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Capitulo 45

"Qué irónica es la vida. La persona que saca lo mejor de ti y te hace más fuerte, es tu debilidad." — Anónimo.


Me estoy conteniendo. Mucho. Demasiado. Al punto de tener la inequívoca certeza que, en cualquier momento, mi estómago empezará a protestar por los nervios acumulados. Por las ganas de gritarle a esa persona que está justo enfrente mío.

Benjamín no quiso hablarme. Desde que llegó con Bruno no había querido hablar con nadie. Y la confusión estaba plasmada en su carita apenas puse un pie en mi casa. Todavía era chiquito para entender los enredos de los adultos. Mucho menos comprender que esa víbora lengua larga es su madre biológica.

¡A la mierda! Esa mujer no tenia una pizca de afecto maternal, ¿en qué carajos estaba pensando el idiota de mi primo?

Cuando Benji al fin se comunicó con nosotros fue para decirnos que tenia sueño. Con mucho cuidado, hablándole suavemente, lo llevé a su pequeña cama. Apenas tocó la almohada, me dio la espalda, chupando su dedo pulgar. Una manía que hace tiempo no hacia. ¡Maldita seas, Malena Vargas! 

Decidí cambiarme de ropa, atrasando todo lo que más podía la discusión inminente. Y cuando al fin hice mi aparición en la cocina, lugar donde estaban los demás reunidos, me percaté de que uno más se sumó a la pequeña "reunión". Y que uno menos ya no estaba. Rafael se había marchado.

El recién llegado era Leo, que al parecer lo sacaron del entrenamiento cuando seguramente le mandaron el mismo mensaje qué a todos. Lucía su ropa deportiva, y está todo sudado, su rostro completamente enrojecido.

Me senté en una silla enfrente de Andrés, que tenia una mirada acerada, muy serio para tratarse de él.

— Bueno, ¿a quién tengo que golpear primero? —susurré, cruzándome de brazos, mirando primero a Bruno, y después a Andrés—. ¿Al insensato de mi primo? ¿O al pelirrojo que me mira raro?

— No te hagas la tonta —inquieré Andrés, murmurando—. ¿Por qué no nos dices donde estuviste ésta tarde?

— ¿Y eso qué tiene que ver? —musité, frunciendo el ceño.

— ¿De qué mierda están hablando? —inquirió en susurros mi primo.

— No desviemos el tema, aquí lo único que importa es que fuiste un tremendo estúpido por llevar de esa manera a Benjamín, ¿en qué mierda estabas pensando?

Sabía que me puse roja, por la furia contenida de no poder gritarle todo aquello.

— En lo mismo que tú cuando hiciste tu escapadita romántica —suelta con sorna Andrés, apoyando con brusquedad sus brazos en la mesa—. Absolutamente en nada. Ninguno de los dos usaron su cabecita hueca para pensar en las consecuencias de sus actos.

— No te pases, zanahoria, no me quieres ver enojada —amenacé, señalándolo con el dedo índice, bajando lo que más podía mi voz.

— No imaginé que ese encuentro iba a terminar así, no pensé que ella...

— ¿Y cómo pensaste que iba a terminar ese encuentro? ¿Con los tres saliendo de la mano felizmente? ¿Acaso no ves lo que le causaste a Benjamín? —interrumpí las palabras de mi primo, porque sabia en mi fuero interno que si seguía hablando, me iba a levantar a pegarle.

— No fue mi intención causarle nada a mi hijo, Florencia —manifiesta Bruno, enseriando su expresión—. Creí que Malena se merecía conocerlo, pero veo que me equivoqué. Y tuve mis razones para aceptar que lo vea.

— Claro, y tú tomas sólito ese tipo de decisiones, ¿verdad? —indagué, cerrando mis puños.

— ¡Es mi hijo! —exclama mi primo en un murmullo exasperado.

— ¿Y yo quién mierda soy? —le respondí, usando el mismo tono de voz que él.

— Ya, cálmense todos —susurró Leonel, hablando por primera vez—. Les ofrezco una disculpa a todos por el comportamiento de mi hermana. Debemos velar por el bienestar de mi sobrino, y les prometo que apenas salga de aquí, voy a hablar con ella.

Lo miré con interés, sopesando una posibilidad que no sabia que tenia.

— Para ser claro con ustedes, ella me ofreció un trato —espetó Bruno, causando que todos le prestáramos atención—. Malena me dijo que iba a firmar los papeles donde renuncia a su maternidad si dejaba que Benji se encontrase una única vez con ella.

Las alertas se encendieron en todo mi ser. Claramente esa perra creía que podía manipular a mi primo, pero conmigo no. Yo no la iba a dejar salirse con la suya tan fácilmente.

— Y no te dije nada, porque sabia que no lo permitirías —añade Bruno, mirando sus manos, cabizbajo. Quizás arrepentido por cómo había actuado.

Desvié mi vista hacia el pelirrojo. Ya tomé una decisión, y las cosas no quedaron claras con mi amigo. Era mi turno de dar explicaciones.

— Hoy tuve un encuentro con Nahuel —solté sin más.

Y las reacciones que recibí fueron diversas.

— ¿Cómo ocurrió eso? —preguntó Bruno, desapareciendo de su rostro todo atisbo de preocupación por su hijo, claramente intrigado.

— ¡¿El chico vampiro que me rompió la nariz?! —interroga Leo, medio riendo, y totalmente confundido.

— Fantástico, simplemente fantástico —escupe Andrés, completamente enfurecido.

Shh... —repliqué por lo bajo, haciéndolos callar—. No es lo que estás imaginando, cabeza de zanahoria.

— Ay, si, claro, lo que digas —especulá impaciente, sin dejar de mirarme con ojos altivos.

En todo este tiempo que lo conocía, nunca me había parecido tan odioso como ahora.

— Esperen, pero... ¿Y Rafael qué pinta en todo esto? —cuestioná Leo, observándome con intriga.

— Le conté, por supuesto. Yo no le ocultó nada a mi novio —susurré, manteniendo mi mirada en Andrés—. ¿Por qué mierda estás tan enojado?

— Y encima lo pregunta la tonta esta —vociferá, codeando a Bruno, quien es el que se encuentra más cerca de él—. Seguro ya olvidaste todo lo que pasaste cuando Nahuel nos abandonó. Y que estuve a tu lado cada minuto en qué llorabas en los rincones por él.

— Mira, pedazo de imbécil, a mí no me vas a decir que mierda tengo que hacer con respecto a Nahuel —expusé, murmurando furiosamente. Me levanté de la silla y lo volví a señalar, cuando en realidad quería rodear la mesa y empujarlo de su asiento—. Si no lo queres perdonar, es tu puto problema. Pero yo no me voy a pasar la vida viviendo de rencores. Decidí perdonarlo. Así que me apoyas, o te quedas calladito si no tienes nada lindo que decir. Ya no soy esa niña, puedo cuidarme sola.

 — No estoy de acuerdo. Solo no quiero que vuelva a lastimarte —musita, esta vez un poco más calmado.

— No se lo voy a permitir. Él busca mi amistad, y es lo único que estoy dispuesta a ofrecerle—declaré sin titubear, sentándome otra vez—. Soy muy feliz con Rafa-fafa, ¿quedamos claros?

Al escuchar el apodo que él mismo le puso a Rafael, Andrés sonrió levemente, y asintió con la cabeza.

— Y ahora que ese tema está despejado, Leo —pronuncié su nombre, mirándolo con un poco de malicia.

— Presente —dice tontamente, levantando una mano.

— ¿Recuerdas qué hace muchísimo tiempo me debías un favor? —Leonel me observa desconcertado, y continúo hablando— Hoy es el día que me lo voy a cobrar.

******

Ingresar al lujoso hotel fue condenadamente fácil gracias a Leonel. Si no fuera por él, estoy segura que no pasó más allá de la recepción.

Los nervios de Leo son notorios, casi no accede a mi pedido, incluso Bruno se negó a mi plan. Pero cuando se trata de Benjamín, soy capaz de ser muy persuasiva.

En todo el trayecto hacia el ascensor, incluido el tiempo que estuvimos adentro de el, Leonel se encargó de repetir infinidad de veces que me calmará, que él hablaría primero. Aunque en realidad, a pesar de todo, estoy bastante calmada. Solo quiero terminar con esto lo más pronto posible para regresar a casa, y tener una cena de fin de año en paz.

Me percaté al instante de cual habitación era de ella. La única puerta custodiada por un hombre vestido de negro, que se me hacia cada vez más enorme a medida que nos íbamos acercando. En efecto, el señor que vigilaba el cuarto de Malena era inmenso, monstruosamente alto, y musculoso, casi no cabía su gran cuerpo en el traje.

Apenas nota nuestra presencia, presiona un dedo en su oreja izquierda.

— Está aquí, señorita Vargas —expresa con voz gruesa, un tanto escalofriante—. Recibido.

El gigante hombre hace un ademán con sus manos llamando a Leonel, y abre la puerta.

— Espérame aquí, Flor. Voy a hablar primero con ella.

Intenté protestar, pero mi amigo ingresa rápidamente a la habitación, y solo me quedo mirando la puerta cerrada.

Pasan los minutos, y ya comienzo a aburrirme de esperar.

Miró de soslayo al que supongo es el guardaespaldas de la víbora, él mantiene una postura íntimidante, congelado en su sitio. Hasta pareciera no respirar. Me rió mentalmente de mis pensamientos.

— Oye —lo llamo, pero no se inmuta, su mirada está clavada al frente—. ¿Hace mucho qué trabajas con la vib... con Malena Vargas?

Lo que menos quería era hacer enojar al gigante, casi meto la pata.

El hombre no responde.

— Hace mucho calor —pruebo con el clásico tema de conversación que se supone es inevitable ignorar.

Nada. Ni una pizca de reconocimiento. Y eso me ponía nerviosa.

— ¡Oh, rayos! —exclamé abruptamente, y el hombre apenas se sobresaltó por mi exaltación—. ¿No me digas que acaso no te dejan hablar? ¿Te descuentan de tu salario por infringir esa norma? La bruja de Malena es un ser despiadado sin corazón.

Eso último lo digo con la mano en el pecho, un claro gesto de exageración de mi parte.

— ¿Qué? Eso no es cierto —por fin habla el hombre, con fastidio.

— Menos mal que sí te permiten hablar, que crueldad seria si fuese todo lo contrario. La gente famosa hoy en día es muy...

— Señorita —me interrumpe, y se señala el audífono color plateado que tiene en su oreja—. Estoy escuchando el partido.

Me hace una seña de silencio con su mano. No me queda otra opción que esperar a Leonel sin molestar al grandote trajeado.

Al final no tuve que esperar mucho, porque Leo sale de la habitación, y por la cara que trae sé qué no lo consiguió.

— No quiere firmar —solo dice, entregándome la carpeta que anteriormente le dí antes de salir de mi casa.

— Entonces pasamos al plan B —solté decidida, rodeándolo para quedar frente a la puerta. Y miré al hombre—. Abra la puerta, tengo que hablar con su jefa.

— Solo tenia ordenes para dejar entrar al hermano de la señorita —espeta, acercándose para interponerse entre la puerta, y mi pequeña presencia.

— ¡Me importa una mierda! Si esa bruja no me atiende, voy a hacer el escándalo de su vida —alcé mi voz a propósito para que la víbora me escuchase.

— Cálmate, Flor, por favor —suplica Leonel, tomándome del brazo. Pero toda la calma que sentía se esfumó en el momento en que él salio de la habitación.

— Déjala pasar —escuchamos a Malena decir.

Llene mis pulmones de aire antes de entrar, y le pedí con la mirada a Leonel que se quedará afuera.

Era el momento de enfrentarme con esa víbora por mi cuenta.

Mis ojos no se detuvieron a admirar los lujos de la estancia, no me maravillé por observar las condiciones en las que ella estaba acostumbrada a vivir. Caminé rápidamente hacia la puerta abierta de donde venia un aroma a perfume costoso, y ahí la encontré. Sentada en un enorme sillón, vestida con una bata de seda, sosteniendo una copa en su mano. No lo dudé y me planté frente a Malena, alias la víbora, Vargas.

— Firmálo —zanjé sin preámbulos.

— Al menos deberías saludar, maleducada —dice, sonriendo, pero su rostro solo expresa maldad. No cambio nada en todos estos años.

— Al carajo los modales, prometiste firmar estos papeles —espeté, alzando mi brazo, señalando la carpeta—. Lo viste, ahora debes cumplir.

— Sabes... —inquieré, depositando la copa en el suelo, y luego incorporándose. Me sobrepasaba en altura, y bajá la mirada para observarme con su típica expresión de burla—. Cuando conocí a mi pequeño Benjamín despertó algo en mí. Y decidí no renunciar a lo que por derecho me pertenece. Es simple. Creo que tu mediocre mente puede entender eso.

Su gesto tan despreciable, sus palabras venenosas, y toda la furia que sentí al enterarme de la estúpida decisión que tomó mi primo, y ver la carita triste de Benji hicieron que no lo pensará. Hicieron que actuará. Y lo que hice... debí haberlo hecho hace muchísimo tiempo.

Con la mano que tenia libre, le propiné una tremenda cachetada en su perfecto rostro. Y por la fuerza que había empleado, ella cayó sentada en el sofá, desparramado su esbelto cuerpo al recibir el impacto.

— ¡Seguridad, seguridad! —empieza a gritar, tocándose la mejilla golpeada.

Al instante aparece el hombre gigante, seguido por Leonel que se acerca corriendo a mi lado.

— ¿Te atreviste a...? —comienza a decir Leo, pero no puede terminar la frase, totalmente sorprendido, y al mismo tiempo fascinado por la impulsividad de mis actos.

— Lo hice, y lo volvería a hacer de mil amores —exclamé, sonriendo nerviosamente, porque quería volver a golpearla.

— ¡Saqué a esa loca de mi cuarto! —chilla Malena, intentando pararse, pero sin conseguirlo—. No sabes con quien te metiste, te voy a demandar.

Doy unos pasos, pero el gigante no me permite acercarme a ella, y la observo sin miedo, sin una pizca de temor en mi ser.

— Hazlo, demándame. Pero te vas a comer el juicio de tu vida. No se como se lo tomarán los paparazzi cuando se enteren que la famosa modelo Malena Vargas abandonó a su hijo cuando ni tenia minutos de nacido. Te voy a hundir, te lo juro. Tú no sabes con quien te metiste, una madre es capaz de todo por sus hijos, y Benji es eso para mí. ¡Nunca jamas te voy a permitir que te salgas con la tuya, maldita perra!

Malena por fin pudo incorporarse, y se abalanzó sobre mí, pero Leonel la detuvo.

— ¡Sácala de aquí! ¡Váyanse los dos! —exclamó con histeria, sus ojos completamente rojos de furia.

Leonel me jalá hacia la salida, mientras ambos escuchamos los gritos exaltados de Malena llenos de amenazas.

A pesar de todo, salí triunfante. Me sentía aliviada por ponerla en su lugar. Y sabia que, más temprano que tarde, la víbora firmaría esos papeles que librarán a mi Benjamín de tener una madre tan arpía como ella.




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¡Ahhh, por fin!

¿Alguien más disfrutó el momento de la cachetada? Yo sí, y mucho ;)

Les pido perdón si encuentran algún error, lo estaré revisando mañana. 

Dos cosas muy importantes que tengo que avisarles.

1) Antes de que esta semana finalicé, voy a publicar uno o dos capítulos más.

2) ¿Me creen si les digo que tan solo quedan quince capítulos más para que el libro terminé? ¿No? Bueno, yo tampoco. La idea principal siempre fue escribir 60 capítulos, pero creo que no alcanzan para todo lo que se viene :)

Pregunta curiosa:

¿Piensan que Malena firmará los papeles?

En esta ocasión no podre hacer menciones especiales porque estoy sin celular, y es la única manera de hacerlas, porque ahí guardó las capturas de las personitas bellas que andan por aquí comentando y/o votando, pidoperdón. :( 

Yo los amo un montón, y por si no están en el grupo de facebook, les comento que apenas termine con este libro, voy a empezar a publicar una saga de fantasía, es mi sueño escribir una historia de ese genero, estoy muy emocionada por al fin dar con el mundo mágico que quiero crear. 

Bueno, hasta aquí mi reporte, Joaquin. Espero les haya gustado el capitulo ;)

(No hay imagen por el mismo motivo de estar sin celular, me lleva la pitufichingada :/ )

(02:45 a.m)

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