C U A R E N T A Y C U A T R O
44. UNA DEUDA A MEDIO PAGAR
—Deja de mirar —me pide Denny, en voz baja. Vuelvo mi atención a él que tiene una divertida sonrisa en los labios—. El primer paso para que alguien no sepa de una tensión sexual entre dos personas, es que no se estén mirando con semejante atención explícita.
No puedo evitar sonrojarme por unos momentos a la vez que Denny me entierra su dedo en la cintura para hacerme reír. Está un poco más alegre de lo normal porque ya tiene alcohol en sus venas y también atribuyo a esa desinhibición su comentario descarado.
—No hay atención explícita, exagerado.
Estamos bailando juntos en la pista de baile en medio de la arena. Luego de salir del mar —y de que afortunadamente nadie me viera en la íntima compañía de Luka— necesitaba no quedarme quieta así que me puse a bailar; primero con Gabriel porque lo encontré solo mientras Denny buscaba cerveza, luego con un desconocido con el que no crucé ni un hola y ahora con él, que me vio reacia a sentarme y quería bailar también.
—Permíteme discutir eso.
—No, no te lo permito.
Denny me atrae un poco más hacia él, poniendo su cabeza sobre mi hombro y sus labios casi tocando mi oído.
—Voy a fingir que no hablo de ti, pero si no hay tensión, dime por qué Luka no deja de mirarte cada diez segundos antes de dar un sorbo a su cerveza. Puedo jurarte que daría la vida porque la boca de la botella fuera la tuya.
—Cállate.
Luego de alejarme del agua me decidí a no beber una sola copa más que me pudiera afectar el juicio. Suficiente tengo con el estado de ebriedad propio de estar un rato con Luka como para añadirle alcohol a la ecuación.
Denny no miente pero me niego rotundamente a darle la razón. Me siento culpable, malvada, infiel, sucia de pensarlo pero no por eso dejo de hacerlo. Pienso en Santiago y también en Luka y es obvio que esto no es justo para nadie, ni siquiera para mí. Las palabras de Michi sobre mi deseo de un último —y primer— revolcón con Luka ya no me suenan tan dementes ahora como cuando las escuché hace unas semanas.
El problema es que... já, el problema; no es uno, son muchos.
El principal es que estoy a punto de casarme y que sin importar las circunstancias de ello, tengo a un hombre maravilloso esperándome en casa que aunque me haya dado la opción de elegir, sé que desea que mi elección sea la que debería ser obvia.
Otro problema es que no sé qué esperar de Luka. Eso de "el último revolcón prematrimonial" no sonaría tan mal —dejando mi moral de lado— si supiera que con eso sería suficiente. Tengo el temor constante de que sin importar lo que consiga de Luka en estos días, no sea suficiente, que quiera más y eso solo dejaría mi mente más inquieta y desordenada de lo que está.
—Luka viene —murmura Denny. A la posición de Luka, sentado en los troncos unos metros detrás, yo le doy la espalda y me tenso cuando escucho que se acerca—. Si mis habilidades de brujo no me fallan, querrá bailar contigo.
Lo ha dicho en el mismo tono confidencial sobre mi oído de tal manera que ni siquiera quienes bailan a nuestro lado lo oigan, y solo tengo cuatro segundos para digerir aquello cuando siento una tercera mano sobre mi espalda. Las dos de Denny me sueltan levemente.
—Gabriel anda por ahí buscándote —le dice a Denny, como si esa excusa fuera válida para quitarle la pareja a alguien.
—Bueno, iré a que me encuentre entonces —accede Denny, dando dos pasos lejos de mí—. Estaremos ahí no más por si nos necesitan.
Aunque lo dijo en plural, sé que se dirigía solo a mí. La mirada de Luka me envuelve unos segundos, con ojos brillantes amielados y la camisa apenas puesta sin abotonar dejando un espacio completo de pecho descubierto, me pone una mano en la cintura y me da una vuelta suave como si eso diera inicio al baile.
La música no es lenta en absoluto pero tiene uno de esos ritmos que no requieren pasos específicos, que se pueden bailar más con el humor de las personas que con el compás así que no está mal que nos tomemos con esta cercanía; muchos lo hacen.
El tacto de su mano le da calidez a todo mi cuerpo, además de que de por sí tengo la piel caliente por llevar buen rato en la pista de baile. La arena se cuela entre los dedos de mis pies y la delgada tela de mi salida de baño se mece con el aire tibio pero fuerte que nos rodea.
—Gabriel no lo está buscando realmente —confiesa, sin quitar sus ojos de los míos.
—Le mentiste.
—Gabriel me debe una, así que no se enojará porque le quite la pareja a su novio.
—Hay muchas mujeres en la playa, cualquiera habría bailado contigo.
Luka se acerca igual que Denny lo hizo hace unos minutos, inclinando su cabeza junto a la mía a la vez que con sus manos me acerca a él, como si la distancia protocolaria entre dos personas bailando fuera algo exageradamente grande para nosotros.
A diferencia de cuando Denny se inclinó, sus labios cerca de mi oreja me causan un escalofrío.
—Yo solo quiero bailar con una.
Mis manos están sobre cada uno de sus hombros; quisiera subirlas a su cuello y enrollarlas ahí pero esa acción se me antoja demasiado osada como para que con mi cobardía lo pueda lograr ya mismo. Siento que de tomar un poco más de confianza el resto del mundo se me apagará alrededor y estar en una playa completamente sola con él no es algo con lo que mi autocontrol pueda lidiar.
—Te aburrirás entonces porque yo no quiero bailar toda la noche.
—No necesito toda la noche.
—¿Qué necesitas entonces?
—Besarte —susurra.
No lo estoy mirando a los ojos y aunque esa vista de seguro es buena, me alegra que él no presencie el rubor que me sube desde el cuello hasta las mejillas. Lo peor de todo es que ese rubor junto con el nudo que se me forma en el estómago me confirman que no es un sonrojo de vergüenza sino de ansiedad y deseo.
—¿Y lo harás?
Un suspiro de sus labios se aloja cerca de mi oído y me hace cosquillas suficientes para casi perder el paso de la canción pero su fuerte agarre logra mantenerme estable.
—No —dice finalmente. La decepción se mezcla con el alivio en mi interior—. Aunque no porque no lo desee con cada parte de mí.
—¿Entonces? ¿algo que ver con tus límites?
—Tú cruzas cada límite que pueda crearme. No, no es por eso. Mira... —Luka me da lentamente una vuelta hasta que los troncos quedan en mi campo de visión, y no solo eso sino que desde allí Luciana y Grishaild miran no muy sutilmente en nuestra dirección. Creo que con la luz y desde donde ellas están, no logran ver mis ojos pero sí el resto de mi cuerpo—. Tienes guardianas y estoy seguro de que si te beso vendrán a rescatarte de mí. Tú podrás alegar que has bebido pero no habrá excusa que me haga ver bien a mí.
—Lo haces sonar como si fueras el peor de los villanos.
—¿Eso te haría a ti la damisela en peligro?
—Esto no es un cuento de hadas.
—Ni yo soy tu príncipe. —Suelta una suave risa ante la elección de sus palabras—. Pero ellas deben verme como el malvado que anda tras de ti.
—El villano que seduce a la damisela.
—Mi intención no es seducirte, nunca lo ha sido.
—Pensé que ya teníamos ese punto claro y que sí lo hacías.
Luka con suavidad nos da un par de vueltas en la canción, metiéndose sutilmente entre el montón de personas bailando también hasta que nos deja en medio de todos y no en la orilla; a donde estamos ahora no hay manera de que nos vean desde los troncos.
—Ya te he seducido —murmura contra mi oído, con un tinte divertido—, ya me deseas.
—Eres muy pagado de ti mismo.
—¿Me lo vas a negar?
Omito responder porque no quiero mentir, a cambio, devuelvo el tema a donde iba.
—Si seducir no es tu intención, ¿cuál es?
—Enamorarte.
Una risita nerviosa se me escapa sin poder evitarla. Nerviosa porque realmente suena sincero y más aún, triunfante. Luka me deja un casi imperceptible beso en la mejilla, como si esa fuera la única manera de darle punto a sus palabras. En la semi oscuridad de la noche cierro los ojos sin dejar de bailar; una de las manos de Luka asciende hasta mi espalda alta de modo que con un ligero apretón me deja totalmente sin espacio de prudencia. Mis manos finalmente suben a su cuello.
—Nunca me dijiste cuántas veces te has enamorado.
—No me lo volviste a preguntar. —El aliento de su voz llega a la parte lateral de mi mentón, haciendo que el instinto de estirar un poco el cuello se materialice—. Puedes hacerlo.
—¿Me lo dirás sin más?
—Sí.
—¿Cuántas veces te has enamorado?
Sus labios húmedos caen en el lóbulo de mi oreja y un suave suspiro se me escapa disfrazado de jadeo. Entreabro los ojos para hallar los suyos cerca, tanto, que casi nuestras narices rozan.
—Cuatro veces.
En reflejo río con burla, casi decepcionada de que no sean mínimo diez pero a la vez celosa de que no sea solo una. Luka me da una vuelta haciéndome pasar por debajo de su brazo levantado, esa momentánea separación me da el aire que necesito para ser dueña de mí.
—Menos de las que esperé —confieso.
—¿Quieres saber cuándo fueron esas veces? —pregunta, más coqueto que otra cosa.
Una sonrisa ancha me ocupa los labios a la vez que asiento.
—Claro que sí.
—Una vez como a mis quince años, otra a los dieciocho... —Luka hace una pausa en la que su mano halla la manera de colarse por la abertura de mi salida de baño para aterrizar directamente sobre la piel de mi cintura—. Y dos veces de ti.
Su confesión me paraliza.
Todo este jugueteo con Luka lo he pasado creyendo que lo que siente por mí es atracción, deseo quizás, algo físico con una pizca de nostalgia del pasado, pero ir de eso a decir que está enamorado es más de lo que puedo masticar.
Yo no lo amo, no llego a tanto. La verdad lo mío hacia Luka es algo más físico que sentimental, no es que no sienta nada por él pero de un flechazo no pasa, no podría decir ni de chiste que estoy enamorada en nivel "te amo y deseo para toda la vida". No es así.
De repente me siento terrible porque con eso dicho, cada cosa que hago con Luka deja de ser picardía y pasa a ser un juego en el que el juguete es él y yo la malvada que lo sabe pero sigue adelante sin importarle si lo hiere al final.
Es estúpido pensar que con "dos veces de ti" se refiere a que ambas pasaron hace cinco años así que la única conclusión es que actualmente está enamorado... y no soy capaz de seguir con esto sabiendo que para él es más que para mí.
La espalda se me endereza y adrede tomo un poco de espacio, devolviendo mis manos a sus hombros y ladeando la cara lejos de la suya. Luka no toma a mal mi distanciamento aunque sí percibo un destello de tristeza en sus ojos.
—Sí, claro —musito, incapaz de mirarlo, tratando de sonar divertida con la idea de que sus palabras sean ciertas—. Bromeas.
La canción se me hace ahora muy larga y tortuosa, quiero irme ya de sus brazos pero no deseo ser grosera ni crear otra tensión que nos oprima. Luka no dice nada por un buen rato pero mantiene la distancia protocolaria entre nuestros cuerpos.
—Lo siento. No quería ponerte incómoda.
—No lo hiciste.
—Mírame —pide. No obedezco—. Colibrí, mírame.
El apodo termina de derretirme, solo que ahora no siento que me convierta en calidez líquida sino en ácido lacerante.
Alzo le mentón a Luka que finge una sonrisa para mí. Toma aire para decir algo y esta vez soy yo la que lo interrumpo al creer que lo que dirá no será prudente.
—Me he cansado, es todo —murmuro—. Iré a sentarme un rato.
Luka me suelta en automático pero no se mueve de la arena mientras yo sorteo a las personas para salir de la pista de baile.
—Quiero un trago —manifiesto una vez llego a mis amigas. Gris sin preguntar me tiende una copita del vodka que ya habíamos empezado—. Gracias.
—¿Todo bien? —pregunta Lucy.
—Sí. Estoy cansada. —Les sonrío para darle convicción a mis palabras—. Me encanta la arena bajo mis pies, pero ya me duelen mucho.
Luka sale de la pista de baile ahora, solo segundos después que yo y se sienta en el otro extremo del lugar junto a Gabriel y Mateo. Hasta que no se sienta y toma una cerveza, no dejo de mirarlo, así que cuando vuelvo la cabeza hacia ellas, Gris tiene mala cara.
—¿Qué te sucede con Luka? —suelta, sin nada de sutileza.
Su tono me enoja porque sean mis amigas o no, Luka tenga un pasado o no, no tienen derecho a reclamarme así.
—¿Cuál es tu problema? —replico a cambio—. Ni que me estuviera metiendo con Diego.
Un silencio incómodo nos rodea y me arrepiento de inmediato del filo de mis palabras.
—Lo siento —murmura Gris.
Le pongo una mano sobre la suya, mirándola con cariño.
—Lo siento también.
Luciana interviene entonces, mirándome fijamente, segura:
—Estás comprometida —dice, y suena más a acusación que a otra cosa—. Y él es Luka Greisnar, no hagas eso.
—No hago nada —me defiendo, con una risilla, mas ninguna de las dos ríe conmigo.
—Ya somos adultas, Caro —dice Lucy de nuevo—, no estamos para los rollos de "tú haces", "no, no es cierto". Sabes lo que haces y es tu vida, tu cuerpo, tu todo, no somos nadie para regañarte por nada.
—Pero piénsalo mejor —añade Gris con tacto—. Nuestros matrimonios han durado mucho porque pensamos antes de actuar, no dañes el tuyo por una tentación.
No soy capaz de enojarme con sus palabras porque la intención detrás es pura y sincera. Son mis amigas y como amigas aconsejan, es todo. No creo ni por un segundo que se trate por algún rencor que tengan con Luka, ya no piensan en él, piensan en mí, en su amiga que les acaba de decir que está enamorada y a nada de casarse, que tiene una hija y una vida de vuelta en casa. Las cosas son lejos de ser como ellas lo creen pero es en esa versión que les he dado en que basan sus consejos.
Denny llega a nosotras con una sonrisa cálida y contenta.
—Iremos a un bar todos —anuncia, con un tono medio ebrio—, pero primero iremos a casa a cambiarnos. ¿Se apuntan?
—Sí —dice Gris.
—Obvio —murmura Luciana. Los tres me miran.
—Sí, claro, se oye genial.
—¡Super! Entonces iremos realmente todos. —Denny me mira con intención—. Todos.
Omito ese gesto esperando que ellas no lo noten y me levanto del tronco.
—¿A dónde iremos?
—Es un bar cerca de mi casa. Nos vemos a las nueve en la plaza del pueblo. Debemos tomar una ducha.
—Sí —concedo—, tengo arena en lugares donde no debería haber arena.
Gris y Lucy ríen mientras se ponen de pie pero asienten de acuerdo.
—Entonces arreglado.
—¡Caro! —La voz de Luka atraviesa la fogata hasta llegar a nosotras. Giro a mirarlo, igual que mis amigas y Denny—. ¿Compartimos taxi al hotel!
Tiene una sonrisa tan burlona en la cara que solo puedo apostar que me lo ha dicho a grito herido para fastidiar a Gris y a Luciana, como si supiera que ambas han estado hablando mal de él. Me sonrojo pero le respondo en el mismo tono alto.
—¡Sí!
Luka desvía la mirada, como si con eso ya no tuviera nada más que decir. Denny tiene una risita burlona pero satisfecha en el rostro mientras que ellas dos solo tienen seriedad. Parece que van a decir algo pero Denny se adelanta:
—Comparten hotel —explica, luego, como si fuera el mejor de los chistes, añade:— Pero no la habitación.
Yo río por lo bajo pero evito mirarlas a ellas que de seguro querrán regañar a Denny por su comentario.
—Entonces... —digo yo, a modo de despedida, deseosa de alejarme de sus miradas acusatorias— nos vemos más tarde.
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Me paso el peine sobre el cabello por décima vez, luchando un poco porque el zarandeo en el mar me lo dejó hecho un nudo. Ya tengo mi lindo vestido amarillo puesto, solo me falta hacer algo con este enredo y procurar que no desentone con el resto de mi aspecto. Son apenas las ocho y media así que tiempo tengo de sobra porque la plaza del pueblo está solo a unos pasos de acá; me aplico un poco de crema en el cabello para pasarle de nuevo el peine cuando tocan a mi puerta. La única persona que puede ser es Luka porque ningún otro de los invitados tiene mi número de habitación.
Camino hasta la puerta con ambas manos sobre mi cabeza y haciendo maromas con la izquierda giro el pomo. Es obviamente Luka. Viene con ropa completamente limpia, camisa gris y un jean holgado, su cabello está húmedo y un aroma a perfume entra a la habitación junto con él.
—Entra —digo y vuelvo frente al espejo. Camina hasta la columna que separa el camino, derecho está la cama y a la izquierda está el baño. Se recuesta en la pared con su costado y me observa; el espejo está junto a la ventana, paralela a él así que no debe girar el cuello para verme—. No tardaste mucho.
—Solo fue tomar una ducha y cambiarme de ropa —resuelve con simpleza—. Vine porque mi abuela ya está dormida y no quería molestarla.
—¿Y Mateo?
—A oscuras, en su cama y con su celular. Lamenta no poder ir pero es menor de edad y le toca quedarse.
—A veces lo miro y se me olvida que tiene solo quince años.
Le doy a Luka una fugaz mirada; parece que ya mi cabello ha cedido y ha perdido todos sus nudos aunque si paso los dedos por el cuero cabelludo puedo sentir uno que otro grano de arena pese a que me enjuagué con fuerza y shampoo más de tres veces.
—Caro —llama. Giro todo mi cuerpo en su dirección—. Sobre lo que dije hace un rato...
—No te preocupes, no pasa nada —interrumpo, sabiendo perfectamente a lo que se refiere.
—No, sí pasa. Lo menciono de nuevo porque quiero que sepas que no estaba bromeando.
Suspiro con fuerza, quizás con aspecto cansado, no porque me duela algo sino porque sí me resulta algo exhaustivo pensar que en serio dijo que estaba enamorado de mí... me siento culpable.
—Lo siento, Luka.
—¿Por qué?
—Porque no sé qué tanta intensidad tiene lo que sientes, pero sé que yo he alentado eso. Y no está bien.
Luka se despega de la pared y pretende acercarse. El espacio que nos separa es de no menos de cuatro metros —el ancho de la habitación— pero siento ese paso como si fuera un gran brinco que lo deja demasiado cerca.
—No es tu culpa. Solo has sido tú y con eso ha sido suficiente.
—No hagas esto —suplico con una voz triste que no sabía que tenía. Dejo mi peine sobre la pequeña mesita bajo el espejo y me muevo de un lado a otro intentando distraerme al buscar mis aretes y mi maquillaje—. No digas esas cosas, Luka.
—Me has pedido siempre que sea honesto. Eso hago.
—Me has dicho también que piensas antes de hablar, ¿por qué no haces eso ahora?
—Sí pienso. Pienso mucho, Colibrí, en ti, en mí, en nosotros. Pienso que...
—No hay un nosotros —farfullo.
En mi caminar de lado a lado, Luka halla mi muñeca y me hala, deteniéndome, obligándome a estirar el cuello y mirarlo a los ojos.
—Entonces creo que eres muy buena actriz porque cada vez que estás conmigo, pienso que sí lo hay.
Con suavidad me deslizo de su agarre pero no me alejo de él. Los ojos de Luka han vuelto a tener ese aspecto cansado de ayer cuando hablamos por primera vez y eso me lastima porque ahora sé que es por mi culpa y por las alas que le he dado a sus sentimientos.
—No hagas esto —repito—. No es justo contigo y no quiero ser la culpable de que sufras.
Vuelvo a mi lugar frente al espejo; ya me he colocado mis aretes y creo que por hoy puedo pasar del maquillaje, de todas maneras el clima ya me tiene lo suficientemente colorada. Me coloco mis sandalias ya listas en el suelo.
—No te preocupes por mí de esa manera —murmura—. Si por amor he de sufrir, será un privilegio que sea contigo.
Sacudo la cabeza, realmente afectada por lo que dice. Mi intención no ha sido jamás romperle el corazón de modo alguno, no le haría eso a alguien adrede, ni siquiera a quien ya me ha roto el corazón antes.
Tomo con rapidez mi pequeño bolso de la cama y paso junto a Luka para llegar a la puerta; es mejor irnos ahora, ya casi son las nueve y sé que estar con mis amigas me evitará cometer otra estupidez incluso si Luka está por ahí también.
—Sí me preocupo y por eso prefiero que esto no llegue a más.
Llego a mi destino y pongo la mano sobre el pomo, sin embargo, la puerta por la que planeo salir se queda solo un poco abierta cuando escucho su voz y mis manos se detienen.
—Al menos no me niegues que sientes algo por mí. —La abertura de veinte centímetros me deja ver un poco el iluminado y solitario pasillo aunque mi vista vaga en el aire, como si quisiera leer las palabras que acabo de escuchar—. Lo veo en tus ojos, Colibrí.
Con un nuevo nudo en el pecho, murmuro una respuesta:
—¿Y si así fuera, qué? Eso no cambia nada.
—Sí cambia. —Su voz se oye en la lejanía de varios metros desde la cama hasta donde estoy, sin embargo, se va haciendo más fuerte y cercana a medida que habla—. Lo cambia para mí y para ti aunque el mundo siga con el mismo rumbo que lleva.
—¿No crees que es bastante perjudicial esperar que yo admita algo así? —pregunto.
No despego mis manos de la puerta así que conservo aún la mediana brecha hacia la salida. Es como si la puerta semi abierta me dejara en el limbo entre lo que sé que siento y lo que no voy a admitir que siento; mi mente sabe que con un movimiento puedo abrir del todo y salir sin perjudicarnos a ninguno, huir del cosquilleo en mi garganta, escapar de un imposible que se me antoja tentador y demoledor.
—No sabes nada de lo perjudicial que ya es tenerte cerca y no abrazarte ni besarte cuando tengo ganas de hacerlo.
Su voz se ha acercado pero aún mantiene la distancia física. Me siento incapaz de girarme o de moverme, siento que de alterar de modo alguno la atmósfera que nos rodea, todos mis miedos y mis deseos se esparcirán en el suelo, dejando a Luka disponible para recoger los que le convengan.
—Lo haces más difícil.
—No te fuerzo a nada, Colibrí —murmura—. Estás en libertad de salir ya, luego saldré yo tras de ti, nos veremos abajo para ir con Gabriel y los demás y nos iremos a tomar unos tragos olvidando que siquiera toqué el tema...
Deja la última palabra en vilo, como si terminara de hablar pero tuviera más por decir. Usa ese tono que hace que el cerebro involuntariamente quiera saber qué más quiere expresar, así que mi boca se abre sola:
—¿O...?
—O cierra la puerta y quédate conmigo.
Su voz ya se ha acercado lo suficiente como para que sienta la presencia de su cuerpo a mis espaldas.
Su segunda opción no ha incluido ninguna condición verbal pero la escucho con unas promesas camufladas en su tono, promesas que me seducen.
Trago saliva en los segundos que tardo en escoger el camino a seguir y aunque sé que el que mi corazón toma no es el correcto, con un amasijo de preocupaciones y ansias cierro lentamente la puerta sin girarme.
El sonido casi desapercibido de la cerradura al hacer contacto y asegurarse se me antoja estrepitoso en los oídos y las dudas llenas de nervios me llenan el estómago de corrientes eléctricas que solo desembocan en un suspiro.
Con ese simple acto he accedido sin hablar a una propuesta que no se dijo de un anhelo que compartimos en silencio. Mis manos al no sostener más la abertura de la puerta, se han separado, una sobre el pomo y la otra sobre la superficie vertical de madera. No me muevo, presa de un congelamiento muscular por la tensión. Mi mentón se inclina hacia abajo y cierro los ojos, como si le estuviera pidiendo una disculpa adelantada a todas las personas que se pueden afectar con mis actos y a Dios que me debe estar juzgando por mis pensamientos.
La palma de Luka aterriza delicadamente sobre mi cintura, la tela de mi vestido es suficientemente fina como para sentir su mano casi directamente y aunque su piel está fría por la reciente ducha, su contacto me abrasa todo el cuerpo.
Su cuerpo se apega a mí dejando aún medio centímetro de aire entre ambos e inclina su cabeza lo suficiente para hablarme al oído sin tocarme. Aprieto más los párpados.
—Tú y yo tenemos un amor pendiente.
El aliento tibio de sus palabras roncas me desestabiliza al punto de obligarme a girar con un poco de brusquedad y darle la cara. Pese a que mi movimiento es abrupto, su sorpresa es mínima y no retrocede ni un milímetro, solo baja la mano con la que me sostenía, cortando todo contacto.
Sus ojos amielados me observan detenidamente con una mezcla de devoción, de amor, de sufrimiento y de súplica, su mirada tiene un efecto encandilante en mí; parece un condenado esperando escuchar el veredicto de su verdugo con ansia e impaciencia, sabiendo que puede perderlo todo o ganar la gloria con las siguientes palabras que escuche.
Me decido a sincerarme aún cuando un alambre de púas parece apoderarse de mi voz, como si mi corazón lo hubiera enviado para que calle las imprudencias que quiere guardarse para sí mismo.
—Lamento decirte que un amor como el que nos debemos, no será posible cobrarlo en esta vida.
El corazón me galopa tan fuerte que temo que deje de solo latir para empezar a sonar con fuerza, delatándome ante Luka y contándole todas las palpitaciones que le está dedicando.
—Podemos conciliar algo al respecto. —Su mano derecha ha tomado mi muñeca y empieza un lento ascenso hasta mi cuello donde anida un par de caricias—. Una deuda a medio pagar es mejor que nada.
Mis manos se pegan solas a su cintura, mientras mis ojos se hipnotizan con su cercanía y su belleza, su mera presencia, esa que me atonta los sentidos y me hace querer olvidarme de todo el mundo allá afuera.
—¿Planeas cobrarte en una sola noche? —aventuro, crispando un poco los dedos sobre la tela de su camisa.
Luka niega suavemente con la cabeza, acercándose tanto, que puedo sentir el roce de su nariz con la mía. Humedezco mis labios con la lengua, a la vez que todo me tiembla por dentro. Su mano izquierda, hasta el momento quieta, sube a mi mejilla y acaricia mi piel con su pulgar.
—Tú tienes esta noche para mí pero yo tengo esta y mañana y el día después y el que le sigue de ahí en más. —Da medio paso hacia adelante, lo que hace que mi espalda choque con suavidad con la puerta y su pecho quede unido al mío—. Y si la vida nos separa nuevamente, no dejaré de amarte, solo acumularé ese amor hasta que nos encontremos de nuevo en otros cinco años, como debe ser y ahí habrá otra deuda por saldar cuando el destino se apiade de mis súplicas una vez más.
Trago saliva, sintiendo que mis extremidades se vuelven líquidas ante él.
—Esto nos daña de tantas maneras, Luka —exclamo, con el corazón en debate sobre si hincharse por su declaración o romperse con la realidad.
—Sufrir es la mejor manera de saber que es real.
Su mirada se cristaliza, materializando sus palabras. En mi cuerpo bullen mil emociones distintas, unas que me ruegan que me vaya y evite agrandar el daño y otras que me imploran sucumbir al deseo que llevo guardado desde hace semanas.
Luka me provoca sensaciones que no creía que pudieran llegar al extremo en mi cuerpo; deseo y lujuria he sentido muchas veces pero esta necesidad embriagante es nueva, es hipnotizante y solo es un efecto secundario del amor borracho que le tengo, un amor que dejó resaca en mi alma pero que volvió a marearse cuando la vida lo trajo de nuevo a mí.
Uno de sus párpados contiene una lágrima que se acumula y que amenaza con soltarse mejilla abajo en cualquier instante. Saber que ese inminente llanto lleva mi nombre en sus gotas saladas, es lo que representa mi debilidad y peor aún, descubrir que yo lo sufro de igual manera, representa el resto de voluntad que me queda y que veo resquebrajarse rápidamente.
El sentimiento que nos envuelve nos es doloroso a ambos y sería egoísta con nuestra naturaleza tener el remedio y no tomarlo, aunque sepamos que es un alivio que no será eterno, que de hecho, durará únicamente esta noche, que lo mucho que podamos amarnos en las próximas horas solo será un retazo de la deuda de amor que compartimos pero también el único retazo que podemos pagarnos.
No quiero permitir que esa lágrima de un corazón roto caiga en vano, así que me inclino solo un poco, solo lo suficiente, solo lo necesario y lo beso en los labios ansiosos.
Y de repente, todo parece estar bien.
Lo siguiente se torna borroso a la vez que cristalino.
Cada segundo logra albergar demasiado, tanto, que parece que el cerebro no dará abasto almacenando el recuerdo.
Un éxtasis me invade de tal manera que se me olvida lo racional que hay en la vida y solo quiero tomar el lado primitivo, el que me hace dejar la vergüenza a un lado para empujarlo suavemente a la cama, el que me hace envolver su regazo con mis piernas, deseando abrazarlo como si pudiera fusionarlo conmigo; el que me hace jadear sin pudor alguno ante sus labios expertos conociendo cada camino de mi cuerpo; el que me hace susurrarle cosas que no diría a otra persona y a ratos, prometerle imposibles; el que me hace enamorarme de forma carnal e ilógica de cada centímetro de su piel y de la fuerza con la que me aferra en lugares sensibles.
Los labios de Luka nunca besan, su boca posee, consume, excita y en esta ocasión, deja que yo haga lo mismo con él.
Luka se entrega completamente y pese a que sé que la sensación de que nunca se había entregado a nadie de esta manera es solo a causa del éxtasis de mis hormonas, no la desecho, porque me gusta aunque sea mentira, porque me excita, porque me lleva al cielo pensar, aunque sea ilusamente, que no ha amado a nadie de la manera en que me ama a mí esta noche.
Porque me ama y tengo esa certeza en este momento en que su cuerpo se une al mío, sé que es real cuando mis ojos se blanquean ante sus caricias, cuando mi respiración tiembla al verse abrumada, cuando el cosquilleo de mi abdomen se torna casi doloroso y cuando mis labios intentan devolverle el placer que me regala. Y de paso, está la certeza de que aquí y ahora, lo amo sin cordura y de la forma más física y a la vez emocional posible.
Es probable que cuando la llama que hemos encendido sobre las sábanas azules se apague, los sentimientos se vayan con sus cenizas; puede que esta necesidad que tengo de él y sus palabras enamoradizas sean solo el producto de una fantasía apasionada que guardamos por años, una de esas fantasías que incluyen gemidos, excluyen la ropa y culminan en orgasmos; de ser así, la estamos realizando finalmente y habrá que esperar hasta mañana para saber si de las cenizas queda algo o si todas se las llevará el viento del amanecer.
Pero no es momento de pensar en eso, no.
Por ahora solo importa la piel de Luka cuyo calor y sudor se mezcla con el mío, sus manos curiosas y sus labios... sus benditos labios que son todo lo que necesito, el vaivén de su lengua, la marca de su aliento y el rozar de sus dientes.
Saliéndome un poco de los susurros atrevidos de parte de ambos que terminan con un beso profundo y húmedo, me atrevo a preguntar con la voz entrecortada por la falta de aire:
—¿Me seguirás amando mañana?
Luka no desatiende su labor de mordisquearme el cuello por décima vez mientras mi espalda se arquea, cuando responde:
—Cada maldito segundo de mi vida.
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¡Hola, amores!
Y buehh, ya se quitaron sus ganas 7u7
pero ni crean que por eso ahora todo será color de rosa.
¿Qué les ha parecido el capítulo?
Fun fact: la segunda mitad de esta escena es una que tengo escrita antes de publicar la novela, o sea, hace muchísimo. Desde el capítulo uno he estado ansiosa de poder colocarla y al fin llegó el momento :3
Nos leemos pronto <3 No olvides dejar tu estrellita.
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