Capitulo 13
"Me gusta estar sola, no tengo que entretener a nadie más, nadie a quien darle respuestas. Pero a veces solo quiero abrazar a alguien." Dear no one by Tory Kelly
Mi ultimo fin de semana antes de trabajar por unas vacaciones rápidas de mis jefes y tenia que hacer de enfermera. Sí, nadie me obligaba, aún así lo hacia.
La primer noche fue la peor. Nahuel tenia unas pesadillas horribles y raras. Parecía tener una lucha contra alguien invisible que quería mojarlo.
—¡No necesito agua! ¡Ya no me lances agua!—gritaba mientras se sacudía entero.
Cuando lograba calmarlo, tratando de retenerlo en la cama, me acomodaba en el sofá de la sala para dormir un poco. Sólo una vez fui a mi departamento para tomar mi celular, y otras cosas que me serian útiles.
Al percatarme de lo vacía que estaba su heladera y alacena, me cuestione como hacia para subsistir este chico. Pero la respuesta estaba en las cajas de comida rápida que sobresalía del bote de basura.
También traje conmigo mis preciados adornos para las luces, de esta manera la sala y el baño no estaban en penumbras, se me hizo más fácil caminar en su departamento.
Sí me di cuenta que Nahuel tenia mucha reserva de café. Aparentemente era su infusión favorita, porque no encontré nada más.
Esa noche apenas pegue ojo, cambiando los paños húmedos de su frente entre protestas y gruñidos de su parte, que la mañana del sábado me asuste al ver mi reflejo en el espejo.
Esas no eran ojeras, ¡eran las putas amas de las ojeras!
Suspire y decidí que era hora de que tomara una ducha antes de que Nahuel despierte. Prepare mi ropa y antes de cerrar la puerta, le eche un ultimo vistazo, para encontrarlo durmiendo como un dulce angelito. ¡Qué los pario! Y yo con estas ganas de que Morfeo me vuelva a seducir.
Una vez aseada, con mi pelo... bueno, mi pelo siempre iba a su propio ritmo, ¿Por qué intentar domarlo? Lo deje suelto, pero sí acomode los mechones frontales tras mis orejas para que no me interrumpieran en la labor de hacer el desayuno.
Puse a calentar agua y coloque los saquitos de té en dos tazas. Mientras tarareaba una canción, deposite las galletitas de agua en un plato para el enfermo. Ignore completamente el café, pues su estomago no iba a soportarlo.
Cuando todo estuvo listo, puse todo en una bandeja y con mucho cuidado de que nada se cayera, me dirigí a la habitación.
No quería despertarlo, pero desde ayer que Nahuel no comía nada y eso no iba a ayudarlo con sus defensas. Me senté a su lado en la cama, acomodando la bandeja en la mesita de luz.
Lentamente, comencé a moverlo.
—Nahuel—lo llame, y unos segundos después él abrió sus ojos.
No me olvidaba de su expresión del día anterior, ni su manera de gritarme, pero ignore ese sentimiento extraño que empezaba a surgir de mis entrañas. Sólo por esta vez me pondré en segundo plano. Ademas que ésto me hizo olvidar la revolución que había dejado en mi hogar la partida de mi primo.
Bruno... él me llamó varias veces, pero lo mandaba directo a buzón. Cuando Nahuel se recupere, tendré una charla intensa con ese pesado.
Mi vecino tembló apenas, pero logro incorporarse y apoyar su espalda en el respaldar. Me moví de inmediato, ayudándolo a acomodar las almohadas, y él solo protesto, pero no se negó. Espero no se este acostumbrando.
Antes de volver a retomar mi posición anterior, cubrí su frente con mi mano. Lamentablemente no contaba con un termómetro, pero pude notar que su fiebre había bajado, aunque no lo suficiente. Sus mejillas seguían rojas. Y se veía tan diferente.
—No me gusta el té—soltó de repente, con una expresión en su rostro que asemejaba la de un niño pequeño cuando lo obligan a comer verduras.
—Y a mi no me gusta ver tu cara tan temprano, pero no se puede tener todo en la vida—respondí con indiferencia, alcanzándole una de las tazas que no tuvo otra opción que aceptarla.
Unos minutos después sólo se escuchaban nuestros sonidos al tomar el desayuno y el crujir de las galletitas. Hubiera dado lo poco que tenia en mi "lata de ahorros" por un buen pedazo de pan untado con dulce de leche. Pero no quería ser egoísta.
—Florencia—Nahuel rompió el silencio.
—¿Mmm?—respondí mirando a la nada.
—Yo quería... quería pedirte perdón por las cosas que te dije ayer.
—No es necesario, estoy bien, no me voy a morir por eso.—expuse, alzando mis hombros.
—Igual quiero hacerlo. Yo no suelo... no soy así.
—No tienes que explicarte, creo que reaccionaria peor si veo a alguien con mi celular. Así que no te preocupes.—dije, sonriendo apenas, pero era la sonrisa más falsa que pude emplear. Solo quería que él se recupere y volver a mi casa. Ahora anhelaba mi soledad de vuelta, donde nadie me lastimaría como lo había hecho Nahuel.
—Ayer lloraste... lamento eso, yo no quise...
—Basta—interrumpí sus tontas disculpas mirándolo de frente—Sí, derrame algunas lagrimas, pero es normal. Sabiendo lo que sé de ti, me sentí impotente. Y eso es todo.
Entonces, a pesar de su expresión afiebrada, él sonríe. Y no diré que no me gusta admirar su sonrisa. No lo diré.
—Listo, era lo que buscaba—exclama, ampliando más su sonrisa, dejando entrever su diente delantero medio partido. ¿Y por qué eso me resultaba atractivo?
—¿Qué cosa?
—Que me miraras. No me gusta hablar con una persona que no me esta prestando atención.—dice, encogiéndose de hombros.
—No necesito mirarte para escucharte.—solté, levantándome para recoger las tazas.
—Podrías aprovechar mi convalecencia para hacer la entrevista—propone, volviendo a acobijarse en la cama.
—No es el momento, ademas no tuve el tiempo de escribir las preguntas—dije, sin mirarlo. De repente perdí el entusiasmo de conocer más a fondo a Vampi-Nahuel.
—Ah, ya veo. No estas interesada en descubrir los oscuros secretos de este vampiro—inquiere, medio sonriendo, pero con su ceño fruncido.
—¿Ves? Es esa actitud tuya la que me hizo dudar de ti. Estas leyendo mis pensamientos.
Él suelta una carcajada, pero estornuda al mismo tiempo.
—No necesito leer tu mente, esta escrito en tu cara.
—Pero esa noche, cuando estaba borracha, tú...—dije, señalándolo— Yo tuve este pensamiento en mi cabeza: "que no es un vampiro, las bolas que no tengo". ¡Y de alguna manera que desconozco me escuchaste! ¡No lo niegues!
—Ay, Flor—exclama, en un ataque de risas que me estaba sacando de quicio—eso lo dijiste en voz alta.
No le respondo y salgo de la habitación pisando fuerte.
El resto de la mañana lo pase preparando el almuerzo. Y en una ocasión tuve que obligar a Nahuel a que se diera otra ducha. A regañadientes acato mi orden. ¿Quién lo hubiera dicho? ¿Florencia mandando a bañar a un adulto, su vecino vampiro?
A la hora del almuerzo, saboree con maldad mi alimento, mientras lo veía degustar con enojo el caldo que le prepare. Se lo merece, por burlarse de mi.
Después de eso, sólo me quedaba a su lado. Incluso me presto uno de sus libros que leía cuando no estaba cambiando los paños o ayudándolo a tomar agua. Creo firmemente que se esta aprovechando de mi.
En una de mis idas y venidas, como suele ser mi costumbre, me pierdo. De repente estoy en la sala y no recuerdo lo que tenia que hacer. Entonces es su voz la que me hace reaccionar.
—Agua, Florencia.
—Las aspirinas, Florencia.
—Tengo hambre, Flor.
Para mi total consternación, no me molestaba.
La noche se hizo presente, y Nahuel estaba mucho mejor. Pero no quería irme de su lado hasta estar cien por ciento segura de su recuperación.
Me senté en el suelo, al lado de su cama, observando su dormitar tranquilo. Su pecho subía y bajaba en armonía, logrando que alivie mis sentidos alerta, entonces decidí que él ya no me necesitaba allí.
Antes de que hiciera el ademan de levantarme, su voz me detiene.
—Flor.
—Sí, dime, ¿necesitas algo?
—Cántame.—pronuncia lentamente, sus ojos aún cerrados.
—Yo no se cantar.
—No me mientas, te escuche—dice, suspirando de pronto, y no entiendo porque lo hace.—Por favor, cántame.
Es su pedido el que me sacude desde dentro hacia afuera. Me desestabiliza por completo. Y extrañamente, accedo a esto. Como un ultimo recuerdo, lo ultimo que hice por él.
—Esta bien, pero mantén los ojos cerrados—pido, y Nahuel sólo asiente.
Me toma unos instantes pensar qué canción cantare. Y como una confirmación a todo lo que sentí en los últimos días, sabia cual era la indicada.
—"Me gusta ser independiente, no requiere tanta inversión, nadie que me diga qué hacer. Me gusta estar sola, no tengo que entretener a nadie más, nadie a quien darle respuestas..."
Entone suavemente las notas de aquella canción que tenia un significado para mi.
—"Pero a veces solo quiero abrazar a alguien. Alguien que me dé su chaqueta cuando haga frió. Tener ese amor joven, incluso cuando seamos viejos..."
A medida que la timidez perdía su derrota, mi voz se elevaba para ganar la profundidad que las letras exigían.
—"Sí, a veces quiero que alguien tome mi mano, que me levante, me acerque y sea mi hombre. Te amare hasta el final..."
Me percate por el rabillo del ojo que su mano comenzó a buscar la mía, entonces le facilite el trabajo.
— "Así que si estas ahí afuera te prometo que seré buena contigo, pero ya estoy cansada de buscar a mi futuro alguien..."
A pesar de mi pedido, Nahuel abrió sus parpados, mirándome fijamente, sus ojos brillaban. Apuesto mi posesión más preciada que los míos estaban igual.
—"Porque cuando sea el momento correcto estarás aquí, pero por ahora, Querido Nadie, esta es tu canción de amor..."
Mi vecino vuelve a cerrar sus ojos, nuestras manos todavía enlazadas, y yo seguía cantando para él.
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¡Por dioooos! ¡Qué cursi que sooooy! Ahora si puedo irme a dormir tranquila. Decidí poner la canción ya traducida porque ya estaba perezosa de escribirla en su idioma original. Más arriba encontraran esta bella canción.
Bueno, siempre me gusta saber qué les va pareciendo la historia. Así que sin miedo, nomas, sin vergüenza, les invito a unirse a mi rincón del amor... jaja... es que tengo sueño, ¡entiendanme!
Pequeño adelanto: "Entrevista con el vampiro" (jaja, ¿entienden? ¿Brad Pitt, Leo DiCaprio, Antonio Banderas?) Me resulto super cómico ponerle ese titulo.
Mañana estará listo el capitulo, como una sorpresa no sorpresiva, porque ya lo anuncie... pero fingan sorpresa... ya me fui por las ramas...
(04:02)
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