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Capitulo 24

Presten atención, queridisimos lectores. Ahí arriba, ¿ya lo vieron? Es un Booktrailer que le hicieron a nuestro Vampi-Nahuel. Cortesía de Star_Group y su talentosa integrante Damebipolaire les quedo fantástico, muchas gracias.

Ahora si...

Hay momentos en la vida sin retorno. Una vez que cruzaste ese limite que impusiste por cobardía, por temor, no hay vuelta atrás.

Estoy irrevocablemente enganchado a Florencia. Aunque quisiera retroceder, arrepentirme, o no volver a saber de ella, era algo inadmisible en estas instancias. No creo posible respirar con normalidad si ella se aleja. Su presencia calienta mi pecho, me tranquiliza y de igual manera me hace sonreír como tonto. Es un sentimiento que estaba seguro solo existía en los libros.

Es un sentimiento que pensé que nunca tendría la oportunidad de experimentar. No con todo lo que conllevaba tener una relación con alguien como yo.

Después de ver sus cicatrices, las mías quedaron en segundo plano. No se comparaban, pero eso no significa que sufrí menos. Ambos estábamos lastimados, marcados. Lo llamaría Destino, pero no quiero sonar patético. Aunque después de mirarla por varios segundos, escuchando como parloteaba sin cesar entre mordisco y mordisco... Bueno, no me parecía tan patético pensar que teníamos que encontrarnos.

Era casi mágica su manera de sobreponerse ante todo lo dicho hace unos minutos atrás, como si esa conversación no hubiera existido. Ahora me contaba sobre sus travesuras, que no fueron muchas, anécdotas vividas con su primo, las enseñanzas que aprendió de su abuela. Pero ningún episodio traumatico, como si necesitara reemplazar sutilmente sus palabras anteriores.

Su mirada se cruza con la mía por unos instantes, y puedo ver claramente como sus mejillas comienzan a colorearse. Adorable.

— Lo siento —dice, limpiándose la boca con una servilleta— cuando empiezo, no paro. Ya te había advertido.

— Y yo también te dije que me gusta escucharte.

Una sonrisa de su parte, y ya me tenia a sus pies. Esto me causaba un poco de miedo, no voy a negarlo, pero la curiosidad de ahondar más en este nuevo sentimiento triunfaba contra eso.

— Sí que eres raro.

Estaba por responderle, pero el timbrar de mi celular me interrumpe. Al ver quien era, opte por silenciar el aparato. No necesitaba escucharla ahora.

— Deberías atenderla, Nahuel.

—En realidad, no. Estoy ocupado. —respondo, desviando la vista de sus ojos. Pero en un rápido movimiento, ella se atreve a contestar la llamada y pasarme el celular para que hablara.

Mi sorpresa es evidente, Florencia solo susurra una disculpa mientras me hace señas de que responda.

Entrecierro mis ojos, dejandole claro que esto no se iba a quedar así, ella solo se encoge de hombros y sigue comiendo.

—Mamá, no es un buen momento...

— Hijo, ¡Dioses! Hace tanto que no escucho tu voz, mi cielo, ¿cómo puedes ignorarme de esa manera?

— Yo...

— Nahuel, solo llamaba para saber como estas y disculparme por la visita de tus hermanos —Mi madre no me deja hablar, y ahora veo porque me resulta familiar que mi vecina también haga esto conmigo— Yo no los mande, pero ellos insistieron tanto, perdón, perdón... No sabia que Gaston iba a ser tan grosero con Florencia. Cuando la veas discúlpate con ella de mi parte. ¡Ay, mi niño! No sabes cuanto te extraño, quisiera que estés aquí para mi cumpleaños, pero solo si tú quieres, me haría tan feliz...

— Bueno, mamá, eso va a depender de quien este invitado —la corto antes de que siga hablando, pues ya podía percibir el temblor en su voz que anunciaba que estaba por ponerse a llorar.— Estoy con ella ahora.

Florencia me mira confundida, y esta vez soy yo el que me encojo de hombros.

— ¿De qué hablas, cariño?

— Que estoy con Florencia, madre.

— ¿Puedo... puedo hablar con ella? Sólo para disculparme.

Sin responderle, le extiendo mi celular a Flor, quien mira el aparato como si fuera un extraño objeto caído del cielo. Su reacción me resulta cómica, ella es tan expresiva, que puedo saber lo que esta pensando justo en este mismo momento.

Cuando la veo retroceder en su asiento, dispuesta a negarse, me acerco lo suficiente para apoyar el celular en su oreja.

Ella me lo arrebata con una furia exagerada, y me señala como diciendo que después me las iba a cobrar.

— Hola, soy Flor.

La observo mientras hace muecas raras en el rostro.

— No... no es necesario que se disculpe...

Florencia me da la espalda, y se queda callada para escuchar. Al parecer mi madre la ha interrumpido.

— Ya no se disculpe...

Ella se levanta, y la sigo porque me da curiosidad que tanto le este contando mi madre.

Flor se percata de mi cercanía, y me enfrenta, para después empujarme con la palma de su mano, un leve golpe en mi frente. No hago más que reírme de su atrevimiento, pero sigo insistiendo, hasta que veo como toda su expresión se transforma.

Ya no frunce el ceño, ahora sus ojos denotan una maldad pura que solo he visto en ella cuando esta por pegarle a su primo.

— Claro que si —dice lentamente, sonriendo con suspicacia. —Sera un placer, gracias, señora Acosta.

Me cruzo de brazos. Esto no me gusta nada.

—Florencia —digo, pidiendo una explicación, a lo que ella levanta su mano para callarme. Resoplo de frustración.

— No se preocupe, yo me encargo. Que tenga un buen día.

Cuando corta la llamada, se acerca a su silla, caminando jocosamente.

— No —suelto de repente, negándome a lo que sea que este tramando con mi madre.

— ¿No qué? —pregunta, con cara inocente.

— ¿Qué fue lo que...? No me digas que...

Ella señala la silla donde antes estaba sentado, y pienso que es una buena idea seguirle el juego. Necesito estar sentado para lo que sea que tenga que decirme.

— Al parecer estoy invitada a la celebración del cumpleaños de tu madre.

— Yo no voy —espeto rápidamente, guardando mi celular en mi bolsillo.

— No puedo ir sola, voy como tu amiga, tu acompañante, Nahuel, no puedo aparecer sola. —dice, mirando el plato vacío que tiene enfrente.

— Tendrías que haberme preguntado primero, tengo mis razones para no ir.

Entonces ella se gira para enfocarme de frente.

— Es el cumpleaños de tu madre. No parece una mala persona, se oía preocupada por ti. ¿Por qué no irías en primer lugar?

Restriego mi rostro con mis manos, esta situación me supera.

— Ella... bueno, ella no supo defenderme cuando la necesitaba. Y después quiso acercarse a mi, pero ya era tarde. No voy, y es mi ultima palabra.

Florencia bufa por lo bajo.

— Explícame. Cuéntame, y a raíz de eso voy a poder entenderte.

La miro de hito en hito, y me resigno. Así como ella hizo antes, decido mostrarle en vez de hablar.

— Hace frío, pero si no queda otra opción. —me incorporo, despojándome de mi sudadera.

— ¡¿Qué haces?! —exclama, también poniéndose de pie.

No le respondo. Suspiro sonoramente y le doy la espalda. Uno, dos, tres latidos de mi corazón después, me saco la camiseta.

Escucho su exclamación de sorpresa y un leve sollozo de su parte.

Estoy temblando, pero no es por el frío otoñal de la estancia. Hace varios meses que no las volví a mirar. No quise. Pero sé como lucen. Dos cicatrices largas que abarcaban el centro de mi espalda. Dos marcas que me dejaron los latigazos con una fusta. Cortesía de uno de mis tíos, cuando me rehusé por primera vez a no participar en la misa.

Pero no era eso lo que yo quería que ella viera. La marca estaba oculta detrás de la tinta, aunque la piel marcada sobresalía, y eso era algo que ningún tatuaje podía tapar.

Siento que se acerca, y cuando sus dedos recorren ese lugar, tengo la certeza que ha adivinado lo que quería mostrarle.

— ¿Cómo...? ¿Por qué? —balbucea. Y me sorprende rodeándome con sus brazos, apoyando su rostro en mi espalda.

— Yo tenia 12 años. Compartía habitación con Gaston, pero cuando mis tíos me sacaron a rastras esa noche, él no hizo nada. Le suplique, le rogué que me ayudara, pero él solo se quedo mirando, para después volver a la cama.

— La próxima vez que lo vea le daré esa patada que prometí sin avisos — dice entre dientes, logrando que sonriera apenas.

— Desearía estar presente cuando suceda. —aprieto sus manos, y deshago lentamente su agarre. Me encantaría estar todo el día así, pero sí que hace frío.— Flor, necesito abrigarme.

— Claro, claro —dice, sorbiendo por la nariz.

Mientras me coloco rápidamente la ropa, ella busca servilletas para limpiarse las lagrimas. Me arrimo a ella, acortando la distancia, y me atrevo a acariciar su mejilla. Florencia toma mi mano, y la aparta de su cara. La sostiene, observando cada detalle de ella.

— ¿Cómo es posible que pudieras hacerte un tatuaje? Se supone que tu piel es delicada. —su voz es apenas audible, como cuando intentas tragarte el llanto.

— Usaron una tinta especial. Yo... quería borrar esa marca.

— Me gusta, es un tatuaje hermoso.

Otra vez sus mejillas alcanzan ese tono rojizo que la hacen ver vulnerable.

— Mis tíos... ellos tenían preparado ese hierro en forma de cruz. No entendían que hicieran lo que hicieran, no iban a suprimir mis ojos rojos, por mas que me marcaran como ganado, no había demonio... no soy un demonio.

Entonces ella me mira, y puedo percibir la furia en sus ojos chocolate.

— Ellos eran unos demonios, no tu. Una mierda de personas.

— Mi madre, al escuchar mis gritos, quiso socorrerme, pero ellos lo impidieron. La amenazaron. Mi padre se había ido a una conferencia por su trabajo, entonces era el momento ideal para que ellos... ellos —inhale, y solté el aire. Hay cosas que son tan difíciles de contar— Mi madre lloraba, les suplicaba que me dejaran tranquilo, pero mis abuelos no la dejaban avanzar. Ella lo vio todo. Y creo que la culpo por no haber hecho más.

— Y ahora yo me comprometí a asistir a esa fiesta, me siento terrible. No iremos, perdóname, Nahuel.

— No lo sabias. Desde esa noche, mi madre hizo todo lo posible para apurar nuestra mudanza. Después de eso, creo que no volvió a tener la misma relación con sus hermanos, pero no hizo nada, y me hizo prometerle que yo tampoco lo haría. Por temas del escándalo, de preservar la reputación de su apellido, no me dio la posibilidad de defenderme, de denunciarlos, cuando ella no lo había hecho.

— Al parecer tampoco sabia que eras de la realeza —dice, sonriendo a medias— La reputación de un apellido, por dios.

— El lugar donde viven mis padres es más una comunidad, y ellos son bastante importantes.

— Tengo que pedirte disculpas, Nahuel, si hubiera sabido antes...

— No, esta bien. Estoy seguro de que mamá no invitara a esos parientes si cree que voy. —Recuerdo en ese momento algo que ella dijo cuando estaba hablando con mi madre— ¿Y cómo se supone que ibas a hacer para "encargarte" de que yo fuera?

Florencia sonríe mientras se aleja de mi, y evita mi mirada.

— Se dice el pecado, pero no el pecador. Aunque en esta situación si sabes quien es el pecador, pero no cual sera el pecado, y no te pienso informar de mis estrategias —suelta tan rápido, que me cuesta seguir el hilo de todo lo que dice.

— Florencia.

Ella niega con la cabeza, y se aleja dos pasos.

— Florcita.

Ella frunce el ceño, y se cruza de brazos.

Lo que sucede a continuación no lo veo venir, no estaba preparado.

— ¡Oh, mierda! ¿por qué eres tan alto?

De repente, Florencia había avanzado tan rápido, que no me dio tiempo a reaccionar. Ella prácticamente se abalanzo sobre mi, y quiso darme un beso... Pero ni siquiera llego a mi boca. Apenas rozo mi mentón.

— Lo siento, fue un impulso —se disculpa, mientras se tapa la cara colorada con sus manos.

No se si reírme o morirme de pena ajena ahora mismo. Paso mis dedos por la barbilla besada por esos lindos labios, y observo que uno de sus ojos me miran fijamente detrás de sus manos.

— ¿Es así... es así como pretendías convencerme? —pregunto, y me odio a mi mismo por el temblor de mi voz. No soy un niño, ¿qué me pasa?

Florencia suspira, pasando sus dedos por su cabello, tan fuerte que hasta a mi me duele el tirón que le esta dando al cuero cabelludo.

— Puf, ¿qué te digo? Fue lo primero que se me ocurrió, porque en un principio no tenia idea de como iba a hacer para convencerte —exclama, mirando el suelo, la pared, pero nunca a mi. —Y quería hacerlo, para que te voy a mentir.

Entonces decido acercarme, tomando su mentón para que fijara su vista en mi.

— Yo también me muero por besarte, pero no es el momento indicado. —le digo, pero no creo en mis propias palabras. Quería besarla, sin importar en qué momento, lugar o circunstancias.

— ¿El momento indicado? No sabia que existía eso. Lo sientes y lo haces, ¿no es así?

No puedo evitar la sonrisa que florece en mi boca. Que florece, por Florencia. ¿Cuándo me volví tan patético?

— Y ahora me sonríes de esa manera —espeta, retirando mi mano, se aleja para sentarse en la silla, y me mira con reproche.— Eres un... encantador, un conquistador, un... ¡Donjuán! —culmina su acusación apuntándome con el dedo indice.

— Ven aquí. —le digo, poniendo mi mejor cara seria.

— Ahora no. ¡Qué vergüenza!

Me cruzo de brazos, y ella me imita.

— Florencia, vení, por favor.

— Estamos a la misma distancia.

Entonces doy dos pasos, y la señalo indicándole que era su turno de moverse.

Ella se levanta, y se acerca, deteniéndose a unos treinta centímetros de distancia.

— Hasta ahí, no pidas más, Vampi-Nahuel.

La sorpresa de escucharla decir mi nombre de esa manera hace que ella se relaje, pues debe notarse en mis parpados exageradamente abiertos.

— ¿Cómo me dijiste?

— Vampi —dice, extendiendo su mano derecha, y luego de extender la izquierda, agrega:— Nahuel.

Y es su mirada la que me desarma, me rompe y me vuelve a armar. No lo pienso, no lo medito, no lo calculo. Y la tomo de sus mejillas, para arrebatarle el primer beso que nadie le robo.



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¡Oh si, oh si! Dale a tu cuerpo alegría, Macarena, heeey Macarena, Aaaayyy...

Estaba con muchas ganas de ya terminar este capitulo para publicarlo... y llegar al tan esperado beso... o no tan esperado... creo que ya no esperan nada mi. *se va a llorar al rincón*

Buuuenoooo el beso, casi beso, que no sabremos hasta el siguiente capitulo si sera un beso... Pueeees... quizás alguien los interrumpa... o quizá si ya se besan por fin estos dos.

No me odien, les prometo que contaran muy pronto con el próximo capitulo, puuuuessss ya esta empezado... muajajaja. 

(Soy una fuckgirl, soy una fuckgirl, turururu) Jajaja ni yo me creo esto.

Sin más que aportar las dejo con algunas imágenes que encontré por ahí, y que me gustaron.

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Es algo así como me imagino el tatuaje de Nahuel.

(El manchon rojo es porque se notaba su ropa interior, y pues, no me pareció lindo)

Los hermanos de Nahuel:

El odioso ángel mayor



La bella Lili.



El pilluelo Matias.



Bueno, son lo más cercano que encontré a lo que imaginaba de ellos. Me despido, esta vez no con un meme, sino con una imagen que hice de mis personajes con Picrew.



(0:06 A.M -a eso le llamo romper récords, pero la verdad es que estuve todo mi día escribiendo este capitulo, pues ya estoy viejita, necesito la noche para dormir.)

PamelaLopez2003 Quería dedicarte este capitulo, muchas gracias por leer, y por cada voto, mil gracias por darle una oportunidad. 

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