Capitulo 27
Una alarma resonaba por cada recoveco de mi adolorida cabeza, incrementando el punzante dolor en mis sienes. Me tape la cara con una almohada, pero el sonido no cesaba por más que quisiera ahogarlo.
Suspire, y el aliento de mi boca me dio arcadas. ¿Qué tanto había tomado ayer?
«— ¿Cuánto carajos ha bebido para terminar así?»
El recuerdo de su voz fluyo distorsionado por unos segundos. Me concentre en esa escena, para intentar hacer memoria de lo que paso el día anterior.
«— No tanto, créeme. Antes hemos bebido más, pero no suele ser tan intolerante »
«— Agh —bufo Florencia, con expresión indignada, mientras Andres me arrastraba a mi sillón—. Encárgate de que se dé un baño, ahora regreso, tengo que poner en remojo mis pantuflas, y limpiar la porquería del pasillo.»
Lentamente aparte la almohada de mi cabeza, y me senté en la cama. Abrir los ojos nunca me había costado tanto. Pero el movimiento de mi tórax tuvo un efecto inmediato. Mi estomago comenzó a arder. Tropezando varias veces, logre llegar al inodoro.
Después de tardarme lo necesario para eliminar un poco la indigestión, me cepille los dientes, enjuagando dos o tres veces mi boca en la oscuridad del baño. Entonces otro flash apareció en mi memoria.
«— Necesito que me ayudes, hermano. Ya deja de arrastrarte —implora Andres, intentando llevarme hacia la ducha.
Pero el baño es pequeño, y acabamos ambos en el suelo. Yo no paraba de reírme, mientras él soltaba insultos entre dientes.
— Por tu culpa mi Florcita se fue. ¿Por qué no la detuviste? —le reclame, con palabras atropelladas.
Andres sólo me miro con furia e hizo oídos sordos a mis reclamos. De un jalón, me empujo dentro de la ducha, con ropa y todo.
— Voy a buscarte ropa, y es lo ultimo que haré por ti, cabrón. Esta es la ultima vez que accedo a acompañarte en tus rituales auto-superadores de mierda.»
Mire alrededor, pero no había indicio de ropas mojadas en ninguna parte, la ducha estaba seca. Y sólo mi demacrada cara era testigo de todo lo ocurrido anoche.
¿Qué desencadeno este arrebato alcohólico? Una señorita enojona siendo muy cariñosa con el insoportable del hermano de Malena. Esa chica... agh... ¿no era suficiente castigo aquellas palabras desestimando mi forma de demostrarle que me moría por besarla? Al parecer no. De todas formas Florencia no lo habrá hecho con esa intención, eso de abrazar a Leonel, porque ni siquiera sabia que yo la estaba mirando. Pero dolió.
Esto de los celos es algo completamente nuevo en mi. Jamas pensé que seria de esa clase de persona que siente dolor en el pecho cuando el motivo del latir desenfrenado de su corazón posa su mano inocentemente en la mejilla de otro chico. La clase de persona que se siente inseguro de sí mismo cuando no tiene toda la atención de la chica que se roba tus suspiros...
¿Robar? ¿Ladrona? Esas palabras despiertan otras escenas en mi mente, que hubiera preferido borrar de mi sistema.
«— Yo lo haré —pronuncia con cansancio Flor anunciando su llegada a mi departamento.
Andres me obligaba a cepillarme los dientes, después de que me hizo salir de la ducha. Apenas pude asearme correctamente, pues el piso resbaladizo no fue de mucha ayuda. Mi amigo pelirrojo me alcanzo unos boxers, camiseta y unos pantalones de tela fina. De solo verlos, me estremecí de frío, pero no tenia derecho a quejarme. Eso me dijo Andres.
Mientras él luchaba con el cepillo de dientes a centímetros de mi boca, Florencia se lo arrebato de la mano. Una sola mirada a su rostro basto para calmar mis movimientos infantiles. Ella estaba enojada.
No.
Florencia estaba furiosa.
— Gracias, cartuchera —pronuncio Andres, abrazándola con alivio. Ese gesto me hizo fruncir el ceño en su dirección, pero él me ignoro—. Perdón por dejártelo así, pero ya se me hizo tarde, y mis padres son unos jodidos granos en el culo cuando rompo alguna de sus reglas de convivencia.
Flor agito su mano, restandole importancia. Y cuando él se fue, palmeando mi hombro, ella se acerco hacia donde estaba yo, sentado arriba de la tapa del inodoro.
— Te voy a decir lo que haremos ahora —ante sus palabras, las comisuras de mi boca se elevan, pero ella frunce aún más el ceño—. Oh, no. Nada de sonrisas. Estoy cansada, muy cansada. Así que, te cepillas los dientes, te vas a dormir, y damos por terminada toda esta escena de mierda.
Quería replicar, iba a hacerlo, pero sus ojos fatigados me detuvieron. Hice todo lo que me pidió, con una boba sonrisa en mis labios.
Al salir del baño, ella señala mi cama, pero antes de que piense siquiera en rechazarme, agarro su mano y la acerco a mi cuerpo. Tenia que aprovechar mi estado de irracionalidad, pues sobrio no me animaría a hacerle ciertas preguntas.
— ¿Por qué estabas con él... justamente con él? —exclame, admirando las pecas doradas en el puente de su nariz.
—No es un buen momento para hablar de esto —espeta ella, soltando mi mano y alejándose—. No estas en condición de reclamarme nada, pues mañana olvidaras todo. Tampoco tengo que darte explicaciones de lo que hago con mis amigos.
— ¿Amigo?
— Sí, amigo. Y ahora... —Flor vuelve a señalar la cama, y se aleja dos pasos más en dirección a la puerta.
— No —le digo tercamente.
— ¿Cómo que no?
— Quédate conmigo —le pido, haciendo puchero con mis labios—. Un ratito, por favor.
Ella lo piensa, tanto que aumenta la esperanza de que acceda a mi petición. Entonces se cruza de brazos y niega con la cabeza.
— ¿Qué tengo que hacer para que digas que sí? —imploro, sin importar sonar desesperado—. Ya se, te voy a cantar, no eres la única con talento aquí.
Florencia por unos momentos sonríe, pero vuelve a su expresión de enfado.
— ¿Cómo era...? —pienso por unos segundos, rascándome la nuca. Me aclaro la garganta, y canto lo primero que se me viene a la cabeza, tarareando las partes que no recuerdo—. "Tataratara... eres el aire que respiro, eres todo para mi... me robaste el corazón, me llenaste de ilusión..." —me acerco a ella, y agarro su mano, depositandola en mi enloquecido pecho—. "Eres el aire que respiro, eres todo para mi. Mi amooor, mi gran amooor... eh, mi Florcitaaa".
Lo ultimo lo acababa de inventar, así no iba la letra. Pero un vistazo a ella, y logre lo que quería. Florencia ríe tan fuerte que tiene que agarrarse del estomago. Se burla seguramente, pero me tiene sin cuidado.
— No te rías de mi serenata, me rompes el corazón —inquiero, con fingida indignación.
— Eres tan cursi —me dice, secando una lagrima de sus ojos.
— Y tú una experta hurtadora de suspiros.
Me encojo de hombros, y ella suspira sonoramente.
A continuación, sin soltar mi mano, me dirige hacia mi gran cama.
— Sólo un ratito, borrachín.
— No pido más.»
En mi mente no cabía la posibilidad de que todo eso que recordaba fuera real. A trompicones salgo del baño, y me acerco a mi cama. Ahí están las pruebas. No suelo usar todo el espacio, siempre arrugaba un solo lado del colchón. Pero ahí se notaba claramente que dos personas se acostaron.
Me senté en la cama, y agarre la almohada donde Florencia descanso su cabeza. Y sí, tenia su perfume. ¿Cómo pude ser tan... atrevido? No me perdonaría nunca esta impulsividad. Quería disfrutar de cada momento del enamoramiento con ella, pero esto es pasarse todos los primeros pasos.
¿Habremos hecho algo de...? No. Ella es inteligente, mucho más que yo.
El sonido de mi celular me saca del trance del arrepentimiento. Tenia 20 mensajes nuevos. Me vuelvo a tirar en mi cama, y los reviso, aunque la pantalla del aparato me este matando lentamente.
Al abrir la aplicación, hay tres conversaciones sin leer. Mi mamá, Andres y Florencia. Decidí que los mensajes de mi vecina los iba a dejar para lo ultimo, ya que la mayoría eran de ella.
·Dos mensajes de Mamá·
¡Hijo, me alegra que hayas decidido venir a mi fiesta! Estaré esperándolos, ¡ya me muero por conocer a Florencia! (22:38)
💖 (22:38)
Casi me caigo de la cama al leer su mensaje. Entonces deslizo la pantalla para enterarme de que carajos me esta hablando.
¡MAAMITAA! MAÑANA VOY A TU FIESTA, LLEVARE A MI NOVIA, NO EMPIECEN SIN NOSOTROS. TKM 💏 (22:14)
Porque ella no se dio cuenta que no estaba en todos mis sentidos al escribir eso, no tenia idea. Primero, no escribo todo en mayúsculas. Segundo, no uso abreviaciones de esa manera. Tercero, no le hablo así, ni uso emojis. Se nota que no hablábamos mucho por mensaje.
¡¿En qué me había metido?!
El mensaje de Andres era uno sólo y lo leí rápido.
·Andres·
Estás vivo??? Espero sea la ultima ves que me llevas x el mal camino. No sabes el sermon que me tuve que awantar x tu culpa, me debes 1, malamigo 👀 (09:15)
En otras circunstancias le hubiera respondido de inmediato, corrigiendo sus faltas de ortografía sólo para molestarlo. Pero me esperaban todos los otros mensajes de Florencia.
16 mensajes.
·Flor🌷 ·
¿Estás despierto? (08:46)
¡Nahuel! (08:49)
Puse la alarma en tu celular, supongo que ya la escuchaste... (09:01)
⏳ (09:02)
¡Tic, toc! El tiempo corre... (09:05)
Si no estas levantado, se nos hará tarde. (09:08)
Te conviene estar preparado cuando vaya a tu departamento. (09:12)
😠 (09:12)
Hablo en serio... bueno, escribo... (09:13)
😡 (09:16)
¡NAHUEL IAN ACOSTA! EN VEINTE MINUTOS ESTARÉ LISTA, ESPERO QUE TU TAMBIÉN LO ESTÉS. (09:21)
👿 (09:21)
Me estoy enojando... (09:33)
🔪 (09:34)
💣 (09:34)
🔫 (09:34)
¿Se nota? (09:35)
Oh, ya te vi en linea, por qué no respondes??? (09:42)
El ultimo lo había recibido mientras leía todos sus mensajes. Florencia sabia de ese mensaje que le mande a mi madre. ¿Se lo habré dicho yo? Indudablemente.
No le respondo, porque en el instante en que estaba escribiendo, escucho que alguien entra a mi departamento.
Sé que es ella. Me acomodo en mi cama, tratando de lucir lo más calmado posible. Pero toda la preparación mental a la que me sometía, no pudieron con la imagen que se presento de mi vecina en el umbral de la puerta.
Ella se veía... hermosa. La recorrí con la mirada, me llene de su presencia, y mi pecho se calentó. Esa emoción indescriptible que sólo me sucedía con ella. Se notaba que se había arreglado para la ocasión. Jeans ajustados, suéter de cuello alto color crema que acentuaba el dorado de su piel. Un saco que no le había visto antes. Ella solía abrigarse tanto con sudaderas gigantes, que le llegaban a la mitad del muslo. Su cabello suelto, su rostro levemente maquillado, pero sonreí al notar que no ocultaba sus pecas.
— ¡Ya llego la ladrona! —exclama, abriendo los brazos, demasiado alegre. Al notar mi ceño fruncido, ella añade— ¿Qué me miras así? Anoche me decías todo el tiempo que te había robado el corazón. Eso me convierte en ladrona —de repente ella me mira de arriba abajo—. ¿Es en serio, Nahuel? ¿Todavía no estas listo?
Parpadeo en su dirección, enfocándome en sus palabras.
— Yo... ¿qué?
— Anoche me dijiste que íbamos a ir al cumpleaños de tu madre... ¿no lo recuerdas?
— ¿Qué? —volví a preguntar como estúpido.
— ¿No recuerdas nada de lo que paso anoche? —dice ella, sorprendida, sus ojos demasiado abiertos, y llevándose una mano a la boca.
— Muy poco —respondo, y me acerco a ella, tan despacio. No se porqué, pero temo por mi vida en estos momentos.
— Anoche... pasaron tantas cosas... y tú lo olvidaste —exclama medio sollozando, ocultando su cara detrás de sus manos.
— Florencia, dime que nosotros no... que tú y yo... mierda —me paso los dedos en mi cabeza, completamente frustrado por lo que ella intenta decir.
Entonces mi vecina descubre su rostro, una media sonrisa adorna su boca, y sus ojos destellan maldad pura.
— ¡Caíste! —y comienza a reírse.
No se como reaccionar. Si enojarme o sentirme aliviado. O ambos.
— Y ahora, rapidito te preparas, que tu desayuno esta casi listo. Y no me hagas enojar, Nahuel, que con el numerito de anoche tuve suficiente.
— ¿Qué numerito? —inquiero, arrugando el ceño.
— La serenata, y todas las cosas bobas que me dijiste. Ay, pero que tierno resultaste ser. —responde, y sale del cuarto, dejándome con la certeza de que algo más me estaba olvidando.
Mientras busco en mi armario, otro flash se presenta. Y casi me caigo adentro del mueble.
«— Eres tan hermosa, eres una cosita tan preciosa, amor —dije, abrazando su cuerpo, rompiendo la barrera de almohadas que ella había puesto.
— ¿Amor?
— ¿Te molesta? ¿Es demasiado?
— No se —responde, acariciando mi mejilla con la palma de su mano—. Sólo que no es algo que me dirías si estuvieras sobrio. Así que, prefiero no escucharlo en absoluto.
Florencia esconde su rostro en mi pecho, y se queda dormida. Escucho sus ronquidos, y pasa un tiempo hasta que yo mismo caigo en la inconsciencia.»
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Les entrego este capitulo, con mucho dolor. Otra vez me había pasado de tener el capitulo listo, pero un error de ultimo momento, me lo borro completo. Seguro esta lleno de fallas e incoherencias, pero es lo que pude recordar de lo que tenia escrito. Ojala les guste, aunque sea un poquito.
Adelanto del próximo capitulo: "En la casa de los Acosta"
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