludaremos un rato y ya.

—No tienes que dar explicaciones.

—Lo sé.

—¿Lo sabes?

—Sí, lo sé.

El tira y afloja en que Theo me tiene, me demuestra que tiene muchísimas objeciones con respecto a mi posible amistad con Luka, pero prefiere callarlas, aunque yo sé que no es de los que calla por mucho tiempo así que más temprano que tarde me dirá mil contras de que yo mantenga contacto con él. Una última pregunta de Theo sobre el tema arrastra las dudas que he querido alejar porque sé que no las quiero ni considerar:

—¿Le dirás a Santiago que lo verás?

El que responde es más mi subconsciente que yo:

—No.

Tal vez, solo tal vez, mi mente tenga escondidos también un par de contras con todo el asunto. 

Hola, amores <3

Lamento haberlos hecho esperar tanto; estaba terminando otra de mis novelas y quería darle prioridad y como yastá ese asunto, vuelvo por acá. Dentro de 3 o 4 días les traeré otro capítulo y espero volver con más frecuencia ♥

¿Qué les ha parecido este? 7u7 

Los loveo un montón, Mazorcas, nos leemos ♥

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