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Capitulo 5







A pesar de que pude haberle dicho tanto de mí, terminamos de cenar en silencio. A veces nuestras miradas se encontraban, pero la incomodidad había desaparecido, no me avergonzaba mirarlo ni ser observada por esos ojos inquietantes.

Me estaba conteniendo de contarle tantas cosas, parecía ser la persona correcta que no iba a juzgarme, aunque con esfuerzo detenía ese impulso. Eramos prácticamente desconocidos, y no estaba del todo segura de querer relacionarme de esa manera con él. Ni con nadie.

Mientras recogía la mesa, él se dispone a sacar unos guantes de goma de su bolsillo y ponérselos.

Entonces comenzó la lucha.

Al percatarme de que se proponía ayudarme a lavar los platos, empezamos a forcejear frente al lavadero. No quería que exponga su piel si eso hacia que tuviera que protegerse de esa manera, cuando yo puedo perfectamente lavarlos sin utilizar ningún guante.

— Esta bien, tú ganas —dice, dirigiéndose a la nevera para guardar la jarra de jugo que consumimos durante la cena.

— ¿Quieres postre? —pregunto, sin quitar la vista de la labor—. Tengo helado, y una tarta de chocolate que hice ayer. Pero si no te gusta lo dulce, tengo frutas y...

— ¿Acaso sólo vives para comer? —me interrumpe, empleando un tono burlón en su voz.

Comprendo su pregunta. Desde diferentes jugos embotellados, verduras, quesos, hasta golosinas estaban acomodados estrategicamente en el electrodoméstico.

— Algo así. Este departamento fue un regalo, por ende no tengo que pagar alquiler. Ademas del único trabajo que pude conseguir, tenia algunos ahorros. Ya sabes, dinero de los abuelos, tíos, etcétera. Algo me decía que tenia que guardarlo, y la verdad no estaba equivocada. Entonces todo lo que hago con mi sueldo y aquellos ahorros es para abastecer mi alacena —hablo, al mismo tiempo que estoy secando los platos y cubiertos.

Volteo a mirarlo y me sorprendo de que haya elegido la tarta. Pero más aún la atención que me presta al soltar mi discurso de supervivencia.

— Mmm.... lo siento, me dijiste sin timidez, eres la primer persona con la que mantengo una conversación tan extensa durante bastante tiempo. Así que ahora te aguantas —sonrió, mirando las puntas de mis pantuflas de peluche.

— Esta bien, me gusta escucharte —dice, pero sigue serio, y no se porqué.

— Bien —pronuncio lentamente, mis cejas hundidas por la expresión de su rostro. Intento no sonrojarme ante sus palabras, pero al parecer no lo consigo. Pues Nahuel sonríe maliciosamente, y se atreve a darme la espalda para dirigirse esta vez al sofá de la sala escasamente iluminada.

Respiro hondo y llevo los pequeños platos y cubiertos para servirnos allí mismo el postre.

— Te confieso que no soy buena con los postres, pero quería intentarlo.

Escojo sentarme a su lado. Obviamente no tengo otra opción, ya que es el único mueble de la sala, ademas de la pequeña mesa ratonera que tenemos enfrente.

— ¿No tienes amigos? —suelta de repente, logrando que casi se me caiga el cuchillo de la mano.

 — No te sorprendas —respondo, colocando un trozo enorme de tarta en ambos platitos—. Creo que les doy miedo o simplemente pasan de mi, por el hecho de decidir emanciparme antes de tiempo.

— ¿No eres mayor de edad? —exclama completamente sorprendido. Desde la corta distancia en la que estamos puedo admirar los fascinantes colores que abundan en sus iris.

— Tengo 16 años, y en enero decidí que soy lo suficientemente madura para comenzar a vivir sola —confieso, intentando sonar neutral, pero con un deje de temblor en los labios.

— No es sólo eso, ¿verdad?

En lugar de responder, comienzo a engullir el postre sin pausa ni encanto. Cuando escucho que Vampi-Nahuel ( soy tan creativa) empieza a comer la tarta, decido romper el silencio.

— Ésos chicos que estaban en la cafetería contigo, ¿son tus amigos?

— Algo así —responde sin entusiasmo, como si de repente hubiera perdido el interés en seguir hablando conmigo.

— Parecían burlarse de mi —expongo, dejando a un lado con recelo mi postre.

Él deposita el plato vació en la mesita. Me observa fijamente, tan inexpresivo como cuando lo conocí.

— Ellos se ríen de la vida, Florencia, ni siquiera saben que somos vecinos —la manera en la que dijo mi nombre me hizo sentir un sabor amargo en la garganta.

— Lo siento, Nahuel —intento imitar su mismo tono de voz, pero a mi descaro él lo contrarresta levantándose abruptamente.

— No pasa nada. Gracias por invitarme, todo estuvo delicioso.

No se qué decir. No se si hice algo malo, o qué fue lo que él dedujo de toda la conversación. A pesar de su cara de póquer, puedo descifrar que está molesto.

Lo sigo hasta la salida, retorciéndome la mente, porque detesto con toda mi alma que me importe tanto que este enojado.

Nahuel sale apresuradamente de mi departamento sin despedirse. Una vez que estamos a punto de cerrar la puerta, nuestras miradas conectan.

— Gracias por acompañarme —digo con sinceridad. A pesar de todo, me gusto no cenar sola esta noche.

El chico vampiro sólo hace un gesto de despedida con su mano y se encierra, negándome el placer de admirar sus extraordinarios ojos una ultima vez.



****



Esa noche mi estomago estaba lleno, pero no contento.

Luego de darle vueltas al asunto del vecino y su extraño humor, era cerca de medianoche cuando pude conciliar el sueño.

Unos golpes detienen mi hermoso dormitar. Creía que habían pasado minutos, porque sentí que no había descansado nada. Pero eran las cuatro de la madrugada cuando aquellos golpes se intensificaron.

Me arrastre fuera de mi cama, cayendo al suelo en el proceso. Entonces caigo en la cuenta que es mi puerta la que esta siendo aporreada de manera brutal. Quien sea que este del otro lado parecía querer tirar abajo todo mi departamento, no solo esperar ser atendido.

Estoy bajo los efectos del sueño todavía, pues no logro conectar la realidad con la subconsciencia. No debería haber abierto mi puerta sin antes llamar al portero o a alguien de seguridad, pero claramente no estaba pensando.

Apenas giro la llave, quien estaba del otro lado empuja brutalmente la puerta, acción que me hace dar un respingo y soltar un chillido agudo cual película de terror.

Ésto logra despertarme del todo y mirar a quien había osado dar tremendo espectáculo a estas horas.

Entonces posé mi mirada en la suya.

¡La reputisima madre!

"Gracias, abuelita, por enseñarme las buenas palabras."

— Cuando me entere de lo que habías hecho, no les creí. Aun sigo sin creer que te atrevieras a tanto —suelta con burla, y se acerca lentamente, cerrando tras de si la puerta de un puntapié.

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Hoy me porte bien, ¿verdad?

¿Qué les ha parecido?

¿Ustedes que opinan de la actitud del vampiro?

¿Tienen alguna teoría de porque ella se emancipo antes de los 18?

Hoy no se si actualizare, pero si me tardo mas de dos días sin publicar, los compensare con doble capitulo como ahora.

¡BUENAS NOCHES! (03:57 AM)

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