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Capitulo 37

"Antes de que te vayas, ¿hubo algo qué pude haber dicho para hacer latir mejor tu corazón?" -Before you go, by Lewis Capaldi

*COLISIÓN: El término alude a lo que ocurre cuando dos cuerpos chocan entre sí. El impacto crea un contacto directo que produce una transmisión de energía.













Malena Vargas. 

La víbora

Ahora famosa modelo de pasarela había desaparecido de nuestras vidas, jamas quiso saber nada de mi Benjamín, y tampoco esperábamos que lo hiciera. Bruno se amoldo perfectamente al papel de padre soltero, y ahí estaba yo para ayudarlo. Ambos terminamos nuestros estudios turnándonos para cuidar del bebé. Yo en el día, él en la noche. Y cuando empezamos a trabajar, y Bruno estaba en la oficina y yo en las escuelas, conocimos a Marta. O como nos gustaba decirle Tita. La mamá de Julieta. Una madre soltera que tenia que abastecer a su familia numerosa de cuatro hijas. Así fue como Julieta se sumo a nuestro circulo de amigos. A pesar de lo diferente que era a nosotros, más joven, y mucho más explosiva que el propio Andres, ella supo colarse en el circulo y ya nada era lo mismo si no estaba ella.

Recuerdo que al principio se odiaban. Julieta es una chica que no le importa eructar en presencia de los muchachos, tenia el pensamiento de que ser mujer no le suprimía hacer ciertas cosas que "eran de hombres". Y Andres apenas la conoció la tildo de vulgar y poco femenina, pero ella siempre se arreglaba de molestarlo coqueteándole descaradamente hasta que él se ponía más rojo que un tomate. 

Competían por la atención de todos, hasta que una tarde los encontramos besuqueándose en mi sofá. ¡En mi sofá! Quería darles un coscorrón a cada uno por comportarse como adolescentes hormonales. Pero algo me decía que terminarían así. Simplemente cuando estaban juntos las chispas saltaban a simple vista. Tan parecidos y diferentes al mismo tiempo.

Así me encuentro ahora, pensando en cada uno de nosotros, como llegamos hasta aquí. Taciturna, con la cabeza en todas partes, porque no quería que mis pensamientos se dirigieran a quién vi esta tarde. Cobardemente, me rehusaba a llegar a conclusiones. 

¿Por qué estaba ahí? ¿Por qué regreso justo ahora? 

Fruncí el ceño. Estúpida de mi que no podía mantener mi postura de no pensarlo.

De todas las personas reunidas en la mesa del comedor, solo tres me conocían lo suficiente para saber que algo no andaba bien. El primero fue mi primo, aún con todo el bullicio de la charla, se acerco para preguntarme si estaba bien. A lo que le hice un ademan con la mano descartando su preocupación. El segundo fue Leo. Solo me hizo gestos, alzando sus cejas, y cabeceando en mi dirección, inquiriendo por mi estado de silencio. Solo alce mis hombros restandole importancia.

El tercero, quien no se iba a tragar mis métodos para pasar por alto las señales de mi silencio que alertó a los demás, fue Andres. Con él siempre conectamos de una manera distinta. Ambos teníamos algo en común. Cuando él se fue, yo había perdido a mi primer amor, y Andres había perdido a su mejor amigo. Dejo a un lado la discusión con su novia sobre música de la cual ninguno compartía gustos, y sin preguntar, me tomó de la mano para que salgamos juntos al pequeño patio trasero de la casa.

— ¿Qué sucede, Cartu? —sonreí apenas escuche ese apodo. Ya casi no me decía así, por no recordar la época en la que inició con ese sobrenombre.

Observe detenidamente la quietud del agua en nuestra Pelo-pincho. El calor sofocante del verano no hacia mella en mi. Extrañamente me sentía fría, todo mi cuerpo, ante las palabras que pugnaban por salir de mi garganta.

— Es Nahuel —finalmente dije.

Desplacé mi mano por la superficie del agua, creando leves olas, viajando con mi mente a cierto momento crucial cuando un chico me rompió el corazón.

— Él apareció... ésta tarde lo vi —suelto, suspirando quedamente. 

Silencio.

Esperaba otra reacción de su parte. Me giro para mirarlo, y Andres sólo observa impertérrito el movimiento del agua que acabe de provocar.

— ¿No vas a decirme nada? —inquiero, acercándome a su lado, y plantándome enfrente de él.

El pelirrojo esquiva mi mirada. Algo me oculta, lo puedo notar.

— ¿Lo sabias? —le pregunte, e instantáneamente él posa sus ojos ambarinos en los míos.

— Sí, lo sabia.

Lo miro sorprendida. No imaginé que me respondería eso. Quiero golpearlo, pero no tengo una cartuchera cerca.

— ¿Cómo qué lo sabias?

— Me acabo de enterar, no me mires así —espeta señalando mi cara. Lo siguiente que hace es mostrarme su celular. Un mensaje de Matias que recibió hace media hora atrás. 

·Hermano del idiota·

"Ey, Andres, no sé si me recuerdas. Soy el hermano de Nahuel. Te escribo para pedirte un enorme favor. Él regreso al país, y salio como loco a buscar a Florencia. Sé que eres cercano a ella. ¿Puedes contactarla? Le envié una docena de mensajes, y no me responde. Disculpa si te molesto."

— ¿Ya revisaste tu celular? —pregunta, guardando el suyo en el bolsillo trasero de su pantalón.

— Hoy estuve tan ocupada que tuve el teléfono todo el día en silencio —le respondo, mordiendo mis labios. De repente, unos nervios estremecedores me sacudieron el cuerpo entero. 

Nahuel me había buscado. ¿Por qué lo hizo? ¿Con qué fin?

Un golpe de parte de mi amigo me sacan de mi trance. Acariciando mi brazo, lo observo detenidamente y Andres se aleja un paso al percatarse de la expresión de mi rostro.

— ¿Y si estás en peligro o alguien necesita con urgencia que le atiendas la llamada? —exclama elevando su voz, y ya sabia lo que se venia. Andres y su intensidad—.  ¡Qué irresponsable eres! Tienes que estar siempre disponible, Florencia, no sabes qué cosas pueden estar pasando mientras ignoras llamadas importantes. ¿Qué tal si pasa algo con Benjamín? ¿O con alguno de nosotros? ¿Qué tal si...?

— Ay, ya... —lo interrumpo al notar como se inflaban sus mejillas y se tornaban coloradas por hablar con tanta ímpetu—. Sabes como soy, ademas si se trata de Benji a quien primero contactan es a Bruno. Bájale a tu intensidad, Harron, ésto no era de índole urgente.

Andres se cruza de brazos. Detesta en sobremanera que lo llame así. El shipp de Harry y Ron lo representa a la perfección. El pelirrojo de lentes. Pero él lo odia. Y a mi me encanta molestarlo con esto.

— ¿Y qué piensas hacer? —me pregunta, rascándose la nuca.

— ¿Con qué? —sé de qué habla, pero prefiero ignorar todo el asunto lo más que pueda.

— Con ya-sabes-quién, tarada —suelta impaciente.

— Nada —le respondo, encogiéndome de hombros—. ¿Se supone que tengo qué hacer algo en especial?

Él también eleva sus hombros, su mirada con la misma incógnita que la mía. 

— ¿Y tú? ¿Vas a ir a verlo? —inquiero, observando el césped del patio, intentando sonar despreocupada con mi pregunta. 

— No. Si quiere verme, sabe donde vivo —dice Andres y respire sonoramente al escuchar su respuesta. Entonces él ríe por lo bajo, y regreso mi vista para encontrarlo en una postura "pensante". Con sus dedos sosteniendo su barbilla—. Bueno... en realidad no tiene idea donde vivo ahora, ¡Qué los pario! Pero no me importa, él se fue. No me mando un puto mensaje, que se joda. 

Sonreí con él, es imposible no hacerlo. Siempre fue así cuando estaba cerca de Andres.

— Oye, princesa.

Ambos nos dimos vuelta al escuchar la voz de Rafael. Mi novio se acerca rápidamente a nosotros, como si estuviera huyendo de algo. Posiblemente de alguien.

— Necesito ayuda ahí adentro. Julieta no para de cotorrear, tanto así que Benji esta a punto de lanzarle el plato a la cabeza.

— Yo seré tu salvador, bro —dijo Andres, simulando ser algún superheroe de los que le gustan. Empuñando sus manos, se dirigió a la puerta trasera. Ese chico nunca iba a madurar. 

Por unos minutos, disfrute de esta distracción. Abrace a mi novio enrollando mis brazos en su cintura y descansando mi cabeza en su pecho.

— ¿Sucede algo, bonita?

No le respondí. No me gustaban las mentiras. Pero tampoco me parecía relevante hablarle de una persona de la qué no sabia nada. Porque nunca le hable de él. De mi primer amor.

Aspire su fragancia, y me deje llenar de su esencia. De todo lo que represento para mi en este ultimo año de tenerlo en mi vida. De su calor, su bondad y cariño. Me aleje un poco para mirarlo directamente a sus ojos. 

Grises. 

Normales. 

Hermosos. 

Normales.

El nudo en mi garganta me imposibilitaba decir nada. No me gusta lo qué estoy sintiendo. Lo qué estoy pensando. No debería compararlos. ¿Qué rayos esta mal conmigo?

Nahuel siempre fue como un huracán avallasante. Con su presencia, demolía todo mi interior. En cambio Rafael era paz, tranquilidad. ¿Otra vez comparándolos, Florencia?

Y lo besé. Con demasiada intensidad. Olvidando que, seguramente, alguien nos interrumpiría como solía pasarnos cuando mi casa estaba llena de gente. 

Y me odié. Por usarlo de esta manera. Para olvidar. Pero me odié aún más cuando no estaba logrando olvidar una mierda.



******



Necesitaba salir. Ya no podía fingir que estoy bien, que no me afecto en nada cruzarme con él. Me considero una persona frontal y directa. Pero había cosas que sólo me guardaba para mi misma. 

Lo sentía venir. El llanto, la angustia, el resquemor, la añoranza. Sabia que no iba a durar mucho mi autocontrol.

¿Por qué pensar que el tiempo influye a la hora de superar a una persona? Quizás en los años de no verlo pude creer esa patraña. Al no estar presente, es fácil no pensar, no recordar. Pero al verlo, todo volvió.  Lo poco que pasó entre nosotros. Lo mucho que sentía por él.

Miré a las personas que me rodeaban. Una sensación claustrofóbica se instaló en mi pecho y garganta. Necesito salir de aquí.

— Yo... —me levante de golpe de la silla, y todos me quedaron mirando—. Tengo que... ir a ver a Julio —solté de repente y quise morir por ser tan obvia.

— Pero, ¿no fuiste hoy más temprano? —cuestiona Julieta, y le dedico una mirada feroz. Ella comienza a engullir la cena de forma estrepitosa al percatarse de mi escrutinio.

— Ya es tarde, Flor, mejor lo dejas para mañana —concluyo mi primo, y me cruce de brazos. 

— Apenas son las ocho, y si digo que tengo que ir a verlo, lo haré. No necesito permiso de ninguno de ustedes —conteste borde. 

No se merecían mis malos tratos, pero era la única manera de evadirlos sin que se dieran cuenta de todo lo que estaba sucediendo en mi interior.

— Yo te llevo, amor —exclamo Rafael, haciendo un ademán de incorporarse de su silla. Entonces, levante mi mano, y detuve todos sus movimientos.

— Prefiero que no, Rafa, quiero ir sola. Te mando un mensaje cuando éste ahí.

Sin más preámbulos, con una rapidez maratónica, salí de mi casa antes de que a nadie se le ocurriera detenerme.

No pasaba a menudo, ésto de necesitar ir a mi lugar predilecto, mi espacio para pensar. Pero en esas escasas ocasiones, mi primo y amigos no me preguntaban, ellos sabían. Y mi novio es tan considerado que sólo me deja ser. 

"Cuando estés lista para contarme lo qué sea que te haya pasado, aquí estoy esperándote, no te obligare a nada". Esas siempre son sus palabras.

Camine lentamente hasta la parada de colectivos, pensando y pensando. La noche de viernes tan cálida que en la calle algunos adolescentes estaban reunidos, seguramente planeando adonde se irían de parranda.

Rafael no sabia casi nada de mi pasado, nunca quise contarle. No después de abrir mi corazón y que pisotearan mi confianza al alejarse tan precipitadamente. 



Cuando llegue al edificio usé la llave de emergencia que había tomado prestada del mostrador hace un tiempo. Julio todavía vivía como un muerto en pena por las personas que la pandemia le arrebato. De vez en cuando lo visitaba para regañarlo, o simplemente hacerle compañía. No es de mis personas favoritas, pero en un silencio mutuo es el mejor de los compañeros.

Sabia donde encontrarlo, aunque probablemente él ya me había escuchado llegar. Me dirigí directamente hacia la zona del comedor, y en efecto, Julio estaba ahí, sentado en el suelo, con varias botellas de cerveza vacías a su alrededor.

— ¿Otra vez tú? —exclama cuando me siento a su lado—. Ya viniste hoy temprano, ¿qué quieres ahora?

— No vine a verte, así que te guardas tus comentarios de mierda —le digo, haciendo a un lado con mi pie una botella—. Sólo necesito ir arriba, ¿está bien?

— Mientras que no me molestes con tus puñeteros discursos de superar las tragedias, y no sé qué, me vale lo que hagas —me dice, y sus palabras salen distorsionadas por el alcohol ingerido. No me causa miedo su estado. Julio es un ebrio melancólico, pero nunca violento.

Me guardo mi respuesta, pero antes de llegar a la puerta, lo observo detenidamente.

— Sé que no quieres escucharlo... —cuando obtengo su atención, bajo mi mirada al suelo, me duele lo que diré a continuación, porque a ambos nos afecto en partes iguales—. Laura estaría muy decepcionada de ti ahora mismo.

Sin darle tiempo a que me puteara como solía hacerlo siempre, me aleje hacia las escaleras para empezar mi ascenso a mi lugar de paz.

Extrañamente sólo la azotea del edificio me generaba cierta tranquilidad. Apoyarme en el muro, mirar la ciudad, y que la brisa me acaricie el rostro. En este lugar me permitía ser débil. En este lugar me permitía pensar en él. Porque fue aquí mismo cuando nos besamos de verdad por primera vez. Es aquí mismo donde me di cuenta de mis sentimientos, de lo patéticamente enamorada que estaba de él.

Suspire... una vez, dos veces. Apoye mis manos en el muro, y observe un jarrón olvidado con flores muertas sobre el. Sin vida, como las personas que partieron a causa de un virus que azotó el mundo entero. El señor Omar y su esposa. Mi padre. Laura...

Laura, que había empezado una relación con Julio después de que éste le insistiera por casi un año. Quien estuvo para mi en mis peores y mejores momentos. Ella se fue... 

El dolor en mi pecho al recordarla hizo que unas lagrimas solitarias recorrieran mis mejillas. Ni siquiera pudimos verla una ultima vez. La internaron, y lo siguiente que supimos es que no sobrevivió al virus como tantos otros.

— Florencia.

Otra vez las alucinaciones aparecían. No superaste una mierda, Florencia Flores.

— Florencia.

Su voz se oía tan real. Más ronca de lo que recordaba. Y demasiado cerca.

— Flor.

Esta vez me sobresalte. De la conmoción al sentir una presencia tan cerca. Y salté tan brusco, que mi mano golpeó el jarrón del muro y éste se estrelló contra el suelo.

— ¡Santa mierda! —espeté. 

Me puse de cuclillas para recoger los pedazos de cerámica esparcidos por el suelo que ahora yacían a mis pies. Todo eso sin mirarlo. Simplemente no podía. 

Sentí un escozor en la rodilla, una pieza punzante del jarrón se había encajado allí, pero me lo saque sin quejarme, como si fuera cualquier cosa, y seguí amontonando los pedazos partidos para evitar girarme.

—Déjame ayudarte —dijo él. De repente lo tenia enfrente mio. Un mechón de sus cabellos caía rebelde en su frente. Él estaba quieto, agachado, mirando el desastre que había ocasionado.

— No —le respondí cortante, desviando mi vista a mi rodilla sangrante.

— Pero Floren-

— Basta —zanje—. Aléjate,  y por favor sólo... sólo déjame creer que imaginé tu voz y tú nunca estuviste aquí.

No lo vi venir. De un momento a otro, con una rapidez envidiable, él me hizo incorporar jalandome de los brazos. Y está muy cerca. Y sin lentes. Mirándome tan estrechamente, que mis pies se volvieron gelatina.

No pide permiso, no me lo pregunta, y me lleva hacia el banco más cercano haciendo que me sentara. Con firmeza, pero suave. A continuación, se acuclilla frente a mi.

Nahuel observa la herida, y yo lo observo a él. Su cabello negro, despeinado por el viento, su incipiente barba, su viril mandíbula... sus labios. Y me detesto por no poder sacar mis ojos de él.

— Se ve mal —suelta.

— No te pregunte —le digo, cruzándome de brazos. Completamente enfurruñada por la situación. Porque, la verdad, no sabia como comportarme.

Entonces me mira. Y quiero morir ahí mismo. Por todo lo que estoy sintiendo. Nahuel sonríe, y quiero pegarle en su bonita cara por atreverse a sonreír de esa manera.

— Parece que no cambiaste nada en todos estos años —acota. Su mirada intensa me recorre entera. Y me molesta, me revoluciona todo mi interior... No. Me enfurece.

— No veo porqué eso debe importarte —exclamo, serenando un poco mi carácter. Yo vine a este lugar para encontrar paz, pero en vez de eso, lo encontré a él—. ¿Por qué estás aquí?

Mi pregunta parece afectarlo. Su expresión se transforma totalmente. Su ceño fruncido, que aplane sus labios, y que revuelva sus cabellos con su mano eran indicios de que se había puesto nervioso. Tal como en el pasado. Tú tampoco cambiaste mucho, Vampi-Nahuel.

— Yo... quería verte.

Su confesión me desarma, pero de repente su despedida del pasado gana la partida. Lo egoísta que fue en ese momento, que no le importe lo más mínimo, y se marchó sin mirar atrás.

— Pues yo no quiero verte —pronuncio lentamente, y me levanto del banco haciendo que él se aleje unos centímetros—. Me alegra tu regreso, pero no tienes porqué buscarme. Te deseo sinceramente que...

Y no pude decirlo. Me obligue demasiado, ya no podía seguir fingiendo. Pero no lo haría delante de él. Nunca más. 

— Sólo... no me busques.

Y me marche de allí, apresurando mis pasos. Él no me siguió. Pero en lo más recóndito de mi alma tengo éste presentimiento de que no sera nuestro único encuentro. Ya que esta noche se sintió como si dos planetas colisionaran, explotando en miles de fragmentos por la galaxia, reavivando sentimientos que creí olvidados. Que pensé estúpidamente que no existían.





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Mensaje a mis Vampi-Lectores:

Me disculpo oficialmente con todos. Esto debió publicarse hace días, pero lamentablemente surgieron ciertos percances, y no pude cumplir :(

¿Todavía me quieren? ¡Porque yo las amoo! Y los amo. Ya vi que rondan los lectores por aquí ;)

Bien, ¿ya vieron que estamos creciendo un montón? Estoy flipando en estos momentos.

No les quitare mucho de su tiempo.

HE AQUÍ UNAS MENCIONES ESPECIALES:

Dedicado a

RocioMartinez907

 karly_garcia

keila_111

Xare0105

sure26

Kmila21

Zcamposuwu

sumisa_de_Patch

CamiihVega

PenelopeLora

OsoPardo451

SofiaGomez604

pinedo-21

¡Gracias de verdad por cada uno de sus comentarios y votos! ME HACEN EL DÍA... LA NOCHE, QUIERO DECIR JAJAJA

(Si no ha aparecido todavía tu nombre, no te pongas celosa, déjamelo en los comentarios, me gusta dedicarles los capítulos, pero a veces se me escapa algún usuario, y no quiero quedar mal con ustedes)

Antes de cerrar, quería decirles que dentro de unas horas de realizara una lectura conjunta en instagram de nuestro no vampiro. La cuenta es @frases.v19, si pudieran echarle un vistazo y participar seria grandioso. Ademas que luego me harán una entrevista en vivo (se hace la famosa, jaja) Y quisiera que estuvieran presentes.

Miren que bonita plantilla hicieron para promocionar la lectura SaydaR





Ahora si, ya me voy, pero antes... "EL MEME DE Marluieth" Mi preciosa lectora beta que me da tirones de oreja para publicar, y me ayuda un montón cuando me bloqueo, dejen su amor aquí para ella.

Aww, mi bebecito... 

(6:04 a.m. ya esta amaneciendo)

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