Capitulo 11
"Después cruzo un puente para aguantar más de un millón de razones. Escóndete lejos conmigo. Camina lejos conmigo. Después cruzamos un puente para encontrar más de un millón de problemas. Nada es fácil."-Glass bridge by SAVINA & DRONES.
No estoy en mis cinco sentidos. No pienso en nada. Sólo me dejo llevar como si no tuviera voluntad propia. Aún en contra de mi gran plan maestro de vida, tomó su mano y le permito conducirme al patio del colegio.
Los alumnos que nos cruzamos en el camino nos miran sorprendidos. Y comienzo a arrepentirme.
Pero la verdad, hay una emoción escondida tras mi semblante de indiferencia. Me siento bien. Como si un aura de tranquilidad nos rodeara.
Debo estar sensible por la reciente despedida de mi primo. Sí, definitivamente es eso.
La soledad que antes no me molestaba, revoluciono todo a mi alrededor con la llegada de Bruno. Y ahora esa soledad se sentía sofocante. Creo que accedí al pedido de Nahuel por este motivo y nada más.
Nos detenemos en una mesa en particular donde ya hay dos personas sentadas. Mi vecino coloca mi mochila en el respaldo de una de las sillas, y muy confiadamente, posa su mano enguantada en mi hombro.
— Chicos, ella es Florencia —dice, señalándome—. Flor, te presento a Andres y a Malena.
El diminutivo de mi nombre en sus labios me sacan de balance. Pero me recupero al instante que me percato de las miradas de sus amigos.
Andres, el pelirrojo de gafas con montura gruesa y rostro surcado por diminutas pecas doradas es el más sorprendido de los dos. Al parecer me reconoce pues me apunta con su dedo indice.
— ¡Cartuchera voladora! —masculla sin terminar de tragar lo que estaba comiendo.
No se qué responder ante esto, su mirada de terror me causa gracia, pero no lo demuestro.
— Siéntate, Flor —dice la chica, pronunciando mi nombre de forma extraña. Como si no le gustara siquiera decirlo en voz alta.
Ella es bonita. Demasiado arreglada para ir al colegio, en mi opinión. Pero no puedo argumentar si es lo correcto o no. No soy lo que se dice "una experta en temas de moda".
Malena tiene una mirada acerada, es tan obvio que no le gusta que éste aquí, se nota a leguas. Aun así, tomó asiento y la observo fijamente. Sus ojos de un azul impresionante me devuelven la mirada. Ella acomoda su largo cabello negro, mostrando sus perfectas uñas de manicura.
Nahuel y Andres representan su papel perfectamente. El de espectadores.
— Florencia, ¿eh? —vuelve a hablar la chica, barriendo con su vista toda mi presencia—. Ya recuerdo quién eres.
"Oh, oh". Esto no estaba resultando bien.
— ¿Ah, si? —espeto, imitando su tono de autosuficiencia—. Según tú, ¿quién soy?
— Bueno, hay muchas teorías rondando acerca de ti.
— No sabia que era tan importante en la escuela —opiné, cruzándome de brazos.
Ella ríe por lo bajo, pretendiendo amabilidad, pero yo sé lo que oculta. A ella no le agrado. No se porqué, pero no tengo dudas.
— Yo creo que eres una novedad por tu emancipación. Dato que nos hace cuestionarnos el motivo. Solo es simple curiosidad que sera olvidada con el tiempo —dice, limpiando una pelusa invisible de su camiseta.
— Malena —pronuncia con voz de advertencia mi vecino, a lo que ella responde poniendo los ojos en blanco.
— No le hagas caso, cartuchera voladora, ella esta enojada porque Vargas es su hermano, el chico al que golpeaste —declara Andres, entre bocado y bocado.
Entonces todo empieza a encajar. Leonel Vargas, mi compañero, el idiota que siempre me molesta. Ahora veo el parecido, tanto en el físico como en su personalidad.
Me pregunto como hizo Nahuel para hacerse amigo de esa víbora.
— Florencia —mi vecino interrumpe lo que sea que estaba por decir Malena, entonces vuelco mi vista en él— ¿Quiéres algo del quiosco?
Me enderezo en el asiento porque no me esperaba esto.
— No, estoy bien.
Él se levanta y su amigo lo imita.
— Te traeré algo de beber —informa sin darme tiempo a replicar.
Cuando ellos se alejan me dispongo a buscar dinero para pagar la bebida que Nahuel me va a comprar.
— Así que... Florencia Flores —cuando escucho mi nombre completo, de inmediato levanto la mirada—. ¿Tienes un crush con mi amigo, eh? Te doy puntos por tu buen gusto, pero debo informarte que lamentablemente él ya esta solicitado.
Ella sonríe dulcemente, como si no hubiera dicho aquellas palabras con todo el veneno que cargaba en su voz.
— Entonces debo informarte que estas equivocada. Él no me interesa de la manera que piensas.
— ¿Y cuál es tú interés? De repente, todos en la escuela hablan de la chica nueva menor de edad que vive sola, y unos meses después estas atrás de mi mejor amigo —la expresión en su rostro se transforma por unos segundos, mostrando genuina preocupación—. Él no habla mucho de sí mismo, siempre escondido tras sus lentes. Pero luego me entero que tú si lo viste sin ellos. Lo conozco hace un año. ¿Entiendes por qué no me agradas?
Dice lo ultimo con notorio dolor. Y en ese momento me doy cuenta.
— Ahora lo entiendo. Eres tú la que tiene un crush con su mejor amigo.
Malena abre los ojos de par en par, creo que piensa en su mente las diez maneras de ahorcarme sin morir en el intento.
— Tranquila, Malena. El que me haya invitado hoy a esta mesa no tiene nada que ver con sentimientos amorosos. Apenas lo conozco, no puedo llamarlo mi amigo. Tengo que entrevistarlo para un proyecto de literatura, como bien sabes. Sólo es eso.
Intento sonar lo más calmada posible, aclarando dudas que ambas compartíamos. ¿Qué era yo para él? Al fin de cuentas, hable con la pura verdad.
— Estoy tranquila, corazón. No quiero que salgas lastimada. Porque es él quien tiene un crush conmigo —exclama, sosteniendo su pecho, dando énfasis a sus palabras, como si fuera la puta clemencia andante.
No le respondo, porque su tono me molesta tanto, que lo que va a salir de mi boca no serán palabras acarameladas como las de ella.
Nahuel y Andres regresan a la mesa. No puedo contener la rabia que esta bullendo en mi interior. No me gusta que me sobren de esa manera, no necesito ningún tipo de advertencia de su parte. Es por esto que prefiero estar sola.
— ¿Cuánto te debo? —le pregunto a mi vecino apenas deposita el refresco adelante mio.
— Nada —responde, sentándose en la silla enfrente mio. Sé que sus ojos están puestos en mi, pero sigo buscando el dinero en mi mochila.
— No me debes nada, Florencia, ya deja de buscar —vuelve a hablar, y mis torpes manos acatan su orden.
— Hey, Florencia —me llama Andres, chasqueando sus dedos delante de mi nariz. No me queda otra opción que prestarle atención—. ¿Segura que no quieres comer algo? Tengo de todo.
Y es verdad. Él extiende sus manos abarcando cada golosina y snack, orgulloso, como si mostrara un gran tesoro.
Simpatizo con Andres de inmediato. Lastima que ya tome una determinación con este encuentro. Siento que él seria una buena compañía.
Por pura cortesía agarro una chocolatina.
— Bien, es de mis favoritos —espeta el pelirrojo con entusiasmo en sus ojos ámbar. Y levanta el dedo pulgar festejando mi elección.
— Gracias —apenas susurro, agradeciéndole internamente su buen gesto, ya que aplacaron un poco la furia que sentía hace unos instantes.
Malena nos ignora enfrascada en la pantalla de su celular, y mi vista se posa en el libro que sostiene mi vecino.
— Te gusta Neruda —afirmo, leyendo la portada.
— Uy, si —pero quien responde es Andres. Nahuel solo levanta su rostro de la lectura—. Se pasa todo el tiempo leyendo esos libros cursis.
Andres empieza a engullir sus golosinas, sin quitarnos la mirada a ninguno.
— Sí, me gusta. ¿Y a ti?
— Un poco... —intento recordar alguna frase del autor, porque en realidad me fascina—. "Puedo escribir los versos más triste esta noche..."
— "Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido" —recitamos al mismo tiempo.
Una sonrisa nos invade en partes iguales. Andres nos aplaude como si hubiéramos hecho algo excepcional. Pero la risita de burla que suelta Malena me sacan del trance en el que estaba sumergida.
Recuerdo sus palabras. Y a pesar de haber podido interactuar de forma civilizada con dos personas en esta mesa, sus declaraciones pesan más. No puedo ignorarlas. Porque me sentía demasiado bien con él. Entonces esto fue como la alarma de alerta que necesitaba para volver a mi eje.
— Esto no fue una buena idea —susurro, sin saber si me escucharon—. Lo siento, tengo que irme.
Mientras me alejo, solo Andres dice mi nombre. Pero nadie me detiene.
....
Mi departamento ya no parece el mismo. El vacío de la partida de mi primo lo transformo por completo.
La noche se acercaba, y no había parado de llorar, aovillada en el sofá.
Me sentía tan sola. Devastada. Nunca imaginé que necesitaría no estarlo. Pensé que una vez que me hubiera liberado de aquella cárcel, seria la persona mas feliz del mundo.
Debería estar contenta, celebrando este gran paso que dí en mi vida. Pero en estos momentos no puedo. Solo pienso que fui una tonta por creer que no iba a necesitar a nadie nunca.
Quería hablar con alguien. Podía llamar a Bruno, pero preocuparlo no estaba en mis planes.
Mis planes. ¿En qué mierda estaba pensando?
Si tan sólo hubiera una persona que quisiera estar conmigo...
Un golpe seco se escucha desde el pasillo, como si algo se hubiera caído.
Seque mis mejillas con la manta que me cubría. Seguramente el señor Omar estaba limpiando y se le cayo el balde. Ya ha pasado antes.
Abro la puerta, forzando una sonrisa para saludar al portero, pero no hay nadie allí. Antes de regresar a seguir lamentándome, mis ojos chocan con el bulto que se encuentra tirado en el suelo.
Me cubro la boca cuando me percato de que es Nahuel quien esta inconsciente al lado de su puerta.
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Para recompensar el anterior capitulo taaan corto, les traigo este mas largo.
Espacio para que dejen sus opiniones.
¿Ya tienen un personaje favorito?
¿Me odian por siempre dejarl@s en suspenso?
Gracias infinitas por su apoyo. No prometo nada, pero el próximo capitulo esta un 50% escrito, así que entre mañana o pasado estaré actualizando. (05:13 A.M Siempre rompiendo mis propios récords xd jaja)
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