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Capitulo 48

"Una última vez necesito ser quién te llevé a casa".

Canción: One Last Time, by Ariana Grande.

Había dos cosas importantes que pasaron luego de que Nahuel se marchará.

La primera, la celebración de conseguir aquellos papeles que nos traían un gran alivio sin comparación.

La segunda, el repentino cambio de actitud de Rafael.

Como dicen las abuelas "escoba nueva, barré bien". Y mi escoba estaba a punto de hacerse añicos frente a mi cara.

Los días posteriores al almuerzo de año nuevo que pasamos en mi casa fue un total fastidio soportar los comentarios sarcásticos de mi novio.

De repente quería saberlo todo sobre Nahuel. Y se ponía aun peor cuando yo no le decía nada.

Pero ¿qué había que contar? Me parecía completamente fuera de lugar estar hablando de una persona que no esta presente, y por si fuera poco se atrevía a sacar conclusiones para nada acertadas de Nahuel. Y creo que defenderlo lo hacia rabiar aún más.

Incluso Andrés está de mi parte, argumentando que no debería preocuparse, y que mejor se olvide del tema.

— Ninguno se pone en mi lugar, ¿qué harías si un antiguo novio de Jimena aparece de la nada, eh? —era su constante pregunta.

— Primero que ya te dije que él no era mi novio, Rafa, no insistas con el tema, Nahuel es nuestro amigo —le respondí, mientras lavábamos la pileta del patio. Estamos los tres nuevamente solos hablando del mismo tema.

— Eso no es cierto, Andrés dice que no es su amigo —espetó, enarcando sus cejas.

El aludido apunta la manguera hacia el rostro de Rafael haciendo que éste suelte una grosería. Menos mal Benjamín no está cerca, porque de lo contrario ya estaría enjabonandóle la boca al tonto de mi novio.

— Eso es mi problema —dice Andrés, dirigiendo el chorro de agua adonde yo estoy embadurnando de detergente—. Te quiero Rafi-Fafi, pero en serio te pido que no te metas en mis asuntos con Nahuel.

— ¿Saben qué? Ya estoy harto. Me largo de aquí.

Rafael arrojó el balde que tenía en sus manos de forma agresiva sobre el pasto, y se marchó tan rápido que no me dio tiempo ni de pronunciar su nombre.

Igual tampoco es que fuera a correr detrás de él. Sin importar si estoy equivocada, me parece absurdo su comportamiento infantil, y su falta de respeto hacia mí.

— Nena, yo estoy contigo, ¿lo sabes? —exclama el pelirrojo, y solo asiento como respuesta— Entonces, ¿estás segura de qué no le quieres confiar lo que paso con Nahuel?

Lo miro de reojo, y me siento sobre la lona limpia que acabo de secar. Andrés me imita, sentándose a mi lado.

— Es complicado —empiezo, y él me atrae a su hombro donde me permito recostar mi cabeza—. Siento que no tiene porqué saberlo. Nahuel es... era... no lo sé, alguien importante. Y quiero mantener todo eso, lo poco que paso, lo que sentí para mí, ¿es tan malo?

— Depende.

— ¿De qué?

— De que de verdad estés hablando en pasado, y que ya no sientas lo mismo por él.

No le respondo, y no se porqué. Andrés es de esas personas a las que no le puedo ocultar nada, no puedo mentirle.

— ¿Y yo qué debería hacer al respecto? —inquieré, en un claro intento de desviar el tema.

— ¿A qué te refieres?

— Aceptaste a Nahuel en tu vida, eso significa que lo voy a ver más seguido. Y aunque todavía siento rencor por lo que nos hizo, no quiero incomodarte con él.

— Oye, jamás harías eso —le respondo, empujándolo con mi hombro—. Tú eres mi mejor amigo, siempre estuviste para mí, y te entiendo. Si quieres puedes hablar con él para aclarar las cosas, pero si decides no hacerlo, te apoyo también. Por sobre todo, si tengo que elegir entre verte a ti, o a él, tú estás en primer lugar, siempre.

Andrés suelta una carcajada, seguido de un pellizco de su parte. Es su mejor manera de decirme que seguramente esta ruborizado por mis palabras.

— Voy a hacer el intento de hablar con él, pero no te prometo que alguien no salga herido.

Ambos reímos.

— Eso no me sorprendería nada.

*******

Al siguiente día de la inminente partida de Rafael, él regreso justo cuando riego mis plantas. Es de noche, y a pesar del calor, una brisa fresca movía levemente las hojas de los árboles.

— ¡Esto es el colmo! —es lo primero que dice. No hay un saludo inicial cariñoso como acostumbraba.

— ¿Qué te pasa? —inquirí en susurro, ya que Bruno y Benji están durmiendo.

Rafael se acerca a mí, con un libro en sus manos. Su rostro me dice claramente lo qué pasa por su cabeza. En este año de relación si discutimos, fue poco. Pero nada comparado al presente. Jamás lo vi con esa expresión, como si quisiera romper el mundo de un solo golpe.

— Espero que tengas una buena explicación para esto, y que de una maldita vez seas honesta conmigo —escupe las palabras con odio, y extiende el libro.

Yo conté mentalmente hasta diez, y suspiré.

Lo primero que ví es el título.

"Sensaciones, tomo III"

La portada es color azul, y las letras doradas. El autor que figura en un costado de la tapa es Vladimir. Entonces caigo en la cuenta de dónde viene su arranque de furia, aunque no estoy del todo segura del porqué.

— ¿Compraste su libro? —pregunté, mirándolo sorprendida.

— Eso no importa, abre el libro en la página doce —demanda, cruzándose de brazos.

Lo hago por el simple hecho de enterarme porqué está tan molesto.

Una gran fotografía desenfocada ocupa casi toda la hoja. El capitulo me despierta una tremenda curiosidad e intriga.

"Fría y dulce, como paleta de helado"

Y abajo de la foto decía esto:

"Vivimos constantemente buscando un lugar donde pertenecer. Un hogar donde plantar nuestras raíces. No nos damos cuenta hasta que es muy tarde que a veces un hogar son las personas que cruzamos en nuestro camino.

Y eso es ella.
Ella es mi hogar"

Repentinamente siento como mis ojos se cristalizan sin poderlo evitar.

— Observá bien la imagen —escuché la voz de Rafael lejana, como si estuviera a metros de distancia, cuando se encuentra al lado mío.

No tengo buena luz, y me acerco hacia el resplandor del foco que ilumina la entrada de mi casa. Siento a Rafa seguirme, pero nada me importa más en estos momentos que volver a leer ese fragmento una vez más.

Es cuando puedo visualizar bien la fotografía que lo entiendo todo.

Soy yo. Sin lugar a dudas.

Recuerdo muy bien cuando fue el momento preciso en que Nahuel capturo esa imagen.

Soy yo. Sentada en el sofá de mi antiguo departamento, esperando a que él me mostrará aquel objeto, su más preciado anhelo, su sueño de ser fotógrafo. Y vaya que lo había realizado.

— ¿Tienes algo que decir? —espeta Rafael, apoyando su hombro en la pared.

No tengo tiempo de asimilar lo que acabo de ver. Porque tenía que poner en su lugar al pelmazo de mi novio.

Cerré el libro de un golpe. Rafael no se espero ese movimiento. Quizá creyó que estaría arrepentida de mi silencio, pero cuán equivocado está.

— Me parece que te estás pasando de la raya —él intenta responder, pero levanto mi dedo índice, logrando que se removiera en su lugar, incómodo—. No tienes el derecho de inmiscuirte en esto, al punto de hasta comprar un libro. ¿Por qué la obsesión con Nahuel? ¿Eso estuviste haciendo todo el día? ¿Investigando sus libros? ¿Cuántos tuviste qué comprar?

Rafael da un paso, y me arrebata el libro de mis manos. De repente me sentí vacía al no tenerlo.

— Solo tres, pero ese no es el punto...

— ¿Y cuál es entonces? —lo interrumpí, frunciendo el ceño—. ¿Qué piensas que vas a conseguir? Estás agravando la situación más de lo normal. Y no me gusta, estoy odiando mucho como te estás comportando. Tú no eres así, o no es como te mostraste en todo este tiempo que pasamos juntos. Así que dime una cosa, ¿ésto eres? Porque si tu respuesta es afirmativa, no quiero saber nada con este Rafael tóxico e inmaduro.

Mi novio suelta una carcajada soez.

— Sabia que eres astuta, pero no imaginé que tanto —acaricia mi mejilla, pero su gesto es tan petulante que alejo mi rostro de su mano-. Mira como diste vuelta toda la situación para dejarme a mí como el malo cuando eres tú la que no fue honesta.

— Escúchame, idiota, y préstame atención porque te lo diré una vez, una sola y será suficiente —me acerqué para enfrentarlo, y sonreí aunque más quisiera darle un cachetazo—. Yo siempre fui honesta contigo, te conocí en el mejor momento porque me permití enamorarme de ti, porque me sentí lista para empezar una relación con el chico tierno y dulce que me estaba cortejando. Y te di lo mejor de mí, mi tiempo, te incluí en mi familia, y te ame con el cariño más honesto que tengo. Si me guardo cosas que no quiero que sepas estoy en todo mi derecho de hacerlo. Mi vida, ni mis secretos te pertenecen, de todas formas no debería afectar lo que tenemos. Si yo te dijera quien es Nahuel para mí, ¿qué cambiaría? ¿Acaso nos amaríamos más? Por supuesto que no, pero ya no sé si lo que sientes por mí es verdadero, o es un capricho. Ya no sé qué pensar de ti, y te pido que te vayas, reflexiones sobre tus actos, y me busques cuando tengas en claro tus sentimientos.

Rafael se quedo sin palabras. Y yo me sorprendí de haberle dicho todo eso sin levantar la voz. Me siento extrañamente en paz, y no se a qué se debe.

— Ah, cierto... —exclamé antes de abrir mi puerta, de un jirón le quite el libro a Rafael, tan rápido que no pudo reaccionar—. Me quedo con esto, lo tomaré como un obsequio de tu parte.

Cuando ingresé a mi casa es que me permití soltar todo el aire que estuve acumulando. Me senté en el sofá más cercano, abrazando el libro contra mi pecho. Decir que no estoy llorando es mentir descaradamente. Y como si todo fuera un plan del destino, de la madre naturaleza, o de algún ángel que le encantaba jugar con mis emociones, mi celular suena.

Un mensaje.

"¿Estás despierta? ¿Puedo llamarte?"

___________________________

Este capitulo está más cortito que el anterior. Como les dije, quiero actualizar más seguido. Estamos a poco de terminar con esta historia, y no saben la nostalgia que me da. Pero ya quiero que se enteren de todo, tenganme paciencia, solo eso les pido.

----Deposité aquí su pensamiento sobre Rafael----

Y me despido, porque son más de las cuatro de la madrugada, tengan buenas noches, y buenos días si leen esto mañana.

Los quiero muuuuucho.️❤️

5:08 AM. (Porque lo estuve editando)

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