Capitulo 8
"Cuando sientas mi calor, mírame a los ojos. Es donde se esconden mis demonios." -Demons by IMAGINE DRAGONS.
Las expresiones de sorpresa en el salón fueron más exageradas incluso después del acto de violencia contra el tal Vargas.
Los lamentos de algunas chicas fueron tan innecesarios e irritantes.
¿Qué tenia de raro que me hubiera ofrecido a ser entrevistado por Florencia?
No me gustaba como la trataban, como la hacían a un lado. Solo por lo diferente que ella aparentaba ser. Debe tener sus razones para no querer confraternizar con nadie.
Antes de aquel encuentro donde ella me acusó de ser un "vampiro", ya nos habíamos cruzado varias veces. Pero ella nunca se dio cuenta. Siempre estaba ensimismada en su propio mundo, tarareando alguna canción.
Recuerdo la primera vez que la ví. Cuando se estaba mudando. Me sorprendió darme cuenta de que ella estaba sola, con su bolso, sonriendo al señor Omar. Regresaba de la escuela, y fue en el ascensor que el portero nos presento con amabilidad.
— Joven Acosta, ella es la nueva inquilina, Florcita —había dicho, entusiasmado por tener a alguien nuevo en el edificio.
La miré unos segundos, pero ella estaba con los hombros caídos, apenas susurro un "hola" inaudible. Parecía tener miedo, o ser muy tímida.
Le devolví el saludo cortésmente. Luego el señor Omar fue quién hablo durante el pequeño momento que estuvimos en el ascensor.
Después de eso, la ví varias veces en la escuela. Siempre sola. En los recreos nunca estaba en el patio, y al regresar a casa, no la encontraba.
No es que estuviera buscándola. Ella me causaba curiosidad. Sí, era eso.
Me daba curiosidad porqué prefería estar sola, qué pasaba por su cabeza cuando fruncía el ceño y se quedaba mirando a la nada. Pero sobretodo, porqué conmigo ella era diferente.
Admito que me reí durante horas después de que ella me dijera "vampiro" esa noche. Pero lo que paso al día siguiente me llenaba de una intriga inconmensurable.
Su manera de mirarme. Tan directamente. Esa fascinación pura, sin una gota de miedo u horror. Algo con lo que tuve que lidiar desde que tengo memoria.
En mi familia predominaba el gen albino, casi como si quisieran preservar "nuestra especie". Desde mis tatarabuelos en adelante, los matrimonios eran arreglados. El único requisito era encontrar una pareja entre los conocidos que tenga el mismo gen. Parecía más una secta que una familia.
Pero la verdad era que mis padres se casaron por amor. De esos amores que parecen extintos. Ambos con el cabello claro, y ojos azules impresionantes, procrearon seis hijos, todos con los mismos rasgos, sólo uno la oveja negra.
Con mi nacimiento se rompieron algunos lazos de sangre. Mis abuelos paternos acusaron a mamá de tener relaciones extra-matrimoniales. Mi cabello oscuro desentonaba completamente con toda la familia.
Era algo que nunca había pasado. Un completo misterio.
Lo peor vino después. Cuando mis ojos grises fueron cambiando, para tener el color que prevalecería para siempre en mis iris. Rojo. Como el "diablo"·
Ese era el apodo que me había dado mi abuela materna apenas percatarse de mi cambio. Entonces ya todos me decían así. Menos mis padres. Ellos me aceptaron inmediatamente, sin importar esas características que quebraban las leyes de la lógica.
Lamentablemente mi familia pertenecía a una religión muy estricta. Católicos apostólicos romanos. Entonces mis padres se vieron influenciados por ellos, para hacerme centenares de estudios físicos. Querían encontrar una razón científica a mi apariencia.
No sirvió de mucho. Tener ojos rojos era algo común para alguien albino. Aunque mi pelo negro los confundió un poco. Nadie de esta raza obtenía este color. Sí castaño, pero nunca negro.
No estoy en contra de la religión, sino de lo que hace en las personas. Mis abuelos y algunos tíos me llevaron a una reunión especial. Con engaños a mis padres, ellos me forzaron a entrar en un lugar que parecía ser una oficina. Las ventanas cerradas, una única silla en el centro, y un hombre imponente esperándome a un lado. Vestía con una túnica blanca, en los dedos de sus manos titilaba el brillo de las joyas que portaba con elegancia.
A su lado, otros dos hombres vestidos con ropa más sencilla, me miraban asustados.
Yo sabia lo que iban a hacer, no era un completo ignorante a pesar de mis escasos nueve años.
Esa tarde quedo grabada a fuego en mi memoria. Aquel cura hizo todo lo posible para que el exorcismo funcionara. Rociarme con agua bendita no fue suficiente, así que de tanto en tanto me bañaba entero con un balde con ese liquido inútil.
Temblando de frió, me mantenía en mi postura. Aunque de haber querido moverme no hubiera podido, estaba atado a la silla. El cura recitaba cosas en latín, a veces en castellano.
Comenzó a gritar cuando había notado que la sala se ensombrecía. La noche estaba llegando y todavía no lograban sacar al demonio que creían que tenia en mi interior.
Entonces comenzaron los golpes. Me cacheteo infinidad de veces hasta que mis mejillas ardieron. Estaba casi desmayado cuando se rindieron.
Mis parientes no hicieron nada, se quedaron mirando todo el tiempo. Al regresar a casa me amenazaron con mil y unas cosas si llegaba a contar donde habíamos estado.
Y eso hice. No hable. No le dije a nadie.
Esta no fue la única carga que pesaba en mis hombros.
Siempre fui el más tranquilo de todos mis hermanos, evitaba meterme en problemas. Cuanto menos notaran mi presencia, menos notarían aquellos ojos "que me condenaron".
Mi padre era técnico óptico, y creo unos lentes para mi, ya que yo era el único sensible a los rayos solares. Los lentes eran oscuros, pero yo podía ver todo con claridad, como si no los tuviera puesto.
En mi propia ingenuidad, cuando llegaba al salón de clases me quitaba los lentes. Gran error. Mis compañeros me tenían miedo. Los maestros también. Me veían tan aterrorizados. Aunque al notar mi personalidad taciturna, fui el blanco de los abusadores más valientes que osaban acercarse a mi a pesar de mis ojos.
A causa de esto, y de muchas cosas más decidí que apenas cumpliera los 18 años me independizaría. Comenzaría de nuevo en otra ciudad, alejado de todos aquellos que sabían lo que ocultaba. No permitiría que nadie me mirara sin los lentes. No le daría a nadie ese poder sobre mi.
El poder de juzgarme por mi apariencia. El poder de llamarme "diablo".
Mis padres no estaban contentos con mi decisión, pero esto era algo sin retorno, lo necesitaba para descubrir quien quería ser en la vida. Y con tantas cabezas cuadradas en la familia, nunca iba a poder sentirme libre.
Yo no necesitaba que me buscaran una novia albina. No necesitaba seguir con el "linaje" que me había condenado por años, que me hicieron sentir un demonio.
****
— ¿Por qué hiciste eso? —me pregunto Andres, mi compañero de pupitre, cuando finalizaron las clases.
— ¿Qué cosa?
— ¡Ofrecerte para que te entreviste la loca esa! —exclamo, levantando las cejas, totalmente asombrado de mis actos.
Todos mis compañeros la rechazaron cuando la profesora de literatura anuncio su nombre.
Ni siquiera yo estaba seguro de porqué me adelante hacia el lugar donde estaban escritos los nombres de los alumnos de segundo en el pizarron y anote el mio al lado del de ella.
Estaba por responder cuando una escena que no esperaba ver me distrajo.
Florencia sonreía. Con un tipo que la abrazaba con demasiada confianza. Un tipo que aparentaba ser mayor que ella. Tan alto que ella tenia que ponerse de puntas de pie. Entonces el rubio la cargo en su espalda y se la llevo a cuestas.
— ¿La conoces? —escuche que me preguntaba Malena. La tercera de nuestro grupo.
No les conteste a ninguno de los dos.
****
Una voz se hizo eco en el pasillo apenas salí del ascensor.
Tarde más de lo esperado en regresar a casa. No tome el transporte publico. Necesitaba caminar. Pensar. ¿En qué? No lo sabia, o no quería reconocerlo.
¿Qué era lo que me estaba atormentando al punto de necesitar reflexionar? ¡¿Quién carajo era ese tipo?¡
Respire hondo tantas veces que la gente se me quedaba mirando al pasar.
No debería importarme lo más mínimo con quien se relacionara esa chica. Esa desconocida que una sola vez me invito a comer. Esa chica que me acuso de ser vampiro, que me hizo reír cuando hace bastante no lo hacia. Que me hizo enojar al decir que no podía ser albino por el color de mi cabello. Pero ella no sabia que ese era un tema delicado para mi.
Florencia no me importa. Solo me causa... curiosidad.
Conocía esa canción. Mientras me iba acercando a mi departamento, me percate que la puerta del departamento de ella estaba abierta. Y que aquella voz dulce provenía de allí.
No me detuve a pensar porque de repente tenia esa necesidad de acercarme, de observarla.
Entonces la vi. Florencia estaba sentada en el suelo, con varias cajas abiertas a su alrededor. Me llamo la atención que todavía no había sacado aquella campana de papel que escondía tenuemente la luz de la bombilla.
— Don't get too close, it's dark inside...
Ella seguía cantando, aun de espaldas a mi, ignorando que tenia publico mientras sacaba objetos de aquellas cajas.
Su voz era increíble. Un poco rasposa, fuerte y profunda. Y dulce.
— It's where my demons hide, it's where my demons hide...
Algo empezó a calentarse en mi pecho. Y las palabras de mi poeta favorito se plantaron en mi mente.
"Me gustas cuando callas, porque estas como ausente..."*
Pero ella no estaba callada. No entendía porque ese verso en particular inundo mis pensamientos.
— ¿Quién eres?
Una voz masculina me saco de mi contemplación. Y una alarmada Florencia fijo sus ojos en los míos.
---------------------------------------
*Poema XV, del libro "20 poemas de amor y una canción desesperada"-Pablo Neruda"
*Traducción: Don't get too close, it's dark inside. it's where my demons hide = No te acerques demasiado, dentro esta oscuro. Es donde mis demonios se esconden.
Bueno, bueno, al fin actualice...
Debería ponerme como meta un día en particular de la semana para poder cumplir, xd.
Estaba en dudas de revelar tan pronto la naturaleza de nuestro protagonista, pero ya necesitaba que supieran quien era en realidad el vampiro, y que lo conocieran un poco mas.
¿Qué les ha parecido?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro