Capitulo 54
Canción: The story never ends, by LAUV.
"Y por sobre todas las cosas, mi café favorito siempre será el de tus ojos" -Nahuel
Como sentirse amada en tres sencillos pasos:
Tener a Nahuel cerca.
Que Nahuel no suelte tu mano, a menos que sea para usar la palanca de cambios.
Que Nahuel te diga cosas bonitas cada cinco segundos.
«— Eres tan hermosa.
— Me encanta tu sonrisa.
— Me hace tan feliz que me mires de esa manera.
— Por sobre todo lo demás, mi café favorito siempre será el de tus ojos»
Y cada vez que recibía un halago de su parte, mi corazón se estremecía de puro placer. Me hacía sentir tan especial, y un poco tonta al no poder reaccionar como él se lo merecía. Prácticamente me quedé callada, es probable que me haya puesto colorada en más de una ocasión, y al instante escondía mi cara en el calor de su pecho para que no me vea suspirar por cada gesto romántico que a él parecía salirle tan natural. Y yo, honestamente, no me considero para nada romántica.
La noche paso tan rápido que apenas notamos cuando el cielo comenzó a aclarecer en el horizonte. Luego de verlo como se ponía quejumbroso por el hecho de regresar, lo besé. Una vez. Dos. O quizá tres.
Es inquietante la manera en qué me siento. Como si todo fuera posible por estar con él otra vez, pero igualmente dudosa de qué sucederá una vez que estemos de vuelta en "la vida real". Porque está noche sentí estar en otra dimensión. En un mundo aparte donde solo existíamos nosotros dos.
Aunque indudablemente mi relación con Rafael había llegado a su fin luego de lo egoísta, y tóxico que resultó ser, intuía que debía tener una última charla con él para dejar las cosas claras, y poner ese punto final definitivo, y no sentir que lo estoy engañando.
Pero nada de lo que había imaginado salio como lo planeé. Porque al llegar a casa, luego de dos horas de viaje, es Rafael quién está en la puerta de entrada, esperándome.
Aún en la distancia pude ver como su rostro se transformó por completo al notar quién es el conductor del auto. Y mucho peor cuando Nahuel descendió del mismo, posicionándose a mi lado como si de un guardaespaldas se tratase.
Mi primera reacción fue decirle que no necesito escolta, pero no pude. Rafael se había acercado con tal rapidez a nosotros que opté por callarme, y escuchar sus posibles quejas y diatribas.
— ¿Pasaste la noche con él? —escupe las palabras, y no me pasa por alto la mirada de desprecio que le dirigió a Nahuel.
— Rafa... —comencé a decir, no obstante él me interrumpe sin darme chance a nada más que resoplar por lo que dice a continuación.
— ¡¿En serio con este tipo?! —vocifera encolerizado.
Al elevar su voz de esa manera, Nahuel inmediatamente avanza dos pasos dejándome atrás de él.
— Deberías calmarte —exclama, para mí sorpresa mucho más calmado de lo que imaginé que estaría.
— Contigo no estoy hablando, el asunto es con mi supuesta novia —espeta indignado. Y lo que sucede luego no me lo esperé en absoluto.
Rafael intenta apartar a Nahuel tomándolo del hombro, quien a su vez levanta el brazo impidiendo que la mano de él llegué a su objetivo, tal como si se tratará de una maniobra de defensa personal. Esto no le sienta bien a Rafael, que con su otra mano lanza un golpe directo en el rostro de Nahuel.
Efectivamente Nahuel es mucho más rápido, porque logró esquivar el inminente puñete ladeando su cabeza unos centímetros.
Estoy tan sorprendida que me quedo parada, sin mover un musculo, sin tratar de detener el forcejeo de esos dos, ya que Nahuel aún lo sostenía del brazo para que dejase de intentar golpearlo. Y antes de que pudiera decir nada, mi no-vampiro empuja a Rafael, quién retrocede unos pasos.
— No voy a pelear contigo, ya estamos mayorcitos para eso —afirma, acomodándose la ropa, que había quedado un poco arrugada allí donde Rafa puso su mano.
Mi ex-novio tiene la cara tan roja, que si esto fuera una caricatura probablemente le estaría saliendo humo de sus orejas. «Rayos, Florencia, concéntrate», me regañé interiormente.
— No puedo creer que estuviste con él —Rafael soltó entre dientes, y se lleva las manos a su cabello como si quisiera arrancárselos con furia—. ¿Cuánto paso desde nuestra última conversación? Eres una maldita zo...
— Dije que no iba a pelear —lo interrumpe Nahuel—, pero no te voy a permitir que la insultes de ninguna manera.
De pronto los tres escuchamos el sonido de la puerta de entrada al abrirse. Y lo primero que vemos es a Bruno, con una apariencia agotada, sus ojeras acentuadas, y expresión de fastidio.
— Hasta que te dignaste a aparecer —exclama, llevando las manos a su cintura, tal cual una madre que está a punto de regañar a su niñita malcriada—. No te imaginas lo preocupados que estamos por tu escapadita.
— ¿Estamos? —inquirí, caminando para acercarme a él, y de inmediato siento la presencia de Nahuel en mi espalda, siguiendo mis pasos.
Puse mis pies en punta para lograr ver sobre el hombro de mi primo. Y encontré a dos personas acurrucadas en el sofá más grande de la sala. Me sorprendí de verlos tan juntos, usualmente no se llevan para nada bien.
Andrés y Leonel compartían una de mis preciadas mantas, esas que guardé con recelo porque pertenecían a mi querida abuela.
— Ya despierten, tortolitos —vociferó mi primo, y el primero en despertar fue Leo, quien con dos sacudidas logró que su acompañante abriera finalmente sus ojos.
Cuando se percataron de mi presencia, ambos se levantaron de un salto, y Leonel prácticamente corrió a mi encuentro.
— Mi linda Florcita —dice Leo, empujando a mi primo para llegar a mi lado y abrazarme efusivamente—. ¿Estás bien? Apenas me enteré de lo que andan diciendo de ti en la televisión deje todo, y vine a verte, pero no estabas. Por cierto, ¿dónde estabas?
Andrés se acerca con pereza, arrastrando la manta, y me vuelvo loca al ver su maltrato por la ensoñación que lo embarga. No se ve preocupado, y asumí que él sí sabía donde y con quien pasé la noche.
— Florencia —la voz de Rafael hace que todos lo miremos, y lentamente Leo me suelta—. Necesitamos seguir con nuestra charla, ¿no te parece?
— ¿Qué sucede? —cuestiona Leo, observando a su amigo, pero al posar su mirada en Nahuel, una sombra de reconocimiento surcó su rostro.
— Esperen adentro, por favor —les pido, y a regañadientes la mayoría ingresa a mi casa, aunque Nahuel es quien se queda parado, mirándome con gesto desaprobatorio por mi decisión—. Tú también, si quieres.
— Al parecer no tengo otra opción —replica Nahuel, enarcando una ceja.
— Tienes la opción de meterte en tu coche, ponerlo en marcha y desaparecer de nuestras vidas —soltó Rafael de repente.
A pesar de que Nahuel lo ignoró, no pude evitar lanzarle una mirada mordaz ante sus palabras.
Con un leve empujón de mi parte, mi no-vampiro accede sin estar del todo convencido a entrar a mi casa. Cuando la puerta se cierra, me acerqué sigilosa y con los brazos cruzados a Rafael. Su rostro está tan desencajado por la ira, que apenas lo reconozco.
— Te estás comportando como un tremendo idiota —es lo primero que sale de mi boca, y él termina por acortar la poca distancia que nos separa, atreviéndose a tomarme de los hombros.
— Es tu culpa —expone, tan cerca de mi rostro que puedo notar las venitas rojas que surcan sus ojos encendidos de furia, no obstante percibí su voz claramente ronca—. ¿No lo ves? No sé qué carajos estás intentando hacer, dejándome a mí como el malo de la película cuando no fui yo quien paso la noche con otra persona.
— Creí haber sido clara contigo la otra noche —exclamé, sacudiendo mis hombros para que me soltase, pero sin conseguirlo—. No deseo permanecer en una relación tóxica, no me gusta. No quiero convivir con una persona que se comporta como lo estás haciendo tú justo ahora.
A pesar de mis forcejeos, Rafael logra unir nuestras frentes, y un suspiro tembloroso acaricia mis labios.
— ¿Por qué cambiaste tanto? Nunca creí... —su voz se quiebra, y siento una opresión en mi pecho al notar como intenta reprimir las lagrimas que pugnan por salir de sus ojos—. ¿Cómo es posible que nos esté pasando esto? Estábamos bien nosotros dos, hasta que apareció ese rarito.
Estoy siendo lo más paciente que puedo, pero al escuchar como se refiere a Nahuel, de inmediato coloqué mis manos en su pecho para separarlo de mí.
— No le digas así.
Rafael me mira desconcertado. Se refriega la cara iracundo, dejando atrás su expresión derrotada.
— Ten la decencia de no defenderlo en mi presencia, Florencia —demanda, señalándome con su dedo indice—. Al menos respeta lo que tuvimos. ¡Hace unas horas atrás creía que todavía eras mi novia!
— Entonces tú no seas inmaduro —manifesté, frunciendo el ceño, el cansancio mental y físico por fin apareciendo en mi sistema—. Mira, no tiene porqué terminar así, con gritos, y echándonos la culpa.
— ¿Terminar? Acá no se termina nada, no lo voy a aceptar—exclama, desviando la mirada.
— Quiero creer que aún queda un poco de sensatez en ti, de la persona que conocí hace un año, tienes que entender que...
— Pero no lo entiendo —susurra, regresando su vista a mí—. No puedo vivir sin ti, Flor, no me hagas esto.
— Sí puedes, Rafa —doy un paso hacia él, pero se aleja.
— Puedo, pero no quiero.
— Ya tomé mi decisión, lo siento mucho.
Rafael ríe con ironía, y se muerde los labios.
— ¿Y así nada más me desechas? Un año, Florencia, desperdicié un año entero de mi vida al lado de alguien que nunca fue sincera con sus sentimientos —una vez más su voz se rompe, y en esta ocasión no intenta detener las dos lagrimas que caen en sus mejillas.
— No hagas eso —le pido, sintiendo un dolor punzante en el pecho—. No me obligues a decirte algo que te va a lastimar peor.
— No me importa, ya lo hiciste. Dilo de una vez, así podré irme sin mirar atrás.
Respiro hondo, llenando de aire mis pulmones para darme el valor de decir en voz alta aquello que hasta yo misma necesito escuchar.
— Lo amo —solté, y el resquemor en mi corazón se intensifico al aceptar lo que tanto tiempo he silenciado—. Lo amo desde que lo conocí. Y nunca lo olvidé, no del todo. Escucha, agradezco todos los momentos bonitos que pasamos juntos, me hiciste sentir querida, contigo aprendí tantas cosas. Decidí que seas mi primera vez, y no me arrepiento. Pero él... Nahuel es con quien siento una conexión que va más allá de la razón. Es una cosa que no puedo explicar correctamente, porque así de loco e inusual es lo que siento por él.
Rafael limpia las lagrimas de sus enrojecidas mejillas. Y me mira, por un determinado tiempo en qué solo estoy ahí parada, esperando que diga algo, con una mano en mi pecho, sin poder evitar sentirme ligeramente aliviada de decir aquello.
Silencio es lo que recibí de su parte, para luego dar media vuelta y alejarse de mí tan rápido como sus pies se lo permiten.
Y es en ese momento que me permito soltar una solitaria lagrima. Me convenzo a mí misma de que él lo va a superar pronto, todavía tenia que solucionar el grave problema en qué me había metido mi madre. Pero aún así deje eso a un lado, para acomodar las cosas en mi vida. Poner un punto y aparte era inequívocamente necesario.
No soy de piedra, y esta ruptura hizo añicos mi corazón. Elevé mi mirada al cielo, con la convicción de que hice algo por mí misma, algo que de verdad quería. Y hace mucho tiempo que no me sentía así, que no sentía estar en el camino correcto.
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N/A:
Lo siento, debí publicar esto ayer, pero andaba de malas :(
No les quitaré de su tiempo, y paso a hacer las menciones especiales.
¡Muchas gracias por todo su apoyo!
Este capitulo va dedicado a:
Les agradezco infinitamente por todo el amor que le brindan a este libro.
Faltan cinco capítulos, y se termina. :(
Les confieso que me gusta dar giros inesperados, no es spoiler, pero todavía no todo esta dicho, no canten victoria antes de tiempo. Ya quiero ver sus reacciones cuando estén leyendo el ultimo capitulo. ;)
¡Los amo!
(01:17 am, Buenos Aires, Argentina)
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