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Capitulo 46

"Puede pasar mucho tiempo, pero el dolor por una pérdida dura toda la vida"

— Estela Acosta.



La casa de mis padres casi no había cambiado nada, aunque el ambiente lúgubre opaca de gran manera toda la decoración navideña de las fiestas.

Quiénes mostraron una transformación estrambótica eran las gemelas. Ya no se veían tan iguales como las recordaba. Mientras que Vanesa mantenía una actitud tranquila, y centrada, Valentina había teñido su cabello de color purpura, su vestimenta gótica, y expresión enfurruñada. Siempre andaban juntas, unidas, pero se notaba que la desgracia las marcó haciendo que hoy en día no lo fueran tanto.

Este es el momento que estaba retrasando desde que volví al país. Quizá suene egoísta de mi parte, pero cada individuo maneja el dolor de diferentes maneras.

Mis padres eran la viva imagen de la tristeza y desconsuelo. A pesar de haberse alegrado por verme otra vez después de tantos años, el momento de los abrazos y la emoción duraron poco. Vanesa y Valentina apenas hablaban, sumidas en sus propias preocupaciones, sin dar cabida al entorno supuestamente familiar. Lo mismo con Gaston, enfrascado en una conversación con su celular. Y Matías. Quizás el único normal de todos nosotros. Guiando la conversación en la mesa, nombrando alguna anécdota sobre Lili, intentando hacernos sonreír.

Y yo solamente quería huir de aquí. No me importaba pasar esta festividad solo. Ya estoy acostumbrado. Pero hice el esfuerzo. No podía seguir huyendo de visitar a mis padres.

La ausencia de Lili se sentía mucho. No había nadie que apoyara los chistes de Matías como solo ella solía hacer. Ninguno que hiciera que todos pasáramos una velada placentera, que de verdad pudiéramos disfrutar de una reunión hogareña, tal como Liliana siempre nos hizo sentir.

Aunque lloré muchísimo cuando me enteré, estar aquí, sin ella, hizo que su muerte se volviera más real.

Mi método de superar el dolor es la soledad. De esa manera podría despotricar contra el mundo, encerrarme, hasta gritar si es necesario. Como dije antes, cada uno tiene su propia forma de sobrevivir al dolor.

Cuando por fin me dispuse a probar la comida que tenia en el plato, de repente Gastón se digno a hablar.

— ¿Ya sabes cuándo te vas? — soltó, mirándome fijamente.

— ¿Te vas? — preguntó mi mamá, haciendo que desvié mi mirada a ella. La expresión de su rostro totalmente compungida, incluso sus ojos comenzaron a llenarse de lagrimas.

— No, no —respondí rápidamente, calmando a mi madre—. Decidí quedarme un tiempo indefinido.

— Eso me alegra mucho, hijo —manifestó ella, limpiándose los ojos con una servilleta.

— ¿Y a qué se debe ese cambio repentino? —inquirió Gastón, frunciendo el ceño. Pero yo sabía que quiere molestarme, él debe tener una idea, a él no se le escapa nada—. Lo ultimo que me dijiste es que ibas a viajar lo más pronto posible.

— Solo quiero quedarme un tiempo más —respondí cortante, metiendo en mi boca la suficiente comida para no tener que hablar.

— Nahuel —mi padre me habló, por un momento parecía desorientado, como si no encontrará las palabras que quería decir—. Nos gustaría que nos visites más seguido, eso pondría muy feliz a tu mamá... y a mí.

— Está bien —atiné a decir, apenas un balbuceo de mi parte. Me costaba demasiado ser comunicativo con ellos.

— Es una buena noticia —exclama Matías, haciendo que la atención se desvíe a él—. Tenemos que reunirnos más seguido, y ponernos al día todos.

Todos asentimos. Pero nos enfocamos en comer, ya nadie volvió a decir nada.

Desde mi encuentro con Flor le mandé dos mensajes. Y ella me dejó en visto. Bueno... quizá tres. Me tenia preocupado después del mensaje que recibió. Pero no fue hasta que dieron las doce que ella se digno a responderme. Tan solo me felicitaba por el año nuevo, y cuando le pregunté qué había pasado, otra vez las dos rayitas azules que indican que leyó mi mensaje, pero decidió no responder.

Después de saludar a todos como es la tradición, me escabullí al patio exterior para marcarle.

Al principio dio ocupado. En el segundo intento sonó tres veces y me mandó a buzón. Fue recién en el tercero que escuché su voz al otro lado.

Hola, Nahuel, feliz año —exclamó, hablando rápido. Apenas la escuchaba por el estruendo de los fuegos artificiales que detonaban de mi lado, y del suyo.

— Feliz año también para ti —dije, suspirando. Escucharla todavía hacia enloquecer mi corazón—. ¿Cómo va todo?

— De la mierda.

— ¿Qué?

Nada, todo bien. ¿Y allí? ¿Cómo la estás pasando? —su voz se oía un poco entrecortada, pero aún así pude notar que esta nerviosa, o apurada.

— Es raro. Estar tanto tiempo lejos de casa, y volver aquí precisamente, se siente raro.

De repente quería contarle todo, pero me abstuve de hacerlo. Era solo con ella que me sentía tan libre de hablar de todo lo que pasa por mi mente. Y sentir esas ganas irrefrenables de estar a su lado, volver a abrazarla, hablarle de Lili... es como si Florencia representará más de lo que debería admitir, como si ella fuera mi paz, mi consuelo, mi todo. 

Lo siento mucho, no debe ser fácil...

Parecía querer añadir algo más, pero otra voz se escuchó de fondo.

Flor, Florcita, ¿puedes venir a ayudarme?

Si, claro —respondió ella, con un timbre ahogado, como si se hubiera alejado del aparato—. Oye, Nahuel, ¿podemos hablar en otro momento?

— Por supuesto, perdón por llamarte justo ahora —espeté, no queriendo cortar con la comunicación—. Estaba preocupado, eso es todo.

Ah, no debiste, no pasó nada que no pueda manejar —aseguró ella, esta vez oyéndose más clara y firme—. Bueno, espero que está noche terminé bien para ti.

— Lo mismo digo, Flor. ¿Hablamos mañana? —me aventuré, aún sabiendo que era posible que ella se negará.

Tengo una mejor idea —declará Florencia, y no puedo evitar un leve resquemor en mi estómago por sus palabras—. ¿Qué te parece si mañana vienes a almorzar con nosotros?

Eso no me lo esperaba. No lo vi venir. Me quedé estático unos segundos sopesando su propuesta. ¿Quería ir a verla? Por supuesto. Pero ¿realmente iba a aceptar estar en el mismo lugar con ella, y todas las demás personas? Y mi duda no venia por Andrés. Que con él ya sabia qué esperar. Era esa otra persona que seguramente iba a estar.

El novio de Florencia.

¿Hola? ¿Estás ahí? Si no te parece...

— Espera —dije de inmediato—. ¿Cuándo me negué a tus invitaciones? Claro que voy.

Buenísimo, ahora te paso la ubicación por mensaje.

— Ya quiero que sea mañana —expusé, haciéndola reír.

Nos despedimos, y al instante recibí la dirección de su casa. Me quedé mirando mi celular por bastante tiempo, pensando...

Imaginando cómo será su casa, si acaso tengo que llevar un presente, aunque principalmente está esa incomodidad latente de saber qué estaré bajo el mismo techo que ella, que su novio, y su familia.

— Sabia que era por ella —manifestó Gastón a mis espaldas. Su voz me hizo sobresaltar.

— ¿Cuánto escuchaste, chismoso de mierda? —inquirí un poco sorprendido, otro tanto indignado.

— Lo suficiente —afirma él, acercándose a mi lado, con un vaso en sus manos—. Quiero hacerte una pregunta, y sé sincero, por favor.

— ¡Qué milagro! Tú pidiendo algo de buena manera —expusé con sarcasmo.

— ¿Qué sucederá si no consigues lo que estás buscando de tu Florencia? —interrogá, ignorando mis anteriores palabras—. ¿Te irás sin más?

— Hasta que por fin dices su nombre correctamente.

— Eso no responde mi pregunta.

— ¿Sabes algo? Querías que fuera sincero, ¿no? —inquirí, cruzándome de brazos, Gastón asintió levemente—. Entonces te digo con toda la sinceridad del mundo que te vayas a la mierda, y no te metas en mis asuntos.

No le dí oportunidad a réplica, porque entré a la casa, y lo dejé plantado en medio del patio.

Honestamente tampoco es que tenga una respuesta a su pregunta.





******

Nos pusimos de acuerdo todos los hermanos en pasar la noche en casa de mis padres. Pero dormir no era una opción para mí, me sentía extremadamente nervioso, y encontrarme en mi antigua habitación no ayuda en nada.

Y los ronquidos de Gaston mucho menos. Recordar aquellos tiempos en que compartí cuarto con él me trajo recuerdos que era mejor olvidar. Luego de dar vueltas en la cama, decidí levantarme por un vaso de agua.

Apenas puse un pie en la cocina, me percaté de la presencia de mi madre, sentada en uno de las altas banquetas que rodeaban la inmensa isla central. Escuché sus sollozos, y apresuré mis pasos para llegar a su lado.

— Mamá —susurré.

— Ay, hijo —exclama ella, refregándose la cara para limpiar sus lagrimas.

Al estar cerca, pude ver varias fotografías de Liliana sobre la mesa. De niña, de adolescente, de adulta. En todas sonriendo a la cámara, aún en papel resplandecía como nadie.

— ¿No puedes dormir? —murmura, juntando las fotos lentamente, como si no quisiera dejar de verlas.

— Nunca he podido dormir del todo bien en esta casa —respondí, pero quise retractarme al instante al ver su expresión de tristeza. Entonces. para aminorar el impacto de mis palabras, extraigo las fotos de sus manos.

— Lo siento... lo siento mucho, hijo, por todo —exclama mi madre, hipando entre cada palabra que salia de su boca.

— Yo también lo siento, no poder estar con ella en esos últimos momentos...

— No, no te disculpes, era evidente que ibas a ser el primero en dejarnos —manifiesta, tomándome del brazo—. Y estabas en todo tu derecho después de lo que tuviste que pasar.

— Pero hay que ver el lado bueno.

— ¿Cuál es? —inquieré, con un hilo de voz.

— Si me quedaba, no iba a poder cumplir mi sueño de viajar por el mundo —espeté, aún sin mirarla, observando la luz interior de mi hermana mayor plasmada en las imágenes—. Si me quedaba... nunca conocería a Florencia.

Al darme cuenta que lo dije en voz alta, miré a mi madre perplejo, y una sonrisa afloró de sus labios.

— Ah, si, Florencia —exclama, un tanto burlista—. La vi hace unos años, una chica que sabe expresarse muy bien la verdad.

— ¿En televisión? —indagué, manteniendo una sonrisa tonta por hablar de ella.

— Si, pero también en persona una vez —declara, poniéndose de pie. La observo caminar hacia la cafetera, estupefacto por lo que acaba de decirme—. Fue bastante grosera con tu hermano, hasta le dio un pisotón, ¿puedes creerlo?

Mi madre sonreía, mientras ponía en marcha la maquina de hacer café.

— ¿Cómo? ¿Qué hermano? —interrogué, sentándome por fin, mis piernas no daban a basto con la información que me está dando mi madre.

— ¿Café? —pregunta ella, a lo que solo pude asentir—. Ponte cómodo, y te cuento todo lo que paso ese día. Pero déjame decirte una cosa primero.

Moví mi cabeza, en señal de afirmación, como un tarado que no puede manifestar con palabras una respuesta.

— Esa chica... es única e irrepetible. Hace tiempo que nada me hacia reír como cuando volví a verla. No se como quedaron las cosas entre ustedes, si acaso te la volviste a cruzar. Pero sea como sea, Florencia es de esas personas que te topas una vez en la vida, y espero que no seas tan tonto como para dejarla escapar si tienes la oportunidad de reencontrarte con ella.



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¡Qué milagro! Super temprano jeje

No me voy a extender, porque quiero publicar otro capitulo, como prometí dos antes del fin de semana, y ya estamos EN EL fin de semana jaja

Y por si las dudas, les dejo una pregunta, por si las moscas los huestes del destino no me dejan publicar el siguiente capitulo :(

*¿Cuál es su escena favorita hasta ahora del libro? 

Me da curiosidad saber sus respuestas.

Pd: recuerden que estoy sin celular, y no puedo hacer las menciones especiales, les pido perdón por esto :(

Este es el titulo del siguiente:

CAPITULO 47: "Entre pellizcos y arañazos" ;)

¡Ya llegamos a los 80k! Aahahahah (gritito de perra loca) GRACIAS ENORMES A TODAS LAS BELLAS PERSONITAS QUE LEEN EL LIBRO, POR SUS VOTOS, COMENTARIOS, SON LO MEJOR QUE LE PASÓ A MI VAMPIRO FAKE, ¡¡¡LOS AMO UN MONTOOOON!!!



Malena aparece en el libro:



Inmediatamente Flor (y todos los vampi-lectores) :



(22:45 pm)

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