Canción: Find you, by Ruelle.
Definición Nervios de Acero: Tener [una persona] un gran control sobre sus emociones y no perder la calma en momentos difíciles o peligrosos.
Florencia no deja de caminar de un lado para otro desde que llegamos al hotel donde se llevaría a cabo la conferencia de prensa.
Todos los que la queremos estamos aquí para servirle de apoyo moral. Aunque lo que deseo más que nada en este mundo es tomarla de la mano, y llevarla muy lejos de este lugar.
La recepción del hotel está atestada de periodistas. En ese sentido mi hermano hizo muy bien su trabajo, cumpliendo con su parte del trato.
Los últimos dos días estuve pegado a Florencia, de modo que el contrato quedo en el olvido. Estar con ella tiene ese efecto. La puse en primer lugar, prioricé su problema sobre el mío, ya encontraría la manera de escapar de mi hermano a su debido tiempo.
Gastón se comportó bastante bien en presencia de Flor, ya que con anterioridad quizá lo haya amenazado, demandándole que la traté lo mejor posible, y también le hice prometer que no le diga nada de nuestro mutuo acuerdo.
El pequeño salón de café que servía como camerino para los más pretenciosos de la farándula quedó casi sin espacio para los que estamos allí. Entre los amigos de Florencia, mis hermanos, hasta mi madre, se nos hizo difícil entablar una conversación decente. La mayoría seguía el andar nervioso de Flor, mientras Gastón dictaminaba hasta el cansancio como debe proceder ella.
Pero Florencia apenas le presta atención. Entendí que sus nervios es más por toda la gente que espera afuera por ella, no obstante su rostro se encuentra impasible. Un gesto determinado, completamente seria, tal como siempre fue antes de un enfrentamiento.
Admiré su postura, aún así estoy aterrado por lo que sea que vaya a suceder a continuación.
— Estamos listos —anunciá Gastón, presionando el audífono en su oído.
Todos escuchamos el sonoro suspiro de Florencia, aunque no nos dio el tiempo suficiente para darle ánimos, ella camino con pasos seguros hasta la puerta sin mirar atrás.
Mi hermano camina cerca de ella, y nosotros los seguimos un poco más alejados.
Apenas Florencia aparece en el campo de visión de los periodistas, ellos se acercan brutalmente, incluso algunos corriendo hacía ella. Pero con un sólo ademán de la mano de mi hermano, aparecieron unos hombres que no había visto antes, vestidos con trajes oscuros que la rodean para protegerla de la enloquecida multitud.
Los guardaespaldas la escoltan hasta el podio de la estancia, empujando a quienes se atreven a acercarse más de lo apropiado. Suspire de alivio al ver que es mi hermano quien se acerca al micrófono, mirando a todos esos con desaprobación.
— Quiero dejar en claro que no aceptare violencia de ningún tipo. Sean educados, tomen asiento, y hagan sus preguntas —espeta, señalando hacia una de las puertas—. Como verán, hay oficiales de la policía atentos ante cualquier atentado contra la señorita Flores, y no tendrán compasión si se les ocurre actuar de manera indebida.
Lentamente cada reportero regresa a su lugar, susurrando palabras inentendibles. Observé a Florencia, quien parecía tan sorprendida como yo ante el discurso de Gastón. Es en ese momento que mi hermano se aparta del podio, dejando el lugar para ella, entonces decidí acercarme al notar un leve titubeo de su parte.
En los primeros asientos me cruce con el primo de Florencia, Andrés, mi madre, Matias, hasta Leonel ocultando su identidad detrás de unos lentes y gorro. Pero no me detuve hasta llegar al primer escalón. Y allí me quedé, hasta que la vi asentir con su cabeza, dándome permiso de seguir avanzando.
Me posicioné a su lado, mirando las caras confundidas de la audiencia. Sé que mi hermano está a punto de protestar, porque lo veo acercarse, no obstante mi madre lo llama en voz alta, logrando que él se aleje de nosotros.
Sostengo la mano de Florencia, intentando trasmitirle calma, que en estos momentos no poseo, pero parece funcionar, pues ella apretó solo una vez para luego soltarme y dirigirse al micrófono.
Los reporteros, impacientes, comenzaron con sus preguntas sin esperar que ella se presenté a sí misma.
— No —exclama con voz firme, haciéndolos callar—. Ahora voy a hablar yo. Ustedes ya tuvieron su tiempo de contar la versión errónea de mi pasado. Cuando yo acabe con mi declaración podrán hacerme las preguntas que quieran, pero espero no dejarles ninguna duda con lo que voy a decir.
Los periodistas murmuraron sus quejas, pero se abstuvieron de los términos que planteó Florencia. Ellos solo quieren un show, y estoy seguro de que ella les dará lo que se merecen.
— Lo primero que quiero decirles es que me decepciona demasiado como tergiversaron los hechos. Como periodistas su deber es investigar a fondo cuando se topan con este tipo de historias. Pero no lo hicieron. Se apegaron al relato realizado en un programa de dudosa procedencia, y cuando todos sepan la verdad, quedarán en una mala posición con sus televidentes.
Florencia es impasible, tan franca como solo ella puede ser, su voz es clara, y sus palabras directas y crudas. No se guarda nada para sí misma, mientras relata cada fechoría que sus padres le hicieron, incluso mostrando las cicatrices que aún podían verse a pesar de los años que pasaron.
Los reporteros lucen sorprendidos, un poco horrorizados por cada cosa que ella muestra, o dice. Solo algunos se ven todavía escépticos ante sus palabras. Pero Florencia tenia un as bajo la manga.
— Y para terminar con esto, mi amigo Andrés Rodriguez les facilitará los documentos oficiales del juicio que se llevo a cabo hace unos años.
En efecto, Andrés se levanto de su asiento, y empezó a repartir unos papeles a todos los presentes. La verdad no supe hasta ese momento que ella se tomó el tiempo de hacer las copias de dichos documentos.
Cada periodista reviso aquellos papeles, mirando de vez en cuando estupefactos a Florencia.
— Ahora sí pueden hacer sus preguntas —exclama ella, más tranquila de lo que imaginé.
Silencio. Nadie se atrevió a preguntar nada, solo se oía el susurrante sonido que hace el papel cuando es ojeado en innumerables ocasiones.
De repente un hombre se levantó con brusquedad de su silla.
— Compañeros, ustedes saben muy bien que los papeles se pueden falsificar —expresa arrugando los documentos, pero la reacción de los demás es mirarlo avergonzados, algunos con rencor en sus facciones—. Vamos, no sean tontos. No me digan que le creen a esa niña. Están siendo claramente manipulados, idiotas.
— No esperaba menos de ti —se levanta una mujer, y lo señala—. Se nota que estos documentos son auténticos, y ahora solo temes por la cancelación de tu show de mierda.
A las palabras de la mujer, le siguieron otros reporteros que comenzaron a reprocharle al hombre. La recepción se volvió un caos de gritos, y encontronazos, al punto de generarme tal miedo por el bienestar de Florencia. De inmediato la tomé de la mano, para alejarla lo más lejos posible de allí.
No obstante, el hombre que al parecer era dueño del programa bizarro que hacía entrevistas a mujeres encarceladas, se dio cuenta que Florencia ya no está en el podio, y nos señala gritando dando aviso del escape que tenia planeado.
— ¡Miren, está huyendo, no dejen que se vaya! —manifiesta, empujando a sus colegas para llegar a nosotros. Pero al no conseguir dar ni dos pasos, mientras aceleré el ritmo de nuestro trote, un huevo crudo se estrella en la camisa de Florencia.
De inmediato somos rodeados por los guardaespaldas de mi hermano, y los policías que están en la puerta hacen acto de presencia, reprendiendo al hombre que se atrevió a lanzar el huevo.
Cuando al fin salimos al exterior del edificio, respiramos sonoramente. Florencia intenta limpiarse la ropa, pero embarra más la yema del huevo.
— Tranquila, amor, lo arreglaremos en casa —le digo con naturalidad. Ella me mira sorprendida, y yo la inspeccione con mis ojos, buscando una posible herida por nuestro abrupta carrera.
— ¿En casa? —cuestiona, deteniendo mi escrutinio.
— Quisiera regresar adentro para romperle la cara a ese estúpido —exclame furibundo.
— Nada de eso —escuchamos la voz de Matías, quien aparece a nuestro lado, respirando hondo porque al parecer también corrió huyendo del quilombo—. No es momento de hacerse el valiente, tienen que irse.
Matías me arroja unas llaves, y me quedo mirándolo estupefacto.
— Son del auto de Gastón —exclama, con una mano en su pecho, respirando agitado—. ¿Qué esperas? Ya váyanse. Llévala a nuestro departamento, es más seguro.
No lo pensé, y tome a Florencia nuevamente de la mano, para dirigirnos hacia el estacionamiento.
****
En el camino ninguno dijo una palabra. Yo por estar atento al trafico, y ella se ve más pensativa de lo normal. Las pocas veces que me gire a mirarla, la expresión de su rostro reflejaba serenidad, y eso me alivio enormemente.
Fue cuando cruzamos el umbral de la puerta que hizo algo que me dejo asombrado.
Florencia comenzó a reírse. De manera escandalosa. Su sonora carcajada hizo eco en la sala principal. No pude hacer otra cosa que mirarla embobado.
— ¡Dioses! Estoy toda pegajosa —exclama entre risas, frotando la suciedad de su camisa—. De todas las posibles situaciones que imaginé que pasaría, esto fue definitivamente un final de película.
Sonreí por la ocurrencia de sus palabras.
— ¿Quieres bañarte? —pregunte, acercándome a ella.
Nuestras miradas hablaron por sí solas. Flor detiene su estallido de risas, y me observa. Sus ojos resplandecientes, y lleva una de sus manos a mis lentes, despojándome de ellos.
— Si, quiero —responde, suspirando su respuesta.
Su mirada es tan profunda, que incluso puedo notar el momento exacto en que sus ojos destellan por las lagrimas contenidas.
— Flor —dije su nombre, frunciendo el ceño cuando ella acarició mi rostro.
— Nahuel —proclama ella, llevando su mano hacia la mía—. Enséñame donde está el baño.
Sentí mis mejillas calentarse cuando comprendí su actitud.
— ¿Qué quieres hacer, Florencia? —cuestione, y ella bajo su vista un segundo, para luego observarme con detenimiento, sin pestañear.
— Algo que tengo muchas ganas desde hace un largo, largo tiempo.
— Creo que este no es un buen momento para que me estés seduciendo —exclame medio en broma, un tanto serio.
— Ay, tú y tus momentos —declara, poniendo sus ojos en blanco.
Cuando menos lo espere, sin darme tiempo a intentar actuar apropiadamente, Florencia me atrajo a su cuerpo, y jalando el cuello de mi campera, inclina mi rostro de manera que estoy a la altura del suyo. Y me besa. Un beso tan apasionado que no deja dudas a nada, y con ganas de todo.
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N/A:
Antes que nada quería mostrarles este vídeo que hice, por si no me siguen en mis redes sociales, para que no se lo pierdan ;)
Ahora sí, ¡santas cachuchas, qué momento!
Realmente no iba a publicar hasta el sábado, pero luego de hacer ese vídeo, me inspiré, y una vez que me puse a escribir, no me pude detener.
Les cuento que el siguiente capitulo será narrado por Florencia, y el siguiente de ese, por Nahuel, y ya será el final :(
¿Aún creen que puede ser posible un final feliz?
Sinceramente, no quiero alargar mucho esta nota, porque son más de las cuatro de la madrugada, ya saben, me muero de sueño jajaja.
Espero les haya gustado este capitulo. Los siguientes posiblemente los publique todos juntos, ya que el final lo tengo escrito casi desde el inicio de esta historia ;)
Aquí están las menciones especiales:
Muchas gracias por todo su apoyo, a ustedes, y a quienes me falta mencionar, están todos en mi corazón.
Tengan una linda noche, día o tarde ;)
(04:45 am)
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