Capitulo 34
Maratón 1/3
"Desde que dijimos adiós, el tiempo se ha convertido en algo que tengo que soportar, no algo que fluye..." -Anónimo.
Seis años después.
Regresar al país en época de calor me desagradaba al punto de querer volver al aeropuerto y viajar al otro lado del mundo otra vez.
Sudar por todas partes dejaba mi piel tan irritada, que la picazón duraba días. Las ganas de despojarme de los guantes, la camiseta de mangas largas y la gorra me ponían en un estado desesperante.
Fue una llamada de mi hermano Matias lo que me trajo a volver a pisar suelo Argentino. Pude haber pasado por alto su urgencia, pero desde que perdimos a Lili, nos habíamos unido un poco más.
Después de estar cinco años deambulando por Europa, y casi toda América, me sentía un extranjero. El calor sofocante no ayudaba con mi humor.
Mientras espero el transporte publico que me llevara a la nueva residencia de mi hermano, mi mente divaga. Y no me gusta qué es lo primero que aparece en mis pensamientos.
No son mis padres, ni la ausencia eterna de una de mis hermanas. No es el problema que pueda tener Matias, ni las propuestas laborales que rechazare de Gaston.
Es ella.
Florencia Flores.
No voy a decir que no he pensado en ella en todo este tiempo. Pero últimamente no era tan frecuente. Al ver el colectivo acercarse, es Florencia que aparece en mi mente, como si el pasado hubiera sido ayer. Como si todos estos años desaparecieran y volvía a ser un chico de diecinueve años, esperando por ella para ir juntos al colegio.
A veces, aunque duela, lo más sano es decir adiós.
¿Por qué? Era lo mejor para ambos. Yo estaba tan arrepentido de mi comportamiento. Jamas había sido así de impulsivo. Y ella no necesitaba una persona como yo a su lado. La quería, demasiado. Y a veces tanto amor, tan de golpe, puede llegar a confundirte. A tomar malas decisiones. A actuar incorrectamente.
Florencia era valiente, y estoy seguro de que me supero más rápido que yo a ella. Al fin y al cabo, sólo eramos dos adolescentes, teniendo sentimientos verdaderos por primera vez.
El tiempo se encarga de hacerte saber si obraste bien. El tiempo sólo me llevo a arrepentirme incontables veces, añorarla, necesitarla. Y en esos momentos de debilidad, buscaba su numero en mis contactos, pero ella nunca respondió. Me mandaba directo al buzón de voz, como si su celular siempre estuviera apagado.
Todo esta situación duro un año. Un terrible año que pensé en ella durante los 365 días.
Hasta que extendí mis alas. La oportunidad de viajar donde yo quería se presentaba gracias a mi hermano. Gaston cumplió su promesa, tenia un puesto de trabajo en un periódico muy famoso de la zona. Pero después él se abrió camino con una nueva revista, asociándose con la persona correcta. En unos meses, se hizo tan famoso, que ya tenia una pagina entera solo para mi y lo que quisiera hacer con ella.
Decidí viajar. Tomar fotografías, escribir frases al pie, y usar un seudónimo porque no quería ser reconocido.
En mis viajes descubrí que amaba hacer esto. Tanto que no necesite trabajar para una revista. Y empece a publicar libros. Fotografías, y relatos cortos de cada lugar que visitaba. Gaston se enfureció, pero al final opto por dejarme ir, y fue el principal benefactor de mis viajes.
Lo mejor de ser un autor anónimo, era eso, ser anónimo. En el entorno mediático en el que trabajaba Gaston, había escuchado a personas quejarse de no tener vida privada. Pero yo elegí esto, escribir bajo un seudónimo, y no me iba mal. Muy pocas personas sabían mi verdadero nombre. Y mis lectores me conocían como "Vladimir". Como Florencia una vez me llamó.
Sonreí fugazmente al volver a pensar en ella.
Observe mi entorno. Y pude percatarme de que viajar en el transporte publico era un placer que pocos gozaban, a mi me llenaba de paz e ideas. Quise obtener un primer plano de todas las personas que me rodeaban. Pero en esta ocasión eche a dormir mi lado profesional.
Cuando en el 2020 surgió la pandemia, yo estaba en Rusia. Y no pude volver a mi país. Dos años que tuve que enterarme por teléfono de todo lo que pasaba en este lado del mundo.
Mis abuelos fallecieron. Pero la muerte de Lili dolió más.
Aún cuando el virus fue eliminado de la faz de la tierra decidí no volver. Ya había dejado mucho atrás. Perdí el contacto con Andres. De las dos únicas personas que sabia algo era de los hermanos Vargas. Ambos eran famosos. Malena, una modelo de pasarela reconocida en la farándula. Y Leonel, un futbolista medio-campista de uno de los equipos de primera división.
Al bajar del colectivo, la realidad me dio un golpe certero. Mes de diciembre. La decoración de los locales comerciales anunciaban la llegada de las fiestas navideñas. Y el cumpleaños veintidós de cierta chica pecosa, quien me erizaba la piel solamente con una mirada.
Deambulé por el pintoresco barrio hasta encontrar la dirección que me envió Gaston en un mensaje. Un edificio enorme, elegante y monstruosamente caro en Palermo Soho. Reí internamente por los gustos de mi hermano. Yo prefería mil veces las residencias pequeñas, que cumplían con las necesidades básicas.
Al decirle mi nombre al recepcionista, de inmediato y sin hacer preguntas me otorgo una llave, indicándome el piso del departamento.
Apenas me adentre en la sala del nuevo hogar de mi hermano, el aroma de las pizzas de Delivery me hizo gruñir el estomago.
— ¡Nahuel! —exclamo Matias, cuando puse en pie en el comedor. Todo era tan lujoso, que temí ensuciar los azulejos con mis zapatos llenos de polvo por el viaje.
La imagen de mi pequeño hermano como adulto me dejo perplejo. Las fotos en sus redes sociales seguían siendo tan cómicas, que verlo en carne y hueso me hizo notar las diferencias. Sus facciones más pronunciadas, su cabello ya no lucia alborotado, al parecer ahora usaba el peine. Incluso su altura, de la misma medida que Gaston. Tan distinto, pero su sonrisa aniñada seguía siendo la misma.
Sin poder evitarlo ya me estaba rodeando con sus brazos. Iba a protestar, pero un golpe en mi pecho de su parte, detiene mis palabras.
— ¿Tiene que estar pasando algo urgente para que te dignes a volver, bro? —dice, gesticulando con las manos, claramente indignado.
— ¿A qué demonios te refieres?
— No importa —espeta, desechando mi pregunta, y sonriendo otra vez. Sus cambios de humor tan exasperantes como siempre.
— Llegaste —escuche la voz de mi hermano Gaston a mis espaldas, y me gire para verlo.
— Así parece —le respondí cortante.
A pesar del tiempo que pase a su lado trabajando, todavía persistía cierto rencor que no me abandonaba. Gaston lucia exactamente igual que la ultima vez que lo vi, sólo que una barba recortada pulcramente adornaba la mitad de su rostro.
— ¿Nunca cambias, eh? —dice, señalando mi elección de vestimenta.
— Tú tampoco —inquiero, señalando su elegante traje. Mientras él se despoja de la corbata, Matias agarra mi brazo para acercarnos a la mesa donde esperaban dos cajas de pizzas abiertas.
— Siéntate, Nahu, almuerza con nosotros.
Los observe a ambos por unos instantes. Gaston fue el primero en sentarse y empezar a comer como si no hubiera un mañana. Matias en cambio, encendió el televisor plasma que estaba ubicado justo enfrente de la mesa.
— ¿Y qué era eso tan urgente que tenias que decirme? —cuestioné, mirando solamente a mi hermano menor.
— Primero almorcemos —me dice, señalando una silla, y luego apunta hacia el televisor—. Y miremos la tele también. Uno nunca sabe con qué maravillas nos puede deleitar un buen programa...
— No me interesa. No pienso quedarme si ésto fue una falsa alarma —lo interrumpo, frunciendo el ceño.
— Basta de dramatismo, interrumpen mi almuerzo —dice Gaston, olvidando los buenos modales de no hablar mientras mastica.
«—Es momento de presentar a la próxima participante...»
La voz del presentador resonó en el comedor.
— Me van a decir qué mierda... —Matias me ignora, aumentando el volumen del televisor—. Apaga eso o...
«— Si me toca escoger entre volverte a ver o aceptar que te fuiste...»
El tiempo parece detenerse. Mi mundo entero.
Esa voz.
Escucharla otra vez. No lo creí posible.
«— Yo prefiero fingir que por ti estoy feliz aunque no me escogiste.»
Desesperado, me acerco lo suficientemente cerca a la pantalla, para verla.
«— Si me toca romper todo mi corazón para atarte a mi vida, ya tendré que entender que en las guerras de amor siempre hay balas perdidas.»
Era ella. Mi Flor. En un programa de audiciones a ciegas, La Voz Argentina. Cantando, Florencia esta cantando en la televisión.
«— Pude haber sido yo la que a tu lado siempre se despierte, pero el futuro nunca nos llegó...»
Retrocedo hasta chocar con una silla, sentándome de sopetón, olvidándome que no estoy solo. Me olvido de lo que me rodea. Y me dejo encantar por su hermosa voz. Permito a mis ojos llenarse de ella. Florencia es... preciosa.
«— Pude haber sido yo, pero dejaste un loco enamorado, buscando un beso tuyo en la estación. Y no hay peor desgracia que extrañar lo que nunca pasó.»
Su cabello chocolate estaba más corto, y lo llevaba suelto, a la altura de sus hombros. Tenia puesto un vestido floreado. Su forma de interpretar esa canción, su postura en el escenario, la respuesta inmediata de quienes querían que ella estuviera en su equipo, todo eso me noqueo. Se notaba a leguas que había perfeccionado su talento.
Cuando finalizo su interpretación, el camarográfo hizo un acercamiento a su rostro. Sus pecas. Sus ojos café brillaban con luz propia. Y su sonrisa. Más hermosa que nunca. Casi me olvide de respirar cuando me percate de los leves cambios que los años atribuyeron a su cara.
Ya no era una niña, obviamente.
— Ella... ella... —pero nada coherente salio de mis labios.
— Este programa es una repetición, tu amiga en realidad...
— ¿Sabes dónde está? —interrumpí a Matias. La estupefacción que sentía desapareció, necesitaba saber más.
— No hablo mucho con ella, la ultima vez fue hace meses, creo que sigue viviendo en ese edificio...
— ¿Hablabas con ella? —lo corte, cerrando mis manos en puños—. ¿Y por qué nunca me dijiste?
— Nunca preguntaste, ademas...
— Ya no le digas nada —se entromete Gaston, y su mirada de advertencia no me pasa desapercibida.
— ¿Qué es lo que tengo que saber?
Ambos se miran entre sí, y no me responden. Estoy sintiendo demasiado de todo en estos momentos. Curiosidad, frustración, necesidad.
— Esta bien. No me digan, yo mismo lo voy a averiguar.
Escucho sus voces que osan detenerme. Pero mi determinación es más fuerte. Fue como si verla nuevamente, aún en esas circunstancias, despertara todo lo que sentía. Todo lo que vivimos. Y lo que dejamos a medias.
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Primera parte del maratón. No voy a robarles su tiempo escribiendo una nota larga. Perdón por la tardanza, y por el pequeño tamaño del capitulo. Y por seguramente los errores que hallaran. Hoy fue un día caótico, pero me dispuse a publicar lo que tenia, para ya no hacerles esperar tanto.
El maratón finalizara el día de mañana, más tardar el lunes.
Y este capitulo va dedicado a mi seguidora numero 400, iaamcraazy el 21 de agosto fue su cumpleaños, y se suponía que debía actualizar ese día, porque quería desesperadamente regalar esta mención especial en su día. Oye princesa, gracias por tus comentarios hermosos, por apoyar la historia, me encanto leer como te sumergías en el libro. ¡Bienvenida oficialmente al fandom de los VampiLectores!
La canción que canta Flor en el programa es "Consejo de amor" de TINI Stoessel ft. Morat. No soy muy fan del pop, pero escuche la letra, y me encanto.
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