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Capitulo 30

· . ✦  .«¿Por qué fluyen tantas lagrimas? Oye, quédate a mi lado y sonríe... 

Un futuro sin ti es un mundo sin color, lleno de frialdad monocromática...

· . ✦  El lugar que me diste sigue siendo un lugar seguro para mi corazón...

Las sombras del pasado me persiguen una y otra vez...✦ 

Tus ojos son tan coloridos... Ser amado, para amar...· . ✦

  ✦ Me convertiré en tus ojos, por la aventura que nos espera...

Incluso la oscuridad que vemos es tan hermosa. 

· .   ✦Quiero que confíes en mi. Mirarte directamente solo a ti, para que no te vayas a ningún lado... 

Tus ojos vigilantes son tan coloridos. · .✦   .

Tú me enseñaste que algún día esa tristeza nos unirá, tus ojos me lo dicen.»

· . ✦ -Your eyes tell by BTS.✦ 





En un momento estoy tragándome las lagrimas que amenazaban con desbordar todo mi autocontrolor, y unos segundos después dormitaba apoyada en el hombro de Nahuel.

Él me despertó sacudiéndome levemente cuando llegamos y el motor del auto estaba apagado. Nadie dijo nada, y bajamos del vehículo. Pero no habíamos dado ni un paso cuando escuchamos que su hermano salia del auto y se acercaba a nosotros. 

— Nahuel, ¿podemos hablar? —pronuncio Gaston a nuestras espaldas.

Mi vecino bufo por lo bajo, pero se notaba la tensión en su mandíbula.

— No tenemos nada que hablar —dijo, sin mirar a su hermano.

A pesar de las ganas que tenia de regresar a mi departamento, lejos de ellos dos, sentí la necesidad de que al menos ellos pudieran limar asperezas, quizás era la oportunidad de que Nahuel descargara todo lo que llevaba adentro con una de las personas que le hizo daño en el pasado.

— Habla con tu hermano, Nahuel —inquirí, tocando su brazo. 

Él se alejo, y desvió su rostro al mio, esa era mi única manera de saber que me miraba.

— ¿Cómo me pides eso? No sabes lo que ese tipo hizo, lo que dejo que me pasara —entonces mira hacia atrás, hacia su hermano, y regresa la vista a mi—. En ésto no te metas, Florencia, porque no sabes nada...

— ¿Qué no sé? —espete, interrumpiendo sus palabras. De repente me sentía tan enojada de que me trate así. Encerré en un puño la tela de su campera, atrayendo su cuerpo al mio, de manera que no le iba a permitir alejarse—. Lo sabemos todo el uno del otro. Me lo contaste, ¿recuerdas? Me dijiste lo que tu hermano te hizo. En este caso, lo que no hizo para defenderte cuando lo necesitabas. A estas alturas, nos conocemos demasiado, y eso me da el derecho a aconsejarte. Tú decides qué hacer con eso, yo no puedo obligarte. Pero no vengas a decir que no me meta, por supuesto que lo haré. Si vas a comportarte como un idiota por todo lo que acaba de pasar, recuerda que soy tu amiga, o algo así. No soy tu enemiga, así que conmigo no te desquites. Cuando te calmes me buscas.

Sin más preámbulos solté su campera y camine lejos de mi vecino. Una sola vez escuche que decía mi nombre, pero seguí caminando. No quería ser participe de uno más de sus desplantes, que nos llevaban a lo mismo. Él se disculparía, quizá lo perdone, pero tiene que pensar bien lo que va a decir antes de hablar. Tal vez no sea un buen ejemplo de esto, ahora mismo sólo estoy muy agotada. Antes de llegar a la esquina, mire atrás una sola vez, y Nahuel y su hermano estaban hablando, eso al menos me reconforto de cierta manera.

Apenas llegue al pequeño vestíbulo del edificio, el señor Omar y su hijo me saludaron de forma diferente. Julio solamente levanto su mano, pero su padre se acerco a besar mi mejilla, y su entusiasmo no me paso desapercibido.

— Florecilla, que bueno que te encuentro —comenzó a decir, mientras nos dirigíamos al ascensor —. Hace un rato fui a buscarte porque tengo que darte una buena noticia.

— Eso es genial, necesito buenas noticias —le respondo, sonriendo lo mejor que podía. El señor Omar y Julio entraron conmigo al ascensor, pulsando el botón del quinto piso en el tablero.

— Uh, ¿qué paso, niña? ¿Quieres contarme? —pregunta, y su ceño fruncido me parece adorable, su rostro se había arrugado ante la preocupación que revelaba sus facciones.

— Nada, abuelito Omar, no se preocupe que se me pone viejito —ambos reímos. Sé que él adora que le diga abuelo, pero aún así, su expresión angustiada no había cambiado, entonces decido enfocar su atención en otra cosa—. ¿Y cuál es esa maravillosa noticia?

— Ah, si —reacciona de inmediato—. No se si te había contado que estamos remodelando la terraza para que sea apta y segura para todos los inquilinos.

Las puertas del ascensor se abren en mi piso, y el señor Omar engancha su brazo al mio y hace señas a su hijo con la mano, diciéndole que después subía a ayudarlo.

— Creo que alguna vez me lo mencionó —miento porque, en realidad, no lo recuerdo. Y no quería quedar como la tonta que se olvida de todo.

Nos detuvimos en mi puerta, y tenia tantas ganas de entrar antes de que Nahuel apareciera por el pasillo, pero me abstuve de no ser grosera con don Omar, que se veía tan emocionado por seguir con la charla.

— Un día como hoy, hace noventa años, fue la inauguración de este edificio —comienza a relatar, y sus ojos verdosos brillan, como si estuviera conteniendo lagrimas de entusiasmo—. Es una historia tan linda, que contaremos junto a mi esposa cuando más tarde te unas a la celebración que haremos en la terraza, ¿estarás ahí, pequeña Florecilla?

Lo que quería en esos momentos era acurrucarme en mi cama, y no salir de allí hasta mañana. Pero no me podía negar a ese hombre y su petición amable. Ademas, apenas había probado bocado en la casa de los padres de mi vecino. Y algo me decía que en dicha celebración podría saciar mi estomago vacío.

— Por supuesto, abuelito, no me lo perdería por nada del mundo —le respondo, y él me indica que la celebración comienza dentro de una hora.



Después de cambiarme de pantalón a uno mas cómodo, pues el que tenia puesto era tan ajustado que apenas circulaba la sangre en las venas de mis piernas, y llorar por unos minutos en la soledad de mi habitación, estaba lista para subir a la terraza. No sabia nada de Nahuel, y lo agradecí. Necesitaba ese escaso momento en soledad. Su familia fue un trago amargo que todavía sentía el mal sabor en mi garganta. Tan prejuiciosos y despectivos, que solo quería borrar de mi sistema todo lo ocurrido en esa casa.

Me afecto más de lo que podía admitir sus desplantes. Me consideraba una persona dura, que nada hacia sucumbir mi estructurada vida, mis planes, y todo lo que quería ser, y desear. Pero una vez más, los fantasmas del pasado me perseguían, me volvían a recordar las palabras hirientes de mis padres. Y eso era algo que supuse que tenia superado. Pero, al fin de cuentas, no soy un robot sin sentimientos. Sólo soy una adolescente que tuvo que enfrentarse a una vida de adultos antes de tiempo.

El edificio era pequeño, contaba con cinco pisos, y yo vivía en el tercero. Entonces decidí no usar el ascensor y subir directo desde las escaleras desoladas para no tener que cruzarme con nadie. Si bien, eran pocas las personas que vivían en el antiguo edificio, a la mayoría las conocía de vista por haberlas cruzado en el vestíbulo, o en el ascensor.

Al llegar al ultimo piso, en el fondo del pasillo estaba la puerta que conducía a otro tramo de escaleras y, finalmente, a la terraza.

Lo primero que sentí al poner un pie en ese espacio totalmente abierto a la intemperie, fue el frescor de la tarde. Apenas eran las cinco, pero ni el sol ayudaba con el frío otoñal que calaba mis huesos. Me arrebuje en mi campera, y camine hacia la pequeña aglomeración de personas que estaban cerca de los dueños del edificio.

La terraza era amplia y limpia. Un muro de un metro nos resguardaba de no sentir el vértigo por estar en semejante altura. Plantas y flores adornaban las esquinas, incluso un pequeño árbol estaba situado en una gran maceta, casi en el centro. Admiraba la decoración de luces doradas que pendían de un techo improvisado con fierros de metal entrecruzados, aparentando ser estrellas titilantes. Debajo de las luces estaban reunidas las personas, algunas sentadas en bancos de madera, y otras cerca de una mesa extensa donde desde aquí podía ver que estaba repleta de comida. ¡Bingo! Justo lo que necesitaba.

Salude a las señoras Guzmán, dos hermanas de la tercera edad que vivían juntas en el primer piso. Despeine el cabello de Hernan, el pequeño hijo de los Medina, que vivían en el segundo piso. Les dije "hola" a Viviana y Rita, dos amigas treintañeras que tenían un negocio de ropa juntas, ellas eran vecinas de los Medina; a un chico de veintitantos que nunca recordaba su nombre, era amigo de Julio, y él vivía en mi piso; a Rocío Perez, una maestra de primaria muy simpática que vivía en el ultimo piso. A medida que me iba acercando a la mesa de aperitivos, caí en la cuenta de quien faltaba. 

Antes de preguntar por él, atiborre mi plato con empanadas de carne, y unos preciosos, apetitosos sándwiches de miga. Se me caía la baba, eran mis favoritos. Me acerque a Julio, que estaba hablando con Rita, o más bien escuchándola, ella era muy intensa. Apenas te dejaba responderle, que ya estaba contando otro chisme de las clientas de su tienda, o si nadie estaba cerca, de sus vecinos. 

— Julio —dije solamente su nombre, que él ya me estaba agarrando del brazo, disculpándose con Rita. Me llevo hacia una de las esquinas donde estaba esperándolo su amigo, que todavía no recordaba como se llamaba—. ¡Ay! ¿Era necesario ser tan bruto?

— Obvio si. Gracias, niña. ¿Querías algo? —cuestiona, robándome uno de esos sanguchitos gloriosos de mi plato. Entrecerré mis ojos, queriendo asesinarlo con la mirada, pero él no se percato de mi furia contenida.

— ¿Y Nahuel? —pregunte, porque estaba a nada de golpear a un adulto con aires de roquero frustrado.

— ¿Quién? 

— Nahuel, mi vecino, ¿lo invitaron?

Julio parece no escucharme, su mente debe estar haciendo cortocircuito al pensar tanto tratando de recordar si lo había hecho o no.

— Me parece que... tenia que hacerlo... pero lo olvide —suelta, e intenta otra vez robarme otro bocadillo, pero soy más rápida y alejo el plato de su alcance.

— ¿Te olvidaste, eh? —inquiero, sonriendo con maldad—. A mi también se me va a olvidar darte el numero de cierta mujer despampanante que quieres cortejar. 

— No, espera... no quise decir que lo olvide... pero, Florencia, ¿quién mierda en esta época usa la palabra "cortejar"? —exclama, mofándose de mi con su amigo, entonces me alejo de esos supuestos adultos, buscando donde sentarme.

Me sentía mal porque Nahuel no supiera nada de la celebración. Me gustaría que estuviera conmigo, a mi lado, entonces no me sentiría tan estúpida, sentada en ese banco, comiendo mientras todos hablan entre si animadamente. Podría sumarme a sus charlas, y seria bien recibida, pero no era lo que quería. Quería a mi Vampi-Nahuel a mi lado. ¡Al carajo su familia! Después de meditarlo, decidí que, sin importar todo lo que sentí esta tarde, lo mal que me sentí, necesitaba a Nahuel a mi lado. Era más profundo y menos dependiente que una necesidad. Era el sentimiento puro y claro de "querer estar" con una persona porque sí. 

"Estoy en la terraza, hay una celebración, mucha comida... y yo. ¿Vienes?"

Escribí en un mensaje, y espere. Unos minutos después me llego su respuesta.

·Vampi-Nahuel❤️·

"Es una oferta que no puedo rechazar, sobretodo por el tercer motivo. Pero voy a esperar que baje un poco el sol, ¿esta bien?"

Su mensaje me hace sonreír como tonta. Le envío un simple emoji de una carita sacando la lengua.

— Gracias a todos por estar con nosotros, celebrando este aniversario que nos trae tantos recuerdos —comienza a hablar el señor Omar cuando ya iba por mi segundo plato de sándwiches, y cada uno estábamos sentados en los bancos—. Algunos de ustedes son incluso tan viejos como yo, y nos conocemos desde que eramos niños.

"Hace noventa años, mi padre regresaba al país, con su joven esposa española. Él vivió casi toda su infancia en Madrid, tocando el piano en los hoteles donde la gente adinerada pasaba sus vacaciones. Todavía recuerdo la historia de como se conocieron —el señor Omar parece estar a punto de derramar algunas lagrimas, pero una caricia de su esposa hace que suspire y aclara su garganta—. Él contaba tan bien su encuentro, que espero estar a la altura. Era poético, como un cuento de hadas. Mi padre, Rafael, era un experto pianista que se ganaba la vida haciendo lo que más amaba en el mundo. Mis abuelos habían fallecido tras una fiebre contagiosa que había asolado la región, dejando a mi padre solo y desamparado en un país donde no conocía a casi nadie. Fue una noche, que Tristesse de Chopin había dejado a más de un adinerado español boquiabierto por su destreza. Entonces la vio. A mi madre. Soledad Sáez Velasco, con un vestido azul, caminaba hacia una de las mesas cercanas donde estaba el piano. Mi padre cuenta que esa noche apenas pudo concentrarse después de ver a mi madre, porque sus ojos no dejaban de mirarse. Ella tan hermosa, lo había dejado embelesado por su belleza."

El señor Omar señala un cuadro que no sabia que estaba ahí. Tuve que acercarme para poder observar mejor a la pareja feliz, una enorme fotografía del día de su boda.

— Su relación comenzó con turbulencias. Mis abuelos no aprobaban a mi padre. Después de verse a escondidas durante un tiempo corto, y al ver que mis abuelos no iban a ceder, se casaron en secreto y huyeron en barco hasta llegar aquí. En Argentina, les costó forjarse un camino, mi madre vendió las pocas joyas que había traído consigo, y con ese dinero compraron este lugar. En esos momentos, tan solo era un edificio destruido que necesitaba muchas reparaciones y cariño. Pero juntos lo lograron. Desde niño, amaba cuando me contaban su historia. Entonces deseaba un amor así. Un amor que empiece con una mirada, una mirada que lo confiese todo...

El señor Omar siguió hablando, relatando las aventuras de sus padres. Quienes estaban frente a mi, inmortalizados en la imagen del cuadro. Un hombre de bigote pintoresco, y a su lado una mujer de mediana estatura, sonreían con felicidad, con amor. No podía saber de qué color eran sus ojos o cabello, ya que la foto estaba en blanco y negro.

Sus ultimas palabras me habían impactado. Una persona apareció en mi mente, tan de repente, que por momentos tuve miedo, pero en el fondo entendía el motivo.

Yo, Florencia Belen Flores, me estoy enamorando de Nahuel, mi vecino el no-vampiro.

Un extraño cosquilleo me acaricio la nuca, una certeza de que alguien tenia sus ojos en mi espalda. 

Al girar sobre mi eje, allí estaba él. Como si la confirmación de mis sentimientos lo hubiera llamado a gritos.

Nahuel estaba recostado en el muro, en una esquina oscura del patio de la terraza. El sol escabullía su esplendor al otro lado del mundo, tiñendo el cielo de diferentes tonos de naranja, amarillo y rojo. Rojo. Como los ojos de mi vecino.

Deje mi plato vacío en un banco, y lentamente me acerque a él, sin dejar de mirarlo. Yo sé que Nahuel también tenia puesto sus ojos en mi. Lo sabia, porque lo conocía.

Cuando llegue a su lado, imite su postura, y apoye mis brazos en el muro. 

Él... se despojo de sus lentes.

No hicieron falta palabras, porque una mirada lo confesó todo.

Sin planearlo, sin pedirlo o exigirlo, Nahuel posó sus manos en mis mejillas, y tan delicado y parsimonioso como es él, me beso.

Un beso dulce, lento, sin prisas. Sus labios suaves, presionaban los míos, una vez, otra y otra. No sabia que hacer con mis manos, así que las apoye en su pecho, retorciendo la tela de su campera negra. Nahuel desliza sus manos, acariciando mi rostro, mis hombros, recorriendo mis brazos, hasta terminar en mi espalda. Un abrazo que acerco nuestros cuerpos aún más.

Entonces, me atreví a seguir el ritmo de sus labios, y eso lo animo a profundizar el beso, a intensificar la presión, y a abrir nuestras bocas, para experimentar por primera vez en mi vida como era un beso francés.

Y me derretí por dentro, desde mi vientre, hasta mi corazón.

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¿¡Tanto escándalo para este capitulo corto!? ¿En serio, Gaby? jaja.

Bueno, bueno, que tuuul, ya se besaron estos niños, por fin.

Okeey, sin más preámbulos, espero les haya gustado, si el capitulo esta corto, no era mi intención, quería hacerlo más largo, pero así nomas se va a quedar. Por el bien de mi salud mental y mis ganas de dormir.

Ah, la canción del inicio la elegí porque va perfecto con el capitulo. Me gusta esa banda, por sus letras, de todas formas, si a ustedes no, entonces no la escuchen. Por eso dejo una parte traducida al inicio, para que sepan porque seleccione la canción, cual parte relaciono con el capitulo. En fin, quería aclarar esto.

Recuerden que pueden hacerle preguntas a los personajes.

Y miren esto: El Nahuel. jaja

Y la flor.

No suelo usar personas de carne y hueso, pero son lo más parecido que encontré a la imagen de ellos que tengo en mi mente. Ustedes se los imaginan como quieran.

Estos mockups lo hizo CIARA-LEE gracias, te olvidaste de poner tu marca para darte los créditos.

Bueno, me largo...

Ah, no. Este capitulo va dedicado a una nueva lectora que ha dejado sus lindos votos en la historia. wendy_biersack mil gracias por leer y tus estrellitas.

(6:34 a.m a esta hora ni debería ir a dormir)

;)

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