Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

C U A R E N T A Y D O S

Denny muy amablemente me ha ofrecido una de las habitaciones de su casa para pasar estos días pero sus padres se quedarán, además de su hermana que llegará mañana con el novio, Diego, Gris y Ana también... la verdad me sentiría como una intrusa si acepto quedarme aquí así que con una sonrisa agradecida, le niego a Denny con la cabeza.

—Te lo agradezco un montón, pero mejor no.

—¿Segura? Tu habitación sería para ti sola.

—Me daría un montón de vergüenza que tus padres o tu hermano me vieran en la mañana recién levantada. De Gris lo acepto, de ti y de Gabriel también, pero soy una recién conocida para el resto. Igual te agradezco la intención.

—Bien. Hay un único hotel bonito en el pueblo, te diré dónde queda.

—¿Solo hay un hotel acá?

—Uno bueno —matiza—. Hay como ocho pero solo sé de uno que tenga sábanas limpias, cero bichos en las habitaciones y agua a toda hora, los demás tienen una o dos de esas cosas, no las tres.

—Me quedaré con ese entonces.

—Y no es muy costoso, lo cual añade atractivo.

La señora Elvira se acerca desde la puerta hacia nosotros. Estamos con Denny en la cocina charlando, y ella le pone una mano sobre la espalda, mirándolo con cariño.

—Nos vamos, hijo.

—¿Tan pronto?

—Son casi las cinco —informa—. Debemos ir a buscar habitación y a instalarnos. Si alcanzamos, vendremos más tarde otro poco o si no mañana a la hora que nos digas.

—Gracias, Elvira, significa mucho que hayan venido.

—¿Es una broma? Gabriel es como mi hijo, debo estar en su compromiso.

Sonrío con ternura al cariño desmedido de la señora Elvira. Es tan dulce, me recuerda mucho a Adam en el tono acaramelado que usa para hablarle a sus niños. Así me hablaba él, es como un matiz vocal que se adquiere a cierta edad para con los seres amados.

—Les daré la dirección del hotel bueno que hay acá entonces. Cinthya también va para allá.

La señora Elvira me mira con una gran sonrisa.

—Oh, ven con nosotros entonces.

Intento decir algo para negarme pero solo atino a un balbuceo suave. Luego del corto cruce de palabras con Luka, que ya de por sí fue algo incómodo, me dije que lo mejor, al menos mientras la rareza pasa, es mantener cierta distancia formal. Hoy está enojado con Gabriel, tenso conmigo, cansado por el viaje... es mejor darle su espacio.

—Yo... puedo tomar un taxi —me excuso.

—Pero si vamos para el mismo sitio —objeta la señora Elvira. En ese justo instante, Luka entra a la cocina también y se ubica tras ella, que no pierde tiempo alguno—. Luka, ¿tu amiga puede ir con nosotros? Se quedará en un hotel también.

Su mirada llega a la mía con una seriedad tan impropia que me hace desviarla pronto. Es como si le pusiera tanta fuerza a mirarme, que ese contacto se me hace pesado.

—Puedo tomar un taxi —insisto.

—Puedes ir con nosotros —ofrece Luka. La señora Elvira es ajena a nuestra amistad pero Denny que lo sabe todo carraspea con incomodidad porque hasta él logra sentir la tensión—. Hay un lugar en el auto y en el maletero caben tus cosas.

Ha sonado serio, como si lo ofreciera por mero compromiso y eso la verdad sí me afecta porque siento que me trata como si no me conociera en absoluto. Yo comprendo lo que me dijo hace un rato de que no iba a intentar nada raro conmigo, pero esperaba que eso de "llámame amigo" fuera más literal. No esperaba que me tratase como a una desconocida.

—Voy a buscar mi bolso entonces —dice su abuela, sonriente, aunque algo en su gesto me hace pensar que habló apresuradamente solo para no darme tiempo de replicar más—. Denny sabe dónde queda el hotel, que te diga.

Sale de la cocina, dejándonos a los tres en silencio. Denny le da escuetas indicaciones a Luka que asiente como si ya tuviera en su mente visualizado el lugar a donde irá y el camino.

—El dueño es cliente de Gabriel —anuncia—, aguarda, le diré que lo llame para que sepa que van, puede que les dé mejores habitaciones.

Con el mismo gesto de la señora Elvira de querer huir, sale de la cocina. Levanto la mirada a Luka, la suya luce cansada aunque no sé si es algo físico o algo interno.

—¿Dónde están tus maletas? —pregunta.

Señalo hacia la izquierda.

—Cerca de la puerta... ¿te vas ya? mejor dicho... ¿nos vamos ya?

—Sí, salgamos para ir echando lo tuyo al maletero mientras Nani sale.

—De acuerdo.

Sin darme lugar a negar lo que sea, Luka toma mis dos maletas de donde le indico y sale, al dejarlas en el suelo junto al auto, desactiva el seguro con el control para abrir el maletero. Una vez las pone allí, cierra de nuevo pero no entra de inmediato sino que recuesta su espalda contra el lateral de la camioneta.

—Luces cansado —musito sin poder evitarlo. Luka me observa con los párpados débiles, es literal lo de su cansancio—. ¿Te sientes bien?

—Tanto como se puede, sí. —Toma una honda bocanada de aire que al salir se convierte en suspiro pero al menos, al mirarme de nuevo, sonríe—. He tenido días pesados, es todo. Lo bueno es que todo el fin de semana es para descansar.

—Denny no está de acuerdo, él ya nos tiene itinerario —bromeo—. Estoy segura de que dormirás unas tres horas y estarás como nuevo.

—Eso espero. —Sus ojos destellan al detallarme por un par de eternos segundos. Me dan unas ganas tremendas de acercarme y abrazarlo pero su actitud general no dice que estaría muy de acuerdo con eso—. ¿Te puedo confesar algo? —Asiento—. No esperaba verte sino hasta la fiesta.

Mis labios se curvan en una sonrisa irónica.

—Y evidentemente no es una grata sorpresa.

—Solo es "sorpresa" sin más adjetivos. Es solo que siento que debí prepararme más para verte.

—¿Prepararte?

—Sí. Al menos preparar temas de conversación —dice, con un tinte cómico en sus palabras, dejando que se asome esa sonrisa genuina en sus labios—. Te tengo enfrente y se me queda el baúl de las ideas vacío.

—Solo sé el Luka de siempre.

Suelta esta vez una carcajada corta.

—Tú me preguntaste la vez pasada que cuánto tiempo puedo pasar sin coquetear y creo que es evidente que si no lo hago, no sé qué más hacer.

El retintín condescendiente que ha usado deja claro que lo dice como mero chiste, pero ha sonado muy divertido en mis oídos. En el mismo tono le respondo:

—Hazlo, pero solo un poco. Lo suficiente para rescatar la conversación.

—No me sale coquetear "solo un poco". O te coqueteo o no lo hago.

Luka está de cara al sol que está a medio camino de ocultarse, la miel de sus ojos se pone más dulce con esa iluminación. En pro de atajar la enorme sonrisa que charlar con él me provoca, muerdo mi labio inferior y asiento sutilmente con la cabeza.

—Entonces hazlo.

Su expresión muda a una quebrada, recobrando el gesto cansado. Es como si una luz de emoción lo hubiera cubierto por diez segundos pero ahora se apaga de la nada.

—Ay, Caro... —Mi nombre arrastra la última vocal en un jadeo por lo bajo. Se despega del lateral del auto para dar medio paso hacia mí; en lo que yo considero un impulso, alarga la mano hasta mi mejilla y la acuna por un par de segundos, dedicándome una escueta sonrisa—. Cuando se trata de ti no me basta coquetear, así que prefiero no hacerlo.

Creo que usando el mismo atrevimiento que él, termino de acortar la distancia para abrazarlo por la cintura. Luka no se resiste, a cambio me rodea el cuello.

Tras todo lo que descubrí de Theo, lo que realmente necesitaba era un abrazo de Luka, una especie de consuelo que solo él me puede dar por ser el protagonista de ese enredo, un apretón que le diga que yo también lamento como se dieron las cosas, que le haga saber que pese a todo quiero que me perdone y perdonarlo por lo que sea que se dijo en el pasado, por lo que se hizo y lo que no.

—Yo sí esperaba verte —murmuro sobre su hombro—. ¿Sabes en qué he pensado estos días luego de que Gabriel nos dijera todo eso? En que desde que te vi en Allington quería echarte en cara lo malo que nos sucedió en el pasado, pero que ahora las cosas han cambiado y solo tengo el impulso de recordar también lo bueno que hiciste y agradecertelo.

Estando aferrada a su pecho logro percibir cómo se infla en un suspiro, no levanto mi cara porque siento que este mini paso de darnos un abrazo puede romperse con estrepitoso ruido si lo miro a los ojos. Siento el latir de su corazón por la cercanía, percibo el calor de su piel y lo que su aroma provoca en mí. Luego de una larga pausa sin decir ni hacer nada, él me responde, con una tonalidad monocorde en su voz:

—Ya tendremos tiempo de hablar de otras cosas.

Escucho los pasos de Mateo y la señora Elvira solo un segundo antes de que él me suelte, finalizando así el instante. Compartimos una mirada que dice tanto que no logra entenderse nada y entonces me subo a la camioneta, luego Mateo ingresa y a los pocos segundos vamos camino al hotel.

De soslayo, por el espejo retrovisor, Luka me observa un par de veces.

Luego de instalarme en mi habitación —que de forma curiosa es en un quinto piso, igual que en Allington—, tomo una larga ducha de agua fría para sacarme lo que queda de bochorno por la soleada tarde. Si algo he aprendido al viajar, es que en tierra de clima caliente despierta la actividad más en la noche, así que planeo salir y conocer los alrededores.

Mientras me estoy retocando un poco antes de salir, me llega un mensaje de Luka.

Hola

¿Qué haces?

Dejo el espejito a un lado y respondo rápidamente.

Nada.

Me alisto para salir, voy a explorar un poco

Yo igual

Te escribía para eso

¿Vamos a dar una vuelta por ahí?

Definitivamente salir con Luka suena mejor que salir sola, así que no tengo ni que pensarlo.

Sí, está bien

¿Te veo en quince minutos en la recepción?

De acuerdo

Termino de arreglarme un poco, queriendo a consciencia verme bien. A los pocos minutos tomo mi bolso y camino hacia la recepción, con la horrible decepción de que acá no hay elevador así que para entrar o salir debo recorrer los cinco pisos de escaleras a pie. Si este es el mejor hotel del pueblo, no quiero ni imaginarme los demás.

Llego antes que Luka a la recepción y me siento en el pequeño sillón frente al recepcionista que apenas y me hace un gesto con la cabeza a modo de saludo. Cuando Luka baja, también trae otra ropa más ligera y los mechones húmedos en su cabello. Me levanto y le sonrío.

—La verdad supuse que te acostarías a dormir —digo.

—Lamentablemente soy de los que no puede dormir de día y si lo hago, en la noche me desvelo terriblemente.

—No te envidio eso, yo puedo dormir cuando sea, donde sea.

Luka hace un ademán con su mano para que salgamos y sin más demora, empezamos a caminar. El hotel es un edificio de siete pisos encajado entre un supermercado y una zapatería, así que está ubicado en medio de la calle sin muchas florituras, tomamos el lado derecho por donde llegamos pues vimos de camino que por ese lado está algo así como la parte comercial del pueblo.

—Gabriel siempre habla de lo cálido que es el pueblito, que hay poca gente y que todos son amables. Además presume que tiene playa cerca.

—¿Muy cerca? Quiero ir. Me gustan las playas en la noche, la arena es cómoda.

—Creo que sí... igual no puede ser muy lejos, el pueblo entero lo recorres en unas horas.

—Tomemos taxi —propongo—, que nos lleve directamente.

—Sí, está bien.

No se nos complica llegar a una calle principal y tomar un taxi con facilidad. Lo bonito de los pueblos es que sus habitantes conocen todo con solo mencionarlo, así que solo hizo falta decir "playa" para que el conductor supiera qué ruta tomar.

—A esta hora ya no los dejan entrar en el mar —nos comenta, con un marcado acento que dista del nuestro—. Luego de las cinco los guardacostas despejan el agua.

—¿Pero la playa está abierta? —pregunto.

—Sí. Solo le prohíben arriesgar su vida en el agua, pero la playa es pública.

—Suficiente entonces.

—Y hay mucho comercio alrededor. Comida y bebida. ¿Primera vez que vienen?

Luka responde esta vez:

—Sí, no conocemos realmente.

—Les encantará. Esta playa es muy acogedora.

Una llamada le entra al conductor y usando sus auriculares, responde, lo que deja la conversación con nosotros en nada. Giro mi cara un poco a Luka.

—¿Y tu abuela y Mateo?

—Mi abuela descansando. A ella sí le pesa un poco estar mucho tiempo en el auto. Y mi hermano... bueno, está en la edad en la que prefiere quedarse chateando con amigos que salir con su hermano mayor. Además le hace compañía a Nani, así que todos ganamos.

El taxista toma una esquina para entrar a una estrecha y concurrida calle, al girar por la vía de único sentido, logro ver el mar por la ventanilla y solo media calle después, frena, haciéndonos saber que llegamos. Pago el servicio y salimos del auto.

—¿No amas las noches en climas cálidos? —murmuro con un suspiro—. Son como magia.

—Sí. Al menos para uno que está acostumbrado al frío.

La playa se corta en un andén pavimentado donde están ubicados un sin fin de puestos de comida, recuerdos y bebidas.

—¿Te apetece una cerveza? —pregunto—. ¿O quieres soda?

—Cerveza está bien.

A medida que nos acercamos al área de la playa, los vendedores aumentan y sus ofertas a voz en grito parecen querer convencer de que sus precios son los mejores. Guío a Luka hacia uno de los vendedores que tiene un letrerito que dice "se alquilan neveras". Sin ni siquiera saludarlo, él nos ofrece su producto, que básicamente es una nevera portátil pequeña con diez cervezas en botella. Luka insiste en comprarla él pero como yo fui quien lo propuso, la pagamos a medias y él la carga hacia la playa.

Nada más pisar la arena me quito las sandalias, sintiendo la placentera sensación de arena tibia contra las plantas. La luz general del lugar la dan los puestos de comida pero la playa se extiende muchos metros luego de eso, así que entre más adentro, menos luz y menos ruido. Son apenas las ocho pero ya es suficiente para que no quede ni un rayo de sol, sin embargo, la playa no está solitaria, hay muchas parejas o grupitos por ahí esparcidos en la arena. Tanteando el espacio justo para estar cerca del mar sin mojarnos, tomamos asiento a un par de metros del agua. Luka deja la nevera junto a él y me tiende la primera cerveza. El primer trago me baja tan refrescante que emito un suspiro.

Por un largo rato solo nos acompaña un cómodo silencio, ambos con la vista en el mar que acerca olas, unas más fuertes que otras, para luego devolverlas y empezar de cero. El susurro de ese movimiento más la brisa cálida que nos acaricia hace de esto algo maravilloso.

—Me encanta el mar —murmura Luka luego de un rato. Lo miro de reojo, pero él no mueve su mirada del horizonte—. Es tan majestuoso, ¿no te parece? Solo verlo es tranquilizante.

—Es lindo verlo, es cierto.

—Y nadar en él.

—Yo no sé nadar —confieso. Luka gira a mirarme con una ceja enarcada, un gesto de cómica exageración—. ¿Qué? Hay muchas personas que no sabemos nadar.

—¿Por qué no sabes nadar?

Me encojo de hombros.

—No sé... de pequeña casi nunca íbamos a piscinas, no conocí el mar sino hasta hace un par de años y nunca he vivido cerca de una playa. Supongo que nunca le vi necesidad. Imagino que tú sí sabes nadar muy bien —concluyo con sarcasmo.

—Pues de hecho sí. Estuve en el equipo de natación en la preparatoria. Siempre que puedo me escapo a alguna piscina o al mar. El agua es una de las mejores terapias cuando estás estresado. Justo ahora quisiera meterme al mar, pero no se puede.

—¿Estás estresado ahora?

—En este preciso instante del día, no. Pero en este preciso momento de mi vida, sí.

—¿Por qué?

Cierra sus ojos un segundo y le da un sorbo a su cerveza, tiene el gesto de quien no quiere hablar del tema pero la disposición de quien necesita hacerlo o enloquecerá.

—Nada nuevo. Trabajo, Mateo, lo de siempre.

—¿Mateo es un adolescente rebelde? No lo parece.

—No es rebelde exactamente, solo es adolescente y eso ya es complicación suficiente. —Sacude la cabeza un par de veces—. Mejor no quiero hablar de eso.

—De acuerdo. ¿Ya arreglaste las cosas con Gabriel?

Suelta una risa entre dientes.

—¿Más o menos cuántas preguntas incómodas tienes en tu repertorio?

—Lo siento, yo no pretendía...

—No, está bien, solo bromeo —interrumpe, pero ya es tarde y me he sonrojado por imprudente—. Pues, a ver, arreglado que se diga arreglado, no. No lo odio, ni mucho menos pero necesito más tiempo para aceptar algunas cosas.

—Yo me enojé mucho con Theo en su momento —admito—. No me cabía en la cabeza que él me hiciera algo así.

—Lo peor de mi caso es que yo sí lo creí sin dudar en el primer momento. Es decir, vi a Gabriel capaz de hacer eso sin problemas, pero aún así fue inesperado.

—No lo hizo con mala intención —murmuro, colocándome repentinamente en su defensa—. No te enojes tanto con él, de verdad le duele estar así contigo.

—La misma noche en que te fuiste lloré al pensarte —confiesa. Me quedo callada y sorprendida por el giro, mirándolo fijamente pese a que él no me observa—. Me quedé en casa con él y me desahogué con él. Tuvo el descaro de decirme que todo pasaba por un motivo, que si tú y yo conveníamos ya volverías o yo iría a ti. Me llenó de un consuelo esperanzador y luego hizo lo que hizo. Me duele pensar que fue hipócrita conmigo porque nunca lo había sido antes.

—¿Qué crees que habría pasado si ellos no lo hubieran hecho?

Sus ojos me buscan la mirada, hay seriedad en su semblante, pero luce más tranquilo que esta tarde. Al menos parece que el lugar sí lo calma un poco, le quita el estrés.

—No lo sé. Puede que no hubiéramos durado mucho tiempo en una relación porque te habrías dado cuenta de que merecías más que yo.

Es curioso escucharlo y pensar que en mi versión hipotética, yo sigo a su lado aferrada a un amor dañino, pero en la suya, soy suficientemente fuerte como para alejarme a voluntad. Puede que eso de haber tenido un concepto bajo de mí misma, sea algo que Luka sintió también con respecto a él.

—Esa es la versión negativa. ¿Y la positiva?

—Hoy estarías a punto de casarte conmigo.

—Nunca te he visto como un tipo de esos que camina al altar.

Me complace que la conversación, al menos a mis oídos, no suena a melancolía o a escenarios tristes que se añoran. Suena más a suposiciones divertidas, como cuando te preguntas qué habría pasado si hubieras tomado otra carrera universitaria, no con arrepentimiento sino con curiosidad.

Luka ríe antes de beber otro poco y asiente con la cabeza.

—Tienes razón. En mi lista de planes de vida el matrimonio no ha estado como prioridad, ni siquiera como opción. Nunca me vi comprando anillos de compromiso o arrodillándome para proponerlo.

—¿Pero en tu versión positiva yo te cambio la idea?

—Sí. Mucho en mi vida cambió gracias a ti, así que no lo veo como una locura.

—O puede que no. En aquel entonces yo no me quería casar, y si tú tampoco, la idea ni siquiera se habría cruzado.

—No querías pero ahora sí, porque conociste al hombre correcto. ¿Ves que sí es posible cambiar de ideas por amor?

La sonrisa de ambos se tambalea con la última afirmación que incluye a Santiago, esa sí le ha salido con tono melancólico pero ambos fingimos no notarlo. Destapo la segunda cerveza, una para cada uno y dejamos las botellas desocupadas dentro de la nevera.

—¿Te digo que me gustaba de ti? —pregunto, pretendiendo cambiar el tema. Luka me presta atención—. Que veías una fortaleza en mí que ni yo veía. Me lo dijiste aquella noche cuando salí con Dylan, recuerdo que tus palabras fueron "eres más valiente de lo que piensas". Era la primera vez en mi vida que alguien me lo decía.

—Y no mentía, como puedes ver. Hay algo en tu carácter, Caro, que no se rinde nunca. Cuando te conocí eso fue lo que me atrajo a ti. Te veías... valiente. No comprendí en un comienzo cuando me dijiste que había un chico con quien debías salir y sí pensé que me mentías. Luego conocí al idiota de Dylan y supe del problema con tus padres y te vi más valiente que nunca.

—¿Valiente? Alguien valiente no habría aguantado tanto. Mi cobardía me tuvo atada a mi madre mucho tiempo.

—Aguantar tanto te hizo valiente porque nunca dejaste de sonreír. Luego de enterarme del maltrato de tus padres, pensé "¿por qué Carolina sigue tan animada siempre?". No te rendías. Puede que no te vieras a ti misma en esa época como alguien fuerte, pero el solo hecho de resistir es muy grande, cualquier otra persona se habría hundido con todo lo que tú pasaste.

—Necesitaba el empujón que tú y tus amigos me dieron.

—No, necesitabas que alguien te quitara la venda de los ojos, eso es todo.

—No —replico con terquedad—. No hablo del lado moral, sino del lado social. Conocerlos me mostró lo que me perdía por culpa de mi madre, eso de salir con amigos, reírme, correr bajo la lluvia, enamorarme... no sabía que eso me hacía falta hasta que te conocí.

—La lluvia. —Luka suelta una risotada—. Dios, ese día que te reíste por mojarte, te juro que me encantaste. Mateo pensó que estabas loca.

—Lo recuerdo. Se enojó porque me reí.

—Y yo deseaba besarte.

—Lo recuerdo también, me atraganté con mi café cuando lo dijiste.

La risa que compartimos me parece tan cómoda que pienso que son ese tipo de momentos del pasado los que debimos tener presentes desde que nos encontramos. No todo fue malo, y lo bueno es digno de recordar.

—Eras tan tierna —comenta entre risas—. Es decir, eres, eso no se ha ido.

—Hoy ya no me atragantaría con mi café por ese tipo de palabras —objeto.

—No, hoy te atragantarías con cerveza.

—La madurez, le dicen.

Bebo de mi botella a la vez que siento los ojos de Luka en mí. Le sostengo la mirada con una sonrisa ladeada, amable. Entreabre los labios para decir algo, incluso toma aire para decirlo pero al momento de exhalar alguna palabra, cierra la boca de inmediato.

—Detesto que hagas eso —comento.

—¿Qué?

—Que me observes con ganas de decir algo y al final te retractes. Es molesto.

—Creo que ya me lo has dicho antes.

—Sigue siendo cierto.

—No es mi intención molestarte.

—¿Entonces por qué te callas adrede? —replico.

—Porque pienso antes de hablar y si considero que lo que voy a decir no vale la pena, mejor me callo.

—¿No debería yo decir si vale o no la pena?

—No. —Su sonrisa ladeada es en clara burla a mí—. Yo sé que no es prudente.

Blanqueo los ojos.

—Dímelo.

—Dame algo a cambio.

—¿Una cerveza? No tengo más.

—Una respuesta —propone—. Respóndeme algo y te diré qué iba a decir.

Arqueo las cejas ante el tono juguetón que su voz a adoptado. Estamos sentados uno junto al otro, mas al decir eso, giro mi cuerpo, dándole la espalda al mar pero quedando con mi torso casi unido al suyo, una manera de hablar frente a frente sin levantarnos de la arena.

—Bien.

Lo veo enderezar un poco la espalda, no mucho pero sí lo suficiente para acercarse un poco más a mí. Sus ojos penetran los míos y toma aire para preguntar:

—¿Por qué me besaste en tu apartamento la vez pasada?

Su pregunta me agarra con la guardia baja y para mi infortunio, balbuceo. No esperaba ni de lejos ese cuestionamiento, la verdad esperaba algo más banal y sin importancia. No obstante, no veo necesidad de mentirle.

—Pues... no sé, me dejé llevar. No lo planeé sinceramente.

—Te dejaste llevar —repite—. ¿Te dejaste llevar de qué? No habías bebido mucho, no fue el alcohol. ¿Qué te impulsó?

—Sí había bebido —contradigo—, fue eso. Tenía la sangre caliente y a ti enfrente pidiendo perdón. Eres sumamente atractivo a media luz hablando con dulzura, fue un impulso.

—¿Te soy atractivo en este momento? Estamos a media luz, técnicamente.

Me muerdo el labio en una sonrisa porque nada en su tono dice que habla en serio, pero admito que el que lo pregunte tan directamente, sí me pone algo nerviosa, me acelera el pulso.

—Me eres atractivo a toda hora. Igual que a cualquier mujer heterosexual que se cruce contigo. Ya te lo he dicho antes.

—Tú también coqueteas sin darte cuenta, ¿sabías?

—No. Yo coqueteo a consciencia.

—¿Es decir que me seduces a propósito?

—Coquetear me ha conseguido muchas cosas antes —bromeo—, como entradas a fiestas o el asiento en el bus.

—¿Y qué esperas conseguir de mí?

Luka no ha soltado se cerveza, sus piernas, al igual que las mías, están flexionadas por lo que las manos se apoyan en las rodillas; su cabeza se ha inclinado un poco en mi dirección. A esa distancia no se necesitaría un movimiento demasiado brusco para buscar sus labios pero ese no es mi propósito, no después de como me sentí al dejarme llevar en el apartamento. Él mismo dijo que no planeaba intervenir en nada de mi vida ahora, y en realidad lo he visto mucho más contenido de lo normal, así que no seré yo la que fuerce las cosas. Si algo he de aclarar con él, no será dando pasos de los que no estoy segura aún.

Le sonrío de lado y me acerco otro poco.

—Tus pensamientos, ¿recuerdas? Ya te di mi respuesta, ahora dime en qué pensabas.

Me dedica una última mirada intensa antes de agrandar el espacio entre nosotros. Ríe entre dientes y le da el último sorbo a su segunda botella.

—Pensaba en el tema del matrimonio, en que nunca lo tuve presente pero que de hacerlo, me gustaría casarme en una playa como esta.

—Eso no es cierto.

—Claro que sí.

—No lo es. Hablábamos de otra cosa, un tema así no llega de repente a la cabeza.

—No miento. Eso fue lo que pensé.

—Me estabas mirando fijamente —argullo, como intentando darme la razón.

—¿Y qué?

—Por eso me molestó que callaras, porque me mirabas, creí que me querías decirme algo y luego ya no.

Luka asiente, como si comprendiera mi inquietud. Con lo que yo creo que es una mentira, responde:

—En mi fugaz pensamiento de casarme en la playa, la persona que camina descalza sobre la arena hacia mí, eres tú, por eso te miraba. —No me nace reírme como si fuera un chiste, pero tampoco no creerle del todo. Una mirada incómoda es compartida y él se apresura a arreglar lo dicho—. Pero también he imaginado que me muero en la luna, o que gano el Nobel siendo arquitecto, así que no le prestes atención a mis escenas mentales. Mi imaginación vuela alto, ¿recuerdas?

—Sí, recuerdo.

—¿Quieres otra? —Eleva su botella para que yo sepa a que se refiere.

—Sí. Necesito otra —puntualizo.

Si en cada conversación con Luka se me revoluciona todo por dentro como con esta, estoy jodida. Quisiera saber con certeza qué es lo que tengo que hacer, decir o escuchar para que, como Santi dijo, aclare las cosas en mi corazón y sepa qué es lo que quiero, pero al contrario, cada vez me siento más confusa porque si bien Luka me atrae como un maldito imán de hormonas, no se me ha cruzado el pensamiento de "él es lo que quiero para mí" ni una sola vez.

Lo deseo, lo deseo mucho pero no puedo poner mi estabilidad mental y emocional sobre la mesa apostando por un impulso físico. Debo planear bien antes de actuar... lo que se me complica con solo verlo a los ojos, con detallar la curvatura de sus labios, la sensualidad nata que emana de él con solo respirar o con notar los anchos y atractivos brazos que resaltan con la cortísima manga de su camiseta. No es fácil pensar en él con claridad cuando es un maldito pecado andante que parece dispuesto a seguirme el juego siempre.

Este será un largo fin de semana.

Lamento mucho la demora, amores míos, hago lo que puedo :''v Es que ando muy saturada (pero no es queja porque me saturo adrede xD) Así que mil gracias por seguir acá. 

¿Notan que la tensión crece? Porque sho sí 7u7 😏

¿Qué les ha parecido el capítulo? ♥

♥ Nos leemos, espero que pronto, mucho lof para todos ♥

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro