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Capítulo 21

Capítulo 21

Había un gran revuelo entre los estudiantes de la NCU por la fiesta que iban a celebrar por Halloween las chicas de la fraternidad Darks. Todo el mundo quería ir y ya tenían sus disfraces a punto... salvo yo. Aún dudaba en si sería una buena idea ir ahí. James y sus amigos estarían y estaba seguro de que se meterían conmigo sí o sí si me veían allí. Además, no tenía un disfraz.

Logy, tenés que ir. No seas boludo.

—No voy a ir. No podéis obligarme.

Itzi, desde la cocina, suspiró.

—Va a estar muy guay y he oído que tu crush va a ir. ¿Qué mejor forma de celebrar tu cumpleaños? Ojalá yo hubiera nacido el día de Halloween.

—No nací en Halloween, nací a la madrugada del uno de noviembre. No iré.

Pero cambié de opinión en cuanto Felicity se acercó a mí en el taller de lectura. Habíamos terminado de hacer la primera tertulia dialógica y había sido una verdadera fantasía. Incluso había anotado un par de ideas que añadir a la reseña que había hecho del libro.

Total, que estaba en mi mundo guardando el libro en la mochila cuando, de repente, la encontré a unos metros de mí. Estaba hermosa. Tenía el pelo recogido en una corona trenzada que, después, fluía suelto en pequeñas ondas. Por no decir de la falda negra y el jersey de brillos que llevaba.

—¿Has visto lo de la fiesta de la fraternidad de las chicas Darks? Tienes que ir.

Hice una mueca.

—¿Por qué?

—Bueno, yo voy a ir y siempre me lo paso mejor cuando vienes. Además, Sky me ha dicho que viene Linn y que le apetece que vayamos rollo grupo, disfraz incluido. Tiene algunas ideas que dan miedo de verdad.

—Yo...

Vale, me había quedado en blanco. Genial. ¿Por qué tenía que ponerme tan nervioso cuando estaba con ella?

—Ya sé que la fiesta es en unos días, pero quiero que vayamos todos. ¿Te parece si vienes conmigo? He quedado con Adam, Sky y Linn a la salida y les he dicho que vendrías.

Abrí los ojos de par en par. ¿Que les había dicho qué? ¿En serio quería que fuera con ellos?

—Veo que no me queda más remedio.

—Wow, por favor, rezumas entusiasmo.

Reí.

—Perdona, es que... me has pillado por sorpresa. Yo... no tenía planeado ir.

—Pues siento decirte que te vienes.

Y, claro, no pude negarme. ¿Cómo hacerlo cuando me miraba con esos ojitos tan bonitos?

Las fiestas no eran lo mío. Me incomodaban. Había demasiada gente, olía a muerto, hacía un calor insoportable y todos se frotaban entre sí como animales en celo. Por no mencionar del atuendo ridículo que llevaba. ¿Por qué me había dejado engañar?

Una risita me llamó la atención. Felicity bailaba muy pegada a Sky.

Ah, sí, por eso.

Los ojos verdes de ella se clavaron en los míos. Me indicó con un gesto que me uniera a ellas. Me quedé donde estaba, con el refresco en la mano. Me había tocado no beber, así que me haría cargo de llevarlos a todos a casa sanos y salvos.

Noté que alguien me pasaba un brazo por la espalda y, al volverme, Felicity estaba ahí. Estaba increíblemente sexy con su disfraz de Maléfica, un vestido negro ajustado, el bastón mágico coronado por una bola púrpura y, como guinda del pastel, unos cuernos muy realistas que no sabía de donde había sacado.

Sí, íbamos de villanos Disney.

Me agarró de la mano libre e intentó tirar de mí.

—No seas soso y ven a bailar, Logan. Todo el mundo se lo está pasando bien.

Claro que sí. Linn lo estaba dando todo en la pista de baile, moviendo el vestido de color rojo, glamuroso y retocado que su madre le había prestado, los rizos de la peluca bicolor —blanca y negra— revoloteando por el movimiento. Llevaba un cigarro de esos antiguos en una mano.

Por otro lado, Sky y Adam estaban muy pegados el uno al otro. Por lo que sabía de ellos, llevaban juntos desde el instituto y se les notaba muy felices. Ella, con su conjunto rojo y negro lleno de referencias al País de las Maravillas, estaba radiante. Si incluso llevaba los ases de cada palo cosidos en la falda con acabado en efecto tutú. Él, en cambio, parecía salido de otra época. Los pantalones anchos, la camiseta agujereada, el garfio en la mano izquierda y la peluca de pelo largo y rizado le daban un aire muy realista.

Le di un último trago al refresco antes de deshacerme de la botellita.

—No me apetece bailar.

Felicity soltó un quejido lastimero.

—Eres el Hades más aburrido que conozco.

Me señalé.

—Es lo que hay, preciosa. Lo tomas o lo dejas.

Pero al final no pude negarme, no cuando vino con Linn y entre las dos me sacaron a bailar. Media hora después, Adam y Sky se nos habían sumado y, debía admitirlo, me lo estaba pasando genial. Más cuando Felicity me pidió que bailara una lenta con ella.

Vale, ¿eso era una cámara oculta? Me sentí tan torpe. Solo esperaba no pisarla.

Se rió a carcajadas cuando intenté seguirle el ritmo y me salió un paso desastroso, aunque pareció darle igual lo inútil que fuera, ya que se me pegó. Me dio un vuelco el corazón y un sudor frío me recorrió la espalda. Tragué saliva. Solo esperaba que no se diera cuenta de lo alterado que estaba.

—Me gusta pasar tiempo contigo —me susurró al oído. Su aliento cálido me puso el vello de la nuca de punta.

—A... —Carraspeé—. A mí también me gustas... ¡me gusta...! Estar contigo. Me... Me caes bien.

Vale, cerebro, ¿podrías ponerte en funcionamiento? Estaba balbuceando como un bebé.

Sin embargo, a ella no pareció importarle, ya que simplemente emitió una suave carcajada que provocó un aleteo en mi pecho.

—Eres genial, ¿lo sabías? Me caes muy bien. Y ahora que por fin llevas la ropa que se ajusta a tu personalidad, estás mucho más guapo.

Bueno, era muy probable que Felicity ya hubiera bebido lo suficiente.

—Será mejor que no deje que te acerques a por otra copa. Estás muy cariñosa.

Hizo un mohín.

—¡Si lo soy siempre!

Reí.

—Pero no tanto. —La tomé de las manos y la llevé lejos de la pista de baile y del alcohol—. Ven, vamos a tomar un poco de aire fresco. Te sentará bien.

Se me pegó aún más.

—Solo si vienes conmigo. Me encanta que seas tan sobreprotector. En realidad, me gusta todo de ti, incluso cuando eres un soso y no quieres bailar conmigo.

Me puse una nota mental de no dejarla emborracharse cuando estuviera con ella. Me gustaba lo mimosa que era, pero sabía que todo era debido a los efectos del alcohol. Estaba claro que no sabía lo que decía.

Cuando por fin pudimos salir fuera, el aire frío me hizo soltar un gran suspiro. ¡Qué bien se estaba! Dentro hacía un calor insoportable.

Un par de chicos miraron con descaro a Felicity. Tenías las mejillas sonrosadas, los ojos brillantes y el disfraz resaltaba cada uno de sus atributos. ¿Tenía tanto pecho? ¡Menudas piernas!. Me entraban unas ganas inmensas de pasar las manos por su cuerpo y no separarme nunca.

—¿Qué miráis? Ni que no hayáis visto nunca a una chica guapa —habló con todo su descaro. Porque sí, había descubierto que el alcohol la hacía ser muy descarada.

Y a mí me encantaba.

¿Podría ser más guapa? ¿Era posible que mis sentimientos hacia ella hubiesen crecido?

Me señaló con el dedo, en sus labios oscuros se había dibujado una gran sonrisa.

—El azul te sienta muy bien. Estás precioso.

—¿Acabas de llamarme precioso?

Escondió otra sonrisita.

—Puede. No entiendo cómo las chicas no se tiran a tus brazos. Qué, por cierto, menudos brazos. ¿Quién diría que bajo toda esa ropa hubiera tanto músculo?

No supe qué responder y lo peor fue que se me tiñeron las mejillas de rojo, estoy seguro. Tenerla tan cerca y diciendo esas bobadas sin sentido me ponía muy nervioso, mucho más que de costumbre.

—Ya sabes que no soy muy popular.

Se cruzó de brazos.

—Ellas se lo pierden. —Le brillaron los ojos. Se pegó más a mí si es que eso era posible—. ¡Esta es mi canción favorita! ¿Bailas conmigo?

¿Cómo negarme cuando me hacía un puchero tan mono?

La tomé de la mano y, juntos, seguimos el ritmo de la melodía. Me gustaba, me gustaba mucho. Pero lo mejor fue que desde ese momento Felicity no se separó de mí en toda la noche.

Me tocó hacer de chófer. Había perdido cuando sorteamos a suertes quién sería el pringado que llevaría el coche y, como buen perdedor que era, había sido el elegido. Así que dejé uno a uno a su casa hasta que solo quedamos Felicity y yo.

Solos.

Tragué saliva.

La morena jugueteaba con las canciones de mi playlist hasta que dio con una que pareció gustarle, pues todo su rostro se iluminó. Empezó a mover la cabeza al son de la música.

La estudié con detenimiento cuando estábamos parados en un semáforo. Estaba feliz. Me encantaba ver el brillo de sus ojos, sus labios curvados en una sonrisa genuina que me aceleraba el corazón. El coche olía a su perfume, a lilas con un toque mentolado. Me gustaba, me gustaba todo de Felicity.

—Bueno —dije en un intento de romper el silencio—, pues ha quedado muy buena noche.

Mi acompañante se echó a reír.

—¿Por qué pareces tan nervioso? —Hizo una pausa que aprovechó para inclinarse hacia mí, sus ojos verdes relucieron, divertidos—. Oh, ¿te pongo nervioso?

Puse los ojos en blanco.

—Sí, claro. Te lo tienes muy creído.

Se carcajeó.

—El pequeño Logan se altera al verme —se jactó.

—El pequeño Logan no es tan pequeño —mascullé, irritado.

La mirada que me lanzó despertó esa parte de mí que llevaba queriendo jugar en cuanto la había visto con ese vestidito.

Un claxon me sobresaltó. Mierda, el semáforo ya se había cambiado de color.

Conduje hasta llegar al apartamento y mi intención era la de irme, pero, claro, Felicity no estaba satisfecha.

—¿Por qué no subes un rato? Aquí hace frío.

Se me escapó una risotada.

—Sabes que tengo casa, ¿verdad?

Sus mejillas se colorearon aún más, pero no por ello dejó de estar increíblemente irresistible. Además, supo muy bien salir del paso.

Chasqueó la lengua.

—Ya, bueno, pero yo quiero invitarte a un refresco o lo que sea para agradecerte que me hayas traído a casa. Eres un buen tío.

Me mordí el labio.

—No creo que sea adecuado.

Acercó su rostro al mío. Dios, olía tan bien, se veía tan apetecible.

—¿Qué pasa? ¿Te da miedo quedarte a solas conmigo?

Miedo me daba no poder controlar mis impulsos y meter la pata hasta el fondo.

—Yo...

Pero no pude seguir, no cuando me miraba de esa manera tan sensual y coqueta. Se me fueron los ojos a sus labios y, lo admito, hacia su escote pronunciado. ¿Por qué tenía que ser tan inalcanzable?

—Vamos, Logan. No muerdo... todavía. —Me puso ojitos al mismo tiempo que batía las pestañas—. Ven. Me comportaré, lo prometo.

Gruñí.

—Solo un refresco —acabé cediendo.

—Ajá.

—Y luego no te pondrás insistente, ¿vale?

—Lo prometo.

Pero ni yo mismo estaba preparado para lo que me esperaba.

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Nota de autora:

¡Feliz sábado, Moni Lovers!

¿Qué tal estáis? ¿No estáis hiperventilando? ¡Estos dos me van a dar algo! ¿Qué os ha parecido el capítulo? Repasemos:

1. Tammy e Itzi intentan convencer a Logan de ir a la fiesta de Halloween.

2. ¡Felicity lo convence!

3. ¡Van disfrazados de villanos Disney!

4. ¡Felicity se pega a él!

5. ¡Coqueteo extremo!

6. La vuelta a casa.

7. ¡Menuda tensión se respira!

8. ¡Felicity lo invita a su casa! Ella sabe jeje 😏.

Espero que el capítulo os haya gustado. ¡Nos vemos mañana! Os quiero. Un besote.

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