Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capitulo 15

"I am not a flower and you're not the sun... i don't need you to keep me alive" -extraído de FRASES PARA FOTOGRAFÍAS, del perfil isdairabeth



Absurdo. Del latín absurdus, el término absurdo hace referencia a aquello que carece de sentido o que es opuesto o inverso a la razón. El concepto también se refiere a lo extraño, raro, descabellado, ilógico o insensato.

Esa palabra define perfectamente este día. Desde el inicio hasta el final hoy fue uno de esos días que me dejaba pensando: "¡Qué rayos!".

Estoy sentada en mi sillón, mirando a la nada, pensando en todo. Y por más que medite una y otra vez llego a la misma conclusión. No entiendo una mierda.

Todavía es miércoles, porque el reloj marca las once de la noche, y mi estado deplorable comenzó así...

No me desperté por la alarma de mi celular. Fueron los retortijones en mi estomago. La odiosa regla femenina me estaba visitando con toda su gloria. Siempre tan inoportuna, toda una majestad que llegaba sin aviso y me sometía a su completa voluntad.

Esos días eran los peores para mi. El dolor sumado a mi nefasto humor hacían una combinación aterradora. Esos días me asustaba de mi misma. Ni yo me soportaba.

Desearía no ir al colegio, pero ya me tenían en la mira por mi comportamiento en clases, gracias a mi impulsivo ataque de Juana de Arco. Esperaba que hoy no se le ocurriera a nadie meterse conmigo, porque no solo volará mi cartuchera contra la cabeza de algún abusador de poca monta.

Refunfuñando, y mascullando groserías por lo bajo, abrí la puerta de mi departamento para comenzar este hermoso día de otoño, que hoy el dios del clima me regalo una perfecta lluvia para acompañar mi sufrimiento. ¡Gracias, Cronos!

—Buenos días—escucho a mi vecino apenas atravieso el umbral—. Hoy te levantaste temprano.

Nahuel estaba apoyado en la pared a un lado de mi puerta. Como si me estuviera esperando. Lo mire entrecerrando mis ojos, y él sólo se encogió de hombros, adivinando la pregunta silenciosa que acababa de formularle.

—Si.—Pronuncie lentamente, ahogando en mi interior las ganas de responderle a su saludo con un: "¿Qué tienen de buenos?" Sabia que no iba a durar mucho mi autocontrol, así que me aleje de él abrazando mi estomago, que con cada paso que daba aumentaba el ardor en mi vientre.

—¿Estás bien?—pregunta, cuando me alcanza y ambos nos introducimos al ascensor.

—¿Acaso me veo cómo que estoy mal?—respondo, apoyando mi hombro en la pared metálica.

Nahuel ríe por lo bajo, pero ya no hace más preguntas y eso me alivia. Algo que detesto cuando me encuentro padeciendo estos cólicos es hablar.

Apenas salimos del edificio, me percato que olvide mi paraguas y no importando quien estaba a mi lado, comienzo maldecir entre dientes. Cuando me dispongo a regresar a mi departamento, mi vecino se interpone en mi camino.

—Podemos compartir el mio—inquiere, levantando su paraguas. ¡Dios! ¿Por qué tiene que sonreír de esa manera? Me hace sentir más... enojada.

—Gracias, pero no volvemos juntos. Y este aguacero no se va a detener, así que no.

Lo rodeo, pero él no parece entender mi negativa, porque inmediatamente me agarra del codo, abre su paraguas, y me obliga a caminar a su lado.

Esas dos cuadras que nos separan de la parada de colectivos nos consume el silencio, se lo agradezco ya que estoy tan rabiosa que sé que no le diré palabras bonitas. Pero él no deja de reír. Al parecer Nahuel esta de un humor envidiable.

Sólo son dos minutos los que tenemos que esperar para poder subir al transporte publico. Antes de esto, mi vecino suelta unas palabras que me sacan de balance.

—Eres encantadora cuando estas de mal humor.

No le respondo. Nada sale de mi boca, me deja totalmente sorprendida. Mi ceño fruncido lo hacen sonreír más abiertamente, y pellizca una de mis mejillas. Estoy por protestar, pero el colectivo se detiene cerca de nosotros, no me queda otra opción que subirme primero, ya que él me cede el paso haciendo una leve reverencia.

¡Prefiero a mi vampiro misterioso que a este chico ruiseñor!

En el transporte, que gracias al clima estaba prácticamente vacío, nos sentamos uno al lado del otro. Yo, cruzada de brazos mirando por la ventana, y él con un libro en sus manos.

Cuando estábamos cerca del colegio, comienzo a levantarme.

—Espera, todavía falta.—dice Nahuel, asiéndome del brazo, deteniendo mi movimiento.

—Necesito pasar por la farmacia... cosas de chicas—espeto, incorporándome rápidamente.

Espero haya entendido la indirecta, pues no quería compañía cuando este haciendo aquella compra.

El colectivo se detiene y salto hacia afuera, corriendo hasta llegar a la farmacia. Esta pequeña carrera me costo unos cuantos dolores más. Luego de comprar las toallas femeninas y los analgésicos, descubro a mi vecino esperándome afuera.

Este es el día que más refunfuñe. Inaguantable. Estoy insoportable.

Entonces Nahuel observa la bolsa transparente que tengo en mis manos, y es como si una luz de reconocimiento le cruzara sus facciones.

—Soy una niña, ¿qué esperabas?—exclamo, guardando la bolsa en mi mochila.

—No dije nada—suelta rápidamente, levantando sus manos con las palmas arriba.—¿Vamos?

Esta vez me acerco a él, con cara de hastió, y lo tomo del brazo para emprender el resto del trayecto al colegio.

Al ingresar, dos personas interceden nuestro paso, apenas alcanzo a levantar la cabeza, cuando dos brazos me aplastan hasta sofocarme.

—Florcita, ¡Cuánto tiempo!—dice con entusiasmo el pelirrojo, Andres, y los botones de su campera se incrustan dolorosamente en mi rostro.

—¿Por qué vienen juntos?—escucho la voz chillona de Malena, que se dirige a mi vecino.

Andres por fin deja de abrazarme y fijo mi vista en el semblante de Nahuel. Él podrá tener media cara cubierta, pero puedo notar una de sus cejas alzadas ante el tono de reproche de su amiga.

—No es de tu incumbencia, Malena.—espeta con desdén. Percibo cierta hostilidad en ambos. Como si estuvieran teniendo una discusión de pareja.

Sin darle más vueltas al asunto, empiezo a caminar hacia mi salón. Hoy no tengo paciencia ni ganas de chismorrear en la vida de mi vecino.

—¿Qué paso contigo todos estos días?—pregunta el pelirrojo, caminando a mi lado—Después de almorzar con nosotros aquel viernes, no te vi en ninguna parte, desapareciste de la faz de la tierra, cartuchera voladora.

—Estaba ocupada—respondo, mirándolo de reojo.

—Hoy deberías almorzar con nosotros—dice, rodeando mis hombros con su brazo—me caes bien.

Su cercanía podría incomodarme, pero decido dejarlo pasar. Me siento desganada, completamente derrotada ante mis cólicos menstruales.

—También me caes bien—digo, porque es verdad, y le sonrío apenas.

—Buenísimo—exclama, realmente contento por mis palabras y alza la otra mano que tiene libre. No entiendo que quiere que haga, pero antes de que pueda chocar mi palma con la suya, alguien me aleja de su cuerpo.

Nahuel me sostiene del codo, y su mueca es indescifrable para mi. Andres suelta una carcajada, asintiendo varias veces. Él se tapa la boca mientras sigue riendo. Y yo que no comprendo nada de lo que acaba de pasar.

—Florencia, ya deberías entrar a tu clase.—inquiere, con molestia.

Bien, pues si hablamos de fastidio, hoy me considero la campeona en esa materia.

—Lo haré cuando lo crea conveniente, todavía es temprano—suelto, desasiendo su agarre.

—Wow, me agradas, Florencia—apoya Andres, y esta vez cuando levanta su mano, logro chocar mi palma con la suya.—Esta escuela necesita más chicas como tu.

—¿Me estas coqueteando?—pronuncio con fingido encanto, alejándome de Nahuel.

—¿Está resultando?—pregunta, guiñando un ojo.

—Lamento decirte, cabeza de zanahoria, que no me gustan mayores.

Escuchando la risa de Andres, y el bufido de Nahuel, ingreso a mi clase más tranquila de lo que estaba esta mañana.

El universo creo un complot este día, porque extrañamente nadie en el salon me molesto, como si supieran que hoy no era un buen momento para pasarse de listos conmigo. Luego de tomar el analgésico, me sentía un poco más aliviada con mis dolores. Estaba por dirigirme a la biblioteca, pero por tercera vez en este día, alguien se planta adelante mio.

—Pequeña Florencia—canturrea con falsa amabilidad Malena.—Te estaba buscando.

—Mira, si es porque me viste llegando con Nahuel...

—No, no es nada de eso. Él ya me lo explico, no tienes que preocuparte por eso—dice, tomando mi brazo sin permiso. Me esta llevando al patio interior, ya que afuera seguía lloviendo.

De lejos pude visualizar la mesa donde ya estaban sentados mi vecino y Andres.

—Que pequeño es el mundo—exclama, aflorando una sonrisa de sus pintados labios—todavía no me lo creo, eso de que son vecinos. Que coincidencia.

El veneno que cargaba su tono de voz era tan notorio.

—Si, super genial—digo, rodando mis ojos. Ella podía fingir ser amable, pero yo no puedo fingir que le estoy creyendo su simpatía.

—Florencia, siéntate aquí—dice con entusiasmo Andres, señalando el asiento a su lado.

Observo a mi vecino, que parece mirarme a través de sus lentes. Malena ya ha ocupado la silla cercana a la suya, así que opto por sentarme con Andres.

Nahuel regresa su atención al libro que tiene en sus manos y el pelirrojo comienza a vaciar su mochila en la mesa, sacando varias golosinas.

—Mira todo lo que traje, Flor, elige la que quieras.

Andres era muy amigable, y considerado, casi un niño en algunas ocasiones. Todo lo contrario con Malena, que con su actitud solo me demostraba lo venenosa que podía llegar a ser. No entiendo como estos dos seres tan diferentes entre si eran amigos de la misma persona.

—Oh, Florencia, casi lo olvido—dice la víbora, aplaudiendo una vez, logrando que todos la miremos—hay alguien en tu clase que le pareces... linda.

Dice lo ultimo, barriendo su vista en toda mi anatomía, incrédula ante sus propias palabras.

—¿Quién?—decimos al mismo tiempo Nahuel, Andres y yo.

Mis ojos se posan en mi vecino, los de él en Andres, y Andres mira a Malena, que no ha dejado su gesto enigmático.

—Él esta muy apenado, porque no ha sido bueno contigo, no se anima a confesarte sus sentimientos—exclama, con una mano en el pecho, dramatizando exagerademente todo el asunto.

Entonces caigo en la cuenta del posible sujeto, y comienzo a reír como loca. Esto no es posible.

—Es absurdo—espeto, limpiando una lagrima de mi ojo—Es ilógico, no te creo.

—Es la verdad. ¿Por qué piensas que sabia tanto de ti? Mi hermano no hace más que hablarme de ti.—inquiere con enfado.

—Bueno, sus formas de conquistarme quizá me confundieron un poco.

Escucho a Andres reírse, pero quien llama mi atención es Nahuel. Su libro esta siendo maltratado cruelmente por sus manos.

—Deberías darle una oportunidad. Él es guapo, popular...

—No.—la corto en el instante en que empezó a enumerar las supuestas virtudes de su hermano.—Nunca en la vida, Malena. No, gracias.

Nahuel afloja el agarre de su libro y parece suspirar sonoramente.

—¿Por qué no?—pregunta insistentemente Malena, frunciendo sus delineadas cejas.

—Ya no fastidies, Male—intercede Andres, separando algunas golosinas del montón, depositandolas enfrente mio—Yo escuche a tu hermano ese día, todos lo escuchamos. Él se comporta muy mal con Florencia, es descabellado lo que ahora insinúas.

—No te metas. Ademas ya sabemos como actúan los niños, ¿Verdad Flor?—expone con ese tono que ya empieza a enojarme bastante—cuando a un niño le gusta una niña, ¿qué hace? La molesta. Tú me entiendes, Florcita.

—Escúchame, pendej...—antes de decir aquella palabra, respiro hondo y me levanto, sin dejar de mirarla—No me interesa, ¿ok? Yo vengo a la escuela a estudiar, y nada más. Me vale una mierda lo que ustedes piensen "que hacen las niñas como yo"—escupo, encasillando con mis dedos aquellas palabras—yo no estoy aquí para relacionarme con gente hueca, no voy a perder mi tiempo en dramas banales que no me ayudan en nada. No quiero novios, ni amigas como tú, tan falsas como las pestañas que adornan tus ojos, princesa.

Hago una reverencia, y antes de alejarme de ellos, pronuncio un "lo siento" a Andres, porque no se merecía esas palabras, no iban dirigidas a él. Tampoco a Nahuel, pero él simplemente estuvo raro conmigo, entonces no le dedique la misma disculpa.

La lluvia torrencial que me había mojado entera, mis ánimos por el suelo, y todas las cosas que hice mal en el trabajo alimentaron aún más mi escaso buen humor. Todo era una locura. No podía creer aquella estupidez que dijo Malena. Estaba segura que era algo planeado entre ellos dos. Pero ellos desconocen que yo estoy bien entrenada en estos temas. Tantos libros sobre el mismo cliché te preparaban para no tragarte situaciones absurdas como esta.

Leonel siempre fue un idiota conmigo, y eso no cambiaba de un día para otro. Por muy apuesto que sea, su actitud arrogante lo afeaban bastante.

Apenas salí del ascensor, al regresar a mi departamento, con mi ropa chorreando agua, visualice a Nahuel al lado de mi puerta. Este día no terminaba mas.

—Ey—lo saludo, y él levanta la vista del suelo, percatándose de mi presencia.

—Hola, Florencia—pronuncia con seriedad, sus ojos tan inexpresivos como en el principio.

—¿Me estabas esperando?

—Quería... disculparme por lo que te dijo Malena—dice, llevando una mano a su nuca.

Apoyo mi hombro en la pared y lo observo fijamente, tratando de no perder detalle de su mirada. Extrañaba mirar aquellos ojos que me gustaban más de lo que quería admitir.

—No tienes porqué. Tu no hiciste nada malo.

—También quería preguntarte...

—Pregúntame—lo animo, pues él mismo se había interrumpido, cavilando si continuar o no.

—¿Te gusta...? ¿Te gusta Andres?

Su pregunta me deja perpleja, entonces suelto una risa desganada porque las sorpresas no se terminaban al parecer.

—¿Por qué me preguntas eso?

—Ustedes... —Nahuel acorta la distancia, y se cruza de brazos.— Estaban coqueteando, no lo niegues.

—Yo no hacia tal cosa—espeto, sintiendo el volcán haciendo erupción en mi interior.—Mira, no se en qué te basas para sacar esas conclusiones...

—Él es una buena persona. Si dices que no te gusta, no le des falsas esperanzas.—exclama, alejándose hacia su departamento.

—Ya se que es una buena persona, me cae bien, y nunca haría algo como eso, no soy tan cruel como otros, vampiro.

Mis palabras lo detienen. Nahuel voltea a mirarme y unos instantes después acorta la distancia entre nosotros. Sus ojos están a la altura de los míos. Una de sus manos apoyada cerca de mi hombro, en la pared. Y yo, hiperventilando ante su cercanía.

—¿A qué te refieres?—pregunta, luciendo una media sonrisa en sus labios. Sé que mis mejillas están más rojas que el cabello de Andres en este momento.

— A nada... ¿puedes alejarte?—balbuceo como tonta, y Nahuel parece burlarse de mi reacción.

—¿Te pongo nerviosa?—espeta, pero tan de repente como comenzó este juego, se detuvo.

Él no estaba sonriendo, me miraba intensamente, quizás un poco confundido pues sus cejas fruncidas lo delataban.

No me moví, ni siquiera pestañeaba, contemplando sus increíbles iris. El color que predominaba era el rojo, pero aquella franja blanquecina alrededor de sus pupilas me embobaron.

Entonces sus parpados comenzaron a cerrarse, y caí en la cuenta de que su nariz casi se tocaba con la mía. ¡Esto no es posible! ¡Vampi-Nahuel quiere besarme!

Reaccione. Como la inexperta que soy en cuestión de besos, me tape la boca con una mano, mientras que con la otra lo detuve, apoyándola en su pecho.

—¿Qué haces, Nahuel?—medio grite, aunque mi voz se escucho un poco ahogada.

Mi vecino abre sus ojos y me mira desorientado. Se aleja tan rápido que creo que casi tropieza con sus pies.

—Yo...eh—tartamudea, mirando el techo, el suelo, a todas partes, menos a mi.—Buenas noches, Florencia—exclama, y se apresura a encerrarse en su departamento.



Y ese fue mi día de Miércoles.

Malena, confesándome que su hermano, el odioso, de repente tenia sentimientos románticos por mi.

Nahuel, con su actitud extraña, estuvo a punto de besarme hace una hora atrás.

Y yo, pensando en lo absurdo, en lo patético e ilógico que fue todo este día.

-----------------------------------------------------

La actitud borde de nuestra Florecilla en el capitulo.

La cara de circunstancias de nuestro Vampi-Nahuel después de cerrar la puerta de su departamento.

Sé que tenia que actualizar ayer, pero si les soy honesta, estoy en el mismo plan que la protagonista. Jajaja. Y cuando estoy así, es como me cuesta mucho inspirarme. Este capitulo me llevo seis horas terminarlo. Disculpen si ven faltas, o alguna palabra repetida, mañana lo revisare minuciosamente. Ahora solo quiero dormir (04:16), y quería publicar el capitulo.

Si tienen algo que decir, este es su espacio para hacerlo ----}

Este capitulo se lo dedico a una hermosa persona, gracias inmensas por tu apoyo, isdairabeth por tus votos y comentarios, y por tus hermosas palabras para este libro. Gracias!!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro