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Capitulo 52

Maratón "100k" 3/3

" Si no digo esto ahora, seguro me arrepentiré..."

 -Canción: Look after you, by The Fray

No estaba ahí. No la encontré en nuestro antiguo edificio. No está en su casa. No está con su novio, ni en la casa de la niñera de Benjamín.

Buscamos en todos los posibles lugares donde Andrés y Bruno me dijeron que podría estar.

Y, para colmo, no contesta su teléfono.

Me desespero cuando empieza a anochecer. Volvimos a la casa de Flor por si acaso ella había regresado. Pero nos encontramos con el lugar vacío.

— No puedo creer que mi tía esté diciendo todo eso de Florencia —expone Bruno, sentado en el sillón, con su hijo dormido en el regazo.

— Yo no puedo creer que hayan inventado un programa tan nefasto —soltó Andrés, apoyado en el umbral de la puerta principal, observando atentamente la calle—. Se nota que la televisión está en decadencia por las plataformas pagas actuales, pero tenían que sacar un show de la miseria humana tan bizarro. Entrevistar a mujeres encarceladas, ¡qué bajeza!

Mi pierna derecha comenzó a temblar mientras me mantenía cabizbajo, mirando mis manos; no podía estar tranquilo mientras ella se encuentra quien sabe donde, completamente sola.

— Ella siempre me evitaba cuando le preguntaba de sus padres —habló por primera vez Rafael, quien se había sumado a ultimo momento en nuestra búsqueda, ya que era una posibilidad que Florencia pudiera estar con él, entonces cuando supo que estaba desaparecida insistió en acompañarnos—. Nunca creí que era por esto.

— No te sientas mal, que yo se muy poco del asunto, pero tengo la certeza de que la madre de Flor inventó todo eso que está diciendo —exclama Bruno, acariciando el cabello de Benjamín—. ¿Tú qué sabes?

Apenas les prestó atención a lo que dicen, pues mi mente repasa una y otra vez todos los lugares a los que fuimos, por si acaso pasamos por alto alguno que sea importante para ella.

— Nahuel, te habla a ti —la voz de Andrés me despabila, y observó confundido a Bruno, ya que imaginé que esa pregunta no era para mí.

— Yo... —instintivamente mis ojos se posan en el semblante furioso de Rafael, hasta el gesto negativo en el rostro de Andrés, para terminar en el ceño fruncido de Bruno—. No es apropiado que yo te lo diga. Tenemos que enfocarnos en encontrar a Florencia, es nuestra mayor prioridad.

El novio de Flor dijo unas palabras por lo bajo, posiblemente un insulto al que no le di importancia.

— No puedo entender porqué mi prima me ocultó esto. Sabía que mi tía estaba en prisión, pero no me dijo bien el motivo, y jamas...

Dejé de escucharlo cuando recibí un mensaje.

Es Florencia.

Rápidamente lo leo, para encontrar una ubicación. No había nada más que un lugar en Google Maps.

Más temprano le había arrebatado las llaves del auto a mi hermano, y no dude un instante en ponerme de pie.

Al entender que ese mensaje lo recibí solamente yo, no dije nada, y apresure mis pasos al exterior de la casa.

— Nahuel, ¿adónde vas? —cuestionó Andrés, desde la puerta. Solo lo miré sin decir nada, y él lo comprendió, mas no pronunció palabra.

Una vez estoy dentro del auto, enciendo el GPS, y caigo en la cuenta de que Florencia está demasiado lejos.

Como desearía ser un verdadero vampiro para poder recorrer esa distancia en unos minutos.

«¡¿En qué carajos estoy pensando?!»

******

Casi tres horas después, la voz del GPS me anuncia que llegué a destino. Muy lejos de la Capital, en una pequeña provincia. Estacioné el auto a la orilla de un desolado parque, recorriéndolo con la mirada, pero a simple vista no había nadie allí. Es cuando decidí bajarme que me percate de la única persona que se balanceaba en uno de los columpios infantiles ubicados en el centro de la plaza.

Con el corazón latiendo a mil por hora, el alivio y la angustia entremezclándose en mi interior, corrí hasta ella.

— Flor... Florencia —cuando escucha mi voz, alza su rostro hacia mí. Tiene los ojos hinchados, aunque no está llorando, y me sonríe.

Estoy a punto de perder la cabeza, la desesperación y preocupación colisionan entre sí, logrando que actué de forma precipitada. Detengo el columpio con mis manos, y me agacho para quedar a su altura.

— ¿Estás bien? ¿Qué...? ¿Por qué estás aquí? Dime, ¿qué puedo hacer por ti? —mis palabras salen atolondradas, y ella se atreve a lanzar una carcajada. De un impulso, la tomó del brazo para ponerla de pie, y escaneó todo su cuerpo con mi mirada— ¿Estás herida? ¿Cómo llegaste hasta este lugar? ¡Pudo haberte pasado algo! No parece una zona segura, ¿estás loca?

Florencia se suelta de mi agarre, cruzándose de brazos.

— Estoy loquísima —zanja, riendo con burla—. Ya no se qué pregunta de todas las que me hiciste responder primero.

— No es gracioso, estaba muy preocupado por ti, dime como hiciste para terminar en este parque.

— En realidad sí que es gracioso —afirma, empezando a caminar, y no tengo otra opción que seguirla aunque esté yendo en sentido contrario al auto—. Cuando vi esa noticia...

Su voz se apaga, detiene su andar y suspira.

Decidí tomar su mano para llevarla a un banco cercano, donde ambos nos sentamos. No puedo dejar de mirarla, y esperé pacientemente, sin presionarla, hasta que ella estuvo lista para seguir hablando.

— Cuando vi esa noticia sentí mucho enojo y frustración. Necesitaba estar sola. Y la verdad no quería ver a nadie. Lo primero que hice fue subirme al primer colectivo que me cruce. Y luego de llegar a la ultima parada, empecé a caminar sin rumbo hasta este parque—manifiesta, mirando sus manos—. Es la primera vez que hago algo así. Pero me sentí tan perdida que tuve que llamar a alguien para que me venga a buscar —agrega, sonriendo.

— ¿Quierés hablar de eso?

— Prefiero que no.

— Entonces dime, ¿por qué yo? ¿Por qué me pediste a mí ser quién te rescaté?

Florencia se remueve en el asiento, incomoda, tal vez un tanto avergonzada.

— Eso es obvio —murmura, y me mira de reojo—. Tú lo sabes.

— No soy el único, Andrés también lo sabe —en un instante, Flor me observa con expresión dudosa, y entiendo el porqué—. Oye, no te estoy reprochando nada. No me molestó venir a buscarte, solo me sorprendió un poco.

— Es porque tú me ibas a entender —no pude evitar fruncir el ceño, y ella se aclara la garganta—. Ya sabes, por nuestro pasado. Prácticamente ambos pasamos por cosas horribles gracias a nuestros parientes.

— Entiendo —concluí, asintiendo—. ¿Podemos hablar en el auto? Realmente pienso que éste no es un buen lugar.

— Ay, Nahuel, no seas miedoso. Estuve sola un montón de tiempo, y no me paso nada.

A pesar de su intento por bromear, puedo notar un atisbo de melancolía en su tono de voz.

— ¿Lloraste? —le pregunté sin rodeos.

— Haces preguntas muy tontas, Nahuel —exclama, suspirando.

— No quiero que vuelvas a hacerlo.

— ¿Qué cosa? ¿Decirte tonto?

Sonreí ante sus palabras, y me puse de pie, extendiendo mi mano hacia ella.

— No quiero que llores sola, nunca más.

La veo morderse el labio. Si es consciente de lo que ocasiona ese simple gesto en mí, no tengo idea.

Florencia posiciona su mano sobre la mía, y se levanta del asiento. Su vista está fija en la unión de nuestras manos, y la mía en su precioso rostro.

— Eso va a estar difícil. Ya me acostumbré a que sea de esa manera —exclama, encogiéndose de hombros.

— Vamos.

Mientras caminamos hacia el auto, extraje el celular de mi bolsillo para mandar un mensaje con la mano que tengo desocupada. Y la otra... se aferró a Flor, como si ella quizá quisiera soltarme, y no lo voy a permitir.

"Ella está conmigo, la llevare a su casa, no se preocupen."

— ¿A quién le escribes? —me pregunta, cabizbaja.

— Andrés. No le dije de tu mensaje, pero creo que lo sospecha.

— ¿Y cómo quedaron las cosas con él? —interrogá, ladeando su rostro para mirarme.

— Creo que bien —respondí, sonriendo.

Al abrirle la puerta del auto, hago un berrinche mental por tener que soltarla.

Una vez estamos dentro, muevo la palanca de cambios, pongo primera, y estoy a punto de encender el auto cuando su mano en mi brazo me detiene.

— Espera —dice, suspirando—. No quiero volver.

Nos quedamos en silencio, le doy todo el espacio que necesita. Si la conozco bien, tengo la leve certeza de que quiere decir algo.

Y no me equivocó.

— ¿Sabes qué es lo que más me enfureció de lo que dijo ella? —exclama, resoplando indignada, y no esperó mi respuesta—. Que haya dado vuelta toda la verdad, quedando como la victima. Que diga que recibía maltratos de mí, que yo la abandoné. Pero lo peor de todo es que el asunto iba a quedar ahí, hasta que salio ese informante a decir quién soy. Por mi estúpida aparición en ese show. O sea, ¿cuántas Florencia Flores hay en el mundo? Sé que hay algunas más...

— Espera. ¿Informante? —cuestioné, totalmente asombrado. La verdad es que no soy de mirar noticias, mucho menos de chimentos.

Florencia me muestra la pantalla de su celular. Un vídeo donde aparece una fotografía de ella en el concurso donde participo.

«Y se acabo el misterio, querida audiencia. La historia de Inés Flores nos ha cautivado completamente, la verdad detrás de su encarcelamiento ha sido revelada. Hoy, gracias a una persona anónima, sabemos quien es su hija. Esa persona despiadada que no solo agredía físicamente a su madre, la acusó injustamente, y está cumpliendo una atroz condena. ¿Se acuerdan de aquella jovencita que dejo a más de uno con ganas de que siguiera en el concurso por su dulce voz? Pues bien, no es nada más ni nada menos que...»

Presioné la pantalla para pausar ese vídeo.

— Esto es absurdo. Están pasando por alto todas las pruebas del caso, diciendo calumnias contra ti —afirme, furioso. Intenté calmarme porque mi objetivo no es alentar el enojo de ella, más bien apaciguarla; si acaso eso era posible—. Puedes demandarlos, Flor, no es justo que tergiversen de esta manera la verdad.

— Si, seguramente eso haré —manifiesta, observando sus manos que se posan inertes en su regazo—. Por el momento solo quiero desaparecer.

— No puedes —impulsivamente llevé mis dedos a su barbilla, haciendo que sus ojos me miren—. Pero te ofrezco que pases está noche conmigo.

Inmediatamente ella aleja su rostro, y sonríe. Puedo ver un sonrojo cubriendo sus mejillas.

— Nahuel, ¿qué me estás pidiendo? —exclama titubeante.

— No se qué te imaginaste, pero te aseguro que no es nada indecente. No soy así, Flor —expuse, con una tonta sonrisa en mis labios por su reacción—. Si tienes un problema con pasar la noche conmigo por causa de tu novio...

— No es eso —me interrumpe, su vista clavada en mi pecho—. Nosotros... él y yo... estamos en una especie de pausa.

— Si ese es el caso, entonces quiero decirte algo —solté. Habia una emoción abrumadora latiendo en cada ser de mi cuerpo—. Pero necesito que me mires.

Sus preciosos ojos marrones se deslizaron a mi rostro, y decidí despojarme de mis lentes para darle más honestidad a mis palabras.

— Si no te digo esto ahora, es probable que no encuentre otra oportunidad —exclame, sintiendo un leve resquemor en mi pecho; de repente me sentía nervioso—. Perdóname por hacerlo en estas circunstancias, pero quiero decirte que no te olvidé.

— ¿Eso qué significa? —inquieré, estupefacta; claramente sorprendida.

— No me voy a conformar con ser tu amigo.

— No sigas...

— Ay, Florencia —respiro su nombre, aterrorizado por el inminente rechazo—. No puedo estar a tu lado y fingir que no siento nada. Pensé que te habías dado cuenta. Yo te...

— Espera...

— No me interrumpas.

— Pero...

— Esto es desesperante, déjame hablar, mujer.

— No quiero.

— Eso es muy infantil de tu parte.

— No me importa.

— Ya me quedo claro —le digo, y eso capta su atención, ya que deja su actitud de negación, siendo reemplazada por una autentica curiosidad—. Tú también te sientes así, por eso no me dejas hablar.

Ella no refuta nada, y su silencio es también una respuesta.

— Déjame intentar algo —pedí, acercando mi cuerpo a ella.

Espere, hasta el ultimo segundo que ella se aparté, pero no lo hizo.

Entonces sonreí, nuestros labios tan cercanos, casi rozándose.

— Ves que sí quieres.

Florencia puso sus ojos en blanco, y reaccionó de una forma que no creí posible, ni en mis mejores sueños.

Ella no me empujo.

Ella no se enojo por mi descaro.

Flor unió nuestros labios dejándome pasmado, tan desorientado que me congelé en mi lugar.

____________________

Nota:

Lo siento, chicos, por dejarlos así. Estoy prácticamente chillando por el atrevimiento de mi niña jajaja

Con esto, doy por terminado el maratón, y les aviso que quedan siete capítulos más, y el epilogo. No estoy llorando, ustedes están llorando. Ufff me siento super nostálgica.

¿Qué les pareció este capitulo?

Chan, chan, he aquí las menciones especiales. Hace mucho no lo hacia, y me sentía mal cada vez que publicaba un capitulo y no podía continuar con mi tradición ;)

Medaly_Mendoza25

RosyLuna109

LeidyArenas4

pleyades10

An34756

Cosita1j

Quieroypuedo

Toxic_Worm02

AlejandraMatamoros1

monsetty

CitlalyM98

YarRose

KILLERQUEENELA

PaolaCarpenaDaz

lindacitlali12

RojoMiVaron

lisaax551

Miss_Mysterious01

Ali-B-O

gabriela90_

cappis

kpvlove

DannaPaolaNucamendiP

Zerian_Leon

DanieskaDelgado

MeliJan

Ariadneszmr

AnaHernndez743

fany00698

jazmvc

Mairdanitz

AshleySolis2

AlondraJhossiCaridad

rebe279

AliZaid823

MorganZimmerman07

Onice_seana

DanielaVegaCamacho7

Alegarcia2p

LisRosal

gonzsu

Piscis_1331

Sfa175

CrisleydiGonzalez

Art3misa16

16D2004

EmmaTatiana6791

Tete_Dmz

Niccoreyy

sandrajimm

americanche17

Y muchísimos más que me faltan, a todos les agradezco por su infinita paciencia, y el gran amor que le dan al libro, ¡se merecen lo mejor del mundo!

¡Los quiero mucho!

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