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5. Planeando la siguiente película de Misión Imposible, esta vez sin Tom Cruise.

Estamos todos haciendo una ronda alrededor de Mar, que sacó su laptop último modelo y se lanzó a la alfombra de lana blanca para ingresar a la página web del campamento militar.

Sé que es una situación preocupante y que debo tener toda mi concentración en lo que estamos por averiguar, pero no puedo evitar pensar en la cantidad de ovejas que se rasuraron para hacer la alfombra. En serio, es que está tan suavecita... y amplia, abarca casi todo el espacio de la sala. ¿Cuántas habrán sido? ¿Veinte, treinta? ¿Alguna de ellas se habrá llamado Timothy? Ojalá que sí.

Una vez fui a la granja de mi tío abuelo Corey, y vi cómo le quitaba la lana a una. La llamé Timothy Alastor III. A Esteban le parecía un nombre estúpido, en vista de que no había un Timothy Alastor I ni II, pero yo consideraba que era un nombre bastante honorable para una oveja... No me juzguen, tenía nueve años.

Pero en fin, la alfombra es bastante suave, y me quito los tenis para sentirla entre los dedos de los pies. Uf, si. Esto es una maldita nube plana y de tela.

-¡¡_____!!

Pego un respingo. Los tres me están mirando con ojos bien abiertos.

-¿Qué? ¿Por qué chillan?

Mar rueda los ojos y vuelve la vista a su laptop, aburrido.

-Te estamos llamando para que nos dijeras el nombre completo de tu hermano y tú ni pendiente -responde Elle.

-¡Deja de pensar en mí! -acusa Spencer.

Lo miro mal. -No estaba pensando en ti, pensaba en ovejas.

-¡No es tiempo para dormir, nena, estamos buscando a nuestros hermanos! -Spencer me sacude por los hombros.

Me lo saco de encima con un zape y me acerco para mirar por sobre el hombro de Mar a la pantalla de su laptop. Está en un sitio web que se ve tan obsoleto que parece hecho en los años donde Hitler no era más que un bebé con un tupido bigote.

-El folleto era más bonito -digo.

-Antes de que lo llenaras de mierda, ¿no?

-Pues sí.

-Mírale el lado bueno, Mar -comenta Spencer-. Así será más fácil.

Ah, sí. Otra cosa: Mar es como un experto en hackear sitios en internet, algo como un Dross pero gringo. Dijo que podía sacar información del sitio web que podría sernos de utilidad. Yo la verdad no entiendo para qué, pero el niño rata aquí es él... Oigan, ¡eso rimó!

-Ya lo sé -responde Mar-. Acabo de entrar a las planillas de los campistas de este verano -teclea unas cosas, le da Enter y en la pantalla aparece una lista de nombres-. Esta es de chicos entre dieciséis y diecisiete años. Parece que solo hay tres de la edad de _____.

Si, sigue sin dirigirse a mí a menos que sea para soltar un comentario socarrón. Aunque bien por él que no lo haya hecho, porque le hubiese respondido: «Ah, vaya, qué interesante... no entendí qué tiene de interesante, pero buen trabajo, Under the Sea».

-¡Aquí está tu nombre! -Elle señala un cuadrito donde pone «______ Lips, 17»-. Y ya estás registrada.

Frunzo el ceño.

-¿Y eso qué significa?

-Que ya confirmaron tu llegada -explica Mar como si fuese obvio.

Sigo sin entender.

-Eh, no sé si se han dado cuenta, pero estoy detrás de ustedes.

-Nena -dice Spencer con paciencia-. ¿Ves el nombre de tu hermano aquí? -Asiento-. También está registrado. Eso quiere decir que también llegó. Y si Peyton está con él, seguro ambos acordaron que ella debía hacerse pasar por ti... y admito que no pensaba que fuese tan inteligente.

-Peyton es inteligente -gruñe Mar, y sigue presionando teclas como si fuesen plástico de burbujas-. Acabo de descubrir que los campistas reciben correo los lunes. Oh, genial, y hasta podemos escribirle una carta por aquí.

-Me pregunto cuánto les llevó descubrir que podían hacer eso a estos ancianos -comento.

-Menos de lo que te lleva entender algo a ti, creo -dice él.

Agradezco enormemente que Elle le haya dado un zape por mí.

-Entonces, ¿podemos escribirle una carta a Peyton? -pregunta.

Mar asiente.

-¿No me escuchaste la primera vez? Si la enviamos, ellos lo imprimen y se lo dan el lunes a quien va destinado.

Doy un aplauso, como para animarme.

-Bien, ¿qué esperamos? Apártate de mi camino, cejas peludas, me toca... -Mar pone una mano en mi cara y mi empuja hacia atrás suavemente, pero yo tengo un equilibrio peor que el de la salud mental de Lindsay Lohan, por lo que me voy de espaldas como una tortuga-. ¡Oye!

-No seas idiota, tenemos que pensar bien las cosas antes de hacerlas -chista él-. No podemos simplemente decir "Hey, Peyton, te fuiste con el hermano de la chica que se fue con el tuyo, y estás en un lugar de mierda pero no te preocupes, haremos un plan para sacarte de ahí".

-Eso era justo lo que iba a poner yo -Spencer suelta un bufido.

Mar rueda los ojos y se lleva un dedo a su mentón, pensando con la vista pegada en la pantalla. Todos lo miran en silencio, y yo me incluyo en ellos porque de ser sincera pensaba lo mismo que Spencer, además de que está claro que el cerebro en este grupo es él.

Unos segundos después se levanta de la alfombra. Primero se detiene en un calendario y lo analiza. Luego mira al ventanal, analizando la lluvia torrencial que cae. Después vuelve a observar el calendario y lo analiza nuevamente. De manera repentina se dirige de nuevo a su laptop, analiza el sitio web por un momento y comienza a teclear. Lo gracioso es que en todo ese trayecto de observación y analización nosotros estuvimos siguiéndolo como patos a su mamá, y mientras él murmuraba cosas como «Ah, si» o «Así es», nosotros decíamos «Correcto», «Si, así es» y «Elemental, mi querido Watson» (comentario mío), sin saber a qué se refería en realidad.

-Dijiste que tu hermano es inteligente, ¿no? -habla Mar.

-¿Ah...? ¡Digo, si! Si, lo es. Como Megamente pero sin ser azul.

-¿Y sin la cabezota? -pregunta Downes.

-No, esa sí la tiene.

-Cállense ambas -masculla este tipo-. Espero que lo sea, porque de él depende que el plan inicial salga como esperamos.

-Sí, es vital que el plan salga como esperamos -Spencer se acercó a Mar-. Por cierto, ¿cómo esperamos que salga el plan?

Un poco (nah, fue mucho) fastidiado, el gruñón de Mar nos lleva a la mesa de la cocina para explicarnos cómo demonios planeábamos hacer el intercambio. Nos cuesta un poco entenderlo (nope, fue mucho x2), pero al final lo hacemos: escribirá un mensaje con claves que a primera lectura parezca normal, pero quien sea intuitivo y con una mente perversa para buscarle un doble significado -sea bueno o malo- a las cosas, características de mi hermano, podrá interpretarlo correctamente. Entonces, cuando la carta sea impresa por quien sea que entrega las cartas (me imagino a un cartero vestido de militar y que dispara las cartas con escopetas como si fuesen balas a sus destinarios) y llegue a manos de Esteban, este pueda hacer lo que le decimos y así llevar a cabo la segunda parte del plan.

-La cosa es -dice Elle-. ¿Cómo sabremos si ellos recibieron la carta?

-Sí, eso -Spencer y yo la señalamos.

Mar le echa otra mirada a su laptop, que trajo consigo a la mesa.

-A los cadetes les permiten hacer una llamada de cinco minutos los miércoles si se comportan de buena manera -informa-. Si la carta es entregada el lunes, es decir, dentro de tres días, tendrían otros dos para hacer lo que les pedimos y luego el miércoles llamar al teléfono de uno de nosotros para confirmar.

Lo único que entendí de eso es que Mar sabe sumar, pero me callo y solo asiento como si lo entendiera todo perfectamente.

-Entonces tienen dos oportunidades de llamar, diez minutos para hablar -dice Elle-. Ahora solo nos queda ver si ellos se saben nuestros números, porque si son como sus hermanos...

-¡Oye! -Exclamamos Spencer y yo al mismo tiempo-. Es cierto.

Él me mira. -Nena, te dije que paráramos ya con eso -se gira hacia sus amigos-. Esa es una de las cosas en los que Peyton y yo nos parecemos.

-Esteban sí se sabe mi número -digo, feliz de que por fin aporto algo en la comunidad-. Digo, tuvo que aprendérselo rápidamente luego de las veces que me perdí en los centros comerciales, parques de atracciones, en la escuela... en todos lados, en realidad.

-Al fin tu idiotez sirve de algo -Mar me brinda una sonrisa seca y yo se la respondo con un dedo medio solo para él-. En fin, ahora toca escribir la carta. Déjenme eso a mí. Ustedes mientras tanto... no jodan.

Toma su laptop, da media vuelta (la bata de baño hizo un ligero frufrú) y se va a sentar en el sofá.

-Oye, Mar -dice Spencer-. ¿Cuántos partes del plan son?

Under the Sea suspira, pero igualmente mira a Spencer, serio. -Tres. La primera es de contacto. La segunda de planteamiento, y la tercera es la parte práctica.

Fruncimos el ceño.

-¿Eso qué significa? -pregunta Elle intrigada, pero Mar niega con la cabeza seriamente.

-Lo explicaré después. Ahora sólo cierren la boca y váyanse a ver una película.

Quiero replicar y decirle <Oye, aguanta un segundo ahí, muppet superdesarrollado, no me gusta no saber algo así no lo termine de entender aún>, pero Elle dice algo que llama mi atención.

-¡Oigan, está pasando The Big Bang Theory!

-¡¡Sheldon, te amo!! -corro empujando a Spencer de mi camino y me tiro al lado de ella.

-Me encanta tu sutileza, nena -Spencer ahoga un quejido.

[...]

-Acabo de enviar el mensaje -dice Mar desde el marco de la puerta.

Creo que nadie le hace caso. Warner presentaba una maratón de The Big Bang Theory y Spencer, Downes y yo somos altos fans de la serie. Los tres comemos palomitas mientras miramos casi embelesados cómo Sheldon es sarcástico con Leonard y Penny. Dios, amo a Sheldon. Me identifico tanto que me disfracé de él tres Halloweens seguidos, y aunque yo lo consideraba un traje a la onda, la mayoría creía que en realidad era transgénero y el Halloween era una excusa para ser como era sin tener que salir oficialmente del closet. Eso me daba ganas de llorar de tristeza por lo estúpida que puede llegar a ser la gente.

El televisor se apaga. Los tres observamos a Mar, que tiene la laptop en una mano y el control remoto en otra.

-Enciende esa mierda -digo.

-No, esto es más importante -y pone la laptop frente a nosotros.

-Nada es más importante que The Big Bang Theory.

-¿Acaso tu hermano no lo es?

-... ¿Si? -respondo no muy segura.

-Sólo lee, idiota -masculla él.

En la pantalla está la carta que escribió, escrita sin errores ortográficos y con la mayor discreción-no-tan-discreta posible.

«Querido Esteban.

Me enteré de que tú y Rizos de Oro están en este campamento militar. Me alegro muchísimo por ustedes, al fin tendrán el cambio de ambiente que se merecen. No sabes lo que haría para sacarlos de ahí, pero qué va, eso le quitaría la diversión. Espero que se aprendan cada rincón, sería un buen plan para empezar a tomar ese lugar como nuevo hogar. Por cierto, ¿acaso te robaron el teléfono? Porque si es así deberías conseguir uno y enviarme, ¡me tienes abandonado!

Llámame cuando puedas. ¡De verdad necesito contarte muchas cosas, hermano!

Con aprecio, Mar Downes

P.D: Saluda a tu madre de mi parte y dile que todos estamos bien».

-Oye, ¿por qué Mar Downes? -pregunta ella.

-Porque así Peyton sabrá más rápido que somos nosotros y yo no tendría que poner mi nombre real en un documento que será leído por militares -explica Mar como si fuese obvio-. De todas maneras dejé otro punto clave, Rizos de Oro.

-Ah, sí, lo imaginé -digo, haciendo una mueca-. Quien me llame así se llevaría un bien merecido puñetazo de mi parte. Detesto los apodos cursis.

-¿Y el nena no te molesta? -Spencer menea las cejas significativamente.

-Sí, pero estoy reuniendo fuerzas para darte un puñetazo que John Cena me envidiaría.

Spencer continúa con su inquebrantable sonrisa de lado.

-Esos golpes valdrán toda la pena.

Estúpido.

-A Peyton si le gustan -oigo gruñir a Mar-. Así la llamo yo, y gracias a ese apodo sabrá que hablamos de ella. Y con respecto a las otras cosas, espero y aspiro que Esteban deduzca que vamos a hacer el intercambio, pero que para ello necesito que se aprendan de memoria el lugar, que consigan uno de sus teléfonos y que, cuando tengan la oportunidad (es decir el miércoles), nos marquen al número que sea.

Frunzo el ceño y leo de nuevo el mensaje. En un principio no había entendido nada (no es algo de lo que sorprenderse) pero ahora que lo reviso repetidas veces, si se puede sacar doble sentido no pervertido de esto. Y Esteban siempre se ha destacado por ser un ñoño intelectual y sexy (diugh, que es mi asqueroso hermano), por lo que estoy segura de que logrará interpretarlo perfectamente.

Además, Mar fue inteligente al poner de P.D disimuladamente que no le dijeran a mamá a menos que quisiera que se formara la tercera guerra mundial.

Qué lástima que nunca lo admitiré en voz alta.

-¿Ya está enviado? -pregunto.

Mar asiente. -Ahora solo queda aguardar estos días, y tal vez otra semana más para poder llevar el plan práctico a cabo.

-Y a ver, ¿cuál es ese dichoso plan práctico? -inquiero.

-Ir hasta Texas y hacer el intercambio.

Todos lo miramos. ¿Acaso está insinuando que vamos a...? No, deben ser ocurrencias mías. Sé que solo llevo conociéndolo un día, pero no parece alguien que haga cosas delictivas, y eso definitivamente es algo delictivo.

-¡¿Acaso vamos a entrar al campamento militar?! -se sorprende Spencer.

Mar asiente. Spencer finge tener un infarto y Downes lo mira con la boca hasta el suelo.

-No me miren así -espeta Under the Sea-. Será fácil si lo planeamos bien.

-No, Misión Imposible fue fácil, pero eso porque estaba Tom Cruise en ella. Pero nadie aquí es Tom Cruise, ¿a qué no? -Chilla Spencer-. ¿Tú eres Tom Cruise?

-No, pero...

-¿Tú eres Tom Cruise? -mira a Elle.

-Nope.

-¿Tú eres Tom Cruise? -me pregunta.

-No, pero mi papá se parece.

Él me ignora y se observa en el espejo. -¿Tú eres Tom Cruise? No, pero soy casi igual de guapo. -Se guiña el ojo a él mismo y se gira hacia Mar-. ¿Ves? Nadie aquí es Tom Cruise, por lo que esta misión imposible será realmente imposible y probablemente todos terminemos en la cárcel. ¡¡Y el color naranja no es precisamente el tono que mejor me queda!!

En cierto modo, Spencer tiene razón. Si lo que Mar planea es eso, nos va a traer bastantes problemas si algo sale mal. Y yo ya he tenido suficientes, ¿no? Por algo estoy en un campamento militar.

Nono, detén tu caballo, vaquera.

No estoy en un campamento militar. Una chica que accidentalmente se tropezó conmigo está pagando el castigo que yo me merezco junto a mi hermano, a quien no puedo abandonar ni siquiera por error en ese infierno.

Levanto la cabeza y los miro a todos. Spencer tiene cara de traumado, Downes ha vuelto a ver The Big Bang Theory y el rostro de Mar es una mezcla entre preocupación y determinación. Me aclaro la garganta y ambos chicos me miran.

-Hay que hacer el intercambio, eso es un hecho -digo, sintiéndome segura y firme de repente-. Y no creo que algo salga mal si lo planeamos bien. ¿No, Mar?

-Solo tenemos que esperar la respuesta de Peyton y Esteban -él mira a Spencer-. En cuanto eso suceda, idearé el mejor plan de mi vida, te lo juro.

Y aquí me doy cuenta que en realidad quien decide las cosas aquí no es Mar, sino el mismísimo Rey Spencer, quien suspira.

-Está bien, lo haremos. ¡Pero más te vale que no tenga que usar naranja a menos que sea en un conjunto combinado!

N/A: Y ¿cuando fue la última vez que actualicé en esta novela?

Más o menos, viejita del Titanic. Más o menos.

Pero aquí estoy, y vine para quedarme, perras (aunque sospecho que iré actualizando aproximadamente cada mes xd). Aunque no importa, porque mientras me siga gustando como va cursando la historia, y en especial a ustedes, jamás me detendré.

Diganme, ¿qué les pareció el capítulo? ¿Qué tal la rayita? ¿Spencer? ¿Mar y Downes? ¿Cómo creen que estén Esteban y Peyton?

Esta novela será corta, no creo que pase de unos treinta capítulos, aunque cada uno de ellos estará bien entretenido. Hay DEMASIADAS cosas que pasarán, demasiados enredos, demasiados triángulos amorosos y más, se los prometo. Van a disfrutarla.

En fin, debo irme. Las amo y espero que estén bien :3

Se despide xlexluthorx.


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