Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capitulo 33

Canción: Surrender by NATALIE TAYLOR



Dos días pasaron. No supe nada de él. Ni siquiera en el colegio. Me trague mi orgullo y le pregunte al pelirrojo si sabia algo de su amigo. Pero él tampoco sabia porque Nahuel no se había presentado a las clases. Aunque podría acercarme a su puerta, todavía estaba muy enojada con él para dejar de lado mi dignidad.

De todas formas, él había sido quien se comporto como un neandertal. Pero eran aquellas ultimas palabras las que me dejaron con un dolor indescifrable en mi pecho. ¿En qué se supone que le facilite las cosas? ¿Por qué diría algo así?

Leonel tampoco se presento en el colegio, pero seguramente era por como quedo su rostro, y las mentiras que tuvo que decir en su casa. 

Nahuel me desesperaba, pero no era como que yo iba a ir detrás de él. Sí, estoy enamorada. ¿Y qué? También soy una persona, con errores y defectos. Y con la mente clara. Yo no estaba equivocada, si uno de los dos tenia que ceder, definitivamente era él.

Mientras veía la lluvia caer desde la ventana de la biblioteca, le daba vueltas a todo nuestro asunto, llegando a la misma conclusión. Yo tenia razón, él no. Fin.

Una y otra vez tenia que borrar y volver a hacer las ecuaciones matemáticas que estaba practicando. No tenia cabeza para estudiar, mi mente estaba en blanco. No. Eso no es verdad. Mi mente estaba en rojo... como los ojos de Nahuel.

Me permito sonreír por unos segundos, comportarme como boba enamorada por unos instantes. Hasta que mi cerebro me ordena sacudir esos pensamientos tontos.

Y estoy en esa lucha de mi corazón versus mi cerebro cuando las pisadas de alguien que viene corriendo me hacen despabilar.

Andres abre la puerta de la biblioteca de un golpe, la torpeza representándolo al hacer caer unos libros que estaban cerca. Se disculpa con la bibliotecaria en un tiempo récord, y se apresura hasta llegar a mi mesa.

— ¡Rápido, Flor, tienes que irte! —exclama, arrugando las hojas que tenia en el escritorio, al meterlas de cualquier forma en mi mochila.

— Ey, ey... ¿qué haces? —inquiero, intentando arrebatarle mis cosas, pero él hace caso omiso a mis palabras.

— Es Nahuel —dice, y esas palabras detienen nuestro forcejeo.

— ¿Qué pasa con él?

El pelirrojo termina de guardar mis libros, y extiende su celular donde hay una conversación abierta.

·Dark Naguel·

Andres, lamento comunicártelo de esta forma. Te mereces que me despida de la manera correcta, pero estoy a punto de mudarme con mi hermano. Es probable que para siempre. Sabes lo que significó tu amistad para mi, estoy agradecido de que eligieras estar a mi lado a pesar de que hay cosas que no te conté. Te deseo lo mejor de la vida, que triunfes, ¡y que aprendas a escribir bien mi nombre por favor! Te quiero... pero que no se te suba a la cabeza. Fue un honor ser tu amigo.

Andres le había respondido, pero el mensaje no fue leído. Y donde debería estar su foto de perfil, no hay nada. Busco mi celular, y me doy cuenta de que a mi tampoco me aparece la imagen que utilizaba.

Vuelvo a leer el mensaje que le mando a Andres, para revisar a que hora lo mando. Hace quince minutos.

— Por favor, Florencia, eres la única que puede detenerlo, no se que paso con ustedes, pero...

No dejo que termine de hablar, no lo escucho. Salgo corriendo de la misma manera atropellada que el pelirrojo había ingresado. Siento un ardor que me quema la garganta, pero no me permito llorar. Necesito lucidez en estos momentos. La puerta del colegio esta cerrada, pero no hay ningún portero vigilando. Aunque al acercarme e intentar abrirla, el portal no cede. 

Me desespero. Trato de pensar y pensar otra forma de salir del colegio. Pero nada se me ocurre. Hasta que recuerdo que puedo saltar la verja del patio. Es probable que me sancionen, que me expulsen, pero nada me importa en estos momentos.

En el patio exterior no hay nadie, por la lluvia torrencial que estaba cayendo, como una premonición de como iba a pasar los siguientes días si no me apuraba.

Sin importar quedar hecha un estropajo, salgo corriendo. Lo primero que hago es lanzar mi mochila hacia el otro lado. No me cuesta mucho esfuerzo trepar la verja, pero es cuando estoy en la cima que el miedo me hace dudar.

— ¡Niña, bájese de ahí! —escucho que grita el tipo amargado que atiende el quiosco.

«Es ahora o nunca», me digo a mi misma. Y salté. En el proceso mis rodillas se llevaron la peor parte. 

Me impulse a seguir con mi carrera, sin detenerme a pensar en las consecuencias. Cuando llego bajo el techo de la parada de colectivos no me importa como me ven las demás personas. Camino de un lado a otro, como si esto pudiera hacer que el colectivo apareciera por arte de magia. Pero no. Diez minutos es lo que tarda.

A pesar de que todo mi ser chorrea agua, me subo al transporte, mirando con mala cara al chófer.

— Siempre tarde ustedes —exclamo, ganándome un gesto iracundo de su parte.

— Estoy en horario, niña, las quejas ya sabe donde puede guardarlas —el chófer frunce el ceño, pero dejo de prestarle atención.

«Qué no se haya ido, por favor, que todavía no se haya ido», pronuncio en mi mente implorando a algún dios con el poder de detener el tiempo.

 Fueron los veinte minutos más largos de mi existencia. Las personas se quejaban de mi ropa empapada, y yo con el corazón en la boca por el miedo de llegar demasiado tarde.

Apenas el colectivo se detiene, salto afuera de el. El frío calando mis huesos, toda mi piel. Pero el ejercicio de correr con desesperación me apacigua un poco.

Entonces lo veo. Él esta por subirse al auto de su hermano. Nahuel parece dudar, porque sigue de pie, con su paraguas en la mano, mirando hacia el edificio.

— ¡NAHUEL! —grito con todas mis fuerzas. Él voltea a verme, y termino de correr el ultimo tramo hasta llegar a su lado—. ¿Qué estas haciendo?

Mi voz agitada y atormentada por todo el esfuerzo de andar corriendo y sufriendo al mismo tiempo.

— ¡¿Tú qué estas haciendo?! —espeta, acercándose para refugiarme en su paraguas—. ¡Estas loca! La gripe que te va a dar por estar corriendo bajo una tormenta.

— No... no... —le digo, intentando llenar mis pulmones y hablar al mismo tiempo—. ¿Qué significa eso de que te vas para siempre?

— Oh, ya veo que Andres no puede callarse nada —Nahuel sonríe, apenas. Su boca se movió nada, como si en realidad le costara un gran esfuerzo esbozar una sonrisa—. Me voy, no hay nada que explicar.

— Pero... ¿por qué? ¿Es por nuestra discusión? Las parejas discuten todo el tiempo, pero no se separan por eso —digo sin pensar.

— Nosotros no somos una pareja, no lo eramos. Pero respondiendo a tu pregunta, mi hermano me hizo una oferta que no puedo rechazar, por eso me voy.

— Pero... ¿es necesario ser tan dramático con las despedidas? Ese para siempre, me sonó a que no piensas nunca volver, o mantener contacto con Andres... conmigo.

Nahuel parece pensarlo, y de repente me siento como si estuviera rogando. Arrastrándome para que él no decida irse.

— Yo sólo digo que... —continué hablando—. Que en los tiempos actuales se pueden mantener las amistades incluso en la distancia. Como una chica de México siendo la mejor amiga de una chica de acá.

— Sinceramente voy a extrañar esto de ti. Tu constante palabrería —dice, acomodando un mechón mojado de mi pelo detrás de mi oreja—. Pero decidí irme porque es lo mejor para todos. Yo no puedo ser amigo de alguien. Y tú te mereces a alguien mejor con quien vivir un amor con todas las letras, sin limitaciones.

— ¡Qué tonterías dices! Es la excusa más gastada y patética que usan la mayoría de personas —me aferro a la tela de su campera cuando él hace el ademan de alejarse—. ¿Por qué asumes que merezco a alguien mejor? ¿Acaso soy yo más que tú? ¿Yo valgo más? Porque estoy segura que estamos en igualdad de condiciones.

Esta vez Nahuel ríe abiertamente. Pero dos lagrimas escapan por debajo de sus lentes.

— Es lo mejor, Flor.

— ¿Y te ibas a ir sin despedirte? Que cobarde eres —suelto, riendo y llorando al mismo tiempo.

— Era probable que si te veía... entonces quizá no encuentre las fuerzas suficientes para alejarme de ti.

No puedo ver sus ojos, y es algo que voy a lamentar por el resto de mi vida. Nahuel me abraza, apoyando su rostro en mi hombro. Inhalo su perfume, para dejarlo grabado en mi memoria. Ya no había nada que hacer. Él se iba a vivir, a volar alto y lejos. Y yo no lo iba a detener.

— Quizás esto sea lo único que seremos —pronuncie con voz entrecortada por el llanto— Mi primer beso, el chico... el chico con el que sentí cosas por primera vez... y nada más.

Nahuel se aleja para mirarme de frente.

— Y que no se te olvide —exclama esbozando una pequeña sonrisa.

— Jamas te voy a olvidar.

De repente, él lo hace. Se despoja de sus lentes por unos segundos para guiñarme un ojo. 

Suspire entre sollozos. Y me tomo el atrevimiento de agarrarlo del cuello de su campera y atraer sus hermosos labios a los míos. Un ultimo beso de Nahuel. Mi vampiro. Quien con solo una mirada había destruido todas mis murallas.

El beso pudo haberse prolongado, pero un odioso ángel mayor empezó a tocar bocina dos veces. Y el encanto se deshizo.

Ian Nahuel Acosta, mi primer amor, se alejo de mi, sin mirar atrás. Sin darse cuenta que camine unos pasos antes de que él entrara al auto. Sin percatarse de que su paraguas ya no cubría mi cabeza, pues se deslizo de mi mano cuando el coche acelero su marcha. Sin notar que caí de rodillas al suelo, llorando desconsoladamente, pronunciando su nombre.

Él sólo era una persona. Una más que se sumaba a la lista de "personas que me rompieron el corazón".

Hay decisiones incorrectamente acertadas, como cuando decidí vivir sola...

Hay caminos que no llevan a ningún destino, como entregar tu corazón y que ese pedido sea devuelto en poco tiempo...

Y existen personas que nunca podremos olvidar, como mi vecino, el no vampiro.



-------------------------

Y con esto damos por finalizada la primera parte del libro. Esto no es una bilogia, simplemente decidí que en el mismo libro habría una primera parte, y una segunda, tan simple como eso.

Y con respecto a cuando comenzare la segunda parte... pues... ya la comencé, pero sabrán de ella la semana próxima. 

Estoy ansiosa, y como regalo a mis vampi-lectoras les dejo un dato importante:

¡En la segunda parte habrá pasado seis años! Y quien comienza a relatar sera nuestro hermoso ¡¡Vampi-Nahuel!!

Bueno, eso es todo. Ya entregue mis dos capítulos. Ahora a dormir.

Ya saben quién es:

And this is BRUNO:

Here we go with Leonel:

And the crazy redhead Andres:



Good night for everyone (05:16 a.m)

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro