Capitulo 7
"Demolí todos los puentes detrás de mí para no tener otra opción que seguir adelante."
– Fridtjof Nansen
Dos horas después, la alarma del celular me despierta. Intento enfocar la mirada en la persona que esta a mi lado.
Bruno Bustamante. Mi fiel compañero antes de que la abuela viviera con nosotros.
Era como si todo en mi vida estuviera acomodado.
Después de esa terrible pelea entre mi padre y mi tía, una discusión de hermanos que se salio de control, ellos se mudaron a otra ciudad. Entonces la abuela había enfermado. A mis padres no le quedo opción que recibirla en su casa, y para mí fue como un bálsamo después de tantas noches llorando por la pérdida de mi mejor amigo.
Bruno tenia tres años más que yo. Pero esto no impidió que congeniáramos de pequeños. Peleas, risas, travesuras.
Cuando yo aprendía a caminar, él estaba ahí para salvarme de no caer.
Cuando se me empezaron a caer los dientes, él estaba a mi lado, burlándose de "mi comedor vacío".
Él me enseño a sonreír a pesar de estar cayéndome a pedazos. Me contó de sus sueños, y que haría todo lo posible por llevarme con él cuando se hiciera adulto.
A medida que iba creciendo y percatándome de cosas que ignoraba, él me consolaba, aconsejaba, incordiaba.
Luego la relación que tenia con mis padres comenzó a sufrir drásticos cambios. Nunca fueron amorosos, o complacientes conmigo. Al ser hija única, uno piensa que tienen todo el tiempo y la capacidad de consentirte, mimarte y cuidarte. Pero esa nunca fue mi verdad.
Ellos eran fríos, calculadores y estrictos. Los golpes comenzaron después de mis 10 años. El maltrato psicológico mucho antes. Y nadie lo sabia. Todos creían que eramos la familia perfecta.
Volví a observar a Bruno. Siempre me maravilló lo diferentes que eramos con respecto a todo. Su cabello color miel, y el mio chocolate. Sus impresionantes ojos verdes mientras que los míos simplemente marrones.
Mi primo era de complexión robusta. Fibra y musculo por donde lo mires. Y yo, que no pasaba de 1.60m de altura, se notaba como sobresalían mis rollitos al sentarme.
Mi peso nunca fue problema para mi. Aunque no estaba en el estándar de belleza que imponían las revistas de moda, estoy bien conmigo misma y mi cuerpo de reloj de arena.
Bruno comienza a roncar de nuevo, totalmente ajeno a mi escrutinio, entonces me levanto de un sopetón para no llegar tarde a clases.
Prepare un desayuno cuantioso para cuando mi primo despierte que se alimente. Sé que luego me lo agradecerá. Le dejo una nota con mi nuevo numero para que no se desespere cuando se percate de mi ausencia.
Antes de irme, aviento una almohada en su cara. Y nada. No mueve ni un pelo de su anatomía. Que no daría yo por dormir tan profundamente como él.
Cuando llego a la parada, hay un colectivo esperando a que los pasajeros terminen de subir, y canto "aleluya" en mi interior. Por primera vez no llegare tarde. Siempre me pierdo el vehículo que pasa a esta hora.
"Hoy sera un gran día, la vida me sonríe", pienso mientras apresuro mis pasos hasta llegar a mi destino. Pago el boleto, sonriendo al chófer, empujando a las personas dirigiéndome al fondo del pasillo. El colectivo va tan lleno que recibo miradas adustas de parte de la gente que voy pisoteando en el proceso.
Me detengo al lado de un estudiante que lleva la misma camiseta de mi colegio.
¿La misma camiseta...?
El chico vampiro esta tan absorto en un libro que no se da cuenta de mi presencia. Intento alejarme de él, pero las personas a mi alrededor comienzan a empujarme y no me queda más remedio que permanecer en ese lugar.
Recuerdo que estoy enojada con él, y al parecer Nahuel estaba molesto conmigo por algo que dije cuando lo invite a cenar, entonces decido guardarme mi saludo, pues algo que no soy es una pesada lambiscona.
...
— Alumnos, presten atención —habla la profesora de literatura elevando su voz por sobre los murmullos de mis compañeros.
Ésta era la ultima clase y por fin podría regresar a casa. Me esperaba una tarde de confesión con mi primo.
— He decidido realizar una dinámica para fortalecer sus habilidades periodísticas y de redacción—informa, observando nuestras caras, algunas emocionadas, otras hastiadas.
— Les daré el nombre de un alumno de ultimo año para que sea entrevistado por nada más y nada menos que ustedes mismos. Sera un trabajo individual y ustedes deberán formular las preguntas que pueden ser de índole profesional o personal. La redacción sera un factor importante porque es lo único que podre evaluar, ya que los métodos que deban utilizar para sonsacar la información deseada estará fuera de mi alcance.
Se escucharon algunas risas femeninas que fueron interrumpidas por el ingreso del profesor de álgebra al salón.
— Aquí están las estrellas —bromeo, haciendo reír exageradamente a la profesora.
Entonces, uno a uno, cada estudiante del ultimo curso fue apareciendo en la puerta, acomodándose de espaldas a la pizarra y enfrente de nosotros.
Estaba tan absorta en mis pensamientos, queriendo salir de allí lo mas pronto posible, que cuando mis ojos se cruzan con esos lentes oscuros no me puedo contener.
Inmediatamente me levanto del asiento de la sorpresa de verlo en mis dominios, mi salón, mi lugar de estudio. Y me pierdo.
No reconozco a la persona que ahora mismo invadió mi cuerpo, haciendo que reaccione de esta manera. No soy yo la que se quedo patidifusa mirándolo sin pestañear.
— Alumna Flores, ¿hay algo qué nos quiera informar? —pregunta la profesora, rompiendo el encanto que me tenia hipnotizada.
— Yo... en realidad yo —no encontraba las palabras, porque definitivamente se habían extraviado en el momento en que caí en la cuenta de que Nahuel pertenecería al grupo de entrevistados.
— ¡No lo puedo creer! —se escucho la voz burlona de un compañero, el más odioso de todos—. Nuestra Florcita Florecilla ha dicho sus primeras palabras, presten atención, chicos. Esto es cosa de una sola vez.
Fije mi vista en el imbécil, queriendo asesinarlo con la mirada.
— Hay personas silenciosas que son mucho más interesantes que los mejores oradores —expongo sabiamente, recordando esta frase de algún libro.
— Bien dicho, Flores —apoya la profesora—. Y usted, Vargas, limítese a hablar cuando sea apropiado.
— Pero, profe, solo estaba emocionado porque por fin nuestra pequeña Flor se anima a relacionarse con los de su especie —acota, sonriendo a medias, y esperando por mi respuesta.
Él me esta provocando, y lo esta logrando. "Florcita", "Florecilla", "pequeña", "especie".
Palabras que hicieron reír a casi todos, pero a mi me latía la vena del cuello de tanto apretar los dientes.
Sin importarme quien me estaba mirando ni donde me encontraba, resoplando de furia, agarro mi cartuchera llena de lapices de colores, reglas y gomas, y se la aviento en plena clase.
Oh, si. Justo en su cabeza. Eso fue un "gol" para mi.
Diferentes exclamaciones se escucharon en todo el salón, pero la que más me avergonzó fue de la profesora gritándome —¡A dirección, ahora!
Tuve que juntar mis cosas a una velocidad estrepitosa, incluso aquella cartuchera que había marcado la frente del imbécil de Vargas. Al pasar por su lado, disfruto el momento regalandole mi dedo corazón para que se entere que con Florencia Flores nadie se mete.
A pesar del lío en el que me había metido por impulsiva, no me había salvado del trabajo de las estúpidas entrevistas de literatura.
Aunque mi humor cambio al instante en que salí del establecimiento y lo vi esperándome afuera.
Bruno estaba apoyado en el auto, con sus brazos cruzados buscándome entre los estudiantes.
Vi algunas chicas que se quedaban demasiado tiempo mirándolo. ¡Qué hijo de su buena madre! El idiota de mi primo era un bombón y él lo sabia. Apenas su mirada conecto con la mía, ambos corrimos hacia nuestro encuentro, como si no nos hubiéramos visto hace algunas horas.
Algunas compañeras lanzaron chillidos de frustración al percatarse que el rubio me abrazaba. Y a mi no pudo importarme menos. Yo necesitaba a mi primo, necesitaba este abrazo. Lo que ellos pensaran me importaba una mierda.
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Bueeenooo, lo prometido es deuda. Y no me gusta deberle a nadie ;)
En esta ocasión, quiero dedicarle este capitulo a una nueva lectora para darle la bienvenida apropiadamente a mi rinconcito de felicidad y amor (soy una re-cursi y a mucha honra)
NaraReed90 mil gracias por tu apoyo. Ella es la autora de EL DIARIO DE LOS 30, obra con redacción excelente, limpia, divertida e intrigante. Te reto a que la leas, y si te gusta ganas una buena lectura para pasar el tiempo.
(¿qué creías, que te iba a regalar mis millones? jaja)
03:44 a.m (Dormir, ¿para qué?)
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