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Capitulo 53

"Olvida quien la jodió, olvida quién hizo qué. Porque tuvimos amor una vez, y eso fue suficiente. Las probabilidades son pocas, pero no lo sabremos hasta que lo intentemos." 

Canción: Paper thin, by Christian French.

"Amar a alguien en silencio podría ser la cosa más ruidosa que alguna vez hagas" -Ron Israel.


Florencia se separó de mí al notar que no hice ningún movimiento. Ni con mis labios, o mis manos. Y quise golpearme a mí mismo por haber perdido semejante oportunidad.

— Rayos, Nahuel —exclama ella, lanzando una risita nerviosa—. ¿Es tu primer beso o qué onda?

Se atreve a burlarse, dejándome aún más atónito que antes.

— ¿Qué? Yo no... —pero nada coherente sale de mi boca—. ¿Qué?

Florencia regresa su mirada a mi rostro, y se cubre los labios con su mano ahogando una carcajada.

— En serio no te lo esperabas —espeta, y creo que el calor que siento en las mejillas es notorio para ella, porque en sus ojos puedo vislumbrar lo asombrada que está.

— No es por eso —susurré.

— ¿Qué dijiste?

Entonces decidí callar, para no sentirme más estúpido de lo que soy.

— Bueno... —dice, aplaudiendo una vez—. ¿Qué hacemos ahora?

Arranqué el motor del auto, evitando mirarla, y tratando de apaciguar lo mejor que podía todas mis emociones.

— ¿Tienes hambre? —le pregunté, cuando ya el vehículo está en movimiento.

— En estás situaciones las personas normales no pueden probar bocado —manifiesta, y veo por el rabillo del ojo como se retuerce las manos—. Hace un rato tenía un nudo en la garganta, pero justo ahora me muero por comer algo.

No me pasa desapercibido el tono de su voz, un poco ansioso, aunque claramente determinado. Como si quisiera ocultarme algo, pero a la vez decidida a enfrentar sus problemas.

Nada se me escapa cuando se trata de ella.

— Entonces vayamos a comer algo, seguro encontramos algún local abierto.

En el transcurso del recorrido apenas hablamos, y le dejé total libertad de elegir las canciones en el estéreo, logrando que Flor se animé un poquito.

En efecto, encontramos un local de comida rápida. Casi no había personas allí, de todas formas Florencia quiso comer las hamburguesas en el coche, alegando que no tendría que ponerme los lentes de esa manera.

Fue en ese mismo momento, entre bocado y bocado, que me percaté que es la primera vez que salíamos solos. Como una cita. Y al parecer ella me leyó el pensamiento.

— ¿Ésto es una especie de cita? —cuestiona, luego de tomar un sorbo de su bebida.

— ¿Por qué me lo preguntas?

— Obviamente porque no lo se —exclama, y siento su mirada clavada en mí. Su respuesta me desconcierta, al punto que dejé a un lado la hamburguesa para prestarle toda mi atención.

— ¿Acaso es tu primera cita, Florencia Flores? —inquirí, sonriendo. Devolviéndole la burla que ella hizo anteriormente.

— Puede ser —dice, frunciendo el ceño. Y puedo notar cuánto le molestó mi pregunta.

— Eso no es posible —refute, incrédulo.

— En el pasado nunca salimos oficialmente —expone, observando el techo, pensativa—. Y no cuenta esa vez que me llevaste a la casa de tus padres.

— Eso lo sé, pero... —me toma unos segundos de silencio lograr que ella me vuelva a mirar—. ¿Y después de mí?

Mi pregunta parece avergonzarla, aunque muy poco. Ella también deja de comer, y se acomoda en el asiento de manera que quedamos enfrentados. Por su rostro puedo adivinar que va a confiarme algo importante para ella.

— Después de ti no hubo nadie... por mucho tiempo —manifiesta, sin rodeos—. Estuve muchos años evitando las citas. Fue difícil al principio, porque mi primo y Andrés no dejaban de intentar emparejarme con alguien.

Súbitamente un rencor hacia ellos me nubló los sentidos por unos escasos segundos, pero saber que ella no tuvo a nadie en todo ese tiempo hizo que sintiera un poco de culpa.

— Aún así, nunca lograron que saliera con nadie. Me enfoqué principalmente en mis estudios, y mi prioridad cambio cuando llegó Benjamín a mi vida. Mi tiempo lo repartía entre ir a clases, y hacer de mamá. No tenía tiempo para citas, hasta que...

De repente Florencia deja de hablar. Y sé porqué.

— Hasta que conociste a Rafael —termine por ella.

Quizá no haya sido muy inteligente de mi parte traer a colación a ese tipo. Decir su nombre en voz alta me causa una leve repulsión interna.

— Sí —ella se muerde el labio, incomoda por estar hablando de él—. Pero tampoco con él tuve citas. Nuestros primeros encuentros se daban en mi casa, en la suya, o cuando llevábamos a Benjamín al parque.

No puedo ocultar la molestia que siento, y sé que ella es consciente de eso.

— Y es por eso que no se sí ésto es una cita —concluyé, desviando el tema.

— Lo es —afirmé, sin reparo. Todavía sintiendo un fastidio latente. Sé que fueron muchos años de ausencia. Aún así no podía siquiera imaginarla con otro.

Dejé a un lado mis pensamientos. No es el momento de ser egoísta. Tenemos toda la noche por delante, y haría que fuera inolvidable. Es una oportunidad para demostrarle todo lo que siento por ella.

Terminamos de comer en silencio. Con Florencia de vez en cuando mirándome, quizás ella creía que no me daba cuenta, y sonreí internamente en todas las ocasiones que ella fingió observar la ventana a mi lado desviando sus ojos unos centímetros.

Antes de emprender el viaje, decidí hablar sobre algo que me está haciendo ruido hace rato.

— Nunca recibí una respuesta —inquirí, con la vista clavada en su perfil. Ella tensa la mandíbula, e inclina su rostro logrando que un mechón de cabello se desaté de su peinado. Quisiera acomodarlo detrás de su oreja, tal como pasa en las novelas románticas, pero no me atrevo. Lo que menos quiero es presionarla.

— ¿De qué hablas?

— Te dije que no voy a conformarme con ser tu amigo.

Flor muerde su labio, con tal lentitud que no tiene una puta idea de lo que me hace sentir con ese gesto.

— No se siente correcto, Nahuel... —exclama ella, cruzándose de brazos.

— No te creo —solté sin pensarlo—. Quiero que me digas eso mirándome a los ojos.

Es probable que se enojé por mis palabras, pero si quiero continuar con mis planes, necesito estar seguro de que ella está totalmente dispuesta a aceptar todo lo que pueda pasar.

— Está bien —manifiesta. Sus ojos llenos de disgusto cuando se posan en mi rostro—. Tienes razón. A pesar de todo, ésto no se siente incorrecto. Se siente malditamente bien. Y me asusta como no te das idea. Te pido que seas paciente, porque tampoco voy a confesarte mi amor eterno así de fácil.

Una sonrisa guasona se planto en mis labios. No necesité que dijera nada más. Seguro me veo gracioso, ya que ella también sonríe.

Puse el auto en marcha, sin borrar mi expresión de triunfo y alivio.

— Estamos cerca de un río, vamos allá —exclame entusiasmado.

Florencia de inmediato se colocó el cinturón de seguridad, y le subió el volumen a la radio, tan emocionada como yo.

Si por lo menos con esta noche hacía que ella se olvidará de sus problemas, sería el hombre más feliz del mundo.

*******

Apenas llegamos pudimos oír el sonido del oleaje incluso antes de bajar del coche.

La brisa es fresca a pesar del clima a estás alturas del año. Florencia se abraza a sí misma cuando nos apoyamos en el capó del auto. Lo estacioné a una distancia apropiada, donde podíamos ver la extensión más bonita del río, inclusive observamos las luces de un barco a lo lejos. Hacía que el panorama se perciba apaciblemente atractivo.

No tuve reparo en prestarle mi campera, ya que siempre cargo con demasiada ropa, y no sentí frío a pesar del viento con aroma a tierra mojada que golpea sutilmente nuestros rostros.

Al principio permanecemos en silencio, admirando el paisaje, quizá cada uno perdido en sus propios pensamientos.

Entonces una pregunta cosquillea en la punta de mi lengua, y no tuve reparos de hacerla, ya que me siento lo suficientemente valiente como para hablar de todo con ella.

— ¿Eres feliz?

No recibí respuesta. La escucho suspirar profundamente. Mis ojos observan su rostro. Su ceño se frunce, al igual que sus labios. Sus gestos tan transparentes, que puedo adivinar la batalla que está librando en su interior.

 — Bueno... ¿lo eres? —insistí, logrando que ella reaccioné. Florencia me mira, sus ojos chocolates se tornaron dorados al reflejarse en ellos la luz de una lámpara que está a mis espaldas—. Escucha, Flor. No quiero que te sientas presionada por mi pregunta, si no me quieres responder, lo voy a entender.

De repente Florencia hace un movimiento que me sorprende. No me da tiempo de reaccionar cuando rápidamente se acerca de golpe, abrazando mi cintura, para terminar apoyando su cabeza en mi pecho.

Me toma unos segundos corresponder su efusivo abrazo, llevando mis manos a su espalda, estrechándola contra mi cuerpo. Respiré sobre su cabello, llenando mis fosas nasales de su incomparable aroma. Me sentí enorme en comparación con su anatomía. La percibí tan pequeña, y vulnerable.

Una emoción abrumadora invadió mi pecho, al punto que mis ojos comenzaron a nublarse. Ví borroso por unos segundos, luchando internamente por calmar mi alocado corazón. Nunca creí que tenerla así de cerca fuera imprescindible para sentir una completa, inequívoca, y descontrolada felicidad.

— Pensé que lo era... —musita en voz muy baja, casi susurrando—. Realmente pensé que era feliz, pero me doy cuenta que todo este tiempo pretendía estarlo, para no preocupar a nadie con mis tontos anhelos. No imaginas lo mucho que te extrañé, imbécil.

Florencia soltó una nostálgica carcajada haciéndome sonreír con ese último apelativo.

— Quiero besarte —solté de repente, sin pensar en nada, y sintiendo más de lo apropiadamente correcto. Quizá fueron sus palabras, tal vez haya sido por el ambiente mágico que nos envolvía después de pasar tantos años alejado de ella, y los escasos momentos que compartimos en el pasado.

Corría el riesgo de que ella me rechace, ¡a la mierda! No me importa. Es una noche de posibilidades inciertas, todo o nada puede ocurrir.

Florencia aleja su rostro de mi pecho, observándome ojiplática sin pestañear.

— No quiero arrepentirme de lo que vaya a suceder después de cruzar esa línea —dice titubeante.

— ¿Te vas a arrepentir de besarme? ¿Lo estás considerando? —es mi momento de asombrarme ante sus palabras, en realidad no esperé esa respuesta.

Ella solo niega con su cabeza, apenas sonriendo por mi pequeño interrogatorio.

— Nahuel —exclama, suspirando al decir mi nombre—. Pasemos está noche sin arrepentimientos. Bésame de una vez, mi Vampi-Nahuel.

Ese apodo.

¡Rayos!

Enloquecí de solo escucharla volver a decirme así.

Acaté su pedido al instante, y me tomé un segundo para acariciar sus mejillas, mirándola directamente a los ojos, llenándome de ellos, que, anhelantes, brillan con luz propia. Quizá tan emocionada como lo estoy yo.

Sin más preámbulos, acerqué mi rostro al suyo, uniendo nuestros labios en un beso lento, disfrutando del placer de volver a probar esa boca exquisita que solo besaba en mis más preciados sueños.

Siento como sus manos viajan desde mi espalda, hasta mi pecho, aferrándose a mi campera.

Acaricié sus tiernos y suaves labios una y otra vez. De repente ambos, al mismo tiempo, abrimos nuestra boca, tornando este beso un poco más apasionado. Aunque la palabra correcta sería intensamente desesperado.

De un solo movimiento, dejándome guiar por mis instintos más salvajes, llevé mis manos hacia el hueco detrás de sus rodillas, elevándola del suelo sin esfuerzo, para terminar con sus piernas alrededor de mi cintura. Florencia hace un sonido con su garganta demasiado sensual ante la cercanía de nuestros cuerpos.

Y nos besamos, mucho, tanto que perdimos la noción del tiempo, y el mundo entero desaparece, solo existimos nosotros dos, manifestando todo el amor que habíamos olvidado, y que está noche renacía con más fuerza que nunca.


_____________________________


Y hasta aquí lo voy a dejar, jijiji.

No me odien.

PRIMER AVISO: en este libro no voy a escribir cochinadas, pidoperdón. Pero como algunos ya saben, el propósito de no escribir escenas fuertes con referente a la intimidad de los personajes es porque quiero que esté disponible para todas las edades. Apta para todo público, ¿entienden? Tengo la certeza de que ellos dos no necesitan que su creadora ande ventilando sus encuentros íntimos. Con esto no quiero decir que vayan más allá, solo se están besando, muy apasionadamente jajaja.

No me odien x2 :(

SEGUNDO AVISO: faltan seis capítulos para que el libro terminé. Me siento super nostálgica, voy a extrañar un montón escribir sobre Florcita y su Vampi-Nahuel ;(

Espacio para que me dejen sus opiniones sobre este capitulo, ¿ustedes creen que van a terminar juntos? ¿Por qué?

Tengan un lindo día/tarde/noche, depende a qué hora lo lean ;)

Son las 04: 28 de la madrugada, hoy es el día de la madre en Argentina, y a pesar de eso, después de una linda charla con mis amigas escritoras sentía unas tremendas ganas de escribir, la inspiración me pedía a gritos que me pusiera manos a la obra. Espero que hayan disfrutado este capitulo.

¡Los quiero un montón!

PD: EL PRÓXIMO SE VIENE BIEN DRAMÁTICO.

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