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Capitulo 49

"Así que...

...SE JODIÓ LA COSA"

F.F.



Habia mañanas en que Benjamín era lo primero que veía al despertar. Y en los dias laborales era mi alarma la que me hacia abrir los ojos. Pero jamás imaginé que seria su llamada la que me levantaría de un salto de la cama.

Anoche me quedé tan afectada con todo lo que pasó, que solo pude mirar su mensaje como tonta, como si de repente hubiera perdido mis facultades para leer.

Simplemente me levanté del sofá, corrí a mi habitación y dejé caer mi cuerpo en el colchón. Extrañamente concilié el sueño más rápido de lo que pensé. Ahora miró la pantalla, y el nombre que figura en ella. Me toma medio minuto responder.

— ¿Hola?

Estoy segura de que mi voz rasposa es lo menos sexy a estas altura de la mañana.

— Hola, Flor. Disculpa la hora, ¿te desperté?

— Ay, no, para nada. Mi voz es así normalmente —mi intento de bromear es nefasto cuando recién despierto.

— Anoche me quedé preocupado, te mandé un mensaje y no me respondiste —al contrario de mí, Nahuel se oía muy despierto, su tono es claro y profundo—. Me dejaste en visto, Flor.

Escuché una leve carcajada de su parte, no pude evitar suspirar sonoramente; si él lo oyó, no tengo idea, tampoco me importa mucho. Así de desvergonzada soy cuando interrumpen mi dormitar.

— Oh, cierto... bueno, en realidad es muy gracioso lo que paso. Vi tu mensaje, estaba cómodamente acostada en mi cama, a punto de dormir y ¡pum! Lo ultimo que supe es que estaba recibiendo una llamada a las ocho de la mañana. Prácticamente me desmayé para ser más precisa —solté, tan rápido que tuve que inspirar profundo al quedarme sin aire.

No podía ocultar los nervios que me causa estar hablando con él a estas horas.

"Casi como si fuera un sueño. Quizás lo es. Debería pellizcarme para comprobarlo."

— No lo hagas.

— ¿Qué cosa?

— No te pellizques, Flor —exclamá, lanzando una carcajada.

— ¡Madre mía! ¿Dije eso en voz alta?

— No es como si nunca lo hayas hecho.

Ambos reímos. A pesar de que debí sentir vergüenza, en realidad estoy inusualmente cómoda y tranquila. Es como si mis defectos se volvieran virtudes con él. Porque Nahuel conocía la mayoría de ellos.

Nos quedamos callados, sentía su respirar a través del teléfono, y empecé a divagar para romper el silencio. Solté lo primero que se me vino a la mente.

— ¡Carajos! Hoy es seis de enero.

— Pues si. O eso dice en el calendario, ¿qué pasa hoy?

— Es el Día de Reyes, ¿no sabias?

— Voy a quedar como tonto, pero no. No lo sabia. Hace mucho que no me fijo en ese tipo de fechas festivas.

— Bueno, hoy preparamos todo un show para Benjamín, a él le encanta este día. Pero recién me doy cuenta que el elenco estará incompleto.

— Por favor, explícame, me da mucha curiosidad.

— ¿No tienes algo mejor para hacer qué escucharme sobre mis planes infantiles para mi sobrino?

— En realidad no. Me gusta escucharte, y ya te lo dije muchísimas veces.

No necesité mirarme en un espejo para notar el sonrojo que cubría mis mejillas en este momento, ya que sentí un súbito calor encendiendo toda mi cara.

— Esta bien —exclamé, claramente afectada, incluso con un leve temblor en la voz que no pude disimular. No podía fingir, no se me daba bien con él. Me acomodé mejor en la cama, para continuar hablando—. Resulta que desde hace dos años hacemos un mini teatro en este día. Bruno, Andrés y Leo se disfrazan de Reyes Magos, interpretando su llegada. Benjamín los espera con galletas y leche, tal como tradicionalmente se hace. Y luego de que ellos comen un poco, nos sentamos a escuchar historias que se inventan ellos para hacer de este día un poco diferente a lo acostumbrado. Antes de irse, le piden que sea un niño bueno, y que coma sus verduras. Benji siempre los espera con entusiasmo, y desde la primera vez que lo hicimos, es como nuestro propio ritual del seis de enero.

— Me parece asombroso, creo qué lo que hacen es divertido para el niño, y muy educativo también —manifiesta, con tal entusiasmo que incluso pude sentirlo desde aquí—. Eres una buena tía-mamá, Flor.

Sus palabras me alegran más de lo normal. Quisiera no sentirme así con respecto a él, pero escapa de mi sensatez, como si no pudiera controlar mis emociones. Y eso es algo que no me gusta... y me fascina.

— ¿Por qué dices que están incompletos? —inquieré, ya que me había quedado callada.

— Ah, es que Leo hoy no podrá presentarse porque tiene una reunión importante con el director técnico de su equipo, y... —por un momento dudé de decirle lo siguiente.

— ¿Y?

— Bueno, la persona que iba a ser el tercer Rey Mago es probable que tampoco pueda venir.

— Oh, eso es... ¿tu novio?

Su pregunta tan directa me toma por sorpresa. Yo tratando de no nombrarlo, y a él se le hacia tan fácil hablar de Rafael.

— Así es —dije, mordiendo mi labio. No tenia porqué mentir, aunque no quería contarle las razones de su ausencia.

— Entiendo —puedo oír como se pone de pie, pues su voz suena algo agitada, como si estuviera caminando muy rápido—. Solo por curiosidad, ¿cuál de los tres Reyes falta? ¿A qué hora comienza el show?

Sus interrogatorio me deja anonadada, haciéndome sentar de golpe, y buscar desesperadamente las pantuflas debajo de la cama sin lograr hallarlas.

— ¿Por qué?

— Ya te dije. Curiosidad.

— Mmm... Baltasar es el que nos falta. Pero oye, no tienes que hacer nada, Nahuel. Yo lo voy a resolver.

— ¿De qué hablas?

— Lo que sea que estés pensando, no te preocupes, en serio.

— No estoy pensando en nada, te lo juro —suelta, y una risita picara se escucha por lo bajo—. Entonces, ¿a qué hora es?

— No tienes que hacerlo, por dios. No hace falta que vengas a salvar el Seis de Enero de Benjamín—exclamé, sin aliento, quizá más dura de lo que pretendía.

— No tenia pensado hacer eso, Flor —espeta, un poco más serio que antes—. Hoy tengo una reunión a la que no puedo faltar con mi hermano, tengo un día muy ocupado. Solo quería seguir un poco más con la conversación.

Me sentí patética de pensar que él tenia intenciones de venir. Y súbitamente decepcionada.

— Claro, por supuesto, que tonta soy. El show empieza a las tres de la tarde, y...

— Perfecto —me interrumpe—. Perdón por cortarte así, tengo que hacer unas cosas, hablamos después.

Cuelga la llamada dejándome con el "adiós" en la boca.

Aunque quisiera analizar su cambio de actitud, no tenia tiempo. Debía viajar al centro para reemplazar las telas que se habían estropeado de los disfraces. Era un largo viaje para llegar al local que tenia los mejores precios, y en el trayecto podría repasar mentalmente su exabrupto, enojarme y despotricar contra él. Pero en realidad su llamada, aún con ese final, hizo estragos en mi humor. Estoy demasiado alegre para mi consternación, sin poder borrar la sonrisa patética de mis labios.



******

Una hora después me encuentro en el local de telas más grande de toda la capital. En este lugar se consigue la mejor calidad, a precio accesible si comprabas en gran cantidad. El viaje valía la pena si lograba ahorrar unos cuantos pesos.

Estoy mirando una tela de seda color verde petroleo con adornos arabescos dorados cuando siento que tocan mi hombro.

Seguramente se trata de una de las empleadas del lugar, al darme la vuelta, para mi sorpresa es una persona completamente diferente que no esperaba ver aquí.

— ¡Florencia! —exclama con demasiado entusiasmo, dándome un abrazo, aunque prácticamente me apretujo contra su cuerpo, sin darme opción a nada más que rodear su cintura—. Que grata sorpresa, no puedo creer que realmente seas tú.

— No seria la primera vez que nos cruzamos de esta manera, señora Acosta —afirmé, palmeando su espalda, y separándome un poco de ella.

— Dime Estela, por favor, no me hagas repetírtelo otra vez —dice, frunciendo el ceño, sin soltarme. Su mirada se vuelve a tornar amable, y besa mi mejilla—. Aún recuerdo cuando nos vimos la ultima vez en ese programa donde cantabas. Estoy segura de que habrías ganado si te quedabas en el concurso, es una pena. Estoy muy feliz de encontrarte aquí, todavía no me lo creo.

La remembranza de ese episodio pasado, cuando había salido del escenario y en las escaleras me estaba esperando ella con su hijo mayor me hizo sentir culpable. Ya que le había prometido que nos mantendríamos en contacto, y no pude cumplir.

— No me arrepiento, simplemente me parecía incorrecto estar en ese concurso —confesé, y la tomé del brazo para alejarnos del atestado pasillo en donde la gente ya comenzó a quejarse de que estamos obstruyendo el paso—. Cantar es una cosa, y ser cantante es completamente diferente, la verdad nunca fue una meta para mí.

— Eres excepcional, te vi en la primera gala y le pedí a Gaston que consiguiera entradas VIP para escucharte en vivo, no fue un encuentro casual del todo —manifestó, sonriendo de oreja a oreja. Estela tenia el poder de contagiarte su buen humor tan solo con su presencia.

Sin pedirle permiso, enganché su brazo al mio, para caminar fuera del local. Me permitió llevarla a un café que había cerca, y nos sentamos en una de las mesas que se encuentran en el exterior, de inmediato ambas pedimos una bebida fría, ya que el calor es insoportable a estas horas.

— Ya que estamos hablando del tema, creo que le debo una disculpa —le digo, luego de recibir nuestros refrescos.

— ¿A qué te refieres? —inquieré, dando pequeños sorbos a su bebida, cuando yo casi me había tomado la mitad de la mía de un solo trago.

— Por mi comportamiento de ese día con su hijo mayor. Ahora sé que usted fue a la gala para verme exclusivamente a mí, me siento arrepentida de mis actos.

— No acepto tus disculpas —espetá, inclinándose sobre la mesa, como si estuviera por contarme un secreto, así que opté por imitarla acercándome a ella—. Aquí entre nosotras, mi hijo se lo tenia bien merecido.

Se lleva un dedo a los labios en señal de silencio, y no puedo hacer otra cosa más que sonreír.

— Además... —agrega, cruzándose de brazos— él no tenia derecho a decirte todas esas estupideces. Si no le dabas ese pisotón, iba a ser yo la que le clavará mi tacón en su pie. Yo te debo pedir perdón por la actitud de Gastón.

— Nada de eso —solté, apoyando mi mano en la suya—. Ya quedo en el pasado, mejor hablemos del presente. ¿Qué hace en un local tan lejano de su casa?

Nos ponemos al día, ella contándome de su búsqueda por encontrar las mejores telas de cortinas para su trabajo de diseñadora. Y yo hablándole de lo terrible que soy para hacer unas simples confecciones en los disfraces de Reyes Magos.

Ninguna menciona a Nahuel, y eso me alivia, pero puedo deducir que en algún momento Estela me va a preguntar por él.

— Oh, cierto que cuidas a tu sobrino. ¿Tienes una foto? —preguntá, y sus ojos brillan con luz propia cuando le muestro mi fondo de pantalla donde aparece Benjamín posando para la cámara con una gran sonrisa—. Es precioso. Al verlo me doy cuenta que no está en los planes de mis hijos hacerme abuela, y eso me entristece.

Su expresión compungida me causa ternura. Es una persona tan trasparente y abierta que es muy fácil hablar con ella.

— Ay, Estela, sus hijos son jóvenes, todavía no debe preocuparse por eso.

— Lo sé, cariño. Es que la casa se siente muy sola ahora que son todos mayores.

De repente, al verla cabizbaja, una idea me vino a la mente, y con lo testaruda que soy, y lo amable que es ella, me basto solo dos ruegos para que accediera a formar parte del show de esta tarde.

Sin más preámbulos, terminamos de hacer nuestras compras, aunque cuando le informé que volveríamos en un transporte público se negó rotundamente, e hizo una llamada. Este día iba a ser muy interesante.




******

Tal como predije, fue una tarde entretenida al lado de Estela. No solo me enseñó a usar la maquina de coser de la manera correcta, también se la paso prácticamente jugando todo el tiempo con Benjamín, y eso me dio lugar a preparar el patio trasero sin que él lo notará. Antes optaba por llevarlo con Tita, pero hoy no hizo falta al tenerla a ella.

Benji y Estela conectaron de inmediato, ambos encandilados el uno por el otro, ya que mi niño no paró de compararla con la Reina Elsa de Frozen.

A la hora del almuerzo, comimos un aperitivo ligero, custodiados por la única persona que parecía fuera de lugar en mi casa. Todavía quedaba cierto rencor hacia él, de todos modos no tuve otra opción que invitarlo ya que él había sido quien nos trajo desde la Capital con su auto. Pero aún así, mi entusiasmo no disminuyó cuando, a las tres de la tarde, Estela llevo a Benjamín al patio. Bruno y Andres están en mi habitación poniéndose los disfraces de Melchor y Gaspar, con barbas de fantasía incluidas. Aunque no había resuelto el problema del tercer Rey Mago, haría todo lo posible para que está tarde sea mágica para mi Benji.

Es cuando están listos para salir que escuché a alguien llamando a mi puerta. Corrí rápidamente a abrir, sin estar del todo preparada para lo que había del otro lado. O más bien, quien está en el umbral. Me fue muy fácil reconocer a la persona detrás del disfraz de Baltasar.

Un Rey Mago que, según los libros, es de piel oscura, pero ésta representación es más moderna. Con lentes, una barba falsa color chocolate, y el resto de su rostro que se podía ver está maquillado pulcramente de un tono tostado, casi tan tostado como mi propia piel.

Una carcajada inminente comenzó a aflorar desde mis costillas hasta mi garganta.

Nahuel Acosta en la piel de un Rey Mago es lo más cómico que vi en toda mi vida.

No podía dejar de reírme, al punto que hasta abracé mi estomago, y casi tropecé con la alfombra.

— ¿Tan gracioso me veo? —inquieré, entrando a la sala.

— Un poco tonto, diría yo —exclamá Andrés, aunque el tampoco puede ocultar su sonrisa, o eso creo yo, lo delató la barba falsa que se había corrido de lugar.

— Te dije... que no era... que no tenias que venir —solté entre mi ataque de risa.

Intento calmarme, pero no fue necesario ya que una persona que no esperé que se presentara apareció en la puerta mirándonos a cada uno de nosotros, y deteniéndose en la apariencia de Nahuel.

— ¿Y ésto qué mierda significa? —Rafael preguntá, alzando la voz, claramente indignado.

— Supuse que no vendrías —es lo único que se me ocurrió decir.

— Más allá de nuestra... pelea —escupé con desprecio, observándome fijamente—, me comprometí por Benjamín a venir hoy, estuve todo el día enviándote mensajes, Florencia.

— No sabia...

— Ya te dije que prestes más atención a tu celular, Cartu —dice Andrés, y puedo ver como disfruta de toda la escena.

— Ella estuvo todo el día ocupada, sé un poco más comprensivo con tu amiga —exclamá Bruno, golpeando el hombro del pelirrojo.

— Ya entiendo como son las cosas —espetá Rafael, arrancando su barba de un tirón y despojándose del gorro—. Encontraste muy rápido mi reemplazo.

Sus palabras me enfurecen, pero es Nahuel quien le contesta.

— Eso es muy inapropiado, creo que deberían dejar de lado sus riñas, Benjamín esta esperando —declará cortante, y se cruza de brazos.

— Sabia que acá te encontraría —Gastón aparece desde la puerta trasera, quien estuvo todo la tarde refunfuñando contra su madre por usarlo como chófer.

— ¿Él qué hace aquí? —me pregunta Nahuel, ignorando a su hermano.

— ¿Faltaste a nuestra reunión por ésto? —espetá, señalando su vestimenta.

— Que te importa.

— Bueno —digo de repente, aplaudiendo una vez, para llamar la atención de todos en la sala—. Éste es un día de locos, pero les sugiero que nos calmemos, allá afuera Benjamín espera por la venida de los Reyes Magos, así qué...

Empiezo a señalar uno por uno mientras los voy nombrado...

— Gastón, te invito a irte si no deseas estar en mi casa, en otro momento puedes discutir con tu hermano el porqué está aquí. Rafael, tú también. Benji es mi prioridad, te pido perdón por no atender tus mensajes, pero por como dejamos las cosas, era bastante lógico que no esperase que realmente vinieras. Bruno, Andrés y Nahuel, vengan conmigo al patio, es hora del show de los Reyes Magos.

El hermano de Nahuel se quedó estático por unos segundos, pero para mi sorpresa se dirigió nuevamente hacia la puerta trasera, donde está su madre y Benjamín.

Los tres disfrazados siguieron su paso, y eso me dejo sola con Rafael. Por un momento parecía desolado, sus ojos brillantes, y furibundos, enfocándose directamente en mí. Pero vi su decisión incluso antes de que diera el primer paso.

— Cierra la puerta cuando salgas —exclamé, y me di la vuelta sin mirar atrás.

Definitivamente este día sí que había sido interesante. En efecto, sentí como si una línea invisible marcará un antes y un después, quizá siendo Nahuel Acosta el principal detonante de alterar toda mi vida a partir de ahora.



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Iiiiiujuuuuu i'm back oh yes 

Otro capitulo un poquito más largo, espero les haya gustado.

Quiero anunciarles que pronto tendremos un maratón para... ¡FESTEJAR QUE EL LIBRO ALCANZÓ LOS 100K DE LECTURAS! Les cuento que cuando me avisaron de esto (porque estuve dos dias sin poder entrar a Wattpad, parece mentira pero también se jodió mi celular, pero ahora ya está arreglado), ¡me volví loca de alegría! ¡Todavía no puedo creerlo! ¿Ustedes pueden creerlo? :(

¡Los quiero muuuucho! Que el libro haya llegado a esos números se debe a ustedes, gracias infinitas por su apoyo incondicional, por recomendar la historia, y ¡por cada comentario que me alegra la existencia! ¡Son los mejores lectores del mundo mundial, oh si!

El maratón será de tres capítulos, uno por día. Y ya luego de eso va a faltar cada vez menos para el final. 

----Espacio para darle amor a su personaje favorito---

¿Quién se ofrece  a darle un nieto a la pobre y desolada Estela? ;)

(04:42 a.m)



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