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Capitulo 32

"Si esto es amor, ¿por qué acaba conmigo?" -If this is love by RUTH B



El labio partido de Leonel no dejaba de sangrar. Me llevo varios retazos de algodón mojados en alcohol detener la hemorragia de la nariz.

— Deberíamos ir a un hospital —replique por tercera vez desde que habíamos llegado a mi departamento. Fue toda una odisea esperar el transporte publico en su estado, entonces Leonel decidió llamar a un Uber para que pudiéramos viajar sin problemas. La pequeña toalla que llevaba en mi mochila en casos de emergencia había obtenido un buen uso, pero ahora estaba en remojo por toda la sangre que perdió Leo.

— No, nada de hospitales, déjame usar tu baño que yo resuelvo esto. No es la primera vez que recibo una paliza —inquiere, y un quejido sale de su garganta al esbozar una sonrisa.

Después de indicarle donde quedaba el baño, me esmero por limpiar el suelo salpicado por gotas de sangre. Sigo en ello cuando alguien toca a mi puerta.

Y sé de quien se trata incluso antes de abrir. Inspiro profundamente, y suelto el aire despacio. 

Retuerzo el paño ensangrentado, y camino lentamente. Lo pienso, y lo pienso, tratando de calmar el volcán a punto de explotar de mi interior, pero más golpes me hacen abrir la puerta de un tirón violento.

Y ahí esta él. Sin sus lentes. Su rostro inexpresivo, su mirada inescrutable. Es hasta que habla que puedo notar su nerviosismo.

— Yo... Flor... necesito... —balbucea, pasando su mano por su cabello.

— ¿Qué quieres? —espete con brusquedad. Al mismo tiempo me cruce de brazos, pero el movimiento hizo que manchara el frente de mi camiseta de rojo sangre al todavía tener en mis manos el paño.

Suelto un quejido de frustración, adentrándome en la sala para desechar el trapo en una bolsa de plástico. Habia cosas que no se podían salvar, por más que intentemos limpiarlas.

Nahuel me sigue al interior, y veo por el rabillo del ojo que se detiene. Su vista recae en las dos mochilas tiradas en el suelo al lado del sofá.

— ¿Qué...?

Pero su pregunta es interrumpida por la presencia de Leonel, que nos mira de hito en hito sin entender nada. No digo una palabra, y me dirigo al congelador para buscar hielo para su herida. Sé que los dos tienen sus ojos puestos en mi, puedo sentir sus miradas clavadas en mi espalda. ¿Cómo es posible captar estas cosas? Misterios de la vida sin resolver.

Con pasos decididos, me acerco a mi amigo.

— Es para tu labio —le digo, depositando la bolsa de hielo en su mano, haciendo un simple gesto con mi cabeza le indico que se siente en el sofá.

— ¿Qué significa esto? ¿Me vas a ignorar, Florencia? —exclama Nahuel.

— No —le respondo, y empujo hacia el sillón sin nada de sutilidad a Leonel, que se había quedado pasmado sin saber que hacer—. No te estoy ignorando, pero me parece que el estado de Leo es más urgente que atenderte a ti, ¿no crees?

Lo observo detenidamente, y él despliega una media sonrisa.

— ¿Leo? Ya hasta usan diminutivos. ¡Qué rápido se hicieron amigos ustedes dos, eh!

Nahuel ríe con cinismo, y todo su comportamiento soez eleva mi enojo a la quinta potencia.

— Con la misma rapidez que te diste la vuelta para dejar que esos matones terminaran lo que empezaste —inquiero, caminando en su dirección. Y cuando estoy lo suficientemente cerca, lo miro directo a sus ojos—. ¿A qué viniste, Nahuel?

Mi vecino desvía su vista a Leonel que no ha dejado de mirarlo totalmente asombrado.

— Sus ojos... son rojos —tartamudea, murmurando otras cosas que no logró escuchar.

— Yo vine a... a explicarte, a pedirte perdón, pero estas ocupada, así que...

— Oh, no. No te vas a ir. Explícate, me muero por escuchar lo que vas a decir.

Nahuel pone sus ojos en blanco, pero al instante su postura se relaja y su vista se queda clavada en el suelo.

— Esto es... tan incomodo, pero si no me queda otra opción —de repente, su mirada se posa en la mía, tambaleando un poco, solo un poquito mi mal humor—. Estoy arrepentido por como me comporte, no soy así. No me gusta la violencia, es que... ese tipo no lo termino de tragar.

— Oh, al menos empezaste bien. Y a ese tipo no lo tienes porque tragar, con que a mi me caiga bien es suficiente.

— Esto es tan ilógico.

— Es mi decisión, no tuya. ¿O acaso ahora todos los que quieran ser mis amigos tienen que pasar una prueba contigo? Eso sí es ilógico.

Al no obtener respuesta de su parte, hago la siguiente pregunta.

— ¿Por qué, Nahuel... por qué lo golpeaste?

— Mira, Flor, yo sé que estuve mal, pero él también tiene un poco de culpa. ¡Él quiso sacarme los lentes! Y se comporto como si ustedes dos tuvieran algo secreto.

— Eso tiene un poco de verdad —argumenta Leonel, desde el sofá. 

— ¡Tú callado! —lo señalo con mi dedo indice, y él vuelve a colocarse el hielo, mirando el suelo—. Y tú, realmente no entiendo como pensaste que con una golpiza ibas a solucionar nada.

Nahuel acorta la escasa distancia que nos separa.

— ¡TE QUIERO PARA MI! ¡¿ESO ES MALO?! —se aclara la garganta al percatarse de que acaba de gritarme—. Puedes decirle que se vaya, esto no le concierne.

— Tiene razón, mejor me voy —dice Leo, levantándose.

— ¡NO! Es mi casa, yo decido quien se queda y quien se va. Y tú, tienes una peculiar manera de demostrar que me quieres.

Mi amigo vuelve a sentarse, pero su incomodidad se reflejaba en su cara. Y mi vecino tensa la mandíbula al no conseguir lo que quiere.

— ¿Acaso los sentimientos vienen con un manual o algo así? Toda mi vida... —Nahuel parece dudar de lo que va a decir a continuación, pero niega con su cabeza y suspira—. Agh, ya sabes que no tuve el mejor ejemplo de amor al prójimo en mi hogar. Nadie me enseño como querer. Pero tú deberías entenderme mejor que nadie. Si tu amas a alguien, ¿los golpeas como tus padres hicieron contigo?

Que diga esas palabras, que revele ese dato que le confié me hacen actuar. Lo empujo con brusquedad, y él retrocede dos pasos por el impacto de mis manos en su pecho.

Siento las lagrimas acumularse en mis ojos, por la frustración que me embarga.

— Yo me voy, Flor, esto es muy personal y es entre ustedes.

Leonel pasa por nuestro lado, pero ninguno le presta atención. No después de la bomba que acaba de explotar en mi cara el estúpido de mi vecino.

— No tenias derecho a decir eso —exclamo con rabia, cuando escuche la puerta de mi departamento cerrarse.

Nahuel no dice nada. Sólo me mira, y me mira. Y eso me pone más nerviosa que sus anteriores palabras.

— ¿Ahora no puedo tener amigos porque eso pone en riesgo la confianza en ti mismo? —inquiero, cambiando de tema—. ¿Y yo qué? ¿No tengo nada qué objetar ante tus celos de mierda?

— ¿No te das cuenta lo raro qué es que él quiera ser tu amigo? —replica en un tono moderado, como si estuviera conteniéndose de no volver a gritarme.

— No tienes idea de nada —espeto con voz cansina—. Yo puedo tener amigos, todos los amigos que quiera. Y era por todo este drama que había decidido en primer lugar relacionarme con nadie. Me costó bastante pensar en Leonel como mi amigo. Incluso contigo, me costó el doble dejarte entrar en mi mundo, por esto —le digo, señalando mi pecho—. Por todo lo que me haces sentir.

— ¿Y crees qué para mi fue fácil? —Nahuel despeina sus cabellos, y me observa compungido—. Yo estaba bien antes de conocerte, mi vida era tranquila, tal como siempre quise...

— ¡Y ahora soy la culpable! —suelto una risa sin gracia, disfrazando de esa manera el dolor que me causaron sus palabras—. Gracias Nahuel, ya entendí lo importante que soy en tu vida.

— ¡LO ERES, MALDITA SEA! ¿CÓMO QUIERES QUE TE LO DIGA!

Siento mis mejillas calentarse y esta vez no era de vergüenza. Odiaba demasiado cuando las personas me gritaban. No iba a pasar por esto. Nunca más.

— ¡No me lo digas! —exclamo, y no me pasa desapercibido la tristeza que tiñe sus facciones—. Si es así como sabes querer, entonces no deseo ser querida, no de esta manera. Pensé que eras diferente, pero eres un...

— ¿Un qué? —me corta, cruzándose de brazos—. Vamos, dilo. No eres la primera, ni seras la ultima.

— ¿De qué hablas?

— ¿Qué soy? ¿Un diablo? ¿Un demonio?

— Yo no iba a decir eso.

Nahuel hace una mueca incrédula, y mueve su mano, indicándome que continuara hablando.

— ¡A ver, pedazo de imbécil! ¿Tú sabes mejor que yo lo qué iba a decir o qué? ¿Otra vez estas usando tus poderes de vampiro? Porque es la única forma de que me expliques como es que sabes lo que voy a decir...

— Sigue, continua, soy todo oídos —se jacta, completamente tranquilo, cuando en mi esta causando la rabieta del siglo.

— ¿Esto te divierte, eh? Entonces, ¿qué estoy pensando ahora? ¿Que quiero darte una patada o una trompada? Porque al parecer tienes el poder de adelantarte a los hechos, seguro que lo sabes, ¿no?

Nahuel sonríe. ¡Maldito sea!, eso me puso más loca todavía.

— ¿No dirás nada? Bien, lo que iba a decirte es que eres un idiota, como los demás. ¿Creíste qué porque me gustas tienes el derecho de elegir mis amistades? ¿De decirme qué hacer? No se qué mierda andas leyendo en estos días, pero no es así como funciona una relación. Un poquito de celos, esta bien, lo acepto. Pero toda esa violencia, y esa actitud de macho alfa posesivo, eso no. Eso no va conmigo.

— ¿Eso es todo?

Su actitud me recordó como era al principio conmigo. Tan frío y distante. ¡Y por algo que no dije! Avance un paso, y él retrocedió dos.

Me mordí el labio inferior de la impotencia. Porque se supone que era yo la que estaba enojada. La que debería ignorarlo y no ponerme a explicar cosas que él no va a tomar en cuenta. Para él, yo iba a decirle ese apodo, ese mote que una vieja bruja le puso cuando era un niño. Y no había nada que pudiera decir que lo haga cambiar de parecer.

— Creo que esta conversación ya se termino, cabeza dura.

— Perfecto, todo me quedo muy claro, Florencia. Me acabas de facilitar las cosas como no te das idea.

Sin decir nada más, se dirige a la puerta. Y aunque sus ultimas palabras no tenían sentido para mi, de repente me sentía devastada. Intranquila. Con un horrible nudo en la garganta. 

¿Cómo acabamos así? Gritando, diciendo cosas hirientes, destrozándonos el corazón. Porque lo quería. A pesar de todo, yo estoy enamorada de él. Y eso lo hacia todo más complicado.

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Porfa, escuchen la canción de allí arriba, que le queda perfecta al capitulo :*

Ya estamos en las ultimas instancias de la primera parte... me voy a llorar al rincón 😭, les dejo esto, porque en breve sale el próximo. 

CAPITULO 33: "Lluvia y corazones rotos"

Este capitulo va dedicado a una nueva vampi-lectora RosyLuna109 gracias preciosa por cada voto, y por tomarte el tiempo de leer a Flor y Nahuel.

¡Hasta el siguiente capitulo!

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