C I N C U E N T A Y U N O
LUKA
Después de la sexta cerveza siento cómo mis músculos y mente empiezan a relajarse. Aaron Dallas, uno de mis compañeros, nos ha invitado a todos a su casa para celebrar la buena racha de trabajo que hemos tenido individual y colectivamente. Eso al menos nos dijo a la mitad de la reunión, a la otra mitad —que son personas que no conozco— les dijo que celebraba el cumpleaños de una de ellas.
En resumen, es una buena fiesta y Aaron ha hecho dos celebraciones en una. Yo lo veo como que él solo buscaba excusa para embriagarse pero al parecer a todos nos pareció buena idea.
—Mis ojos me engañan o de verdad Luka Greisnar lleva tres horas en una fiesta y no se ha ido encima de alguna mujer —escucho la voz de Annie Simmons que ya está un poco afectada por la cerveza pero no tanto como para dejar su tono irónico. La miro de soslayo y le sonrío antes de dar otro sorbo a mi botella—. ¿Tienes alguna enfermedad terminal recién descubierta o algo así? Empiezas a preocuparme.
—No gastes tus reservas de preocupación en mí, Annie.
—Mi radar de preocupación se enciende solo y nunca falla, querido. ¿Qué te acompleja?
Suspiro hondo y creo que eso le da a Annie la confirmación no solicitada de que algo sucede. Si estuviéramos en la oficina en hora laboral no sería capaz de mostrarme afectado con la arquitecta Simmons, pero acá solo es Annie y yo solo soy Luka, un tonto que está medio bebido y que se siente mal.
—El tema que ha acomplejado a los hombres desde el inicio de los tiempos —digo con sorna.
—¿El tamaño del pene o las mujeres? Siendo tú le apuesto más a la segunda.
Suelto una carcajada que de algún modo invita a Annie a sentarse a mi lado; había permanecido de pie frente a mí pero el espacio alargado frente al ventanal es suficientemente grande para los dos.
—Como siempre, Annie, no pierdes la apuesta.
—¿Y qué ha pasado? ¿encontraste a una mujer que se resiste a ti?
Pienso en Carolina y sin poder evitarlo sonrío por dos segundos antes de agachar el mentón.
—Sí. Y es la única a la que yo no puedo resistirme.
Annie chasquea la lengua como si sintiera plena compasión por mí.
—¿Y es totalmente imposible?
—Se va a casar.
—Uuuy, Greisnar, pero es que no tomas buenas decisiones —me reprende—. Tanta mujer bonita y soltera y te fijas en una comprometida.
—Tengo un corazón necio y una ausencia total de prudencia. —Me encojo de hombros—. He considerado que me va muy bien en el trabajo porque la vida me compensa el joderme tanto con el amor.
—Date por bien servido entonces, es mejor el éxito que el amor.
—No cuando sabes lo mucho que vale una persona especial.
—Ugg, ¿así de clavado estás?
—Más que nunca antes.
—¿Quieres mi consejo?
—¿Que necesitamos más cerveza? —pregunto, ondeando la botella vacía frente a ella.
—Toma la mía, está casi nueva.
No reniego y tomo su botella que apenas ha sufrido uno o dos sorbos pequeños. Bebo más de la mitad de un solo trago y luego miro a Annie.
—Ahora sí recibo consejos.
Annie toma aire con la celeridad de estar a punto de dar un discurso trascendental, su mano aterriza en mi rodilla como si con eso pudiera reclamar mucha más de mi atención.
—Déjalo ir. No te acomplejes por un amor que no va a poder ser. El mundo es enorme, mujeres hay muchas y eres un arquitecto de menos de treinta, apuesto, con auto, con casa y sin hijos. Eres exitoso, no te costará más adelante encontrar el amor. Sé que debes estar pensando que "no hay nadie como ella" y cosas así, pero eso es mentira. El amor hace que veamos a alguien como único y especial pero la verdad es que no hay ni una sola persona que sea única en el planeta. Todo lo que te gusta de esa mujer lo tendrá otra e incluso mejor, no te estanques con un fracaso.
La observo fijamente y noto que no puedo, que ya tengo la vista algo comprometida, sin embargo creo que eso ayuda a que escuche mejor sus palabras e intente aferrarme a ellas.
—¿Hablas desde la experiencia o desde libros sobre relaciones y discursos para motivar?
—Desde la experiencia. Me he enamorado y he sufrido, Greisnar, pero acá me ves con la frente en alto y solo andando hacia adelante. Dale tiempo al tiempo y todo será mejor.
—Creo que esto del amor no es para mí. —Annie suelta una carcajada que me hace mirarla con una ceja enarcada—. ¿Qué?
—Yo ya llegué a un punto de perdón con mi ex esposo, así que ya no me duele recordarlo y acabas de recordarme algo que él siempre decía sobre el amor.
—¿Y qué era?
—Que la gente considera trágico e irrepetible sufrir por amor pero no por el resto de desgracias del mundo. Cuando una persona tiene un accidente en su moto y se rompe una pierna nunca dice "las motos no son para mí" o "jamás quiero ver una moto en mi vida", pero cuando tienen el corazón roto solo dicen "el amor no es para mí" o "no quiero enamorarme jamás en la vida otra vez". ¿Entiendes? La gente siempre aprende que los accidentes se curan, que las heridas se cierran, que quedan cicatrices y vives con ellas, pero cuando se trata del amor creen que solo hay una oportunidad y que si se gasta, ya no vale la pena nada más.
—Pues así se siente.
—Porque no ves tu corazón —resolvió—. Si te rompes la pierna, ves el yeso, ves la radiografía, ves que vuelve a estar completa luego de un tiempo y lo dejas ir. En cambio al corazón no lo ves y no te das cuenta que desde el segundo en que sentiste que se rompía, ya empezó a sanar. Eso de "ver para creer" a veces es muy literal.
—Eres muy sabia, Annie, ¿por qué estás soltera?
—Porque soy sabia, Luka.
Annie me guiña un ojo y yo sonrío. Hablar con Annie en ocasiones es una sesión de terapia gratuita mezclada con el consejo materno que siempre sabe lo que dice.
—Si estoy o no sanando aún, no lo sé, pero sí sé que esta cerveza está muy buena.
—Eso también ayuda —concede—. Sanación y licor, ¡licor por montones! No te limites, Aaron ya nos dijo que tenemos permiso de amanecer acá, así que bebe hasta que te revientes y mañana sufriremos todos la resaca.
Levanto la botella ya casi vacía hacia ella.
—A tu salud, Annie.
—A mi salud entonces. Iré a bailar un rato porque no vine a la fiesta solo para ser consejera de un pobre desgraciado.
Blanqueo los ojos.
—Disfruta.
Annie sonríe con el humor festivo de todos los presentes y se levanta; la observo alejarse hasta que se pierde en otra de las salas. La casa de Aaron es grande y creo que compró esta específicamente por la cantidad de espacio abierto para fiestas así.
Giro un poco el cuerpo para poder mirar por la ventana, no se ve gran cosa del otro lado pero la oscuridad parece ser buen consuelo para la mente. Mi cerveza se extingue pero me siento demasiado cansado como para levantarme a buscar otra así que solo me quedo mirando hacia afuera sintiendo los sentidos algo mareados.
Al buen rato una botella de cerveza nueva se mece ante mí, sonrío por reflejo ante quien sea que me la ha traído pero al levantar la vista y ver a Dennise, solo puedo chasquear la lengua con evidente desprecio.
—¿Qué demonios haces acá?
—Lo mismo que tú, gozo la fiesta. Aaron me invitó.
—Debió decirme, así mejor yo no venía.
Dennise se ve mucho más lúcida que yo y pule un gesto en apariencia dolido. Insiste con la cerveza extendiéndola hacia mí pues luego de ver su cara preferí no tomarla de inmediato.
—Vamos, vengo en son de paz.
—Tú nunca estás en son de paz.
Tomo la cerveza de todas maneras y Dennise decide sentarse a mi lado. Si no me levanto ya mismo es porque no estoy en condiciones de conducir como para irme a casa y dentro de la de Aaron, Dennise podría seguirme toda la noche. Estoy lo suficiente mareado como para no querer jugar al gato y al ratón ahora.
—Oye, de verdad no soy tu enemiga.
—No enemiga, pero sí una persona indeseada.
—Auch, qué malo eres.
—Tú te lo ganas. —Le doy un sorbo a mi cerveza y veo que Dennise tiene una propia en la mano aunque apenas y la ha empezado. Luego de unos segundos de silencio entre ambos, la miro—. Ya que estás acá, respóndeme, ¿por qué no me dejas en paz?
—Porque eres importante para mí.
—Pero tú no para mí. Cuando salíamos te tenía en mi mente como una persona al menos digna y orgullosa, por eso no me cuadra que sigas acá aún cuando te he dicho hasta en clave morse que te quiero lejos de mí.
Dennise se calla por un rato y aprieta los dientes. Lo que le digo es totalmente sincero, yo pensaba que ella además de caprichosa era una de esas chicas de "yo no lo ruego a nadie porque valgo más que el oro y los diamantes" así que me ha sorprendido, en mal sentido, su actitud.
—Tú y yo no terminamos correctamente, Luka. Yo me equivoqué un poco y cada día me lamento de ser la causa de que no estés conmigo.
—¿Llamas "equivocarte un poco" a querer controlarme la vida, ser medio psicópata y despreciar a mi mejor amigo y a su novio por ser gays? Dios mío, menos mal no te equivocaste en grande.
Dennise blanquea los ojos como si yo estuviera exagerando demasiado.
—Nadie es perfecto, tengo defectos como todos.
—Menos mal te das cuenta.
—Y si me dieras otra oportunidad te demostraría que todos podemos cambiar.
—Una gran oferta, por supuesto, pero paso. Gracias de todos modos. Y si te alivia un poco el remordimiento, tus acciones no son del todo "la causa de que no esté contigo", es solo que ya cerré por mi cuenta el capítulo desastroso de mi vida que te incluía.
—Para abrírselo a una mujer que no te ama, ¿no? —desdeña. Mi mente de inmediato saca su lado defensivo y la miro entrecerrando los ojos—. Vamos, no creerías que no me enteraría, ¿no?
—Eres una demente, Dennise, nada de eso es asunto tuyo.
—Ya que tanto me hablas de orgullo pues también te digo que creí que tenías más. ¿Una mujer con esposo y con una hija? ¿en serio, Luka?
—Jódete.
Me levanto de mi lugar junto a la ventana para alejarme como pueda de ahí, no me importa si no hay a dónde ir o si todos acá me ven huyendo de una chica que es treinta centímetros más baja que yo. Ni siquiera me da la mente para preguntarme por qué Dennise sabe que Carolina tiene esposo y una hija, ni siquiera veo en sí con claridad lo que hay a más de dos metros de mí; quizás estando sentado bebí más de lo pensado y ahora que me pongo de pie todo toma efecto.
Pese a todo siento los pasos de Dennise tras de mí.
—¿Por qué sigues detrás de una mujer que obviamente está feliz sin ti?
Siento la lengua pesada y los sentidos demasiado embotados para pensar con claridad. Las personas a mi alrededor más que personas parecen sombras de colores que no tienen forma definida. Me he embriagado muchas veces en la vida pero la sensación que tengo en este momento es nueva y desagradable.
—Lárgate... —digo... o lo balbuceo más bien porque a mis oídos la palabra no llegó completa.
Las piernas me tiemblan como si de repente el suelo de la casa fuera de goma y alguien la ondeara desde las orillas, pierdo más la coherencia en lo que veo y sé que algo me sucede, no es normal tanta desorientación por unas cuantas cervezas. No me siento dueño de mí y entonces choco con una persona de la que no logro identificar el rostro, pero sé que es un hombre por la anchura del pecho.
—Wow, te has pasado un poco con los tragos, Greisnar.
Pese a que la voz me llega amortiguada la reconozco como la de Aaron. Me aferro a sus brazos tanto como puedo para no caer pero incluso mi mayor esfuerzo solo es un débil agarre. Abro la boca queriendo decirle que algo sucede, que me siento muy mal y que aleje a Dennise de mí porque aún con la mente hecha jirones el instinto me grita que Dennise no es conveniente, sin embargo no logro decir nada, la lengua se me duerme y apenas escucho un jadeo de mi parte.
Luego, la voz de Dennise junto a mí.
—Le dije que se midiera un poco. —La escuché reír y quise buscarla con la mirada pero no logré hacer mucho—. ¿Hay un lugar donde pueda recostarse un rato? Creo que ya fue mucha fiesta por hoy.
—Claro, lo llevaré a una de las habitaciones.
—Qué gentil, Aaron, gracias.
—No es nada. —Aaron intenta pasar mi brazo por su hombro para poder ayudarme a caminar y con facilidad lo consigue—. ¿Cómo has estado, Dennise?
Una conversación trivial y amistosa ocurre entre ellos mientras Aaron me arrastra por un pasillo alejándome de la gente. Mi mente desea más que nada gritarle que me ayude pero es como si estuviera de prisionero dentro de mi propio cuerpo. A los pocos metros Aaron abre una puerta, entra conmigo casi en brazos y le pide a Dennise que encienda una luz, ella lo hace y en segundos siento un colchón debajo de mí; Aaron me ha acostado.
Mezo la cabeza en todas direcciones intentando hallar un punto que no se mueva de forma antinatural, pero solo logro ver distorsionados colores, incluyendo una silueta de Dennise sonriéndole a Aaron y él respondiendo el gesto con amabilidad, ajeno a que literalmente no puedo hablar o moverme mucho. Le ordeno a mi mano levantarse para protestar lo que sea pero esta no responde.
—Me quedaré con él hasta que se sienta mejor, gracias Aaron.
—Cualquier cosa que necesiten, por ahí estoy.
Escucho sus pasos saliendo y luego la puerta cerrarse. Dennise se acerca a mí y se sienta en el sitio a mi lado sobre el colchón. Me siento sumamente cansado y mareado pero me quiero negar lo más que pueda a cerrar los ojos.
—Ve... vete...
—Debiste beber menos, Luka —dice con voz cantarina. Su rostro me aparece distorsionado pero aún así vislumbro su sonrisa ladeada—. Al menos no debiste recibirme una botella ya destapada.
Cada sonido se queda haciendo eco y rebotando en mi cerebro por bastante tiempo, cada decibelio me duele y me marea, dejándome solo con la certeza de que Dennise me ha drogado... o algo peor. El pánico se apodera de mí y peor es el hecho de no poder exteriorizarlo.
—No...
No logro conectar ideas para saber por qué Dennise me ha atacado, por qué me ha drogado, qué quiere o qué me hará, pero mi cuerpo intenta en vano alejarse de ella. Escucho su risa.
—No temas. Te amo demasiado como para hacerte daño. —La mano de Dennise aterriza en mi pecho para apoyarse mientras se inclina hacia mi rostro. Creyendo que me va a besar hago un esfuerzo grande para voltear la cara, sin embargo ella solo se acerca para hablarme al oído—. Pero con tu ayuda voy a encargarme de que Carolina Anderson tenga su corazón tan roto como el mío.
La mención del nombre y el apellido de Carolina me lanza una chispa de pánico y alerta por todo el cuerpo pero mi cuerpo no responde a nada. Mis ojos dejan totalmente de darme imágenes y ahora solo veo un borrón total de luz blanca, los oídos me zumban, el corazón me ruge en el pecho haciendo eco en mi cabeza y a los pocos segundos de lucha interna inútil, el blanco pasa a negro y quedo inconsciente.
Los amo ♥
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