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Capitulo 55

"Si era por ella, solo por Florencia Flores, me arrodillaría ante el mismísimo diablo si hiciera falta" —Nahuel Acosta.

Los minutos que Florencia tardó en ingresar a su casa se me hicieron interminables. Voy de un lado al otro, impaciente. Hasta que escuché el sonido de la puerta, y solo basto mirar sus ojos para comprender que está sintiendo. Y que había llorado. Pude ver la culpa surcando sus facciones, un ligero temblor en sus labios antes de bajar su mirada al suelo.

Quise acercarme, pero Leonel se adelantó.

— Florcita, ¿qué esta pasando? —cuestioná en voz baja, logrando que ella levantará su cabeza.

— Acabo de... —Florencia carraspea una vez para aclarar su voz—. Terminamos.

Al instante Andrés y Bruno se acercan a su lado, pero ella dirige su vista hacía mí. De alguna manera que no puedo explicar noté un resplandor en sus ojos chocolates. Un brillo del que hace unos segundos carecía. Y eso me reconforto, algo bueno tiene que significar.

— ¿Por qué? Creí que las cosas estaban bien entre ustedes —vuelve a hablar Leonel.

Florencia no le responde, su mirada sigue clavada en mí. Y lo único que deseo es poder ser yo quien esté a su lado abrazándola, tal como lo hacen ellos.

— Él estuvo teniendo comportamientos graves —explica Andrés.

Flor los aparta suavemente, y suspira profundo. Con pasos cansinos camina hacía la sala, para desplomarse en uno de los sillones. Apoya su cabeza en el respaldo y cierra los ojos.

— ¡Qué estrés! —exclama dando un resoplido.

— ¿Acaso te estás arrepintiendo? —interroga su primo, sentándose a su lado.

— De eso nada —dice bruscamente, mirando de mala manera a Bruno—. Simplemente me dí cuenta que él no es como yo lo estaba idealizando, me mostró su verdadero rostro, y no me gustó lo que vi en él éstos últimos días.

En ese momento aquellos tres se fijaron en mi presencia, haciendo que las miradas que me lanzaron me incomoden.

— Yo... lo siento —solté de forma entrecortada, sintiéndome un imbécil por tartamudear.

— No te disculpes —dice Flor, aunque su voz sonó demandante, la comisura de sus labios se elevó en una pequeña sonrisa que hizo que mi tonto corazón aumentará su frecuencia cardíaca.

— ¿Por qué se disculpa? No entiendo —inquirió Bruno, frunciendo el ceño.

— Eso mismo iba a preguntar, ¿por qué te disculpas? —Leonel entrecierra sus ojos, mirándome sin pestañear—. ¿Qué tienes que ver tú en este asunto?

Andrés se quedó en silencio, al parecer disfrutando de nuestro intercambio de palabras, ansioso por escuchar mi respuesta.

Y cuando iba a responder, es Florencia quién se levanta estrepitosamente para colocarse enfrente de su amigo, cruzándose de brazos.

— Eso qué importa, Leo, la verdad estoy muy cansada, y...

— No puedo creerlo —la interrumpe—. Es por él. Ay, Flor, pensé que eras más inteligente.

— Lo soy, por eso corté con tu amigo.

— ¿Ahora es mi amigo? —interroga él, pronunciando en voz alta la ultima palabra—. Yo te advertí que no te metieras con él, y no me hiciste caso, ¿recuerdas?

Florencia está a punto de replicar, pero Andrés decide por fin hablar.

— Está discusión no nos va a llevar a ningún lado. Mejor se calman —expresa, posicionándose en medio de ellos dos.

Para mi sorpresa ambos se relajan, incluso Leonel suspira y termina abrazando a Florencia, aunque su mirada recae en mí.

— ¿Sabes? Si no bateará para el otro lado, en estas instancias Flor sería mi esposa —espeta con sorna, claramente burlándose, pero luego su rostro se contrae mostrándose serio—. Yo nunca la abandoné.

Creo que un golpe en el estomago habría dolido menos, y sus palabras lograron hacerme sentir súbitamente culpable.

— Ey, yo tampoco —manifiesta Andrés, también sonriendo—. Pero no, gracias, con mi Jime estoy súper feliz. Además que no creo que lo nuestro funcioné, Cartu.

Y fue la broma de él lo que hizo que el ambiente se tornará apacible, pues todos sonreímos al mismo tiempo.

— Creo que debería irme —exclame, mirando solamente a ella.

Por unos segundos me pareció que ella se entristecía, y fue en ese mismo momento, cuando dió unos pasos hacía mí que escuchamos el chirrido estrepitoso de unas ruedas en la calle, frenando de golpe contra el pavimento. Se oyó tan cercano que es posible que hayan estacionado justo enfrente de la casa de Florencia.

Y no me equivoqué. Todos en la sala nos apresuramos hacía el único ventanal que había al lado de la puerta. Y lo que vimos nos dejo sin habla.

Varias camionetas de distintos canales de televisión están aparcados de forma desordenada en la calle. Periodistas y sus micrófonos, camarógrafos con sus cámaras de grabación, todos ellos corriendo hacia la puerta, algunos pisando las plantitas que adornaban el pequeño jardín de Florencia.

— ¡Qué mierda!

— ¿Qué está pasando?

— ¡La puta madre! ¡Mis plantas!

— ¿Se habrán enterado que estoy aquí?

No se quién hablo primero, pues me quedé congelado en mi lugar, odiando con todo mi ser a esos insensatos que se atrevieron a golpear bruscamente la puerta de entrada.

— Florencia Flores, ya sabemos que esta es su casa.

— Señorita Flores, salga a dar la cara.

— Necesitamos que nos hablé de porqué metió a su madre a la cárcel injustamente.

Hablaron al mismo tiempo, la mayoría lanzando preguntas incoherentes, muy pocos usando groserías impropias que seguramente no se escucharían en vivo.

— No salgas —pidió Andrés.

Es en ese momento que me percaté de la cercanía de Florencia. Yo soy el que está más cerca de la puerta, y ella tenía una mano en el picaporte. No dudé un instante en detenerla, pero solo me basto una mirada de su parte para ver lo decidida que está por hacer frente a esos idiotas.

Sin importar qué suceda después, no iba a permitir que lo hiciera sola. Y al parecer no soy el único que piensa de está forma.

No obstante, lo siguiente que paso se nos salió de las manos. Fue un completo caos. No consideramos las consecuencias de salir todos juntos hacía afuera, pues los periodistas sacaron sus propias equivocadas conclusiones.

Se nos vinieron encima, torpes y bruscos, señalando a Florencia y manifestando tantas incongruencias que quise golpear a más de uno.

— Señorita Flores, aquí —dijo una mujer, con su móvil simulando ser un micrófono—. ¿Qué tiene que decir al respecto sobre la injusta forma en qué su madre terminó en la cárcel?

— ¿Quiénes son todos ellos? —bramó un hombre, observando a Florencia de manera vulgar—. ¿Cuál de ellos es su pareja? No nos sorprendería que sea uno solo.

Algunos rieron por su patética broma, y pude ver como Ándres y Leonel dieron un paso al frente, probablemente para poner en su lugar al tipejo ese.

Y fue el mayor error.

Los periodistas reconocieron al instante a Leonel Vargas.

— ¿Acaso ese no es el famoso medio-campista de Huracán? —cuestionó otro. Rápidamente comenzaron a sacar fotos, el flash de sus cámaras hizo que diéramos un paso atrás.

Entonces Florencia tuvo la impulsividad de empujar a Leonel al interior de la casa, de manera torpe, ya que él trastabilló y casi se tropieza.

Al ver que no podíamos manejar a la muchedumbre encolerizada, nos apresuramos a ingresar en la casa de Flor. Apenas cerramos la puerta, todos suspiramos. Por cansancio y frustración. Bruno fue el más sensato de todos, e hizo una llamada a emergencias.

Aún así tengo la certeza de que ellos no se calmarán hasta que Florencia responda sus preguntas.

No titubeé cuando me acerqué a ella para abrazarla, susurrando una promesa que estoy dispuesto a cumplir aunque se me fuera la vida en ello.

— No estás sola, voy a hacer todo lo posible para ayudarte, y conozco a la persona correcta que nos puede orientar en está situación. Confía en mí.

Florencia escondió su rostro en mi pecho, su cuerpo temblando. Que ella sollozara hizo acrecentar mis ganas de romper el mundo entero si es necesario, por verla sonreír otra vez.

Unas horas después, en qué las autoridades hicieron su trabajo despejando la vereda de Florencia de aquellos insensibles periodistas, yo mantengo una conversación por teléfono con mi hermano. Sabía que este favor no sería gratuito, y en más de una ocasión, al escuchar sus quejas por inmiscuirme en el problema de Florencia, quise no usar la influencia de mi hermano. Pero si era por ella, solo por Florencia Flores, me arrodillaría ante el mismísimo diablo si hiciera falta.

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N/A: Siento entregar este capitulo tan corto. Pero en vistas de qué probablemente la aplicación estará en reparación, quise actualizar lo más pronto posible. Les pido una disculpa :(

Cada vez falta menos, y es probable que al ser este capitulo así de corto, haya uno más. Entonces en efecto, siguen quedando cinco capítulos para terminar.

¿Cuál sera el cobro de Gastón a nuestro vampiro fake? 

En el próximo capitulo veremos a Flor como nos gusta, empoderada, enfrentándose a todo el mundo, con sus palabras directas y sin filtro, tal como la caracterizan. Es un pequeñito spoiler. 

¡Los quiero mucho! Esta vez decidí escribir más temprano, 0:49 am.

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