Capitulo 41
Canción: 7 rings, by Ariana Grande.
"No podía quedarme con él. No quería. Creo que...
No.
Estoy muy segura que es más feliz si no estoy en su vida."
– Malena Vargas.
31 de diciembre.
10 A.M.
«Noticia de último minuto.
La joven modelo, y próxima actriz de la novela más esperada de la temporada acaba de ser vista en la gran gala de la revista Momentos de Fama con un joven del cual desconocemos su identidad. Malena Vargas, quien hasta ahora creíamos soltera, como pueden ver en las imágenes, no solo impactó con su vestido de alta costura, también nos deleito con este nuevo rumor que crece, y nos deja curiosos de saber quien será el hombre al que ella arrastraba lejos de nuestras cámaras. Pero, querida Malena, a nosotros no se nos escapa nada...»
La voz del conductor del programa que se proyectaba en el televisor era jocosa y llena de sorna.
La mujer de cabellera oscura, larga y brillosa está sentada de piernas cruzadas en un mullido sofá, tomando sorbitos de un cóctel color amarillento.
Su mirada azul viaja vagamente de la televisión a su copa. Parece no prestar atención al periodista de chimentos, ni a su representante, que alterna su vista en ella, y el aparato gigante que cubría una de las paredes.
— Malena, ¿me estás escuchando? —exclama, al fin sentándose en uno de los sillones de una pieza cerca de ella.
Ella solo enarca una ceja, y bebe otro sorbo de su bebida matutina.
— Esta vez necesito respuestas, no puedes andar haciendo lo que se te de la gana — el tipo despeina sus cabellos, y del bolsillo de su chaqueta saca un paquete de cigarrillos—. ¿Quién era ese tipejo rubio con el que desapareciste en la gala de anoche?
Malena espera el tiempo que le toma al hombre encender su cigarro. Lo mira con desagrado, y deposita con parsimonia su cóctel en la mesita auxiliar frente a ella.
— No fue mi culpa, yo no hice nada —espeta, mirándose las uñas.
— Eso no es lo que dicen los paparazzi.
En efecto, los periodistas que se encontraban en la fiesta de la revista habían captado con sus cámaras el momento exacto cuando ella agarró del brazo al rubio, llevándoselo escaleras arriba. Unos minutos después, él apareció nuevamente a la vista de todos, con el cabello despeinado, y una expresión de fastidio en su rostro.
— Hazte cargo de eso, solo di que es un conocido de la escuela, o algo así.
El hombre de traje, que ahora la mira con impaciencia suelta un suspiro cansino, pero ella no lo deja hablar.
— Y vete de mi suite. Esto bien lo podríamos haber conversado por teléfono, me fastidia tu presencia.
Al hombre no le quedo más remedio que levantarse ante el pedido de Malena. Tantos años trabajando con ella, y sabia que cuando no lo quería cerca, debía irse.
Malena Vargas era una mujer terca, pero que hacia bien su trabajo. Gracias a ella es que su agencia de modelos se hizo famosa, y por eso tenía privilegios que otras no. Jamás le dio problemas de amoríos. Era solitaria, apenas visitaba a su familia, casi no tenía amigos, entonces su vida privada jamás se vio afectada al no contar con lazos que pudieran perjudicar su profesión. La prensa no se metía con ella, pero lo que sucedió la noche anterior cambio todo el panorama.
Y Malena sabia que esos reporteros no se iban a quedar con lo que vieron, iban a averiguarlo todo, hasta dar con Bruno Bustamante, así tuvieran que inventar una historia de quién era él en su vida.
Una vez se quedó sola, se acomodó mejor en el sofá. Observó los lujos que la rodeaban, eso era por lo que había luchado. Tantas horas mejorando su estilo, su porte, su caminar. Tiempo invertido en perfeccionar cada detalle de su apariencia, sonreír aún cuando apenas había dormido, y estudiar en talleres nocturnos para alcanzar otra de sus metas. Ser elegida como la antagonista de una serie juvenil que se proclamaba ser el éxito televisivo del momento.
Todo eso se lo ganó con cada sudor y esfuerzo. Pero algo le empezó a molestar. Desde que lo vio, algo había cambiado. No sabia qué, o porqué, pero de repente no le pareció suficiente ver al niño en fotografías.
Leonel se encargaba de mandarle algunas en ocasiones especiales. Ella nunca se lo pidió, y en ocasiones recurrió a borrar su número, pero él siempre se encargaba de volver a contactarla.
Ese niño risueño, que en ocasiones le sacaba una sonrisa... su hijo.
Malena se incorporó del sofá, dirigiendo sus pasos a la gran habitación. Enorme, pero vacía al mismo tiempo. No le gustó como comenzó a sentirse. Esa sensación de añoranza no la percibió tan latente en todos estos años.
Fue como si verlo a él hubiera despertado algo en ella. Algo que no sabia que tenía.
Saber que estaba relativamente cerca de Benjamín hizo que en su pecho comenzara a aflorar un resquemor, un dolor que evitó durante todos esos años.
Suspiro pausadamente, frotando su pecho para calmar aquellos sentimientos.
— Respira, uno, dos, tres —susurra, abanicándose el rostro con las manos.
— Él está bien sin mí. Cuatro, cinco, seis —exclama, elevando su voz, dando pasos inseguros por la estancia.
— Somos felices, cada uno en su mundo. Uno, dos, tres -otro latigazo de culpabilidad hizo que dejará de caminar.
— Fue la mejor decisión... uno... uno...
Lágrimas empezaron a surgir. Y ella las apartó con furia de sus mejillas.
Repetía sin cesar sus palabras, caminando en círculos. Y cuando sintió que no estaba funcionando, trastabilló. Se desplomó en el suelo. Y soltó su frustración en un llanto desgarrador.
Unos minutos después, se levantó lentamente, y arrastrando sus pies, camino hasta su coqueta*. Se miró en el espejo, horrorizándose por el estado de su rostro. El maquillaje estaba arruinado. De un cajón sacó un pañuelo, y practicando sus mejores sonrisas, empezó el ritual de cada día. Hoy tenía que verse bonita, más de lo normal. Hoy quería estar presentable para conocer a Benjamín en persona, por primera vez en su vida.
****
13 P.M.
Para acudir a la cita, Malena optó por viajar en taxi para no levantar sospechas de los asistentes que siempre la acompañaban a todas partes. Eligió un vestuario discreto, y por último, se colocó un sombrero y gafas oscuras. Quizás alguien la reconocía, entonces decidió no usar nada que la delate.
El lugar que Bruno escogió era una cafetería alejada del centro. Las posibilidades de que la descubrieran eran mínimas.
Mientras esperaba por ellos, recordó la expresión en el rostro del rubio y su prima al verla. No estaban contentos, eso era obvio. Y el miedo que surcó sus facciones era notorio.
A ella jamás se le ocurrió reclamar lo que abandono. ¿Y por qué molestarse con este encuentro? No lo sabia, pero pronto lo descubriría.
Malena acercó a sus labios la taza humeante de café, al instante que las puertas del local se abrían.
Sus dedos temblaron por unos segundos al ver la pequeña figura del niño de la mano de aquel hombre. Su imponente altura era ridícula, en contraste con el infante, que parecía querer esconderse detrás de él. Bruno señalo hacia donde ella se encuentra, y Malena depositó la taza en la mesa de caoba, con mucho cuidado, ya que por más que quería controlar los temblores, no pudo.
Entrelazó sus manos, al mismo tiempo que ellos se acercaban.
Entonces notó que diferente era ese niño a comparación de ella. No encontró ningún parecido. Ni el color de su piel, ni sus ojos, hasta se fijo en las minúsculas pecas doradas que adornaban su nariz.
El niño sonrió, y a Malena le dejo de importar que su hijo no se pareciera a ella.
De repente, este niño con tan solo una sonrisa había logrado lo que ningún hombre. Malena se sonrojó, y en su pecho nació un calor maternal que desconocía poseer.
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*Coqueta: tocador
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No me maten por este corto capitulo.
En el grupo de wsp dije que iba a hacer un maratón. Esta es la primera parte. Los próximos serán narrados en primera persona por otros dos personajes que tienen mucho que decir, antes del gran encuentro decisivo entre Nahuel y Florencia. Ya saben, ese encuentro que va a cambiar muchas cosas en la historia.
Les pido perdón por si no es lo que esperaban, quizá cuando lo lea mañana, le cambie algunas cosas, pero ya quería publicar algo, para que no piensen que los tengo abandonados. Pero en sí, esto es la esencia del capitulo.
Dejen sus comentarios, me gusta saber que opinan del libro. Muchas gracias por la oportunidad, y por ser tan bellos y pacientes lectores conmigo. ¡Los quiero un montón!
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