Capitulo 21
Una semana después del apagón, el comportamiento de mi vecino se tornó extraño y confuso.
Hubo días en que sólo me saludaba y el silencio era nuestra absoluta comunicación. No voy a negar que me sentía bien con esto. Pero luego toda su personalidad sufría cambios abismales, eso me incomodaba sin dudar.
De repente, en cada lugar donde yo estaba él aparecía. Se presentaba a mi trabajo, y no solo hablaba conmigo, sino también con mi jefe y su familia. Los carraspeos intencionales de los Suarez me irritaban al punto de querer abandonar la cafetería antes de cumplir con el horario laboral.
Las conversaciones con Nahuel eran placenteras, él es lo suficientemente respetuoso como para no hacer ciertas preguntas sobre lo que paso en el ascensor. En ese sentido, no me quejo. Fueron sus técnicas de conquista lo que me llevo a un estado desconcertante donde me sorprendía lo enojada que me hacia sentir sus acciones.
Ya me había quedado claro que le gustaba, no era necesario encontrar el motivo, darle vueltas al asunto o negarlo.
Quizás en otro momento de mi vida esto me haría saltar de emoción, poner mis mejillas coloradas, chillar como loca porque un chico como él se interesara en mi. Por el momento eso estaba a años luz de mi realidad.
Me sentía halagada. Pero no necesitaba esto. Lo que toda chica quiere, lo que toda adolescente sueña, no es nada que necesito, no ahora.
Flores y bombones. Adoro ambas cosas, aún así no me quedaba extasiada cuando las recibía.
Notas pegadas en mi puerta que rezaban pequeños fragmentos de poemas correctamente seleccionados.
"Amo la manera tan discreta en que de la nada llegas para arrebatarme la cordura."
...
"He dicho que cantabas en el viento como los pinos y como los mástiles. Como ellos eres alta y taciturna. Y entristeces de pronto, como un viaje."
...
"Porque te tengo y no, porque te pienso, porque la noche está de ojos abiertos. Porque la noche pasa, y digo amor. Porque has venido a recoger tu imagen. Y eres mejor que todas tus imágenes."
...
"Ya no le tengo miedo a nada, pero todavía no me explico por qué tiemblo cada vez que te veo..."
Sólo uno de esos me sonrojo al punto de querer morder el papel, hacerlo pedacitos y tirarlo al bote de basura.
"Besame con el beso de tu boca, cariñosa mitad del alma mía: un solo beso el corazón invoca, que la dicha de dos... me mataría"
En reiteradas ocasiones, apelando a mi casi inexistente autocontrol, con la voz mas amable que podía emplear, intente enviarle indirectas sutiles. Medio en broma, medio en serio, le preguntaba si no le molestaba la diferencia de edad, si no le parecía que estaba mayor para estas cosas. Y su respuesta siempre era la misma. Aquella frase cliché que existe desde la época de Cervantes, y muchos siglos antes también. "Para el amor, no hay edad." Desearía explicarle que esas palabras se utilizan erróneamente, que están fuera de contexto.
Pero después de toda su cursilería, la nada misma. Regresaba a su actitud taciturna y pensativa. Esto no me preocuparía si no cambiara tan drásticamente.
Reflexionaba sobre todo esto mientras le daba forma a una flor con chocolate de moldear. Desde el primer día en la cafetería, Maria, cuando encontraba un tiempo de descanso, me enseñaba a realizar adornos como estos, y algunos trucos que solo los pasteleros sabían.
Es viernes, y ademas de abastecer las vitrinas del negocio, mi jefa de vez en cuando recibía pedidos especiales como tortas para cumpleaños, mesa dulce para bodas, aniversarios, fiestas de egresados entre otros festejos. Esto ayudaba al marketing para el negocio, y pulía mis sencillos conocimientos.
Días como hoy requería de toda mi ayuda y concentración. Y en esto ultimo le estaba fallando considerablemente. Los pétalos de las rosas me quedaban chuecas, y me tomaba mas tiempo del normal terminar con ellas.
Culpo de mi incompetencia a mi vecino. Él se mantenía en mi mente, como esa canción que detestas, pero que sigue repitiéndose en tu cabeza al punto hasta de tararearla, y odiándote por esto. No lo detesto, pero en estos momentos no quiero pensar en él. Y cuanto mas no quiero, mas parece revelarse mi consciencia.
Desde que comencé a ayudarla con este pedido importante había recibido mas regaños de los que podía soportar, pero los aceptaba gustosa, porque me hacían volver a la realidad, al menos por unos minutos.
Al percatarse de que las flores no estaban quedándome bien, mi jefa me ordena que traslade los pasteles ya terminados al mostrador. Bufando por lo bajo, ganándome una mirada desaprobatoria de Maria, empiezo con la tarea encomendada.
Afuera ya se notaba los primeros vestigios de la noche, el cielo anaranjado, a pesar de no pasar de las siete de la tarde. El otoño y su magia de pintar las hojas de los arboles en tonos amarillos y rojizos, y oscureciendo desde temprano los días, acortándolos para deleite de algunos, pesadumbre de otros.
Estaba trasladando el tercer pastel, escuchando de fondo las canciones de la banda favorita de mis jefes. Soda estéreo y su música ligera. Aparte la cortina con mi codo, y cuando la cruce alce mis manos, de modo que la bandeja quedaba por encima de mi cabeza. Una maniobra cómoda, según yo.
— "De aquel amor, de música ligera, nada nos librá, nada más queda" —canté por lo bajo, entonces me detuve.
Y fue un gran error de mi parte. La estupidez de mis actos me llevaron a que uno de mis pies derrapara por la brusquedad de mi reacción al ver quien estaba detrás del mostrador. Termine con el trasero en el suelo, el rostro cubierto de crema, y los brazos aun levantados sosteniendo una bandeja semi vacía.
— ¡Ay! —exclame al sentir el primer dolor ante el impacto de mi ridícula caída.
— ¿Qué paso?
— ¿Estas bien?
— ¡Mi pastel!
Los escuche a todos, y las risas de Lucas y Noelia, pero seguía sentada, mirando el desastre que ocasione.
— ¿Por qué sigues ahí, Florcita, te lastimaste? —mi jefe fue el primero en acercarse a ayudarme, pero también termino en el suelo, al resbalarse con la crema desparramada. Creo que hasta Maria soltó una carcajada olvidando que ahora tenia un pastel menos para entregar.
Observe por el rabillo del ojo que Nahuel se acercaba a socorrerme, pero lo detuve con mis palabras.
— No. Tú te quedas ahí, no te acerques —dije, señalándolo con el dedo indice.
Él se detuvo, aunque su mueca de disgusto fue notoria, al menos para mi.
— Ayudemos a Flor —pronuncio mi jefa, todavía riéndose.— Y a mi esposo.
Luego de dos o tres resbalones, al fin pude estar de pie. Deje la bandeja a un lado, y la pena se filtro en mi sistema.
— Ay, Maria, cuanto lo siento. Si nos apuramos, podemos hacer otro, yo te ayudo. O podemos reemplazarlo con uno de los que hay en las vitrinas, re-decorarlo, o...
— Flor —Maria interrumpió mi diatriba lamentable— yo me ocupo, quédate tranquila. Ahora ve a limpiarte, que Noelia y Lucas asearan este desastre por ser los primeros en reírse.
— Pero...
— Nada de peros, el reloj sigue avanzando, muevan sus traseros.
Maria desapareció tras la cortina, Noelia me empujo levemente hacia el baño de servicio, mientras Lucas y Carlos empezaban a despejar el suelo de crema, bizcocho y dulce de leche.
Con un trapo mojado pude quitar la mezcla viscosa de mi pelo, y de mi ropa, pero necesitaba urgentemente un baño caliente, porque me sentía pegajosa. Luego de mi rápido aseo, me despoje de mi delantal rojo. Tenia una conversación pendiente con Vampi-Nahuel. Estaba harta de toda esta situación.
Hoy, mas temprano, fue uno de esos días en que Nahuel me ignoro, y que ahora aparezca otra vez para seguramente intentar sus métodos de "flirteo", pues no. Hasta aquí llegamos, amigo.
Apenas salí del baño, le indique con un gesto de mi cabeza que me siguiera afuera de la cafetería. No quería testigos en esta conversación.
Me detuve a unos metros de distancia de la entrada, en esta posición quedábamos alejados de los ojos curiosos de mis empleadores.
Suspire profundo, mirando directo a sus lentes oscuros.
— ¿Puedes parar, por favor?
— ¿Parar con qué? —pregunta ladeando la cabeza. Su descaro me desestabiliza.
— No te hagas el que no sabes. Toda tu... —pensé en la palabra correcta que defina su actitud de los últimos días— bipolaridad me desconcierta, Nahuel.
— No entiendo que...
— Basta —lo interrumpo, y lo señalo— no me hagas enojar.
— ¿Y por qué te enojarías? —Nahuel da un paso en mi dirección, pero no retrocedo.— Me gustas. Y te lo estoy demostrando. Si hay algo que no te gusta, házmelo saber. Es la primera vez que intento... intento conquistar, no conozco otras maneras de...
— No es eso, no es que no me guste —otra vez lo corto, porque sus palabras me afectaron, como un golpe certero a mi pecho, que se calentó al escucharlo. —Pero no necesito esto. Primero no te apartas de mi y haces esas cosas bonitas. Y después, me ignoras, no se que pretendes...
— Eso tiene una explicación.
— Te escucho.
Nahuel se despoja de su gorra por unos segundos, para alborotar sus negros cabellos. Esa acción me hace suspirar internamente, pero trato de que no se note.
— Como dije antes, es la primera vez que hago estas cosas. Y no obtener el resultado deseado me enloquece.— exclama con un tono desesperado en su voz— No me das una respuesta, no me dices nada, Florencia.
— Oh, es por eso que... —me muerdo el labio y él solo asiente.— Bueno, en ese caso, ya te di mi respuesta. Gracias por esas cosas hermosas, pero no estoy interesada. ¿No podemos ser amigos?
Espero en silencio su respuesta, y él parece meditarlo unos momentos, su vista clavada en el suelo.
— Amigos ya somos, Florencia.— responde, y vuelve a acercarse un paso— Solo que pensé que esto no era unilateral, la forma en que me miras, yo imagine... olvídalo. Discúlpame por molestarte con mis bobadas.
Sus palabras calan profundo en mi mente, en mi alma. Si él tan solo supiera...
Me percato de su movimiento, Nahuel se esta alejando, y sé que debo dejarlo ir. Pero no lo hago.
— Es que tú no entiendes —pronuncio exasperada. Él se detiene, resguardando sus manos en los bolsillos de su campera.
El frió otoñal fue olvidado desde el inicio de esta conversación, pero me abrazo a mi misma al sentir el viento congelado golpeando mi rostro.
— Lo que paso en el ascensor —continué— es solo una pizca de lo que tengo que afrontar. No estoy lista para una relación, incluso pensaba que no había lugar en mi vida para tener amigos. No es que no me gustes... es más complicado que eso... tengo miedo, Nahuel.
De repente, unas lagrimas traicioneras se deslizan por mis mejillas. No las retiro, porque estaba cansada de fingir fortaleza cuando me estaba derrumbando por dentro.
Mi vecino se acerca, tanto, que tengo que alzar la cabeza para mirarlo. Y se despoja de sus lentes. El lugar donde estábamos parados era lo bastante oscuro como para no lastimar sus bellos, hermosos ojos rojos.
— Mira esto, Florencia —dice, apuntando sus iris— esto que elogias tanto, me condeno. Tú no sabes lo que tuve que pasar por nacer con estos. Pero me dije a mi mismo que no dejaría de vivir, aunque algunas personas me desearan la muerte. Merezco enamorarme, merezco elegir una carrera que me guste, nos merecemos ser felices, sin importar cuanto daño nos han hecho. Porque nosotros no tenemos la culpa, fueron aquellas personas que quisieron cortar nuestras alas, pero ahora que somos libres podemos forjarnos unas. Unas malditas alas enormemente monstruosas.
No puedo evitar sonreír. Pero me quedo callada, asimilando sus palabras. Quizás él tenga razón, y yo no me sentía libre después de todo.
Nahuel se inclina, de modo que su rostro queda a la altura del mio.
— Depende de ti, Flor, de como quieres vivir tu vida. Yo por ahora quiero conocerte más. Saber todo de ti, y que tu lo sepas todo de mi. Contigo me siento bien, diferente, en el buen sentido— suspiro, esta vez de verdad, sin ocultar el efecto que causaba en mi— No tenemos que apurarnos, vayamos despacio. Como amigos, como lo que tú quieras.
Cuando él esta enderezando su postura, reúno el valor para aferrarme a la tela de su campera.
— ¿Puedes esperarme? —pregunto, sonriendo apenas, mis mejillas arreboladas— Ya casi termino y...
— ¿Eso es una aceptación a mi declaración? —inquiere, también sonrojándose.
— Algo así. —respondo, encogiendo mis hombros.
Ambos nos reímos. Ambos nos miramos. Y sé en mi fuero interno que tome la decisión correcta.
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I'M BACK!!
Un capitulo un poquis mas largo... ufff, había días que solo escribía un misero párrafo, pero esta noche todo vino de sopetón. jeje. Esas noches donde mi inspiración y Morfeo tienen una estruendosa batalla, jaja.
OOOKEEYYY.
No me extenderé mucho. Pero les dejare unas pistas del próximo capitulo.
1-Flor y Nahuel por fin se besan.
2-Aparecen tres ángeles en la puerta de Florencia reclamando la vida de Nahuel.
3- Nahuel muerde el cuello de Flor.
De esas tres, solo hay una que es verdad. Quien adivine, se gana una mención especial en el próximo capitulo, y unas merecidas vacaciones en las playas de Cancun. (Lo ultimo es mentira, pero quería agregarle sabor al asunto jaja)
Este capitulo va dedicado a una persona especial. ¡ENCONTRÉ A UNA FLORECILLA FLORCITA! JEJE. FlorFlores0910 gracias por leer, por tus comentarios, y por identificarte no solo con el nombre de la protagonista.
Y ya me despido, Morfeo ahora si esta desesperado, y yo ansiosa por reunirme con mi adorado, hermoso, precioso dios del sueño.
(05:56 A.M pensar que hay personas que se levantan a esta hora, y yo recien me acuesto. O quiza no lo haga, pues me dio hambre)
Buenas noches, mañanas, tardes.
¡JAJAJAJA! XD... YA ME VOY....
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